Capítulo 4
Él sol comenzaba a asomarse entre mis cortinas, confundiéndose con la luz del interior. Hace horas que había despertado pero no había querido levantarme aún. Papá se había ido al taller un poco más temprano de lo normal, podía asegurar que aún no aclaraba cuando él se fue de la casa.
Mis hermanos aún dormían a mí lado, no entendía como podían dormir tan plácidamente, admiraba la inocencia que aún conservaban en sus cuerpos, siendo ignorantes a todo él mal que nos rodeaba en estos días tan difíciles.
—Jiminie...Hyung...—murmuro Suk entre bostezos, aún seguía medio dormido. Rápidamente me acerque al pequeño cuerpo del niño que descansaba a mi lado y lo arrulle un poco, acariciando con delicadeza el perfil de su regordete rostro.
—Shhh...duerme bebé, aún es temprano Suk-ssi..—dije con voz suave. De apoco, mi hermano nuevamente reconcilió el sueño, cayendo nuevamente dormido.
Suspire.
La verdad es que ya eran pasadas las 10 de la mañana, pero aún quería que ellos siguieran descansando y aprovechar al máximo sus horas de sueño, que al menos ellos pudieran descansar como de debía, no como yo, que apenas dormía y eso no le gustaba a mi lobo interior, era agotador tanto mentalmente como físicamente el no poder dormir.
Eran pasadas las cinco y media de la tarde y yo aún me encontraba encerrado en el baño del hogar. Hace una hora más o menos mamá me había dado la noticia de que hoy la familia acacias nos había invitado a cenar, ella quería que conociera pronto a la alfa que tendría que cortejarme y que tendría por futura esposa, luego, uhg. Tan solo nombrar la palabra "esposa" me hacía revolver el estómago. Tristemente no la amaba, apenas la conocía, y esperaba que ella pudiera entenderme y no agravará más el asunto, todo ya era muy complicado.
—¡Jimin! Ya sal de una vez, no seas un exagerado, la chica es todo un amor, no seas paranoico—me decía mi madre del otro lado de la puerta—Hasta acá huele a Omega asustadizo, se amable y no nos retrases más por favor.. los Acacias nos esperan, deberíamos haber llegado ya.
Vaya, ya me habían catalogado como un miedoso.
Sin más remedio, me di una última mirada en el espejo y salí con una evidente molestia del baño familiar. Todos estaban listos esperando por mí, mis hermanos lucían sus mejores prendas al igual que mis padres, papá sólo me sonrió asumiendo que tristemente esta vez no podría salvarme de este embrollo, mientras que por otro lado estaba mamá, más que emocionada por que al fin la futura pareja se conocerían e interactuarían.
—Te vez bien hijo, todo un Park—sonrió orgulloso mí padre mientras pasaba uno de sus brazos alrededor de mis hombros—Como debe ser, si señor.
—Luces encantador Jimin..—dijo dando unos leves ajustes a mí corbata—Valió la espera, quedaste por lo menos decente para tu prometida hijo querido.
Luego de todos los halagos y últimos retoques por parte de mamá, la familia Park salió rumbo a la casa de los acacias, que por cierto, se encontraba del otro lado del pueblo, literalmente.
De caminó, pasamos por afuera de donde se encontraban los leñadores, por ende ahí se encontraba mí Yoongi. Todo sudado y aún así con una sonrisa entre sus labios, pero aquella sonrisa se esfumó cuando me vio pasar de traje, junto a toda mí familia, el debía de suponer para donde nos dirigíamos tan elegantes. Hasta acá podía sentir el aroma de mi Alfa, estaba enojado, más que eso, podría asegurar que estaba celoso, lo estaba. Con su ceño fruncido me fue mirando por todo el camino, hasta que su padre se le acercó y le regaño por estar de mirón, rei por aquella divertida y adorable escena.
—Camina Jimin—me pidió mamá. Cuando quise volver a ver a Yoonie, el ya no estaba más ahí. De seguro se molesto por no haberle comentado esto.
Ya no estábamos a casi nada de llegar a la residencia. Por lo que mis nervios sólo iban cada vez en aumento. Después de unos minutos, nuestros pasos cesaron y mi mirada paro en la bonita y humilde casa que estaba frente a mis narices, vaya casita que se gastaba esta muchacha, pensé.
—Aquí es.
Aquí era, y ya no podría echarme para atrás, mi madre nunca me lo perdonaría si les dejaba en vergüenza aquí mismo.
A pasos agigantados mi madre camino hacia la puerta con nosotros a sus espaldas, segundos después, unos pasos acelerados se escuchaban dentro de la casa, y un fuerte aroma a lavanda calaba mi nariz, seguramente ese aroma le pertenecía a la joven Alfa.
Pero para mi sorpresa, una persona un poco mayor nos recibió en la puerta.
—¡Jinri! Que oportuna, llegan justo para la cena, acaba de estar lista—habló la señora con total emoción. Sabían que ambas tenían ilusión de ver a sus hijos mayores casados.
—Sana, que linda te vez mujer...—halago mi madre.
—Gracias, pero pasen, pasen, mi familia los esperan dentro de la casa—y toda la familia Park se introdujo a la casa. Maravillosa le quedaba corta, era una casa estupenda, casi como de película.
Por más que miraba no encontraba a la chica, quería conocerla. Debía admitir que sentía un poco de curiosidad por saber cómo era. La casa estaba llena de recuadros, con fotos que suponía que eran de la chica de bebé, y unas gemelas que deberían ser sus ¿hermanas?, nunca vi a más personas componer a esta familia.
La verdad no me interesaba.
—Bursin está por bajar, hasta acá puedo oler lo ansioso que estas jovencito—me guiño el ojo, la señora. Por un momento me sentí muy incómodo, que hasta quise correr y salir de este lugar.
—Ajá, claro.
—¿Eres un Omega verdad?—asentí. Por algo me querían casar con su hija, era obvio que yo sería un omega—Vaya que estupendo, en el linaje de mi familia todas las mujeres fueron Alfas, hasta mi hija, por lo que puedes deducir que mi esposo es un Omega, igual que tú...
¿Y a mi qué?.
—Que maravilla Sana—la mujer asintió orgullosa.
—Lo es, mi marido es el hombre más maravilloso que pisa la tierra, me encanta lo dulce que es, y lo muy amoroso que se puede llegar a portar, aunque en público demuestre lo contrario—dijo lo último un poco más bajito temiendo que el hombre la escuchará por estar hablando de él.
Las voces de ambas mujeres se volvieron ajenas a mis oídos y mi atención se posó completamente en la chica que venía bajando las escaleras con timidez, definitivamente quería irme.
—Oh, Bursin...—le miro enternecida la madre—Te ves bien hija mía.
—Buenas tardes señores—les reverencio, mis padres imitaron su saludo. Podía notar lo nerviosa que estaba. Pobre.
—Hija, te presentó al joven Park Jimin, prometido y tu futuro esposo.
Ambos nos miramos, cara a cara.
Definitivamente esto no funcionaria. Lo único que quería en estos momentos era correr hacia mi Yoonie y refugiarme en sus brazos todo lo que resta del día.
Yoongi...si me escuchas..
¡VEN A RESCATARME!.
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