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Capítulo 11


Perdido e ignorado


—Sasuke...—Dos golpes sobre la madera de la puerta de la habitación siguieron al llamado. Por muy poco no me pegue en la cabeza con una de las vigas bajas del techo, en la parte donde Sasuke tenía el colchón el techo era más bajo, cuando nos separamos y me puse de pie, todo casi al mismo tiempo. Tuve la loca idea de que la persona que se encontraba al otro lado de la puerta entraría y nos vería besándonos.

Sasuke buscó mi mirada y no hubo necesidad de gestos y menos de palabras para entender que debía guardar silencio. La persona detrás de la puerta era su padre.

—Sasuke, ¿está Ryu contigo? —El hombre trato de abrir la puerta.

—Ahora voy, papá —Sasuke, ya de pie fue a abrir la puerta, saliendo de la habitación y cerrando la puerta a sus espaldas mientras yo volvía a sentarme sobre el colchón a la expectativa.

No alcance a oír bien la corta conversación entre padre e hijo, tampoco fue que le puse mucho sentido pues en lo único que podía pensar era en la tibieza de los labios de Sasuke, en nuestro primer beso, tan diferente a mi primera vez con Gwendy. Aquel beso con Sasuke lo había disfrutado de principio a fin, sin embargo, también estaba un poco avergonzado, reacción directa al beso y a la sensación de excitación que aún corría por mis venas.

No podía negar las poderosas emociones que había  despertado en mi sentir sus labios, acariciarlos y ser acariciado por ellos, el sabor de su lengua, la calidez de su aliento. Me encantó la experiencia pero aún así no dejaba de estar preocupado y temeroso.

Decidí, sin pensarlo mucho, que era hora de volver a casa y cuando Sasuke volvió a entrar me encontró listo para irme, de pie cerca de la puerta.

—¿Te vas? —Me di cuenta de que él no se esperaba que me fuera, no tan pronto.

—Por favor no le digas a nadie que estuve aquí —Después que dije esa bobería, me arrepentí e hice el amago de retractarme, aunque tampoco estaba muy claro, pero Sasuke me dio la espalda.

—Vamos, papá ya regreso a su habitación —dijo y se dio prisa en quitar el pestillo a la puerta.

Esa noche recuerdo que fui directo a mi cuarto, a tirarme sobre la cama, apenas me percaté de que Ben no había llegado aún, prefería dejarme vencer por el cansancio para no continuar pensando en lo que acababa de sucederme. Afortunadamente Morfeo fue benévolo conmigo y no tardó mucho en rendirme.

Sin embargo, cuando volví a abrir los ojos lo hice con la sensación de que no había dormido nada, además de que tenía un fuerte dolor de cabeza, uno como jamás había experimentado antes.

Me puse de pie y caminé como sonámbulo, bastante aturdido hacia la puerta, buscaba ir al baño a aliviar la vejiga, pero también a conseguir dos aspirinas para la jaqueca. Cuando abrí la puerta escuché un grito desgarrador que venía del piso de abajo. Asustado y un poco mareado bajé las escaleras, antes de llegar al piso inferior pude ver a mamá sentada en el sillón de la abuela con Maricarmen y Brenda Lee a ambos lados, las tres se veían angustiadas, pero era mamá quien lloraba entre lamentos.

No tardé mucho en saber de la inesperada situación que tomaba por sorpresa a nuestra familia. Mi hermano Benjamín había sufrido un accidente en la madrugada, iba junto a dos de sus amigos, los tres estaban hospitalizados y mi hermano tenía programada una operación de mandíbula pues se la fracturo en tres lugares, de milagro estaba vivo.

De pie cerca de mis padres, con el aliento aún oliendo a alcohol, recordé lo mucho que bebió Ben la noche anterior y me sentí culpable. Pude detenerlo para evitar que saliera nuevamente a la calle, pero yo también había bebido y no lo pensé dos veces.

Lo que sucedió más adelante lo recuerdo muy confuso, todo difuminado por la preocupación por Ben, los llantos de mamá y mis hermanas, en especial Brenda Lee y el malhumor de papá, que era un reflejo de su propia consternación por lo sucedido.

Ese domingo la única que mostraba serenidad era la abuela Toña porque según dijo ella, Benjamín iba a salir muy bien de la operación y se recuperaría, al oírla su hija solo intensifico su llanto, yo no supe si fue porque no creía en sus palabras o por alivio, después de todo quizás podíamos darle algún crédito a sus premoniciones.

Esa tarde toda la familia excepto Brenda Lee y la abuela salimos para el hospital, mi mente solo podía darle vueltas al asunto del accidente, imaginándome en que condiciones encontraríamos a Ben, pero aquí y allá lo que sucedió la noche anterior con Sasuke se colaba en mis pensamientos. Quería volverlo a ver, lo necesitaba.

Sin embargo, esa noche le hice compañía a Ben en el hospital pues mi hermano sería operado al otro día, lunes. Dormí algunas horas en una incómoda butaca, en la mañana llegaron mamá y papá, juntos nos sentamos a esperar casi seis horas los resultados de la intervención quirúrgica.

La noche del lunes volví a quedarme acompañando a Benjamín que casi no estuvo consciente gracias a los sedantes que le administraron, pero mamá me pidió que no lo dejara solo y así lo hice.

Ya el martes, mi hermano fue dado de alta y regresamos a casa, a pesar de mi juventud yo sentía que me habían pasado una aplanadora por encima producto de las noches de escaso sueño y descanso. Además, estaba de mal humor y frustrado porque en las últimas horas no había podido dejar de pensar en Sasuke y los deseos de verlo eran intensos, sin embargo, a nadie le podía decir lo que me sucedía.

Ese miércoles tampoco fui a clases, me quede en cama hasta tarde y luego ayude a Benjamín con su alimentación. Mi hermano tenía literalmente la boca cerrada con alambres, así debía estar por lo menos un mes. Para alimentarse usaba una sonda muy fina que insertaría por una de las esquinas de su boca, ese era el único lugar, un huequito muy reducido, dejado por los médicos para tales fines.

Benjamín no podía ocultar su malhumor y era comprensible, su alimentación se reduciría a sopas, batidos de leche con frutas, jugos y agua. Además de lo incómodo de todo el proceso en sí.

Sin embargo, él tenía mucho que agradecer porque conservaba la vida y más allá del golpe en la mandíbula y su posterior cirugía había salido con solo algunas magulladuras en el cuerpo.

****************

Los primeros días de noviembre llegaron nublados y fríos. En la tarde del miércoles los amigos y vecinos comenzaron a llegar a la casa, nunca de manos vacías.

Primero llegaron los Rosas, con el papá de Rosario al frente, seguido de la abuela y Chari atrás, cargando una enorme olla con caldo de pollo que despedía un rico olor. Apenas se habían sentado a compartir en la sala con la familia cuando volvieron a oírse unos golpes en la puerta principal.

—Ve a ver quién es, Alejandro —dijo mamá que iba de camino a la cocina seguida de Maricarmen a según había dicho, preparar un poco de café para la visita.

Benjamín se encontraba recostado en una de las butacas mientras mi amiga sostenía un envase con un poco de caldo, ya a temperatura ambiente, cerca de él buscando ayudarle a alimentarse. Aunque estaba evidentemente frustrado, mi hermano logró comportarse en frente de las visitas.

Arrastrando los pies fui a abrir la puerta, la familia Takahashi con Suzume al frente llevando en sus manos una bandeja cubierta de papel celofán llenaban el espacio frente al marco de la puerta. Mi vulnerable corazón pareció comenzar a trotar dentro del pecho.

Casi de inmediato llevé la mirada al extremo izquierdo donde un serio Sasuke me devolvió la mirada, pero nuestro contacto visual solo se mantuvo por algunos segundos pues fue él quien desvió la mirada al suelo.

Papá se acerco para darle la bienvenida a la familia, me di cuenta de que ni siquiera mi padre se esperaba la visita. Los cinco miembros pasaron a la sala y yo terminé buscando algunas sillas del comedor para que pudieran sentarse. Luego me mantuve de pie en una esquina oyendo el intercambio de comentarios y buenos deseos de recuperación. No podía evitar mirar de vez en cuando la espalda de Sasuke, su derecha postura mientras estaba sentado al lado de su hermano mayor.

Se me hacía difícil mantenerme allí, la inquietud atacando mis sentidos, los recuerdos de la madrugada que estuve en el desván no cesaban de pasearse por mis pensamientos.

El fuerte aroma del café recién hecho se esparció por todo el recinto mientras mis hermanas se encargaban de repartir pedazos del pan de leche dorado y esponjoso que la hermana de Sasuke llevó, hecho por ella misma según dijo su madre.

En ningún momento Sasuke dejó su lugar en el mueble y cuando su hermano Ryu se levantó para salir de la casa su lugar lo ocupo Rosario. Yo rechace la rebanada de pan que me ofreció Brenda Lee y me las ingenié para escapar escaleras arriba hasta mi cuarto, donde me dedique a buscar en los cajones que ocupaba la ropa de Ben alguna cajetilla de cigarrillos olvidada, pero no tuve suerte y el mal humor que sentía se intensifico algo.

Frustrado tomé asiento sobre el colchón;

¿Por qué Sasuke ni siquiera me saludo?

Aunque yo tampoco lo hice, pero es que él se veía tan distante. Una distancia que solo mantenía conmigo porque con Rosario era todo lo contrario.

Sin embargo, tuve que aceptar que mis palabras antes de dejar su cuarto aquella madrugada no fueron nada amables y seguramente Sasuke sentía que ignorarme era lo que yo deseaba.

Y nada más lejos de la realidad. Yo deseaba disfrutar de su atención como lo hacía Rosario, mirarme en el espejo de sus oscuros ojos y compartir alguna conversación intranscendente con él.

—Alejo...

Azorado me giré en dirección a la puerta, al llamado de Maricarmen.

—Acaba de llegar tu novia Gwendolyn —Me llevé una de las manos hacía el cabello para despejarme la frente de los molestos rizos que ya estando bastante largos caían sin control y me puse de pie. Aquella visita tampoco la esperaba y pensé que era lo último que me faltaba para convertir el resto de mi tarde en todo un sin sentido, en una mierda.

—Baja a atenderlos, ella viene con sus padres —Solté un resoplido antes de salir de la habitación, dejando atrás a mi hermana mayor de camino a las escaleras.

Gwendy se mostro bastante modosita, me presento con sus padres, Louise y Han, una pareja sonriente y simpática. La madre era de esas mujeres que disfrutaban llamando a los demás con diminutivos o palabras cariñosas. En varias ocasiones la oí llamar a su esposo como Honey.

La familia Harrison había llegado cargando una enorme caja repleta de donas de diferentes sabores y presentaciones. La pareja junto a su hija hicieron demostración de civismo y pronto se integraron, los adultos, a la conversación que había en la sala en torno al desafortunado accidente de mi hermano, nadie menciono que él y sus amigos estaban alcoholizados al momento de chocar contra un camión estacionado, y sobre los cuidados que debía de tener para recuperarse.

Sasuke aún se encontraba con Rosario, además de Brenda Lee, Suzume y Ryu, los cuatro se habían movido hacia el comedor donde jugaban cartas sobre la mesa y bebían soda. El japonés no había mirado en mi dirección ni una sola vez.

—¿Qué hacen ellos aquí? —Gwendy había ido al baño y regresó para sentarse a mi lado en el sofá que más temprano habían ocupado Rosario y Sasuke. Los labios de la chica formaban una línea recta y apretada mientras sus cejas claras se unían sobre la nariz respingada. Sus ojos me miraban fijamente. Enseguida supe que se refería a los Takahashi.

—Son mis vecinos —

—Nunca lo mencionaste —comentó ella con reproche y poco me falto para ponerme de pie y dejarla sola, no estaba de ánimo para sus reclamos injustificados. Gwendy asumía que me interesaba Suzume, desde que a Peter se le ocurrió molestarme con eso, pero nada más lejos de la realidad— .Tranquilo, debió ser porque no tenía importancia —añadió y con una de sus manos agarro una mia, casi de inmediato recostó su mejilla sobre mi hombro. No quería hacerla sentir mal, rechazarla, pero tuve que controlarme para no decirle que me dejara tranquilo, incluso me mordí la lengua para no pedirle que soltara mi mano y respetara mi espacio personal.

Tiempo después los Takahashi se despidieron, luego Rosario y su familia hicieron lo propio, solo quedaron los Harrison. Mamá y Louise al parecer congeniaron bastante, siendo su amor por la cocina un tema en común. Mientras tanto el padre de Gwendy, Ben y papá estaban reunidos disfrutando una vieja película de vaqueros.

En tanto mis dos hermanas habían ido con la abuela para ayudarla a acostarse, ella estuvo casi toda la velada dormitando sobre su sillón, Gwendy me convenció de salir un rato al balcón aun cuando le dije que la temperatura había bajado considerablemente al caer la noche.

Salimos juntos alejándonos de las ventanas, bajamos los escalones para detenernos en la vereda hacía la calle.

—No sabes cuanto te extrañé —dijo ella suavemente enseguida que estuvimos afuera, se arrimo a mi y con una de sus manos acaricio los rebeldes rizos de mi frente— .Esperó que ya mañana vuelvas a clases, todo es tan vacío y solitario sin ti —añadió, esa vez levantando ambos brazos para colgármelos al cuello y llevar su rostro sobre mi pecho. Yo llevé los míos hasta rodear su cintura, la sentí pegar aún más su torso al mío, levantar la cabeza para besar mis labios.

Y le correspondí, como cada vez más a menudo últimamente me dejé llevar y hacer por ella, sin poner resistencia, aunque con poco o nada de entusiasmo.

Y está vez ocurrió algo más, mientras Gwendy acariciaba mis labios con los suaves suyos, en un beso delicado, yo, con los ojos cerrados me dedicaba a comparar aquel beso con el beso entre Sasuke y yo, el domingo pasado.

En los recuerdos que se paseaban en mi mente, éramos él y yo, unidos por aquel primer beso tentativo y dulce. Un beso como nunca había recibido, tan intenso como nunca lo sentí antes.

El poco entusiasmo demostrado se diluyo rápidamente quedando en nada y Gwendy lo noto de inmediato.

—¿Se puede saber qué te pasa, Alejandro? —La rubia se alejó de mi y no midió su tono de voz para hacerme la pregunta, se oía clara y muy enojada.

Una brisa helada bailo entre nosotros y llevé mis manos dentro de los amplios bolsillos de mi abrigo. Gwendy no dejaba de mirarme fijamente evidentemente molesta.

—Últimamente te notó tan lejano, pareciera como si no quieres que te toque, como si no quisieras ningún contacto entre nosotros —Gwendy alzo la voz tanto que yo temí que la escucharan en el interior de la casa. Bajé la mirada, volví a levantarla, la miré a los ojos por unos segundos pero no sabía que decirle, quizás ese era el momento preciso para terminar nuestra relación, un noviazgo que ya semanas antes pensé en finalizar.

—Alejandro...—Gwendy quería que dijera algo, al volver a mirarla creí ver en su expresión, sorpresa, incredulidad quizás ante unas palabras que yo todavía no decía pero que ella, de algún modo intuía — .Te vere mañana en la escuela.

Gwendy se giró rápidamente y sin darme la oportunidad de decir algo subió los escalones y desapareció en el cálido interior de la casa. Aunque la temperatura era cada vez más baja lo menos que deseaba era entrar y volver a encontrarme con mi novia, tener que continuar compartiendo con ella y su familia cuando mi ánimo se encontraba por el suelo.

Decidí dar un poco de tiempo antes de entrar porque sabia que en cualquier momento la familia Harrison se iría, así que fui a sentarme en uno de los escalones, doble las rodillas con los pies firmes en el suelo y con los codos sobre estas, me llevé las manos al cabello para de alguna manera sostenerme la cabeza con ellas.

Sin embargo, segundos después, sin motivo aparente, levanté la cabeza y enderecé la postura. Intrigado, sin realmente saber porque llevé la mirada hacia arriba, en dirección a la ventana del desván donde dormía Sasuke.

Y allí estaba él, devolviéndome la mirada con su característica sonrisita en los labios.



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