Tristan.
Sabía que debía irme pero sigo sentado en el coche, con las llaves en la mano, incapaz de arrancar. La imagen de Olivia y Marc abrazados no desaparece de mi cabeza. Me resulta insoportable el saber que él la había abrazado antes que yo, que él había estado más cerca de ella de lo que yo había podido en estos últimos días. Era horrible. Injusto. Me estaba matando.
Al principio, nunca tuve duda alguna de que volvería a ver a Olivia. Siempre había habido algo dentro de mi, esa esperanza ciega, de que en algún momento nuestros caminos volverían a encontrarse, que era algo que debía suceder. Sin embargo, según fueron pasando los años, toda esa esperanza fue haciéndose cada vez más débil y débil y ese reencuentro pasó a ser más una especie de deseo que una fuerte convicción. Pero entonces ella apareció. Volvió. Y al hacerlo, volvieron todas las cosas que una vez sentí por ella, que quizás nunca se fueron. Pero con su vuelta también apareció algo que nunca antes había visto en sus ojos; un intenso odio hacia mi, un odio que sabía que merecía pero que no podía soportar. Me dolía mirarla, me dolía mirar su rostro y ver aquel despreció hacía mi, el saber como no solo no me había olvidado sino que también me había repudiado.
Miles me envía un mensaje y me dice que no dormirá en casa. Seguramente haya conocido a algún chico o chica, quien sabe. Lo cierto es que quedarme en casa solo es lo último que me apetece.
Vuelvo a pensar en Olivia y en lo que sentí cuando la vi al otro lado de la carretera. Durante un instante creí que todo había sido fruto de mi propia imaginación, y que, al cerrar los ojos desparecería de la misma forma en la que había sucedido todos estos años, en los que ella había pasado a convertirse en una especie de fantasma al que le gustaba atormentarme de vez en cuando. Pero ella había permanecido allí delante de mi, mirándome, tan preciosa como siempre, quizás aún más. Y yo tan solo había querido alcanzarla, decirle que en todo este tiempo no he podido olvidarla. Lo cierto es que no estaba preparado para afrontar el hecho de que ella ya no quería saber nada de mi. No estaba preparado para ver que su primer impulso al tenerme cerca era dar un paso hacía atrás, alejándose.
Y ahora ella iba a casarse con otra persona. Otro hombre que no era yo. Recuerdo aquella vez en la que nosotros mismos hablamos de nuestra boda; cuando tan solo éramos dos críos que creían realmente en el amor para toda la vida. Lo hicimos entre risas, riéndonos de aquella tradición tan antigua y que en realidad no significada nada, pero que en el fondo, ambos deseábamos experimentar juntos.
No creía que me dolería tanto el saber que había rehecho su vida con alguien más. Supongo que una estúpida parte de mi siempre pensó que ella habría estado esperándome de la misma forma que yo había hecho. Me imaginaba que habría estado con otros chicos, yo también estuve con chicas, pero que al final, se daría cuenta de que no eran los adecuados y que entonces, en una pequeña parte de su mente mi rostro aparecería y recordaría que aquí seguía yo, esperándola. Que volvería a mi.
Pero no había ocurrido. Ella se había enamorado de otro y yo tan solo había pasado a ser uno de los chicos que una vez quiso, quizás ni el que más.
Sigo en mi coche. Creo que ya han pasado casi dos horas y justo cuando por fin decido irme a casa, veo como las puertas del local se abren y dos figuras conocidas salen por ésta. Una es Olivia, a la cual reconocería en cualquier lugar, y a su lado está Anne. Siento que debería irme ahora más que nunca, que seguir viéndola tan solo va a hacerme más daño, pero entonces veo como hay algo que no parece ir bien; Anne sujeta a Olivia con cierta dificultad. Ambas se dirigen a la parte izquierda del edificio, alejadas del resto de la gente, y veo como Olivia se aleja de su amiga un momento y todo su cuerpo se incorpora hacía delante. Comienza a vomitar.
Salgo del coche de inmediato, sin ni si quiera pensarlo, y comienzo a acercarme a ellas con paso rápido. Anne se sorprende al verme pero al mismo tiempo veo cierto alivio en su rostro al ver que no tiene que enfrentarse ella sola a la situación. Olivia no parece ser consciente de mi presencia, sigue con la cabeza inclinada, vuelve a vomitar y entonces yo me dirijo a ella, sujeto su largo pelo marrón hacía atrás evitando así que lo ensucie mientras sigue vaciándose.
-¿Por qué le has dejado beber tanto? -le pregunto a Anne, sin quitar los ojos de Olivia, que al mismo tiempo parece estar llorando.
-Le he dicho varías veces que parase pero no me hizo caso -responde, y veo la preocupación en su rostro mientras saca un par de pañuelos de su bolso.
Anne y yo hace tiempo que no hablamos; donde antes se formó una bonita amistad, ésta fue borrándose con cierta rapidez después de que Olivia se marchara y al final, lo único que quedó de nosotros fueron rápidos saludos con la cabeza al vernos. Creo que esto es lo más que he hablado con ella en años.
-No creo que ella esté bien -murmura, pasándome los pañuelos -. Está muy cambiada.
Me quedo en silencio porque no sé que decir, porque sé que tiene razón, porque nada más verla pensé que el rostro de Olivia era precioso pero que también estaba lleno de tristeza, una tristeza que nunca antes había visto en ella.
-Debería irse a casa -digo. Ha dejado de vomitar pero sigue sentada en el suelo, ajena a nosotros dos. Su pelo le cae ahora por ambas partes de su cara y entonces, yo vuelvo a cogerlo con delicadeza y comienzo a trenzarlo para así recogérselo; mis dedos se mueven con rapidez al hacerlo y pienso en todas esas veces que ella me pedía que le trenzara el pelo y yo lo hacía, al principio con cierta dificultad pero con el paso del tiempo cada vez más confiado y rápido. No había vuelto a hacer una trenza hasta ahora.
Anne me está mirando fijamente pero no dice nada.
-Hemos venido andando, se supone que nos iríamos con Ross pero él aún sigue trabajando y hasta dentro de un par de horas no sale... pero puedo llamarle y pedirle si podría salir antes o quizás pueda llamar a algún otro amigo o...
Ya está sacando el móvil de su bolsillo cuando la interrumpo.
-Yo puedo llevarla a casa.
Veo la desconfianza en su rostro.
-No sé si es buena idea...
-Haberla dejado beber hasta casi perder el conocimiento tampoco me parece una gran idea -suelto, aunque sé que aquello no es su culpa.
Nos quedamos en silencio durante un instante y al final Anne acaba asintiendo con la cabeza. Años atrás, ella no hubiera dudado, habría sabido que no había persona con la que mejor estaría Olivia que conmigo. Ahora ya no piensa aquello, ahora nosotros dos éramos dos personas distintas, con caminos muy distintos. Y ahora, yo era la última persona con la que Olivia quería estar.
-¿Cuidarás de ella? -me pregunta antes de dejarnos ir. Sé que está preocupada, sé que no está segura de su decisión, pero no se interpone, y una parte de mi quiere creer que es porque aún, en el fondo, confía en mi.
Yo asiento con la cabeza.
-Sabes que sí. Siempre.
Levantamos a Olivia del suelo entre los dos y el volver a tocar su cuerpo, hace que una corriente recorra el mío. Es la primera vez que siento su piel, es la primera vez que estoy tan cerca de ella desde que ha vuelto, y me destroza el saber que la única razón por la que ella lo consiente es porque se encuentra tan mal que apenas es consciente de que yo estoy aquí.
-Me encuentro mal -murmura en mi hombro. Su voz suena débil.
-Tranquila, ya vamos a casa -le tranquilizo y apenas reconozco la dulzura en mi voz.
Anne sigue mirándome mientras nos dirigimos hacía el coche. No tengo ni idea de lo que está pensando pero en su rostro puedo ver un ligero toque de curiosidad, como si tuviera cientos de preguntas que hacerme pero que no hará. Cuando ya hemos metido a Olivia en el coche, se pone delante de mi.
-Lo que te he dicho antes iba en serio. Ella no está bien-dice. Vuelvo a quedarme en silencio, porque una vez más, sigo sin saber que decir -. No la cagues, Tristan.
-Anne... -intentó decir, hacerle saber que no tengo ninguna intención en complicar las cosas, pero ella me interrumpe.
-No sé que fue lo que pasó, ¿vale? No tengo ni idea, nunca me lo dijo, pero no ha parado de decir tu nombre mientras bebía. La hiciste daño, no sé ni por qué ni como, pero se lo hiciste y solo te pido que no vuelvas a hacérselo. Simplemente llévala a casa y desaparece de su vida.
Habría deseado que Anne me pegara un puñetazo en la cara. Sé que eso me hubiese dolido mucho menos que sus palabras. Pero tenía razón. Yo le había hecho daño a Olivia, no había podido ser la persona que ella siempre esperó de mi. La decepcioné.
-Eso haré -murmuro y me meto en el coche.
Olivia se ha quedado dormida en el asiento del copiloto. La trenza que le he hecho cae a un lado de su cuerpo. Ella permanece con los ojos cerrados y en sus mejillas puedo ver el rastro de las lagrimas que ya se han secado. Siento el impulso de llevar mi mano a su rostro, de acariciárselo, pero no lo hago porque sé que ella no querría que lo hiciese.
-Tristan -escucho como susurra después de unos minutos en silencio. Ya casi hemos llegado a su casa y me siento asustado por ello, por tener que dejarla allí; por qué una parte de mi siente que al hacerlo, la estaré dejando para siempre, una vez más. Solo que esta vez sé que es la definitiva.-Estás muy guapo. ¿Por qué tienes que estar tan guapo?
De todas las cosas que hubiera imaginado que podían salir por sus labios, aquella era la que menos me esperaba por lo que no puedo evitar sonreír, soltar una ligera risa, y durante un efímero instante agradezco al alcohol por haberle hecho decir aquello, pues no lo hubiera hecho de otra forma.
Sigue con los ojos cerrados.
-Tú también estás muy guapa, Olivia-le respondo, aunque es bastante probable que ella no me esté escuchando. -Sigues siendo la chica más guapa que he visto nunca.
No noto ninguna expresión en su rostro y pienso que se ha vuelto a dormir pero entonces, murmura:
-Te he echado de menos-y reconozco el dolor en su voz. -También he echado de menos este sitio. Y echo de menos a mis padres. Echo de menos todo.
Ahora no sonrío, ahora no siento ganas de reír, porque lo único que siento es tristeza, una gigantesca tristeza por ella. Por mi. Por sus padres. Por todos estos años que han pasado. Por los momentos que vivimos. Por tener esa certeza de que la vida nunca irá a mejor, de que nunca volveremos a ser tan felices como una vez fuimos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro