Capítulo 21
Es de valientes
Ese día uno de los cuartos de aseo, el más alejado de los salones y la cafetería, se convirtió en mi hogar por las tres clases que me quedaban por tomar. Admito que no tuve ánimos o paciencia para oír lecturas, escribir o contestar ejercicios con, de seguro, algunos de mis compañeros murmurando a mis espaldas. También admito que nunca supe como soporté todas esas horas respirando el aire con olor a orine y desinfectante del aseo, pero me resulto mejor que enfrentarme a todo lo demás, incluidos Rosario y Sasuke.
Me pregunté si en algún momento Sasuke le preocupó a donde yo había ido a parar, si me echaría de menos, pero esa tarde dudaba de todo y todos. Una fuerte sensación de frustración pareció posarse sobre mi, y solo pude resistirla cuando coloque los audífonos de mi walkman sobre mis oídos para escuchar un poco de rock fuerte, solo así logré relajarme un poco y dejar de pensar en la injusticia de tener que ocultar mis sentimientos ante el mundo.
Abandoné el baño cuando todavía quedaban aproximadamente diez minutos de clases, hastiado, estaba dispuesto a afrotar cualquier problema con la administración de la escuela en mi camino fuera de ella. Aproveché que la puerta trasera se encontraba abierta, aquella por donde entraban los suministros y demás, y salí con prisa.
Decidí cortar camino por el área arbolada, mi idea era llegar a casa antes de que los demás salieran de la escuela, seguía sin querer encontrarme con ellos, aunque debo admitir que ya para ese entonces quería ver a Sasuke.
Enorme fue mi sorpresa cuando me encontré con Sasuke y Rosario que caminaban en dirección a la escuela cortando camino. Me detuve a pocos pasos de ellos que hicieron lo mismo, Sasuke sonrio al verme y de inmediato salvo la distancia entre nosotros para rodearme con sus brazos y apretarme contra su pecho.
Mi mirada fue sobre Rosario a quien vi sonrojarse y bajar la mirada.
—¿Dónde estabas? —preguntó Sasuke, preocupado, sin despegarse de mi, yo me separé un poco y lo miré fijo.
—En la escuela, pase todas estas horas en uno de los baños —mencioné ante la mirada estupefacta de Sasuke.
—Rosario y yo nos salimos de la escuela en el penúltimo período para buscarte, jamás pensamos que aún estabas allá —
Rosario se acerco a nosotros y tocó mi mano suavemente.
—¿Vamos a mi casa? —preguntó y nos animó con una sonrisa. Ninguno mencionó a Gwendy y su espectáculo en la cafetería, yo lo agradecí.
Sasuke y yo nos separamos y, luego de unos segundos de indecisión seguimos a Rosario. Íbamos tomados de la mano hasta que salimos a la calle, allí nuestras manos se separaron y nuestros cuerpos tomaron algo de distancia.
Rosario no paraba de hablar sobre los pastelillos que su abuela tenía hechos en el refrigerador y que planeaba echar a freír en cuanto llegara a la casa.
La abuela de Rosario se veía feliz al recibirnos de visita en su casa, en especial a Sasuke, al que no dejaba de mirar sonriente mientras se afanaba en atenderlo.
—Prueba esto muchacho, no te vas a arrepentir —dijo antes de ponerle de frente un plato donde reposaba un pastelillo de carne recién frito, que a mi me hizo agua la boca, pero yo tenía que esperar mi turno, el invitado especial merecía el primer pastelillo, según doña Esther.
Después de hartarnos de frituras, los tres subimos al cuarto de Rosario donde pasamos un buen rato jugando cartas y hablando tonterías de cualquier cosa. De vez en cuando notaba la mirada de Rosario fija en mi por unos instantes, sabía que mi amiga ansiaba interrogarme en relación a Sasuke. Entre tanto Sasuke y yo necesitábamos un tiempo a solas.
Tiempo después juntos abandonamos la casa de Chari, ya anochecía. Al amparo de la noche Sasuke y yo caminamos muy juntos, rozando nuestras manos de vez en cuando. Recuerdo cual corto se nos hizo el camino hasta nuestras casas, yo no quería dejarlo ir, sin antes besarlo.
Él tampoco, pues en cuanto tomé una de sus manos para llevarlo a la oscuridad que llenaba el patio frontal de mi casa, se dejó llevar, los dos entre risas apagadas.
Sasuke fue quién dio el primer paso cuando me tuvo pegado a la pared, mordiendo suavemente mi labio inferior, desde el interior de la casa se podían escuchar las voces lejanas de mi familia. Sin embargo, aquello no nos detuvo.
En mi caso, en cuanto sentía sus labios sobre los míos, caía en el embrujo que tenía sobre mí. Sasuke profundizo el beso y yo me entregué a el, con la mente nublada por las emociones que sentía.
Con mis manos acariciando su largo cabello mientras mi lengua se enredaba a la de él, saboreándola, con Sasuke dedicado a tomarme de la cintura para pegar nuestras pelvis, en un roce continuó que pronto encendía nuestras masculinidades.
Para esos días el deseo entre nosotros se hacía cada vez más intenso, aunque ahora estoy seguro que ninguno de los dos estaba preparado para más intimidad.
********************
Con el pasar de los días, el romance entre nosotros, como lo llamaba en mi mente, se convirtió en mi principal ilusión, el motivo para levantarme en esos días tan fríos de principios de diciembre.
Esperaba ansioso cualquier oportunidad para mirarme en sus ojos, sentir el toque de su piel y los besos de sus labios. El receso navideño estaba cerca y según me había dicho Sasuke, esa dos últimas semanas del mes su familia tenía planeado un viaje a Florida, pues pasarían esos días con la familia de Akiko, la prometida de Ryu.
Sasuke me comentó que su padre tenía sus reservas en cuanto a llevarlo con ellos, por lo que había pasado con Justin, pero todavía no podía darle la seguridad de que no iría, porque tampoco le gustaba la idea de dejarlo solo en Ohio.
Yo cruzaba los dedos para que el padre del chico que amaba escogiera la primera opción, después de todo Sasuke ya era mayor de edad y podía quedarse solo unos días. Sin embargo, esos días antes de la fecha fueron algo torturante para nosotros ante la incertidumbre de cuál sería la decisión final.
En la escuela, ahora pasaba el receso y demás tiempo libre con Rosario, Sasuke, Suzume y William, y me enfrentaba a las miraditas enojadas de Gwendy y su grupo de amigas. Según me dijo Rosario, mi exnovia no se cansaba de decirle a quién quisiera oírla, que yo había terminado la relación porque ahora estaba detrás de Suzume. Mi amiga no había parado de reír mientras me lo comentaba.
—Si ella supiera...—decía Chari.
Ese día, domingo, estábamos en la cocina de mi casa, atacando el refrigerador a las once de la noche. Rosario pasaría la noche con Brenda Lee y Maricarmen en una de las llamadas noches de chicas, pero tenía hambre y juntos bajamos a la cocina antes de ir a dormir.
—¿Puedo preguntarte algo, Alejo? —inquirio mi amiga minutos luego, mientras llenaba dos pedazos de pan de molde con una mezcla que hacía mi madre de jamón enlatado, pimientos rojos y queso.
Yo ya saboreaba mi emparedado y con la boca llena le hice señas para que hablara.
—¿Cómo se siente? Ustedes dos se ven tan enamorados...¿cómo se siente estar enamorado? —Me tarde más de lo normal en masticar y tragar el pedazo de pan que tenía en la boca, buscaba la mejor respuesta a las dudas de mi amiga.
—Estar enamorado..., realmente enamorado es pensar y desear estar con la persona amada todo el tiempo, y cuando se esta con él, no poder mantener tus manos o tu boca lejos de esa persona. Es extrañarlo siempre, y lo más importante, es querer hacerlo feliz y no lastimarlo nunca...
Me detuve allí porque me pareció que si no lo hacía, podría pasar horas hablando de lo que era para mi ese sentimiento.
—Que hermoso...
Rosario dejó escapar un largo y hondo suspiro que me recordó algo que quería preguntarle desde días atrás.
—Ahora me toca a mi, amiga —mencioné antes de tomar un buen sorbo de leche con chocolate bien fría— .¿Qué hay entre tu y Ben? —Rosario se apresuro a tragar y tomar un sorbo de su jugo de naranja, mi amiga odiaba la leche. Luego la vi hacer muecas cómicas con la boca, por un momento pensé, que no me contestaría.
—¿Qué podría haber entre tu hermano troglodita y yo? —No esperaba la contestación y menos en forma de pregunta.
—No quieras confundirme, Chari. Te vi con Benjamín la madrugada después del día de acción de gracias, cuando se fueron juntos calle abajo —dije muy seguro de lo que vi, pero con mi mirada quería transmitirle que podía confiar en mí, como yo había confiado en ella cuando le dije que estaba enamorado de un chico.
Rosario me miró de frente y con una media sonrisa en sus labios me dijo;
—Ben y yo nos gustamos —
El oírla fue solo la confirmación de algo que yo sabía, aunque dicho conocimiento se encontraba muy en el fondo de mi mente. No negaré que luego de unas horas, todavía pensaba en lo extraña que me resultaba la posibilidad de un romance entre mi mejor amiga y el tosco de Benjamín.
Rosario era tan delicada, bueno, realmente lo de delicada era algo reciente, pues antes bien podía trepar árboles conmigo, correr y sudar como una demente, para luego pasar de darse un baño, también comíamos frituras de maíz hasta hartarnos, para luego limpiarnos los dedos manchados de queso, sobre nuestras camisetas.
Aun así, jamas pensé que Rosario se fijaría en mi hermano Ben y viceversa.
Sin embargo, su posible romance no fue algo que me quitó el sueño, era el viaje de los Takahashi a la Florida, lo que ocupaba mis pensamientos. Ese martes de la tercera semana de diciembre, era el último lectivo antes del receso festivo, y fueron muy pocos los estudiantes que acudieron a la escuela. Sasuke fue uno de esos estudiantes que se ausentaron, y ante eso yo comencé a sentirme ansioso y preocupado pues me imaginé que su familia había adelantado el viaje y lo habían llevado con ellos.
Los primeros periodos de clases antes del receso me mantuve alejado de todos, hasta Rosario me echaba miraditas preocupadas, pero decidió no acercarse. En la cafetería tampoco tuve deseos de comer nada y planee pasar el tiempo con la cabeza baja sobre la mochila que tenía sobre la mesa. Con los típicos ruidos alrededor, de un espacio ocupado por decenas de estudiantes bullosos, más de lo común, cerré los ojos tratando de aislarme.
Extrañaba a Sasuke y lo más que deseaba era averiguar si mis temores eran ciertos. La imagen del japones viajando con su familia hacía Florida ocupaba mi mente, el temor a las dos semanas que se avecinaban sin verlo, me torturaban.
Un peso sobre uno de mis hombros hizo que levantara la cabeza y abriera los ojos que sentía empañados. A mi lado pude ver la inconfundible tela marrón del pulcro abrigo que siempre llevaba Sasuke, cuando alce la vista rápidamente me encontré mirándolo, el chico se acomodó en la silla a mi lado y yo experimenté una sensación de calidez arropar mi pecho.
—No me gusta llegar tarde, pero tenía que despedirme de mi familia, que se fue hace menos de una hora para el aeropuerto —Rosario también se hizo presente y se acomodó a mi otro costado.
Me costo mucho suprimir un grito de júbilo ante las palabras de Sasuke, pero mi sonrisa lo decía todo. Me acomodé otra vez de frente a la mesa.
—Eso quiere decir que no te iras a Florida, ¿cierto? —Quería estar seguro, de reojo lo vi sonreír.
—Así es, mi padre decidió que dejarme solo acá, era preferible que llevarme de vuelta a Florida —En silencio le agradecí al señor Takahashi su inteligente decisión y a la misma vez pensé en lo irónico de la situación, pero nada dije.
—Pienso que tuve que ver mucho en esa decisión —intervino Rosario y yo me giré a mirarla.
—No te enojes amigo, pero el padre de Sasuke piensa que entre él y yo puede darse un tórrido romance —De Rosario pasé a mirar a Sasuke, muy extrañado.
—Papá me ha visto algunas veces con Rosario y ya sabes, tiene puestas sus esperanzas en...
—Puedo entenderlo, algo así pasa con las personas que piensan que Suzume y yo nos gustamos. Todos prefieren ignorar lo evidente y creer lo que más les queda —Traté de hacer aquella observación con ligereza, pero no mentiré cuando digo que me supo amarga.
Ya para ese momento de mi vida, aun cuando tenía diecisiete años y la mayoría de los adultos podrían catalogarme como un ignorante al que le faltaba mucho por vivir, yo tenía muy claros mis sentimientos hacía Sasuke, y si él me lo hubiera pedido, los hubiese gritado, sin miedo o vergüenza, al resto del mundo.
Sin embargo, siempre supe que el chico que amaba aún no estaba preparado para...salir del closet.
**********************
Recuerdo que esa tarde, después de la clase de educación física y al amparo del recién desocupado gimnasio, Sasuke y yo dimos rienda suelta a nuestros deseos de besarnos, deseos que refrenamos durante varias horas luego de su llegada tardía a clases.
Entre caricias y rápidos besos, ambos reíamos, felices porque podríamos pasar las festividades de diciembre juntos. Las expectativas eran emocionantes y novedosas.
—Todavía no lo puedo creer, pensé que en cualquier momento te irías con tu familia a Florida, de hecho, está mañana estaba seguro de que ya te encontrabas en un avión volvando lejos de mi —dije mientras lo tenía de frente, muy cerca, tomando una de sus manos, en la esquina que llevaba a las duchas.
El gimnasio, ahora vacío a excepción de nosotros dos, pronto sería cerrado hasta principios de enero. El plan después de clases era volver a vernos, en la noche, en su casa.
—Jamás creí realmente que papá tomara esa decisión, aunque Ryu me dijo que lo estaba pensando muy en serio...
Llevé mis labios sobre los suyos y con la punta de la lengua tracé su labio inferior.
—Pues yo estoy feliz de que decidiera que no viajarías con ellos —Sasuke trató de atrapar la punta de mi lengua con sus labios, pero yo fui más rápido al retirarla al interior de mi boca. Sasuke llevó su mano derecha sobre mi nuca.
—Apuesto a que yo lo estoy más que tú, mi Alejandro —murmuró sobre mi boca sonriente. El sonido que producía el metal de la puerta de un casillero sobre su marco, también de metal, sirvió como separador entre nosotros. Sasuke se pego más a la pared mientras yo retrocedí.
Nuestras miradas fueron en dirección al pasillo donde se encontraban los casilleros, oímos pasos acercándose a la esquina y vimos aparecer a un chico pecoso de expresión sorprendida.
—Hola —Robinson, ese era su nombre. El chico levantó y sacudió una de sus manos donde cargaba un delgado libro— .Olvidé mi libro...
—Hola, Robi, tranquilo, Sasuke y yo ya nos íbamos —Recogí la mochila del suelo y me acerque al muchacho para pasarle unos de mis brazos sobre sus desgarbados hombros y caminar con él hacía la puerta de salida. Un vistazo a Sasuke y pude notar lo nervioso que la presencia del muchacho lo hizo sentir.
Robinson comentó lo importante que era ese libro, pues lo tomo prestado de la biblioteca y lo tenía que devolver, por eso regresó a buscarlo.
Mi plan era deshacerme del chico una vez afuera y esperar por Sasuke, pero él parecía no querer salir del gimnasio.
—Nos vemos luego, Alejandro —Robinson se adelantó y abordó un automóvil manejado por una mujer, que lo esperaba. Yo me despedí con un gesto y en cuanto el carro se alejó, volví sobre mis pasos a buscar a Sasuke.
Cuando me acercaba al lugar, él salía.
—¿Crees que nos vio? —Fue lo primero que me preguntó, tomando distancia de mi en todo momento.
Yo pude leer su lenguaje corporal que decía que no se me ocurriera acercarme y eso me molesto un poco.
—No lo creo —dije y me alcé de hombros antes de iniciar el camino. Yo tampoco quería caminar a su lado, sin embargo mis razones eran diferentes a las suyas.
Mientras Sasuke parecía no poder dejar de pensar en la presencia de Robinson y la posibilidad de que nos hubiese visto juntos, en mi caso era que la pequeña incomodidad que sentí ante su nerviosismo y rechazo, había crecido hasta estar verdaderamente enojado.
Me adelanté llevando prisa por perderlo de vista, porque además de sentirme enojado, me sentía casi despreciado en favor de mantener oculto aquellos sentimientos que nos unían.
—¡Alejandro!
No aminoré el paso, oí los apresurados pasos de Sasuke a mis espaldas, casi trotando para ponerse a mi par.
—Me puso nervioso la llegada de ese chico, fue algo inesperado y tuve miedo de que nos viera —dijo, ninguno de los dos detuvimos nuestro caminar.
—Te entiendo —dije, porque no encontré más que decir y mucho menos en medio de la calle.
—¿Puedes detenerte? —En cuanto habló, hice lo que me pidió. Él al parecer no se lo esperaba y continuó hasta rebasarme, entonces se detuvo frente a mí.
—¿Estás enojado? —Sasuke buscó mirarme a los ojos fijamente, sin darme oportunidad a pasar por alto su pregunta o mentirle.
—Creo que sabes la respuesta —
—Solo te pido que me tengas paciencia, no estoy preparado para mostrarme como realmente soy. Si notas que me alejo, que tomó distancia...no quiero que nadie sepa de nosotros mientras todavía viva bajo el techo de mi familia, a ti tampoco te conviene que tus padres sepan...de nuestra relación —
—Yo no tengo miedo, Sasuke —aclaré, muy seguro de lo que decía. En esos días estaba ajeno a cual sería la reacción de mi familia al revelarles mi homosexualidad. No sé si pensaba que todo iba a ser comprensión y un par de palmadas sobre la espalda.
Odiaba tener que disimular mis sentimientos, o lo que era peor, guardarlos para cuando estuviésemos solos.
—Yo ya he pasado por todo esto y créeme cuando te digo que no siempre encontraras compresión y apoyo en los seres más cercanos y queridos. Ahora prefiero esperar —Recordé lo que él me contó en días pasados y en parte me sentí mal por pasar por alto todo lo que paso, no solo con las terapias en el psicólogo sino luego, con Justin y su romance fallido.
Me provoco abrazarlo, pero contuve los deseos.
—Lo menos que deseo es discutir contigo, Sasuke —dije— .Vamos —añadí embozando una tenue sonrisa.
Todavía por esos días, estaba dispuesto a hacer las cosas a su manera.
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