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Capítulo 24

Ahí estaba él, recostado sobre esa cama blanca, lleno de aparatos ortopédicos en su pequeño y delicado cuerpecito, su cabeza se encontraba reposando sobre dos almohadas y un gran vendaje cubría gran parte de él, moretones se hacían notar en uno de sus pómulos, y fue entonces que rogué, implore por estar en su lugar. Él era apenas un niño, un bebé prácticamente, tan sólo tenía cinco años, ¡Cinco jodidos años! y esto no tendría porque haberle pasado, él no tenía porque estar sufriendo ni sintiendo dolor, él debería estar corriendo por los jardines, simulando ser un superhéroe, con una sonrisa en su rostro y no con su carita demacrada y lastimada ahora.

—Él está bien amor..—decía Yoongi detrás de mí, pasando su mano de arriba hacía abajo en mí espalda.

—Es como sí no estuviera aquí, se ve tan tranquilo, tan pálido.. tan ido Hyung..—un nudo se había formado en mi garganta.

—Son los medicamentos ángel, él está descansando.. sabes que lo que le pasó fue, bueno, es muy grave y tu hermanito fue fuerte, el luchó por su vida, míralo, mira esto..—tomó mi mano y la guio hasta el pecho de Kwan, era su corazón.

—H-Hyung..

—¿Lo sientes? Su corazón está latiendo bien, todos sus signos vitales están en orden amor..—levanté mí mirada y le mire a los ojos—Él sólo está cansado.. verás que pronto despertará y no le gustará verte así cachorro.. querrá ver a su hermano tan feliz como lo estará él al verte a su lado, mí vida.

Paso sus pulgares por ambas mejillas, secando y borrando todo rastro de lágrimas en mí rostro.

—Gracias cielo.. mí alfa.

—Mí cachorrito precioso..—y ambos nos unimos en un adorable beso esquimal. El sonido de la puerta abrirse provocó que nuestro momento se rompiera, haciéndonos volver a la triste realidad.

—Siento interrumpir, pero el horario de visita termino.

Aquella señora de lindas facciones nos sonrió apenada, no podíamos hacer nada más para pedir un poco más de tiempo, de todas formas ya me iba mucho más tranquilo, más en paz, por fin había logrado ver a mí pequeño por lo que está noche podré descansar bién.

—Ok, ya nos íbamos de todas maneras..—dije y recogí mí abrigo de la silla.

Yoongi le dio una suave caricia al cabello de Kwan, desordenándolo. Sonreí mientras lo veía desde el marco de la puerta, la enfermera ya se había ido por lo que no apure demás a Yoongi.

Ambos le dimos una última mirada a Kwan y cerramos la puerta a nuestras espaldas, dejándolo otra vez sólo. Eso no me gustaba, no quería que el se sintiera sólo pero reglas son reglas, no quería ocasionar problemas y que después se me negará la entrada, me moriría si no me dejaban ver a Kwan.

Estaba amaneciendo..
No se en que momento los finos rayos del sol nos topaban en la cara, una cálida brisa corría por los alrededores.

Mamá ya no estaba, papá tampoco.
Quizás sólo fueron a darse un baño, y quizás también llevaron a Suk a dormir un poco, él se había quedado en casa de la señora Hye, mamá lo había decidido así, no quería que él viera todo esto. Mis ojos pesaban, y lo único que quería era darme una merecida ducha, y después descansaría un poco, hasta que volviera a ir al hospital, o eso esperaba.

—No quiero volver..

—Sabes que siempre estará en pie la propuesta de que escapemos juntos mi amor..—sonreí.

—No me molestaría largarme de una vez de éste maldito pueblo esta vez Yoongi..—musite.

—Tienes el pero ahí cachorro..

—No puedo dejar a mis hermanos solos, mamá hará cosas horribles con ellos, la creó capaz de hacer algo..—por más que me doliera hablar así de ella, era la verdad, ya me lo había demostrado.

—Te entiendo corazón..se cuánto amas a tus hermanos y es por eso que siempre te apoyaré en todo lo que quieras hacer por ellos, después de todo yo también he aprendido a quererlos y más ahora que son mis cuñaditos..

—Eso es cierto..—ambos sonreímos.

Las palabras no fueron necesarias ahora, sin previó aviso Min Yoongi rodeó mí cintura con ambos brazos y empujó sus finos y rosados labios contra los míos. Aquél acto tan sencillo me provocó tanta calma en el alma, en el corazón que no quería separarme de él.

—S-se te hará tardé amor..—interrumpió Yoongi sobre mis labios, muy a mí pesar abrí mis ojos y mire los suyos.

—¿Prometes venir a verme? A pesar de si mi madre me encierra otra vez..me gustaría que vinieras aunque sea unos minutos, mí nueva habitación esta de costado, da hacía la calle principal.

—Lo prometo mí amor.. haría cualquier cosa por ti cachorro..

Ambos sonreímos y nos dimos un último beso, me separe de él para irme hacía mí casa, sin antes lanzarle una beso al aire.

—Te amo..—artículo con sus labios.

—Y yo a ti.

Nunca en mí vida había caminado tan lento, los finos rayos del señor sol me alcanzaban justo en mi rostro, se sentía tan cálido, tan reconfortador. Él deseo de cumplir y tomarle la palabra a Yoonie de irnos juntos, lejos de este estancado pueblo me estaban sobrepasando.

Me detuve, me quedé viendo como el fresco aire rozaba las anaranjadas hojas de los árboles, como extrañaba adentrarme en la arboleda, poder sentir esa sensación de libertad, sentirme un chico libre de tomar las decisiones que se le ocurran, poder disfrutar del amor verdadero con mí novio, poder amarnos con la libertad que tanto ansiaban nuestro corazones, nuestros lobos, pero todo pensamiento de libertad estaba lejos de cumplirse para mí, no mientras mí madre éste para impedírmelo.

—Jimin..

Me hele.
Busqué con la mirada aquella voz, tan cálida y con ese aura familiar en ella, aún seguía pensando en que este pensamiento de que era algo conocido, o familiar era completamente absurdo.

Me sentía desesperado, no veía a nadie posible en el pueblo. Suspire, quise auto convencerme de que sólo eran los malditos nervios jugando mal conmigo.

—Jimin..

Y ahí estaba otra vez, se oía cada vez más despacio, más leve, más cálida. Me tomé el atrevimiento y desvíe mí camino un poco para seguir aquella voz. Se sentía tan pacífico internarte a estas horas de la mañana en el bosque, que quisiera nunca jamás volver a irme, me gustaría poder sentirme un hombre libre, libre de poder hacer lo que quisiera sin tener que poner atención a las miles de calumnias que inventaba la gente y la persona más importante, mi madre.

—Por aquí Jimin..

Gire mi cabeza con rapidez.
¿De que demonios se trataba todo esto?

Me sentía tan ansioso, esa voz, me atraía de una manera inexplicable, era todo tan extraño, mis pensamientos estaban en una guerra en este momento. No podía pensar con claridad, no sabía hacía donde me llevaban mis pies, pero lo único que sabía era que ya me encontraba lo suficiente lejos de casa.

Mi paso cesó, miles de recuerdos inundaron mí cabeza, hace mucho no venía aquí, la casa de abuela. Aunque me pareció extraño que esa desconocida voz me haya guiado hasta aquí, mí corazón se apretujo.

Me causaba mucha nostalgia venir aquí, hace ya tres años que mí abuelita se fue, una gran alfa dejó a la familia con un dolor gigantesco en el corazón, que con el tiempo hemos podido apaciguar.

A paso lento e inseguro seguí acercándome a la hermosa cabaña frente a mis ojos, ya estaba algo descuidada, y bueno, no era para menos, nadie de la familia siguió viniendo después que la abuela haya fallecido.

—Pero que demonios..—podría jurar que todo esto me estaba haciendo enloquecer—¿Qué es todo esto?..

Miles de ropas, y alimentos frescos estaban por donde mirará. Me parecía una falta de respeto que alguien se haya atrevido a irrumpir en la casa de mí difunta abuela, era el colmo que hasta para esto la gente no tuviera respeto.

Un potente aroma a Alfa llegó a mis sentidos, tal vez chocolate, cacao, era un aroma tan familiar, no podía distinguir muy bien a quién le pertenecía, pero eso no quitaba la idea de que antes ya lo había sentido cerca de mí, me cosquilleaba el estómago, me sentía ansioso, nervioso. Crujidos en la madera se acercaban cada vez más a mí.

—Hermano..

Un fuerte dolor comenzó a darme en el pecho, mis ojos se nublaron en lágrimas, no sabían si eran de pena, alegría o quizás ambas, lo único que supe después fue ver como aquél Alfa se acercaba a paso acelerado a mí, mientras caía al frío de la madera deteriorada de la bella cabaña.

—¡Jiminie!

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