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Capítulo 15


Antinatural

Una risa nerviosa brotó de la garganta de mi amiga mientras abandonaba la cama, la vi dar unos pasos vacilantes de camino a la puerta y regresar. Rosario se detuvo frente a mí, tratando de no reír, con una de sus manos sobre la boca mientras inclinaba el cuerpo hacía el frente.

Los ojos aceitunados de mi amiga hicieron contacto visual con los míos, estuve seguro de que ella no pudo pasar por alto la chispa de hastío que me provocaba su reacción. Aunque podía entenderla, yo también solía, cuando era más joven reír como loco cuando estaba nervioso o algo me tomaba realmente por sorpresa.

—Está bien...es que no puedo...es que creo que no te entendí...bien —Rosario casi no podía hablar, terminó doblándose completamente sobre sí misma y en cuclillas frente a mí.

Me puse de pie y caminé a su lado en dirección a la puerta, me sentía incapaz de permanecer allí un minuto más, escuchando como mi amiga no paraba de reír. Porque yo no le encontraba nada de gracioso a todo lo que me sucedía. Podía, en parte, entender su reacción, pero no tenía porqué tolerarla. Más que enojado estaba frustrado y hasta avergonzado.

—No te vayas —Rosario se movió rápido y se interpuso entre la puerta y yo —Perdóname Alejandro, es que no...

—Tranquila Rosario, mañana hablamos —Recuerdo que solo quería salir corriendo de allí, sentía el rostro ardiendo y me urgía aplacar el bochorno con un buen soplo de aire frío.

—No, no, no te vayas, te prometo...—De pronto mi amiga enmudeció, pareció no saber que decir, paro de reírse y pude ver como sus ojos se llenaban de lágrimas. De manera inesperada se me echo encima para abrazarme fuerte.

Una sensación de tibieza se expandió por mi pecho mientras respondía a su abrazo.

—Perdóname amigo, estoy algo...no sé que decirte —

Permanecimos abrazados por largos segundos, fui yo él que primero tomó algo de distancia, Rosario se secó la humedad de sus ojos con el dorso de una de sus manos y sorbió mocos antes de levantar la mirada y buscar la mía.

De mutuo acuerdo volvimos a la cama, a la posición que teníamos antes de mi inesperada revelación.

Mi amiga parecía no encontrar la manera ideal y más cómoda para sentarse pues la vi moverse sobre la cama por algunos segundos, subir las piernas, volver a bajarlas, hasta que volvió a doblar una de ellas sobre el colchón, dejando la otra apoyada en el suelo y girar su torso un poco para poder mirarme de frente.

—Necesito que me expliques mejor eso de que estas enamorado de...Sasuke —comenzó y en su tono de voz oí incertidumbre.

Me llevé ambas manos sobre el rostro para cubrirlo por unos instantes mientras balanceaba el cuerpo hacía el frente y luego hacía atrás.

—¿De qué manera puedo explicarlo? Estoy enamorado de Sasuke, Chari, enamorado por primera vez. Me sentí atraído por él desde que lo vi, y ahora pienso que ya no podré ocultar más mis sentimientos —manifesté emocionado. Chari levanto sus manos y abarco las mías para obligarme a retirarlas de mi rostro y poder mirarme a los ojos.

—Esto es muy sorpresivo e inesperado, Alejandro. Yo pensé que estabas enamorado de Gwendy, quizás que te gustaba esa chiquilla , Suzume...pero lo que me dices...¿estás seguro? —La miré de frente para afirmar;

—Completamente seguro, Rosario —

—Y él, ¿Sasuke siente lo mismo por ti? ¿Le atraes al menos? —

—No lo sé —respondí de inmediato. No tenía intenciones de hablarle a Rosario sobre el beso que compartimos él y yo. Rosario duró algunos segundos pensativa.

—A mi siempre me pareció que a Sasuke le gustaba alguien, cuando hablábamos de cosas sin importancia y salíamos hablando de los chicos y chicas de la escuela...no sé, no me lo dijo, pero siempre me dio la sensación de que había alguien especial, alguien que le atraía pero jamás mencionó nombre —Las conclusiones de Chari provocaron una ridícula sensación de expectación mezclada con esperanza en mí.

Lo cual hasta a mi me parecio estúpido y traté de disimular mi sentir ante mi amiga, incluso desestimé sus observaciones.

—Si es así no creo que se trate de mí —dije queriendo sonar desinteresado.

Rosario embozo una tenue sonrisa.

—Estar enamorado sin ser correspondido es muy triste —afirmó y por primera vez me di cuenta que mi amiga parecía hablar por experiencia propia.

Sin embargo, Rosario no me dio tiempo a abundar sobre aquella frase y sus implicaciones, mi amiga se levantó casi de un salto de la cama para pararse de frente a mí.

—Pienso que estas confundido Alejo, jamás vi nada en ti que me hiciera pensar que eras homosexual. Y discúlpame que te lo diga, pero yo considero que esa conducta es anti natural, y anti cristiana. Debes de estar pasando por una etapa pasajera de confusión, quizás necesitas acercarte más a Gwendy, tu sabes...intimar con ella y así te darás cuenta de que...

Mientras Rosario hablaba no pude evitar desconectarme de sus palabras, especialmente por su afán en convencerme de que mis sentimientos eran producto de una confusión, que no eran reales y que olvidaría todo si tenia sexo con Gwendy.

Su mención sobre que ser homosexual era antinatural y anti cristiano terminó por intensificar aquel vacio que poco a poco pareció abrirse en mi estómago y nuevamente me cuestioné mi confesión.

Rosario creía en lo que decía, su crianza al lado de su abuela, una mujer de fuertes creencias religiosas, creyente y conservadora tenía que haber dejado su huella. Mi amiga no me rechazaría, pero trataría de convencerme de lo equivocado que, según ella, yo estaba.

—Prométeme que no harás nada impulsivo —Enfoqué nuevamente la mirada sobre mi amiga al sentir el contacto de una de sus manos sobre mi antebrazo.

—Piénsalo bien Alejo, quizás todo eso que sientes, esa inquietud, es algo pasajero —En otras palabras, Rosario pensaba que lo mío era locura momentánea.

No perdí mi tiempo tratando de convencerla de lo contrario. Decirle que mis sentimientos hacía Sasuke eran reales y fuertes lo sentía como una perdida de tiempo, al menos ese día.

—Creo que tienes razón —dije antes de despedirme. Rosario me dio otro de sus apretados abrazos, y sentí que por alguna razón ella sentía lástima de mi, algo muy incomodo debo decir.

Cuando salí a la acera y enfilé mi regreso a casa agradecí en mi rostro la fría brisa. Me volví a cubrir la cabeza con el hoddie antes de iniciar el camino, segundos antes había levantado una de mis manos para hacer un gesto de despedida hacía una de las ventanas de la casa desde donde mi amiga me observaba.

Mientras caminaba con pasos cortos y desganados no pude quitarme de encima la sensación, por primera vez en mi vida, de ser inapropiado, de que algo en mi no iba bien, de que al fin y al cabo no era normal.

********************

Me dio la impresión aquella noche nublada de que pronto tendríamos la primera nevada. Mientras me acercaba a la entrada peatonal de la casa miré mi reloj y por la hora, eran casi las siete de la noche, supuse que mi familia ya habría terminado de cenar y seguramente parte de ellos estarían en la sala mirando alguna película en el televisor.

Era también muy probable que mis padres ya hubiesen notado mi ausencia y me esperaba otro sermón y la multiplicación del castigo, quizás por dos.

Los escalones que daban acceso al balcón estaban a solo unos pasos, pero decidí entrar a la casa por la puerta trasera, por donde había salido antes. Quizás así pasaría desapercibido y podría extender los minutos antes de enfrentarme a mamá.

Giré a la derecha, hacía la parte del pequeño patio delantero que estaba bastante oscuro, el foco del balcón estaba apagado. Esa área además lucia bastante tupida gracias a los arbustos bajos que rodeaban parte de la casa y que nosotros no habíamos podado en meses. Pensé que para la época que era no valía la pena hacerlo pues pronto perderían las hojas que aún tenían.

Divagando en esto y aquello, distraído, no me di cuenta de la presencia de alguien más en el estrecho sendero que llevaba a nuestro patio trasero, hasta que casi estuve encima de la persona.

Recuerdo lo cerca que estuve de tropezar con la persona y que retrocedí varios pasos.

Achiqué los ojos para enfocar la vista sobre el joven alto con el cabello recogido en una colita, su aroma amaderado llegó hasta mi por su cercanía y un con la ayuda de travieso soplo de viento que se coló entre los dos.

—Sasuke...

El japonés tomó distancia.

—Llevó tiempo esperándote, te vi salir pero no me diste tiempo a alcanzarte —Ante aquella frase que dijo en un tono bajo y calmado, y de la cual dude su significado, pero que aún así tuvo el efecto en mi de hacer danzar mi corazón, casi perdí momentáneamente el hilo de mis pensamientos.

Me aferré a la creencia de que él, igual que yo, necesitaba un acercamiento, conversar, pasar tiempo juntos.

—¿Por qué insistes en acercarte a mi hermana? Ella solo tiene quince años, tú no eres para ella, Morell —Toda la emoción que provoco con sus palabras anteriores, se apagó ante lo absurdo de sus insinuaciones.

—Estás loco, no estoy interesado en tu hermana, no de la manera que lo dices. Si la defendí de Peter y sus amigos fue porque odio las injusticias y el abuso —argumenté con exasperación en la voz. Vi que Sasuke se preparó para responder, sin embargo, cuando se encendió el foco del balcón y oí movimientos en la puerta principal, juraba que alguien estaba a punto de salir, no lo pensé mucho para empujar a un desprevenido japonés en dirección a la esquina de la casa y salir ambos de la vista de cualquiera que se asomara.

Terminamos más que juntos, él con la espalda pegada a una de las paredes de la casa, yo, del impulso, frente a él, muy frente a él.

—Algo te debe de estar nublando el juicio —murmuré mientras mis ojos escaneaban su rostro y volvían a sus ojos, esos oscuros ojos parecidos a un pozo sin fin en donde deseaba perderme.

—Jamás me ha atraído tu hermana...siempre has sido tú, Sasuke—Levanté ambas manos para abarcar su rostro y me acerque sin dudas o vacilación atrapando sus labios entreabiertos. Está vez no tenía intenciones de ser suave o delicado, está vez sentía que ardía mi interior antes la tibieza de sus labios, al junte de su lengua con la mía.

Sasuke no me rechazo, al contrario, elevo sus brazos para llevarlos a mi cintura y estrecharme y así intensificar la unión de nuestros labios.

Fue un beso tan intenso que sentí, entre avergonzado y jubiloso la respuesta de mi sexo, y lejos de apartarme me aseguré que Sasuke sintiera la dureza de mi miembro en su vientre bajo. Lo que no esperaba era encontrarme con una respuesta similar a la mía.

Ambos nos separamos lo suficiente para tomar aliento, manteniendo nuestras frentes juntas, mirándonos mientras nuestras respiraciones, agitadas, se hacían una.

El inesperado y rotundo ruido de la puerta mosquitera al cerrarse sobre el marco, seguido de unos pasos en el balcón de madera fue el motivo por el cual nos separamos totalmente.

Era Maricarmen que había salido, lo supe porque reconocí sus pisadas.

—¡Alejo! ¿Puedes entrar? —Sasuke permaneció pegado a la pared mientras yo, agradecido de la penumbra que nos rodeaba, le hacía un gesto de saludo a mi hermana mayor.

—¿Puedes entrar de una vez? Mamá no se ha dado cuenta de que saliste así que apurate si no quieres cambiar eso, te espero atrás —mencionó ella en referencia a abrir la puerta del patio para facilitar mi entrada.

—Voy para allá... —Enseguida que Maricarmen desapareció dentro de la casa, Sasuke pasó a mi lado de camino a la acera, no sé que esperaba después de aquel beso que compartimos, pero su media sonrisa me dejó vacío, sin embargo no hice nada por detenerlo.

Con el pulso acelerado y mientras la sensación de excitación se debilitaba en mi sistema nervioso, caminé un poco dando tumbos por el costado de la casa, mis piernas se sentían temblorosas y débiles.

**********************

Hacía mucho calor, patee la pesada manta alejándola de mi, pero no fue suficiente. Me incorporé sobre la cama y después de desabrochar los botones de la parte superior de la camisa de dormir caminé hasta la ventana para abrirla.

Cuando giré para volver a la cama miré a mi alrededor confundido pues no reconocí el entorno. Aquella no era mi habitación, sin embargo la reconocí al momento, era la habitación del ático donde dormía Sasuke.

Desorientado pasee la mirada y localizé el colchón a ras del suelo donde mi vecino dormía, las sábanas lucían revueltas y un olor extraño a la vez que algo conocido se hizo presente.

Aparté la mirada del colchón porque me sentí intensamente conciente de como lucia ese lugar a ras del suelo. Aquellas sábanas hechas un lío hablaban de intimidad, de sexo. En ese justo momento Sasuke, no supe de donde venía, no lo vi entrar al cuarto, estuvo frente a mi y levantaba una de sus manos para acariciar uno de los rebeldes mechones rizos que se enroscaban sobre mi mejilla.

Sasuke sonreía mientras acercaba su rostro al mio...

Un frío intenso me hizo castañear los dientes y dejar el lugar onírico donde me encontraba con Sasuke. Contrario al sueño, fue una brisa helada que se colaba por la ventana semi abierta, la que me despertó.

Los ronquidos de Benjamín terminaron por despabilarme y fui a cerrar la ventana aún con fragmentos de la quimera en mi mente. Sin embargo, fue el recuerdo de lo que sucedió la noche pasada el que se instalo todo el día en mis pensamientos.

Fueron largas horas tendido sobre el colchón de mi cama sin otra cosa que hacer además de repasar una y otra vez mi encuentro con Sasuke. Ese día lo único que deseaba era poder verlo nuevamente aunque a pesar de nuestro acercamiento, todavía dudaba hacía donde íbamos con todo eso. Para mi estaban claros mis sentimientos y lo que quería con él, pero no me sentía igual con relación a él. Porqué aunque Sasuke no me habia rechazado, al contrario, había participado con efusividad, algo en su actitud me decía que no estaba dispuesto a llegar más lejos.

Fueron cuatro días donde me vi envuelto en una vorágine de emociones. Por un lado, extrañaba mirarme en el pozo de aquellos ojos oscuros, y me preguntaba como reaccionaría él en un nuevo encuentro, pero escondido en un rincón de mi mente se encontraba el miedo, miedo a continuar viendo y sintiendo su indiferencia.

Recuerdo que por aquellos días solía esperar para ver llegar, después del día de clases, a los hermanos Takahashi. Mi intención era pasar desapercibido ante sus ojos y creo lo había logrado.

También fueron días en los que me sentí solo, pues no tenía con quien hablar de mis cosas, volver a tocar el tema sobre mis sentimientos por Sasuke con Rosario estaba descartado, y volvía a sentirme aislado.

El domingo, un día con temperaturas casi heladas, llegaron por la casa Gwendolyn y Rosario, y aunque mi relación con mi novia se apagaba poco a poco agradecí su compañía y distraerme con sus ocurrencias.

Gwendy me hizo reír contándome viejas anécdotas de su vida familiar, su perra Winny, además de que me puso al día con lo que había sucedido en la escuela en mi ausencia de tres días.

Rosario se encargó de entregarme algunos apuntes de las clases, con ella tuve la tentación de mencionar al vecino, para de alguna manera oír cualquier cosa que ella pudiera contarme sobre él, pero no lo hize, allí estaba Gwendy, mi novia, además pensé que a mi amiga no le hubiese gustado oír de mi interés por Sasuke.

Así el asunto Rosario acabó, como casi siempre, ayudando a Ben con sus alimentos líquidos y terminó la tarde jugando Atari con él mientras Gwendy y yo ayudábamos a mamá a hacer galletas de mantequilla.

*********************

Cuando regresé a clases la semana siguiente, aceptó que lo hice con grandes expectativas. Siempre me gusto soñar despierto y por aquella época no fueron pocas las ocasiones en que, en especial de noche, mirando el techo de mi habitación, en vez de contar ovejas para dormirme, montaba una película en mi mente donde Sasuke y yo éramos los personajes principales.

Luego de compartir aquel beso apasionado y a pesar de que no nos habíamos visto en unos días, lo menos que esperaba de él era una media sonrisa, sin embargo enorme fue mi decepción cuando al encontrarnos de frente, en el pasillo antes del primer timbre, Sasuke paso de mi.

Literalmente caminó a mi lado y mientras yo buscaba su mirada con una sonrisa en los labios, él mantuvo la vista al frente, tomando distancia como si yo fuera un apestoso a quien había que evitar a toda costa.

Su actitud fue como un golpe en pleno rostro, que no me dejo un moretón como el que me dio Peter, pero que dolió más.

Nunca antes me había sentido tan agobiado por emociones tan intensas. Estaba muy enojado, a la vez que triste, frustrado y hasta abochornado.

Ese día me aisle, esta vez por decisión propia, de todos. Ni siquiera fui a almorzar y pasé esa hora sentado en uno de los pupitres de la clase de arte a la espera de que acabara el receso, ignorando los gruñidos de mi estómago por la falta de comida.

Recuerdo que poco falto para que me liara nuevamente a pelear con uno de mis compañeros en la clase de educación física porque sin querer, al menos eso alego él, me golpeo la cabeza con un balón de futbol.

En esa clase, igual que en Álgebra y Literatura también tuve que soportar la presencia de Sasuke, como en las anteriores logré sentarme de tal manera que casi le daba la espalda.

Cuando se escucho el timbre que marcaba el final del día escolar fui el primero en abandonar el gimnasio casi como si me persiguieran una banda de zombies.

Camino a casa, solo y cabizbajo llegué a la conclusión de que no podía seguirle más el juego al japonés, porque así me sentía, en un juego donde Sasuke disponía sus movimientos y yo estaba a merced de ellos.

Y decidi que aunque me llevara tiempo, aprendería a ignorarlo como él lo hacía conmigo.



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