Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

31




Tiempo atrás, le pedí a Tristan que no rompiese mi corazón. Siempre tuve la sensación de que, si alguna vez las cosas salían mal entre nosotros, sería por él, porque creía firmemente que yo jamás hubiera sido capaz de dejarlo.

Y ahora estoy a punto de hacerlo.

Nunca he sido buena con las despedidas; prefiero desaparecer antes de tener que decir adiós a alguien. Así que cuando Joe me dijo que tendríamos que hacer una cena antes de que cogiera el autobús a la mañana siguiente, estuve a punto de decirle que no. No creía ser capaz de decir adiós pues, la cosa con las despedidas, es que, en ocasiones, no podías saber cuando sería la próxima vez que verías a esas personas.

Pero aquí estoy sentada, quizás por última vez en mucho tiempo, en la mesa donde tantas veces he comido con ellos en estos meses. Y el ambiente no parece triste, sino todo lo contrario; todos hablan de manera animada, como siempre, como si este tan solo fuera uno de los tantos encuentros que tenemos por delante. Creo que se han puesto de acuerdo para hacer de este un momento alegre y bonito, y supongo que, sobre todo, lo hacen por Tristan.

-No no olvidarás, ¿verdad? -dice Miles en un momento de la noche, haciendo así que todas las miradas se posen en mi. En un primer momento pienso que tan solo está bromeando, pero veo cierta seriedad en su mirada.

-Por supuesto que no, Miles -me apresuro en contestar -. Nunca podría olvidaros.

Me parece ver como su rostro se relaja un poco aunque éste no tiene la alegría que lo caracteriza. Está algo más serio y un poco más apagado.

-¿Y qué harás al volver? -me pregunta Rita y yo tan solo puedo encogerme de hombros.

-Supongo que lo iré viendo.

Creo que iré a ver a mi tía y le daré las gracias, porque nunca se las he dado. Quizás ya no tenga sentido alguno el hacerlo, pero supongo que necesito hacerlo ahora más que nunca, que necesito que sepa que sé que esto no ha sido fácil para ninguna de las dos y que le agradezco que, a pesar de todo, siempre haya estado conmigo.

Y creo que también iré a hablar con Leo; al fin y al cabo, se lo debo. Tengo que darle una explicación, quiero que sepa que no hay nada de malo en él, que tan solo soy yo. Quiero verlo y desearle lo mejor, desear que encuentre una persona que pueda arreglar lo que yo he destrozado.

Después, seguiré viviendo; trataré de hacerlo ahora de la mejor manera.

Los ojos de Rita parecen haberse llenado de lagrimas y ella parpadea con rapidez, mirando hacia otro lado.

-No pongas esa cara, Rita -habla Joe ahora, de manera calmada -. Olivia va a volver, sabemos que lo hará.  No hagamos de esto una triste despedida.

Creo que a él tampoco le gusta decir adiós.

Entonces, miro a Tristan, que está sentado a mi lado. Esta vez ha elegido el asiento de al lado, no el de en frente, y su silla está todo lo cerca posible de la mía. Hay una sonrisa en sus labios pero yo me fijo en sus ojos, los cuales siempre son sinceros conmigo; sé como se siente, quizás porque nunca podrá engañarme o porque, en realidad, me siento de la misma manera que él.

-¿Quieres que salgamos fuera? -le pregunto, en un susurro, y los demás hacen como si no hubieran escuchado nada, continuando con su conversación.

Él me mira, creo que una parte de él quiere decir que no, alargar el momento que inevitablemente está a punto de llegar, pero también parece querer pasar un tiempo conmigo a solas así que, al final, acaba asintiendo con la cabeza.

Salimos fuera, por la puerta trasera del restaurante, y durante un rato ninguno dice nada. Tristan está fumando, apenas me mira, y yo necesito que lo haga aunque también lo temo; no creo estar preparada para sentir su mirada.

La luz de las farolas iluminan la noche y también iluminan su rostro, que luce tan perfecto como siempre.

Al final, no sé de donde reúno las fuerzas necesarias para comenzar a hablar.

-Necesito que me digas que estoy haciendo lo correcto al irme -le pido, acercándome a él.

Tristan tarda unos segundos en responder, segundos que parecen horas.

-Es lo correcto -dice, tras un suspiro -. Pero, que sea lo correcto, no quiere decir que no me esté rompiendo el corazón.

Lo peor es que, después de decir aquello, sonríe un poco, casi como para quitarle importancia a todo esto, para no hacerme sentir tan mal. Pero me siento horrible.

-También estoy rompiendo el mío -le aseguro, porque necesito que sepa que esto tampoco está siendo fácil para mi.

-Entonces, estás rompiendo el corazón de ambos al hacer esto y aún así, vas a hacerlo de todos modos.

Y tiene razón, quizás por eso tengo que quedarme callada, porque aún no tengo ni idea de si estoy eligiendo la opción correcta pero lo que si sé, sin ninguna duda, es que estoy eligiendo la más dolorosa.

-Nunca pretendí hacer esto -murmuro -. Nunca quise hacerte daño.

-Lo sé.

Después, lo miro:

-Pero sé que si me quedo, el daño será aún mayor -y es la verdad, y necesito que él lo entienda. Necesito que sepa que, si me estoy yendo, es porque de verdad le quiero... aunque no parezca tener sentido alguno.

Tristan vuelve a sonreír, tan solo un poco, demasiado triste.

-Estaría dispuesto a correr el riesgo, ¿sabes? -responde, alzando la vista y mirándome a los ojos; los suyos brillan, aunque tan solo puede ser consecuencia de las lagrimas que hay tras ellos.

Habla de manera rendida, como si ya hubiera aceptado la derrota pero, aún así, quisiera seguir luchando... aunque tan solo sea un poco más, por última vez.

De nuevo, el silencio nos envuelve y su cigarrillo se consume.

-Me has hecho muy feliz en este tiempo, Tristan -y no puedo permitir que todo lo que quiero que sepa muera en mi garganta -. Nunca creí que podría volver a disfrutar de la vida de este modo y tú me has hecho ver todo de manera distinta; me has hecho ver que aún hay cosas bonitas y que no todo está perdido -suelto un suspiro; quizás yo también he aceptado la derrota pero, de todos modos, le digo: -Me has devuelto a la vida, por muy exagerado que suene, así ha sido. 

Sin embargo, no parece agradecido por mis palabras, aunque tampoco puedo culparlo por ello. Entiendo que no quiera fingir que todo esto no le está doliendo.

-Entonces, ¿cual es el problema?

-El problema es que no puedo depender de ti para ser feliz... no puedo hacerte responsable de esta carga.

La expresión en su rostro no cambia, pero tampoco aparta la mirada de mi.

-No sería una carga para mi. Nos hacemos felices el uno al otro, Olivia... no veo que es lo que está mal en eso -pero quiero creer que si lo ve y creo que, al igual que yo, sabe que las cosas no deben ser así. Al menos, no del todo. 

Ahora yo doy un paso hacía él, me acerco, y sujeto su mano. Cuando entrelazo sus dedos con los míos, vuelvo a pensar en que debería quedarme pero, quizás por lo bien que se siente, es por lo que no debo hacerlo.

-Creo que tengo que aprender a ser feliz por mi misma.

-Olivia...

-Es la verdad, Tristan -digo -. Tengo que solucionar todas las cosas que hay dentro de mi y quizás tu debas hacer lo mismo. Creo que hemos vivido anclados en el pasado durante mucho tiempo y siento que, si me quedo aquí ahora, viviremos en éste durante el resto de nuestras vidas.

Se muerde el labio y creo que no quiere decir lo siguiente, pues prometió no volver a pedirme que me quedase pero supongo que no puede evitar soltar:

-Pero este es tu lugar.

Y suspiro; porque no solo este es mi lugar, sino que él también lo es.

-Sé que lo es. No hay otro sitio que ame más que este... pero, si me quedo, sería por ti.

Tristan no responde y me gustaría saber que es lo que está pensando ahora, pero no puedo. Así que, continúo hablando.

-Y puede que funcionase durante los primeros meses. De hecho, creo que iría genial, pero... ¿y si las cosas después no salen bien?

-¿Por qué sólo puedes pensar en todo lo que podría salir mal?

-Porque las cosas salen mal muchas veces, Tristan. Casi siempre -le recuerdo -. ¿Qué pasa si algún día te mueres?

Él se echa a reír y lo cierto es que me parece aliviador escuchar su risa, a pesar de que no hay ninguna broma en mis palabras.

-La verdad es que no tengo previsto morirme pronto, Olivia.

-Sabes a lo que me refiero -respondo, pero también estoy sonriendo un poco. Después, vuelvo a mirar sus ojos -. ¿Qué pasaría si algún día dejas de sentir lo mismo?

-Eso no va a pasar -asegura con rapidez.

-No lo sabes, Tristan. Y te digo lo que pasaría: me destrozaría, me dejaría totalmente rota y, entonces, estar aquí volvería a no tener ningún sentido.

Él da un paso hacia atrás, alejándose un poco más de mi y creo que ya lo echo de menos.

-Entonces, deja de decir que lo estás haciendo por mi -y esta vez hay cierta frialdad en su voz, aunque no parece enfadado -. Di que lo estás haciendo por ti, porque tienes miedo de todo; de lo que pueda salir bien y de lo que pueda salir mal. Simplemente... tienes miedo, y estás haciendo todo esto porque crees que vas a sufrir en un futuro y prefieres hacerlo ahora.

Y no quiero que tenga razón pero, quizás, si que la tiene un poco.

-Creo que lo estoy haciendo por los dos -aunque a estas alturas, ya no tengo nada claro -. Te quiero, Tristan. Te quiero tanto... pero no confío en mi. No confío en que algún día, quizás cuando mejor estemos, no vaya a arruinar todo... porque sé como soy.

-Yo también sé como eres.

-No, tú conoces a la Olivia de hace años... pero hay muy pocas cosas de ella en mi ahora. No me conoces del todo.

-¡Pues déjame hacerlo! Déjame que te conozca del todo y que, aún así, siga gustándome cada parte de ti.

La súplica que hay en su voz me destroza y daría lo que fuese por no estar provocando esto, por no tener que complicar todo siempre, pero supongo que así es como soy.

-En estos momentos, no soy buena.

Creo ver comprensión en su mirada, o quizás es que lo que deseo. Después, su mano roza mi mejilla, con suavidad, y junta su frente con la mía. Él ha cerrado los ojos y sus labios están apretados, quizás así para evitar derrumbarse o para no seguir suplicando por algo que ambos sabemos que no sucederá.

-Para mi siempre serás buena -musita y abre los ojos -. Pero, lo entiendo. Lo entiendo, Olivia -y no es consciente del alivio que siento al oírle decir eso, del peso que ha quitado de mis hombros.

Entierro mi rostro en su pecho y dejo que me abrace durante unos segundos, sabiendo que no encontraré nunca un lugar tan cálido y seguro como éste.

Cuando vuelvo a mirarlo, acuno su rostro con mi mano.

-Hubiera sido bonito si hubiese podido funcionar.

Y todavía con nuestras frentes chocándose, susurra:

-¿Sabes? Me gusta pensar que existe un futuro para nosotros, un futuro en el que simplemente podamos plantar flores juntos mientras escuchamos alguna canción.

Tengo que sonreír, a pesar de que también noto una rápida lágrima deslizarse por mi mejilla.

-Parece una vida bonita -murmuro, tan solo esperando que de verdad exista. Creo que nos lo merecemos, ¿no?

Y, durante un momento, cierro los ojos y creo que, al hacerlo, me estoy asomando a una especie de ventana, una en la que nos veo a Tristan y a mi, tal y como estamos ahora... sin embargo, tan solo hay felicidad en nuestros rostros. Yo le estoy diciendo que voy a quedarme y él sonríe tanto, tan feliz, que no puede evitar lanzarse hacia mi. Me besa, me abraza, me eleva por los aires y sigue besándome.

Después, volvemos al restaurante con los demás y seguimos con el resto de la cena, sabiendo que no sería la última, que ésta se repetiría al día siguiente y al otro y al otro...

Me veo trabajando en el restaurante.

Nos veo a Joe y a mi cocinando cada día; uniéndonos cada vez más.

Nos veo a Rita y a mi; ella me habla de su hija y yo le hablo de mis padres y, de esta manera, creo que conseguimos sanarnos un poco la una la otra.

Veo el verde campo donde Miles y yo paseamos en bicicleta, riendo a cada rato.

Me veo asistiendo a la boda de Anne junto a Tristan; él me dice que estoy preciosa y después disfrutamos del resto de la velada con los demás, tal y como hicimos esa noche en el bar.

Seguimos encontrándonos, formando de nuevo esa amistad que, en realidad, creo que nunca se perdió.

Y, sobre todo, está Tristan.

Comparto mis días con él, bailando las canciones que reproducimos en la radio.

Nos veo meses después, en verano, él poniendo una flor en mi cabeza mientras el sol le da directamente en el rostro.

Nos veo años más tardes, viviendo en la misma casa donde mis padres lo hicieron, igual de enamorados que ellos una vez estuvieron.

Veo el jardín lleno de flores que Tristan ha plantado y a un niño correr por éstos.

Nos veo más mayores, más cansados, el paso del tiempo ha arrugado nuestros rostros, pero él sigue mirándome de la misma forma que siempre.

Entonces, cierro esa ventana y vuelvo a la realidad, al presente. Me pregunto si esa es a la vida a la que estoy renunciando al marcharme.

Y tan solo espero que, después de hacer esto, todo sea para mejor.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro