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—Hace un calor de la mierda —se quejó. Le dio una última calada a su cigarrillo, tiró la colilla desde el balcón, no importándole mucho si alguien pasaba por la calle. Ese era su segundo cigarro, le gustaba fumar dos antes de quitarle la vida a alguien. Para él, era como si el tiempo que le llevaba fumar, fueran minutos extras de vidas para sus víctimas. Un gran regalo de su parte para sus futuros muertos. O al menos, eso pensaba él.
La tenía en la mira. Siempre había preferido los trabajos en los que tenía a menos de un metro a sus víctimas, pero ese trabajo le dejaría mucho dinero, más del que cualquier otro de sus trabajos le dejó. Ella estaba en el edificio frente al suyo, el ventanal sin cortina le dejaba la mejor vista que podría pedir, llegó a pensar que esa muerte, había sido perfectamente planeada y no necesariamente por él, porque todo estaba a su favor, pero, aun así, apretaría el gatillo, la suma de dinero era demasiado tentadora para un sicario como él.
Siguió observando, esperando el mejor momento, porque a él le gustaba siempre esperar por el momento preciso, y ese todavía no llegaba para su próxima víctima. Incluso perdió la cuenta de las personas a las que les ha quitado la vida. Por supuesto, él como sicario tenía sus propias reglas, las cuales no eran como la de sus colegas. Él no asesinaba a bebés, niños, niñas o embarazadas, ese tipo de trabajos se lo dejaba a su colega más cercano y recibía un porcentaje de ese pago por ser el contacto. Siempre pedía que le depositaran el dinero a una cuenta que sólo él sabía a quién iba dirigida. No estaba vinculada con él, por ello no había modo en que lo conectaran con la persona a la que iba dirigida una gran suma de dinero.
De un momento a otro, escuchó un disparo. El vidrio del edificio de enfrente estaba destrozado, el piso con mucha sangre, muchos pedazos grandes y pequeños de vidrios esparcidos por el piso, gritos que podrían escucharse desde el primer piso, siendo uno de 15 pisos. Claramente, el disparo provino del mismo edificio en el que él se encuentra, lo que le sorprendió fue que, a la persona que le dispararon hasta destrozarle los sesos, fue a quien se suponía sería su nueva víctima. Se asomó por el balcón para ver el reflejo del arma, primero miró hacia los pisos de abajo, luego arriba y ahí vio una luz reflejada. Le habían tendido una trampa, no tardó en darse cuenta de ello, así que, rápidamente agarró una de sus tantas armas para disparo de largas distancias, lo guardó en el bolso de éste, lo llevó a su espalda con claras intenciones de huir. En ese edificio sólo había 2 accesos, la entrada principal y la salida de escape. Se dirigió a la puerta de la habitación en la que estaba para huir por a la escalera y bajar corriendo y finalmente, huir, pero todo había sido muy perfecto para él.
—Estoy jodido —sonrió con burla. Burla hacia la situación. Su situación. Llevaba años trabajando como sicario y por primera vez, le habían visto la cara de idiota. Cayó en una trampa demasiado perfecta, en donde pensaron hasta en el más mínimo detalle. Pero llegó a dos conclusiones y una de ellas hizo que se llenara de ira y rencor. Por supuesto, esta conclusión lo llevaría más tarde a una venganza.
—Deja cualquier arma que tengas en el suelo —ordenó uno de los varios policías frente a él—. Quedas arrestado por haber atentado contra la candidata a la presidencia.
—Han dado un paso en falso —soltó, sin quitar su sonrisa de burla—. Y, cuando esté libre, iré por cada uno de los que me traicionaron.
No tardó en ser arrestado. Nunca había tenido unas esposas en sus muñecas y definitivamente, las odió. No se acostumbraría a ellas de ninguna manera, pero por ese momento, lo dejaría pasar, porque si intentaba dar un paso en falso, la bala de la pistola que apuntaba hacia su frente terminaría por matarlo en un instante. Miró todas sus alternativas y le habían hecho una perfecta encerrona. Podría decir que, por un par de segundos, les tuvo respeto a los inútiles de la policía. No estaba entre sus opciones tirarse por el balcón, probablemente les dispararían a penas se diera la vuelta, tampoco se podía tirar, después de todo es un humano cualquiera y no un inmortal. Por lo que, dejó sus manos en altos, dando señal de que no atacaría.
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