Ella no tardo en acordarse de la casa aquella, que el alcalde se negaba a vender aún hasta aquellos que ofrecían grandes cantidades, y asintió. Caminaron pues y no tardaron en llegar a aquel lugar y llegando a la entrada blanca con manchas de óxido café y rojizo, se despidieron.

El extraño se acercó viéndola desde donde estaba, sacada como de un dibujo los grises de sus calles, después de tantos sueños inquietantes al final pudo ver el pueblo, su padre le había prometido que lo vería algún día, las veredas entonces se tornaban en ladrillos del grafito antiguo, se perdía, pero los letreros de suave amarillo iban empujándolo hasta que del gris se tornó aún más obscuro delineando el edificio gubernamental y entro, primero un portal luego el dintel, unas palabras y luego una sala, el alcalde, y este estaba gustoso; se estrecharon las manos

- Es un gusto poder conocer al nieto de mi mejor amigo- dijo el alcalde- especialmente me he visto cansado guardando su casa, esa propiedad vale más que cuatro paredes. No se imagina.

- Es cierto, en cierta manera su favor sobrepasa al de mi abuelo, pues han pasado, oh yo no sé cuanto, por ello cuente conmigo para que le ayude en cualquier cosa.

Un nuevo apretón de manos, y una discusión afuera alguien gritaba, los muebles peligraban en astillarse y gritos que querían matar se tropezaba con las vocales más oyendo : - Con que derecho...! Con que derecho se fue sin antes recibir un premio! ....?

El alcalde cayo en su mullido sofá azul y dorado con el gusto volando y un gesto de aburrimiento movió su mano ordenando abrir la puerta, sin mirar se dirigió a la alfombra mientras de nuevo -Con que derecho se fue sin antes recibir un premio! ....? Más no, no es imposible, si viese usted que ya no recordaba el brillar de sus ojos cuando sonreía, sería tan pequeña. Señor alcalde- dijo- con todo respeto mientras se hacen los papeleos este joven se puede quedar en mi casa?

-Pero bueno, si apenas vino este joven a la ciudad; le debe, pues ya algo?

-Mi hija señor, le digo, volvió a casa como el mismo ángel que era su costumbre ser.

-¿y fue por él?

-No sería posible, a esa pequeña...Bueno, si no es molestia y el alcalde me deja... definitivamente voy a ir – contesto el invitado