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01


Lo primero que llamó su atención cuando lo ingresaron a la prisión, fue la canción que se escuchaba por uno de los parlantes en el techo de esta.

—¿Sound of da police? —miró al guardia a su lado, quien sólo le hizo un gesto para que siguiera caminando hacia su celda—. Parece que no es una prisión normal ¿no?

—Pronto lo verás por ti mismo —respondió el guardia.

Siguieron caminando. Por supuesto, otro guardia iba a su lado, sin contar a los otros guardias que daban su ronda por los otros pisos de la cárcel vigilando a los que se encontraban dentro de sus celdas. Vio varios rostros, ninguno conocido. Vio a varios extranjeros, supuso que entre ellos algunos japoneses y hasta americanos. "Quizás por estos últimos la música" pensó cuando cambió a It's Tricky. También, en su recorrido hacia su celda, vio que en algunas de estas había sábanas blancas, las cuales cubrían lo que sea que estuviera sucediendo detrás de éstas.

—Éste será tu nuevo y dulce hogar, nuevo interno —soltó con sarcasmo—. Abre la celda ciento cinco B —le habló por radio al guardia encargado de abrir y cerrar las celdas, dos segundos después ésta fue abierta—. Aún no tienes compañero, así que, elige tu cama. Aquí tienes tu uniforme —se la tiró al pecho—. Cierra la celda ciento cinco B.

Después de dejarlo en su celda, el guardia volvió a su puesto de trabajo. El nuevo recluso miró las cuatro paredes que serían su "nuevo hogar". Suspiró y sonrió, dio media vuelta para ver la litera tras él, decidiendo que la cama de abajo sería la suya.

—Al menos no me aburriré por la música —comentó después de reconocer la canción Party Up de DMX—. Y, supongo que he estado en lugares peores que éste.

Se sentó sobre su cama, la cual sólo era un colchón viejo con dos sabanas, sin manta ni cabecera. Miró la ropa que le tiró antes el guardia, decidiendo que lo mejor sería cambiarse y comenzar a adaptarse. Mientras más rápido aceptaba su realidad, más rápido pensaría en qué hacer para salir. Porque no estaba entre sus planes cumplir la condena que le fue dada como castigo por supuestamente haber matado a la sucesora a la presidencia. Sí, había cometido otros asesinatos, muchos de hecho, pero no le habían culpado por alguno de los que cometió. Además, fue traicionado y si hay algo que le enseñó la familia que lo crio fue que, las traiciones no se perdonan.

Después de cambiarse de ropa y vestirse con la camiseta blanca, el pantalón de buzo plomo junto con el polerón del mismo color, el guardia de antes regresó para llevarse lo que llevó puesto minutos antes.

—Entonces, Park Jimin —le habló—. Tienes los suficientes huevos como para atentar contra un pez gordo.

—Me sentiría alagado, pero a ese pez gordo yo no le di caza.

—Muchos dicen lo mismo cuando ingresan aquí, pero terminan siendo basura como los demás —dijo—. Como sea, luego vendrán a darte la bienvenida, es algo por lo que cada reo debe pasar.

—Con lo que me gustan las bienvenidas —dijo, por supuesto con sarcasmo, sin dejarse intimidar.

—Vamos a ver cuánto te dura esa actitud.

Luego de algunos minutos, su celda fue abierta y tal como le informó el guardia, tres hombres se detuvieron en la entrada, pero sólo uno de ellos entró.

—Reo nuevo —éste lo miró desde su cama, en donde se encuentra sentado—. Park Jimin, veintisiete años, asesino de la sucesora a la presidencia. ¿Tienes algún apodo? La mayoría aquí tiene uno.

—Jimin.

—Hombre de pocas palabras —hizo un gesto con sus manos y sus acompañantes esperaron afuera de la celda, a cada lado, vigilando—. Bien, dime Suga y soy quien manda entre todos los reos. Todo lo que ocurre aquí adentro pasa por mí. Muchos me llaman jefe, papa o simplemente, Suga.

El contrario sólo lo escuchaba, sin sentirse intimidado y poco interesado en la presentación de "Suga".

—Me gusta que los nuevos no me den problemas, pero si tienes alguno con otro reo se soluciona con arena.

—¿Arena? ¿aquí hay arena? —preguntó con un tono de burla.

—Con una pelea, una riña o como quieras llamarlo —comenzaba a molestarse un poco, porque era muy obvio que el reo nuevo se estaba burlando de él—. Cada riña debe ser aprobada por mí, sin importar que a quien hayan retado a un duelo se niegue.

—¿Violan los derechos humanos aquí?

—No está permitido usar esa palabra o sus derivados a la ligera —advirtió—. Y, estamos en una prisión. Todo aquí funciona como yo lo quiera y los débiles deben obedecer si quieren seguir viviendo.

—Y si no soy uno de los débiles ¿debo obedecer tus absurdas reglas?

—Depende que tan fuerte seas.

Jimin pensó unos segundos antes de seguir la conversación.

"Acabo de ingresar a este lugar, creo que debería mantenerme al margen de todo y alejado de todos. No soy débil, en realidad, soy bastante fuerte, pero tampoco quiero ganarme tan fácilmente a enemigos y aquí dentro hay por montones. Debería pasar desapercibido, hasta que sea necesario".

—También soy inteligente, así que, no te daré problemas, Suga.

—Piensas rápido. En fin, cada reo es identificado con una bandana y cada una de ellas tiene un significado, tú llevarás la tuya en el antebrazo, es negra —uno de sus acompañantes entró con la bandana, tirándola sobre la cama y regresando a su sitio.

—¿Qué se supone que significa el color y llevarla puesta en el antebrazo?

—Muertes y que entraste aquí por asesinar a alguien.

Jimin miró a Suga, buscando su bandana, pero notó que éste no llevaba ninguna puesta.

—¿Y la tuya?

—Soy quien manda a cada reo aquí, no tengo por qué llevar la mía, pero si tienes curiosidad, la mía es de color azul y debería de llevarla en la muñeca derecha. Mi delito es trabajar con droga.

—¿Y si alguien tiene más de una?

—Cada uno tiene una sola. Sólo hay de color negro, azul, rojo, éste último representa a un violador. Si ves alguno con una de estampado en la cabeza es porque ha herido a otros aquí adentro. Si alguno no tiene una bandana es porque tiene varios cargos.

—O sea que, no sólo estás aquí por drogas.

A Suga le agradó el nuevo reo. Seguramente, sería un aporte para la prisión y no uno más que le causa problemas.

—¿Algo más que tenga que saber?

—Supongo que notaste la cantidad de extranjeros —Jimin asintió—. Hay de todo un poco y son separados por raza y en módulos. Tú estás en el módulo B donde hay coreanos. Los del módulo A son americanos, los del C japoneses, los del D chinos y los de la E europeos, rara vez llega algún latino.

—¿Hay enemistades por la organización?

—Acá hay enemistades de todo tipo. Incluso las hay entre las mismas razas. Las divisiones por módulos se hicieron para mantener un mejor orden y porque así lo prefirieron los propios reos hace tres años atrás.

—Esta prisión es bastante particular, aunque jamás había estado en una.

—Si se logra llegar a un buen acuerdo con el director de la prisión, cada prisión será diferente.

—Supongo.

—Eso es todo, lo demás lo irás descubriendo por ti mismo.

El pelinegro no respondió, sólo esperó a que Suga se fuera junto a sus acompañantes y vio como cerraron segundos después su celda. Miró su bandana, sonriendo sarcásticamente por tener que usarla, porque por años había trabajado como un mercenario sin ser descubierto, y ahora, desde ese momento cada reo sabría su trabajo y para nada le gustaba que otros supieran algo de él y de su vida. Sólo la familia que lo crio conoce todo de él, y estos sólo constaban en la actualidad de dos hermanos.

Ya con su bandana en su antebrazo derecho y con la ropa que le entregó el guardia, se tiró sobre la cama porque ¿Qué más podía hacer en esa estrecha celda de pocos metros, sin un compañero? Bueno, tampoco necesitaba uno, después de todo prefería su espacio y en ese sitio dudaba que tuviera mucho de ello. Siendo una prisión, sabía que en cualquier momento llegaría un reo nuevo y, probablemente, sería su compañero, por lo que, disfrutaría tanto como pudiera de su soledad.

Eso planeaba hacer hasta que su celda fue abierta, al levantarse notó que todas las celdas también fueron abiertas, vio como cada reo salía de éstas, pero él decidió quedarse en el interior.

—Tienes que salir —le dijo un reo que se detuvo al ver que no salía de su celda—. Si no lo haces, podrías ser castigado, porque es una de las muchas reglas de la prisión.

—No quiero hacer vida social.

—No necesitas hablar, sólo debes salir de aquí.

Jimin, inmediatamente notó que el tipo que le hablaba no tenía bandana en ninguna parte de su cuerpo.

—Tengo varios delitos, por eso no tengo una bandana —comentó al notar lo que buscaba Jimin—. Y, tú estás aquí por asesinato.

—¿Por qué se supone que debo salir de la celda?

—Nos dan una hora libre durante la tarde, en donde salimos al patio —explicó—. Si no sales, podrían pensar que tramas algo.

—Ya.

—Por cierto, me llamo Yongmin.

—Jimin, no me gustan los apodos y no me interesa ser tu amigo o llevarme bien contigo aquí dentro.

—Pronto necesitarás, aunque sea, un amigo —comentó. Dio media vuelta para seguir por su camino, pero antes le dio una mirada a Jimin—. No es fácil cuidarse las espaldas en una prisión y ésta no es la excepción.

—¿No crees que me estás hablando mucho? —se levantó de su cama—. ¿Qué tipo de delitos tienes que buscas en mí un "amigo"? ¿crees que por ser un asesino te daré protección? —comenzó a acercarse al tipo.

—No... Por supuesto que no —dijo nervioso.

Park lo observó, miró de arriba abajo, notando algo rojo que sobresalía desde el calzado del reo.

—Oh, ya veo —se agachó y tiró de la punta, como pensó. El tipo sí que tenía una bandana—. Supongo que, por tener una bandana roja eres un violador y piensas que yo te podría proteger ¿no?

—Mira, idiota —dijo molesto—. Eres nuevo aquí y necesitarás de compañía, puedo hacer de tu peluche y...

—¿Peluche? ¿Es que aquí no pueden ser más claros al hablar? No entiendo una mierda.

—Yongmin, dudo que alguien quiera a un violador como su compañero sexual —dijo alguien al costado del mencionado—. Mejor vete y no molestes a los nuevos.

Jimin observó a un nervioso Yongmin, quien ya tenía una capa de sudor en la frente. Éste terminó de alejarse de la celda de Park, dirigiéndose a la última celda de ese piso para bajar por las escaleras continuas.

—Los violadores no son tratados de la mejor manera aquí —prosiguió el pelirrubio—. Nosotros, los reos, les hacemos la vida mucho más complicada de lo que ya es dentro de la prisión. Sobre todo, a Yongmin, sus víctimas fueron niñas de dos a diez años.

—Ya veo.

El pelirrubio no le dijo ni su nombre ni apodo, se alejó después de informarle sobre la situación de los violadores en la prisión, para dirigirse al patio junto a los demás reos.

Efectivamente, al salir de su celda, fue encontrándose con todo tipo de rostros. Se fijó en los reos con bandanas rojas. Los moretones y sangre seca eran evidente, muchos de ellos tenían heridas grandes y se veían ya que, algunos llevaban sólo la camiseta blanca puesta, dejando a la vista de todos sus brazos, siendo cicatrices. Supuso que, si seguían vivos era porque preferían castigarlos a su manera y no darles una muerte rápida.

—Cada día aumentan los reos —comentó uno de los enfermeros, quien observaba la planilla del mes pasado, comparándolo con la planilla de la semana que llevan del mes—. Y, entre estos la mayoría son violadores.

—Así es. Los castigos entre reos han sido peores que los del año pasado —comentó el enfermero jefe—. Antes nos tocaba atender heridas hechas con algo punzante, ahora los traen por una mano cortada o dedos de los pies.

—Aún me sigo preguntando por qué acepté este trabajo —rascó su cabello después de dejar la planilla sobre el escritorio de su colega.

—Porque no querías trabajar en la clínica de tu papá, Yu.

—Cierto —rio.

Young, Wild & Free —comentó el castaño, su colega le miró confundido—. El nombre de la canción que está sonando, supongo que hoy les toca a los americanos.

—Me sigo preguntando cómo Yoongi logró que el director aceptara lo de la música.

—Es mejor no meterse en asuntos ajenos, Yu. Nuestro trabajo es preocuparnos por la salud de los reos.

—A veces quisiera dejar morir a los violadores —comentó—. Pero luego recuerdo que hice un juramento y despejo ese pensamiento. ¿No te pasa a veces, JungKook?

—No, para mí todos son mis pacientes sin importar su delito.

—Tan recto como siempre —se burló—. Esperaré por el día en que hagas lo incorrecto.

—Deja de hablar y ve a ver al reo de la camilla dos.

—¿Jin ha vuelto? ¿la misma razón?

—Sí. Anoche, antes de desmayarse, me comentó que fueron dos tipos esta vez, pero que se ganaría una semana de descanso.

—Ser el juguete sexual de los otros reos es una mierda.

—"Peluche" —corrigió—. Porque no sólo hace "ese" tipo de favores. Si alguien necesita hacer un mandado, Jin lo hace.

—Cierto, el putito de la prisión es JR ¿no? Él sólo hace esos favores.

—En fin, a hacer nuestros trabajos que para eso nos pagan —dijo. Se levantó de la silla de su escritorio terminando de revisar el último expediente del reo nuevo—. Por cierto, hoy ingresó uno nuevo. Según leí en su expediente, asesinó a la sucesora a la presidencia.

—Un pez gordo —agarró el expediente nuevo y comenzó a leer—. ¿Pena de muerte? Probablemente, no alcanzaremos a conocer a ese reo.

—Tiene que hacerse los exámenes de ingreso, vendrá más tarde o seguro, mañana.

—No estoy de turno mañana, ojalá venga más tarde.

—Después de un año, ya estás acostumbrado a los reos ¿no?

—No me queda de otra, por cierto —se acercó un poco a JungKook, pensando que alguien podría escucharlos tras la puerta—. El jueves tendremos que entregar los resultados ¿crees que este año usen el mismo método para identificar a los infectados?

—Eso no nos incumbe. Ahora ve y revisa el estado de Jin.

—Está bien. 

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