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Capítulo 2.

Corrió como nunca antes, a toda velocidad no le importaba que alguien lo viera en ese estado, solo quería huir, volviendo y saltando entre edificios, moviéndose solamente por un instinto de supervivencia.

Todo el mundo se sentía irreal, el único pensamiento en su mente era el de ponerse a salvo lo más rápido posible.

Pasos rápidos y desesperados, acompañados de movimientos eufóricos y descoordinados, moviéndose sin ninguna gracia.

Su cabeza no dejaba de palpitar y los latidos de su corazón tan rápidos y erráticos que solo producían un dolor punzante en su pecho. 

Cada parte de su cuerpo temblaba, podía sentir el sudor frío recorrer su cuerpo, sus músculos fatigados exigiendo un breve descanso.

Los truenos retumbantes en el cielo y la fría lluvia castigando aún más su cuerpo no ayudaban al lamentable estado de aquel muchacho.

Envuelto en aquellas sensaciones que parecían nunca dejar de atormentarlo, solo pensando en el miedo puro de encontrar su final ante aquella espada, carmesí, cobardía de huir sin pensarlo o incluso de pensar en ocultarse por siempre, vergüenza ante tal humillación y duda ante cada palabra de su oponente declarando saber varios de los secretos del Ninja.

Parecía que estaría en este estado de pavor por toda su vida, hasta sentir un brillo rojo resplandeciendo dentro de su traje, un sonido característico que había escuchado cientos de veces, era el Nomicon. 

En medio de aquella cruenta lluvia y el retumbar de los truenos, el brillo tenue y suave sonido lo acompañaban como si de alguna manera aquel libro entendiera el estado del chico.

Tardo tiempo en notarlo en lo que intentaba recuperar la compostura, finalmente se recostó en un tejado, lo primero que hizo después fue tocar su pecho para luego intentar respirar con normalidad, el sonido de aquel legendario libro de alguna manera había ayudado a sacarlo de su trance.

Saco aquel legendario libro de su traje y lo observo por lo que parecía ser una eternidad, como si encontrara una respuesta a todos los miedos que lo carcomían o más bien una salida.

Y... simplemente lo abrazo, como lo haría un niño buscando consuelo de un temor que lo atormentaba o de toda sensación de vulnerabilidad.

Poco a poco su respiración fue regulándose cada vez más, se sentó en el tejado de una de las tantas casas de su barrio, dejo el libro aun lado y concentrándose tanto como podía, sus manos tocaron su pecho y un destello dorado recorrió todo su cuerpo sintiendo los cortes cerrarse, los músculos relajarse a la par que los moretones se desvanecían. 

Todo rastro de daño desapareció; sin embargo, estrés mental seguía sofocándolo, dándose cuenta de lo tarde que era decidió volver a su casa.

A punto de entrar por la ventana de su casa se giró y miro detrás para ver si lo habían seguido mirando para todas partes hasta sentirse seguro de poder ingresar a su hogar. 

Con pasos lentos y un sigilo increíble, entro a su casa, agotado, se quitó la máscara lanzándola junto con el Nomicon para un lado de su cama para luego recostarse en su cama.

Cerro los ojos esperando conciliar el sueño sin éxito alguno, en cambio, solo lo invadieron dudas y preguntas ante el grupo de ninjas, ¿eran otro clan?, ¿como esa ninja sabia del cambio de portador?, ¿que tanto sabían de él?, ¿qué haría si es que volviera a enfrentarlo?.

El último pensamiento logró hacerlo sentir una presión en su pecho asfixiante, notando también como sus manos empezaron a temblar con solo pensar en aquel duelo o... más bien humillación.

Recordando las palabras de aquel oponente de ojos carmesí amenazando y advirtiendo que en cualquier momento iría por él.

¿Pero qué haría?, era su deber como protector de Norrisville detener a cualquier amenaza, pero de solo pensarlo, Randy se sentía impotente, sabia que no fue para nada un combate, solo era una demostración de poder de parte de aquel oponente.

El miedo de que tal vez la siguiente vez en transformarse sea la última.

De repente llego otra duda que paso por su mente, una que lo hizo sudar frío y temblar.

¿Y si ellos sabían su identidad?, o ¿qué tal si también conocían a sus seres queridos?

Tantas preguntas y dudas pasando en su cabeza sin ninguna respuesta clara solo conseguían darle un dolor de cabeza, para luego pasar a la frustración apretó con fuerza sus puños y miro fijamente la ventana sabiendo qué hay a fuera estaba afuera una amenaza que era su deber frenar pero... sin saber como.

Frustrado se levantó de su cama y cerro la ventana, la tapo con la sombrilla, para luego caer rendido a su cama, así poniendo fin a tan ajetreada noche.

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Sonidos de golpes de martilleos retumbaban en la habitación, el sonido de la forja y el calor de la forja eran impresionantes, todo esto gracias al gran forjador de Norrisville.

Ezekiel Forja, el hábil herrero, trabajaba meticulosamente en la reparación de la espada de Randy. Con manos expertas y ojos agudos, inspeccionaba cada grieta y astilla en la hoja. Con concentración y destreza, aplicaba calor y martillazos precisos para restaurar la integridad de la espada.

La espada lamentablemente no había salido intacta de aquel duelo, estando agrietada en varios puntos vitales e incluso le faltaban partes.

A unos metros se encontraba Randy, recostado en una columna observando el trabajo del forjador, las ojeras del chico eran notorias al igual que una mirada angustiada acompañándolo.

—Adivino, ¿intentaste cortar otro bulldozer?.—Hablo con molestia Ezekiel.

—No, fue más por...—

—¿Los ladrones de dulces?, ¿esa noticia de ayer?.

—Sí...

—¿Qué tan mal te fue?.

Él silenció del chico fue su única respuesta.

—Entiendo.

Sin que Randy lo esperara, Ezekiel lanzo la espada junto con el montón del resto que se encontraban en la sala.

—¡Hey ¿qué haces?, es mi espada!.—Exclamo sin saber como reaccionar.

—¿Qué esa porquería?, te la di para que me dejaras en paz, luego de que la rompiste.

El forjador solo lo ignoro y comenzó a caminar entre la habitación, pasando desde los miles de espadas fabricadas hasta llegar a una columna, detrás de la columna saco una espada con su funda puesta.

El mango de la espada estaba envuelto en cuero de alta calidad, proporcionando un agarre cómodo y seguro. Alrededor de todo el mango estaban los símbolos iconicos del protecor de Norrisville.

Ezekiel empuñando la espada se acercó a pasos lentos a Randy con este último contemplando la bella funda.

—Ponte la mascará.

Sin discutir, Randy se colocó la máscara, sintiendo como su cuerpo era rodeado por la tela icónica del traje, a la par que sentía todos sus habilidades aumentando exponencialmente.

Finalmente, Ezekiel extendió sus brazos al frente de Randy y con un tono completamente serio decir:

—Agárramela.

—¿Qué?.

—¡La espada!.

—Ah... sí, ya sabia.

Agarrando con delicadeza el mango, los símbolos comenzaron a brillar con poder, ni bien el Ninja tomo obtuvo la espada, la desenfundo sintió como inmediatamente la espada estaba formando un vínculo con él.

La espada estaba equilibrada de manera perfecta, lo que permitía a su portador manejarla con facilidad y precisión. Cada golpe era fluido y poderoso, transmitiendo la fuerza y la determinación de quien la empuñaba.

Aquella hoja era una combinación de belleza y funcionalidad, la espada de Ezekiel era innegablemente una obra maestra en el arte de la herrería.

—Está vinculada a ti, se adaptará a cada habilidad elemental tuya. He puesto todo mi corazón y habilidad en esta espada, esto es mi obra maestra y ahora será tu mejor arma.

Un pensamiento cruzó por la cabeza de Randy y gran parte del traje comenzó a teñirse de un color rojizo, la bufanda cambio a un tono oscuro y negro. La espada inmediatamente reaccionó y se tiño del mismo color rojizo del traje.

—Esto es... ¡¡Ultra brutal!!.—Exclamo mientras movía de un lado a otro aquella poderosa arma con una sonrisa

—Con esta hermosa de tu lado créeme, ellos no tendrán ninguna chance.

Aquellas palabras retumbaron en su mente, el imaginar volver a aquel enfrentamiento infernal comenzó a dudar si incluso con aquella magnífica arma fuera suficiente, recordó cada corte en su cuerpo, cada golpe arrollador y destructivo. 

Sin darse cuenta dejo caer la espada y funda, hasta escuchar el retumbante sonido metálico resonando en la habitación.

—Yo-yo, lo siento...no quería...—Se disculpó agachando la cabeza.

Antes de poder levantar la espada, Ezekiel se adelantó, temiendo y esperando la ira de aquel forjador al pensar que su regalo estaba siendo menospreciado, en vez de insultos o regaños, él... recibió un toque en el hombro con una mano.

—Respira primero relájate.—Comento con paciencia para luego entregarle la espada con la otra mano.

Randy agarro la espada, pero igualmente el temblor continuaba.

—Cuando tengas miedo, empuña esta espada como una extensión de ti, no retrocedas ni cedas ante nadie, está bien que tengas miedo, todos lo tenemos, con esta espada ve contra todo miedo y córtalo de frente, esta arma es ahora una parte más de ti.

Aquellas palabras calmaron al chico con un suspiro, enfundo la espada y la guardo al traje, para luego darle un abrazo a Ezekiel.

—Gracias de verdad, gracias—Comento agradecido con una sonrisa.

—No seas llorón, solo fui cortes.—Comento Ezekiel sorprendido por el abrazo con una leve sonrisa.—Ahora quítate hueles a bombas de humo y ya tengo suficiente como para perder también el olfato.

Un tono de llamada sonó, logrando romper el abrazo, Randy vio su celular y ver todos los mensajes perdidos de Howard.

—Eh, lo siento, tengo irme.—Comento para luego sacar una bomba humo.

—Chico.

—¿Sí?

—Cuídate.

Ambos sonrieron y finalmente la bomba de humo exploto con el humo desapareciendo junto con el Ninja de Norrisville

 










































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