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Capítulo 18




Te devuelvo el beso...


Sasuke no soltó mi mano y me guio hasta quedar con la espalda pegada a una de las paredes de la casa, justo debajo de la ventana del baño de la abuela, mientras él se colocaba frente a mí. Solo fue allí cuando Sasuke dejó libre mi mano y enseguida extrañé su calor sobre mi piel.

—Quería devolverte algo —dijo, pero no dio más detalles.

Sasuke se acerco más a mi, si eso era posible y en aquella oscuridad, con el apagado sonido de la música del interior como fondo, levantó su mano derecha para acercarla a mi rostro y enroscarse en su dedo índice un mechón rizado de mis cabellos.

—No puedo imaginar que —murmuré, pues mi voz no me daba para más. Opté por alejar la mirada de él, de sus ojos, pues sentía que me confundía, tanto, que bien podría pasar por tonto.

—Alejandro...me encanta pronunciar tu nombre...—Sasuke retiró la mano de mis cabellos para apoyarla sobre la pared detrás de mí e inclinarse — .Cada vez que te miro a los ojos me pierdo más, Alejandro. Y es tan inevitable y a la misma vez, se siente tan bien —El japonés llevó su mano izquierda sobre mi mejilla. Yo cerré los ojos ante su contacto, a ese punto se me estaban haciendo muy difícil de controlar los deseos de besarlo.

—Quizás si te devuelvo el último beso que me diste, pueda dejar de sentir esto que siento...

Mientras él volvía a recorrer con su mirada mi rostro, yo lo miraba a él y sentía su tibio aliento sobre mis labios entreabiertos y su aroma amaderado. La urgencia de besarlo me ganó y fui yo, el que se acerco lo suficiente para morder su labio inferior suavemente.  Ese movimiento logró su atención absoluta sobre mi y una arremetida, esta vez de su parte, sobre mis labios con su boca. No opuse ninguna resistencia, separé los labios y recibí su tibia lengua en mi interior.

Nos besamos por largos minutos, yo no lo quería dejar ir, y por su respuesta igual de apasionada a nuestros besos, Sasuke tampoco deseaba soltarme.

Con mis brazos alrededor de su torso, mis manos acariciando su espalda baja a través de la gruesa tela de su suéter, y sintiendo las suyas abarcando mi rostro mientras nos acariciábamos mutuamente con nuestros labios, enredando nuestras lenguas, succionando, lamiendo, probándonos con gran excitación.

—Watashi Kazu anatanimuchūda —Oí murmurar a Sasuke y se escuchó tan bien, aunque no tenía idea de su significado.

Las voces y risas de Brenda Lee y Suzume en la cocina lograron que separáramos nuestras bocas, pero no nuestros cuerpos. Ambos quedamos cerca, nuestras frentes juntas, los alientos agitados abanicando nuestras bocas. Yo mantuve los ojos cerrados.

—Entremos a la casa —dije sin aliento, Sasuke agarró mi antebrazo ralentizando mis movimientos mientras señalaba las sombras que aún se veían moviéndose en el interior de la cocina.

—Más tarde...

Lo miré expectante a la espera de sus siguientes palabras.

—Mas tarde podríamos, si tu quisieras juntarnos en mi casa...—Sentí ternura ante la tentativa manera en que Sasuke trataba de expresar lo que quería. Su propuesta también me tomó desprevenido, me emocionó y provocó una oleada de calor repentino a mis ya sonrojadas mejillas.

—¡Claro que si! —exclamé antes de que se echara para atrás.

Sasuke sonrió y yo dejé escapar una risa, no veía el momento de ir con él.

—Entra a la casa tu primero, yo iré por el frente —indiqué antes de robarle un rápido beso en los labios, Sasuke apretó una de mis manos y asintió con un movimiento de cabeza.

No esperé a verlo entrar por la puerta trasera para dirigirme a la puerta principal que yo mismo había dejado sin el pestillo puesto. Cuando entré pude ver que en la sala se habían formado tres parejas para el baile, mis padres, los padres de Sasuke y Ryu con mi hermana Maricarmen.

Vi cuando Suzume tomaba de la mano a Sasuke y casi lo obligaba a ponerse de pie para intentar bailar un ritmo tropical, en este caso la Cumbia colombiana. Me quedé un tiempo mirando de lejos, casi en la penumbra, divertido, mientras pasaba desapercibido.

No podía apartar la mirada de los movimientos desgarbados de Sasuke y su hermana, entre tanto mis padres daban catedra bailando sincronizados, muy alegres y bullosos. Los padres del chico que amaba trataban de imitar a sus anfitriones y no lo hacían nada mal.

Aquel último pensamiento cayó como roca sobre mi, sentí como ese profundo sentimiento, hasta entonces desconocido, anidaba en mi pecho. La certeza de mis sentimientos por Sasuke se apoderó de mi ser y tuve que usar todo mi autocontrol para no acercarme corriendo hasta él, para abrazarlo y besarlo.

«Menudo papelón haría», pensé y por primera vez experimenté desconformidad, ante la hasta ese momento desconocida perspectiva, de tener que esconder mis sentimientos por él.

Si amara a una chica, por ejemplo, Gwendy, podría acercarme a ella, abrazarla y besarla sin ningún problema, me dije frustrado, pero puse todo el empeño para disimular mi malestar.

Lo único que tenía claro era mi deseo de volver a estar a solas con Sasuke, y allí en la intimidad de su cuarto poder demostrarnos nuestros sentimientos.

Algún tiempo después de la medianoche, la familia Takahashi se despidió. Sasuke se las arregló para quedarse atrás junto conmigo y cuando paso por mi lado sentí el roce de sus dedos sobre los míos, fue un toque sutil y pasajero, pero que logró enternecerme.

Interprete su gesto como una confirmación a nuestra cita y subí enseguida al aseo, planeando cepillarme los dientes, lavarme el rostro y aplicarme un poco de colonia antes de salir. También tenía que esperar a que mi familia subiera a acostarse, en especial Ben pues los dos compartíamos cuarto y sería el primero en notar mi ausencia.

Del baño pasé a la habitación, Ben aun no estaba allí y poco me falto para comenzar a desesperarme, pues lo menos que deseaba era hacer esperar a Sasuke y que pensara que no iría. Me desplace por el cuarto y me dio por mirar hacía afuera, buscaba darle tiempo a Ben a que subiera y se acostara, pero me sorprendí muchísimo cuando lo vi en la acera, bien abrigado y en compañía de mi amiga Rosario. Los dos se fueron alejando hasta que desaparecieron de mi vista.

No esperaba ver a Ben y Rosario juntos, mucho menos saliendo. Unos pasos apresurados por el pasillo, que de inmediato pude seguir hasta que se perdieron escaleras abajo, distrajeron mi atención del asunto de mi amiga. Cuando miré nuevamente hacía afuera vi a Maricarmen salir y abordar el Oldsmobile color dorado de su novio Richard, para mi fue evidente que mi hermana salía sin que mis padres tuvieran conocimiento.

Recuerdo que un pensamiento aleatorio, que me hizo sonreír, me llegó a la mente y fue;

«Esa noche algunos miembros de la familia Morell tenían algo que hacer fuera de casa»

***************************

Con un subidón de adrenalina corriendo por mis venas, que la brisa helada de la noche sobre mis mejillas no hacía más que acrecentar, troté pegado a la pared exterior de la casa, después de varios minutos de indecisión.

No deseaba que mis padres se dieran cuenta de mi salida nocturna, pero no me importaba que Ben, al regresar, notara mi ausencia, después de todo él también había salido a escondidas, igual que yo y Maricarmen.

Sin embargo, mientras más cerca estaba de la puerta trasera de la casa vecina, otra fue mi preocupación. Eran más que dudas, pues tenía miedo de que nadie estuviese esperándome.

Permanecí de frente a la puerta trasera de la vivienda vecina, porque tocar no estaba entre mis planes, así que allí estuve, rogándole a Dios que ninguno de los moradores de la casa, a excepción de Sasuke, me viera.

Los minutos parecían transcurrir muy lentamente mientras el aire helado se colaba por el ruedo de mis pantalones y la capucha de mi abrigo. A punto estuve de regresar por donde había llegado, cuando Sasuke abrió la puerta y tomando una de mis manos me halo al interior.

Todo fue repentino, tanto, que poco falto para que tropezara con el primer escalón en nuestro ascenso hasta el ático, pero Sasuke actuó con premura y logró ayudarme a estabilizar mis pasos, lo oí soltar una suave risita y no supe si avergonzarme por mi torpeza o reírme también.

La habitación en el ático estaba idéntica a como la recordaba de mi primera visita, está vez me quite los zapatos, también el abrigo y los dejé en una esquina, Sasuke iba descalzo.

Después de cerrar la puerta Sasuke volvió a tomar una de mis manos para llevarme hasta el colchón a ras del suelo donde nos sentamos, de frente.

Repentinamente me vi abordado por la timidez y bajé la mirada con una sonrisita en los labios. Sasuke volvió a reír, yo no dejaba de sorprenderme, pues el asiático no sobresalía por ser risueño.

—Estoy feliz de que estes aquí, pensé que quizás se te haría difícil salir de tu casa —dijo, yo subí la mirada y lo miré de frente. En un movimiento que ni yo mismo esperaba levanté la mano y traté de acomodar lejos de sus ojos uno de sus mechones oscuros, pero fue en vano, el cabello de Sasuke parecía ser tan rebelde como el mío.

—No hubiese dejado de venir por nada del mundo —aseguré, Sasuke atrapó mi mano en una de las suyas.

—Desde que te vi la primera vez he fantaseado contigo, Alejandro —Pienso ahora, que algo en mi mirada le hizo creer que mencionaría el incidente de la ventana. 

—Y no, la vez que te subiste al techo de tu casa no fue la primera vez que te vi, Alejandro —reveló rápidamente, ante lo cual agrandé los ojos y intensifique la sonrisa— .Te vi el mismo día que comenzaron las clases, allí estaba Rosario, Brenda Lee y ese otro chico, William —añadió, luego me explico que él no había comenzado clases al mismo tiempo que nosotros porque su madre todavía estaba convaleciente y prefirió quedarse con ella.

Yo lo oía casi extasiado mirándolo, de hecho, en esos días sentía que podía pasar horas mirando sus gestos, memorizando cada uno de sus ademanes, sus sonrisas y pucheros.

—Yo te oí tocar la guitarra el día en que se mudaron, y esa canción...es mi preferida —dije y tararee un poco de la melodía.

—Meccha suki...

Oírlo pronunciar esa nueva frase en japonés me intrigo el doble, pues también deseaba saber que había dicho antes. Sasuke dejó mi mano para subir la suya y posarla sobre mi nuca, sentí como la expectativa ante lo que sabía sucedería, abarcó mi pecho. 

El chico se arrodillo ante mí, y desde su posición atrapó mi mirada, cuando yo hice atrás la cabeza para poder mirarlo. Nuestras miradas se encontraron por unos segundos, luego llevé la mía sobre sus labios, y la subí nuevamente a sus rasgados ojos que tanto me gustaba mirar.

—¿Qué...significa esa frase en japones? —pregunté en un murmullo a poca distancia de su boca. Pude esperar, pero la curiosidad me avasallo.

—Me encantas... —respondió él— .Meccha Suki...

Sasuke mordió mi labio inferior con suavidad antes de llenarme la boca a besos, de manera tan apasionada que yo, igual que él, me arrodillé para abarcar su rostro con mis manos.

Nos separamos jadeantes para volver a acercarnos, nos abrazamos.

—Watachi Kazu anatanimuchūda —dijo Sasuke, y yo reconocí la frase, era la que me había dicho horas antes— .Estoy loco por ti—añadió con tono suave sobre mi oreja, su aliento acariciándome.

Volvimos a separarnos, cada uno ocupó la posición anterior y pronto nos enfrascamos en una conversación que abarco diversos temas. Sasuke me hablo de su infancia en Florida, sus hermanos mayores habían nacido en Japón, pero él y Suzume eran americanos. Yo de la mia en Ohio donde llegué a la edad de cinco años.

Compartimos anécdotas, nos reímos, siempre procurando mantener el tono bajo, entre besos y caricias. A Sasuke y mi nos costaba mantener las manos lejos del otro.

Poco a poco el cansancio y la soñolencia fue venciéndonos, recuerdo que nos acostamos de lado, mirándonos de frente. Sasuke recostó su rostro sobre el brazo izquierdo que tenía doblado sobre el colchón, mientras yo me mantuve algo erguido con la ayuda de una de mis manos sobre la mejilla.

—Si no te acomodas mejor, pronto tendrás calambre en esa mano —mencionó él en tono divertido, entonces yo imité su posición. Luego, recuerdo que comencé a sentir los párpados pesados, aunque me rehusaba a quedarme dormido.

Para mi, dormirme esa noche significaba perder valiosas horas junto a Sasuke, pero eso fue lo que sucedió irremediablemente.

***********************

Me desperté antes de que saliera el sol, y lo primero que vi al abrir los ojos fue la parte trasera de la cabeza de Sasuke, cubierta con su grueso y lacio cabello largo, oscuro.

Me di cuenta de que bajo su cabeza había una almohada, también bajo la mía, almohadas que no estaban allí anoche.

Sasuke me daba la espalda y parecía dormir plácidamente, yo, que estaba aun de lado, como me dormí hacía unas horas, busqué acomodarme boca arriba para estirar un poco mis músculos.

Lo hice con cuidado, no quería despertarlo, aunque la realidad era que debía volver a mi casa si no quería que mis padres se alarmaran, de seguro Ben ya había notado mi ausencia.

—Buenos días —El tono de voz ronca de Sasuke me asusto, por lo inesperado, pero también me pareció muy sexy.

Sasuke rodó sobre su estómago para quedar de lado y mirándome.

—Buenos días...—murmuré tapándome la boca con la palma de la mano, lo menos que deseaba era perturbarlo con mi mal aliento, también me pregunté si tendría lagañas en los ojos. Sasuke apartó mi mano y rápidamente se acerco para robarme un pequeño beso.

—¡Oye, no hagas eso! —exclamé incómodo y volví a llevarme la mano sobre los labios.

—¿Y por qué no? —preguntó Sasuke divertido y sonriente.

—Ya puedes imaginar porque, no me he lavado los dientes, Sasuke —expliqué, aunque para mi era obvio sin embargo a él no parecía importarle besar y ser besado antes de lavarnos las bocas.

—Un pequeño beso no se le niega a nadie...

Sasuke se me hecho encima aprisionándome sobre el colchón, yo quedé casi inmóvil, pero aun con la mano sobre la boca.

—No tengas pena conmigo, Alejandro...mi Alejandro —Mientras nuestras miradas se aferraban entre sí, él decidió elevar un poco del peso de su cuerpo y retirar la mano con la que yo cubría mis labios— .Mi Alejandro —Creo que esa mañana fue la primera vez que perdí la cabeza al oírlo llamarme así.

Sasuke acarició mis labios con los suyos, lenta y suavemente, de una manera sin buscar ser intrusivo, pero endemoniadamente sensual. Cuando se separó, yo, que había cerrado mis ojos por instinto, hubiese rogado por más de sus besos, con o sin mal aliento, y por continuar sintiendo sobre mi henchida masculinidad, por encima de la tela de mi pantalón, la suya, dura y ardiente.

Sasuke se puso de pie dejándome bastante aturdido, me costaron unos segundos poder erguirme con mis codos sobre el colchón. Lo miré avanzar hasta la ventana y mirar al exterior, ya faltaba poco para que saliera el sol.

Me levanté y traté de peinar un poco mi rebelde cabello con los dedos de mi mano derecha, sabía que probablemente pareciera un nido de pájaros. Sasuke acorto la poca distancia que nos separaba.

—Debo irme —dije, no porque quisiera hacerlo, sino porque era lo correcto. Sasuke hizo esa mueca que siempre hacía cuando algo no le gustaba.

—Mis padres todavía no se levantan y menos con las copitas de vino y cerveza que bebieron anoche, pero igual déjame revisar, no queremos sorpresas...

Algo de lo que no habíamos hablado era de lo que sería nuestra relación desde ese día en adelante, pero no era el momento. Obviamente, en esos días ninguno de los dos pensaba en hablar con otras personas sobre nuestros sentimientos.

—Espérame aquí —Sasuke volvió a robarme un rápido beso antes de dirigirse a la puerta con intenciones de salir del cuarto. Yo me ubiqué para calzarme los zapatos y estar listo para bajar e irme a casa.

Sin embargo con lo que ninguno de los dos contó fue con la presencia de su hermano Ryu, detrás de la puerta.



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