22
Anne ni si quiera parece sorprendida cuando termino de hablar.
-¿Por qué parece que te lo esperabas?
-Pues porque me lo esperaba, Olivia -responde y veo que está sonriendo -. Quiero decir, creo que era cuestión de tiempo. Estaba claro que tú y Tristan volveríais a estar juntos.
-No estamos juntos, Anne. Tan solo nos hemos besado.
-Bueno, sí... pero tú quieres besarle otra vez, ¿verdad? -No soy capaz de responderla. Quizás porque desde que ocurrió, no he podido pensar en otra cosa que no sea Tristan y sus labios.
Ella se echa reír ante mi silencio.
-Ni si quiera sé por qué te cuento todo esto.
-Porque soy tu mejor amiga -asegura, sin ningún tipo de duda. Y quizás unas semanas atrás hubiera pensado que eso no era cierto, que yo no tenía ninguna amiga. Pero ahora, mirando a Anne, recordando la manera en la que nos hemos reído hace un rato, como he corrido a contarle lo ocurrido con Tristan, como he estado deseando escuchar su consejo y simplemente sentir su apoyo, me doy cuenta de que no es cierto.
-Sí, tienes razón -respondo al final, siendo totalmente sincera, y veo como su mirada se ha iluminado un poco, quizás no esperando esa respuesta.
Hemos ido a tomar un café a la cafetería que visitábamos de adolescentes, cuando salíamos del instituto y tan solo queríamos alargar más el tiempo juntas. Y está prácticamente igual. Resultaba curioso como las cosas cambiaban tan poco en este pequeño pueblo.
Hablamos un poco de todo; de su boda y los preparativos que la tienen loca, de la tienda, de Tristan y de mis planes, los cuales aún sigo sin tener muy claros.
-A mi me gustaría que te quedaras aquí -dice, y no es la primera vez que lo hace.
-No es tan sencillo, Anne.
-¿Por qué no? Me dijiste que te habían echado del trabajo y aquí tienes tu casa. No tienes por qué venderla. Además, encontrarías otro empleo rápido... aquí todo el mundo de te conoce.
Tiene razón. Sé que la tiene. Y quiero quedarme. Hacía semanas que no pensaba en mi vida en la ciudad, tan solo en mi tía, y lo cierto es que ni si quiera echaba de menos nada de lo que tenía allí. Sentía como si mi vida estuviera aquí, en este pueblo, con toda esta gente.
Pero, quizás me estoy equivocando. Quizás tan solo estoy cometiendo un terrible error porque, una vez más, sigo viviendo de los recuerdos del pasado.
-Bueno, tampoco quiero agobiarte con esto. Tienes tiempo de sobra para decidir y sea la decisión que sea, espero que podamos seguir siendo como ahora. No me gustaría que te fueras y volvieras a desaparecer.
Siento un ligero golpe en el pecho, sintiendo un gran arrepentimiento.
-No va a volver a ocurrir.
-¿Lo prometes? -Pregunta, con los ojos entrecerrados y no puedo evitar sonreír.
-Te lo prometo.
De camino a casa, pienso en ir a ver a Tristan. Le he visto a medio día con los demás, cuando he ido al restaurante a comer, pero lo cierto es que me apetece estar un rato a solas con él. Me pregunto si vendrá a verme esta noche, pues aunque no lo ha dicho, se ha despedido diciéndome que luego nos veríamos. Y entonces vuelvo a pensar en el beso y en si volverá a repetirse, si él desea tanto como yo o, por el contrario, se arrepiente de que haya ocurrido. Creo que eso me destrozaría.
Estoy cerca de cruzar el puente cuando alguien aparece por el lado izquierdo de la calle y veo como esa figura comienza a acercarse a mi. Le reconozco enseguida.
Marc.
Me pongo tensa enseguida. Hablar con él es lo último que me apetece hacer, mucho menos después de lo que hizo aquel día en el que me abrazó en frente de Tristan, pero sé que es inevitable pues él parece convencido en alcanzarme. Miro a mi alrededor, viendo a ver si alguien se encuentra cerca, pero esta parte del pueblo siempre suele estar bastante desierta. Y no es que me de miedo Marc, pero tampoco me gusta estar cerca de él.
-Sigues por aquí -dice una vez que se encuentra cerca -. Me dijiste que no te quedarías mucho tiempo.
Parece como si me lo estuviera reprochando y estoy a punto de decirle que tampoco le debo ninguna explicación, pero decido no hacerlo, quizás porque aún sigo estando sola con él. Al fin y al cabo, sé como se lo hizo pasar a Tristan. Sé que no es buena persona.
-Bueno, hubo un cambio de planes.
Él sonríe, pero no es una sonrisa bonita.
-Ya he visto que has estado con Tristan. Parecéis llevaros muy bien de nuevo. - Sabía que iba a mencionarle y, cuando lo hace, siento que vuelvo a ponerme tensa. No respondo enseguida pues no tengo nada que decir y ante mi silencio él vuelve a hablar -. No pensé que volverías a hablar con él después de lo que te hizo. Al parecer, perdonas muy pronto.
-Tú me mentiste -solté entonces, notando como comenzaba a enfadarme cada vez más-. Dijiste que se fue con otra chica y era mentira. Me hiciste creer algo que nunca fue verdad y después de todo lo que sucedió, nunca se te ocurrió decirme lo que pasó con él. Dejaste que creyese algo que no era durante años.
Quizás hay muchos culpables en lo que ocurrió entre Tristan y yo. Quizás tanto él como yo lo somos, por resignarnos tan rápido, por no haber luchado más. Pero ahora sé que Marc es uno de los principales causantes y no puedo evitar odiarle por ello. Ni si quiera soporto ver su cara y mucho menos tenerle tan cerca de mi.
-¿Ahora soy yo el malo de la historia? Ese loco casi mata a mi padre.
Me quedo en silencio y él me mira fijamente, como si estuviera tratando de leer mis pensamientos. Y parece conseguirlo porque entonces, dice:
-No ves mal lo que hizo, ¿no?
-Yo no he dicho eso -respondo, sin apartar la mirada. No quiero que vea que su presencia me incomoda, pero lo cierto es que estoy deseando salir de aquí.
-No, pero lo noto. Para ti, él no hizo nada malo.
-Tu padre nunca hizo nada bueno tampoco. Eso es lo que yo sé.
Él se acerca entonces y yo doy un paso hacía atrás, aún sin dejar de mirarle. Noto como el corazón me late demasiado deprisa y me pregunto que va a salir de todo esto.
-Lo único en lo que se equivocó fue en haberle acogido en nuestra casa desde el principio.
-Y lo único malo que hizo Tristan fue no haber destrozado la cara de tu padre mucho antes -suelto entonces y me sorprendo de lo que acabo de decir. Ni si quiera lo he pensado, pero ahora que lo he dejado salir, sé que no me arrepiento.
Y sé que a Marc también le ha sorprendido y, al mismo tiempo, enfadado mis palabras. Me está mirando de una manera dura, como si fuese capaz de asesinarme con la mirada.
Vuelve a dar un paso hacía mi y yo doy otro hacía atrás.
-Creo que me equivoqué contigo. Siempre pensé que eras alguien que merecía la pena pero ahora me doy cuenta de que no. Eres igual que él... es asqueroso.
No sé de donde saco la valentía para decir;
-Bueno, yo nunca me equivoqué con vosotros. Siempre supe que eráis dos personas horribles. Y sí, Marc, me alegro de lo que Tristan le hizo al cabrón de tu padre. Ojalá haber estado presente para haberlo visto con mis propios ojos.
Y tras eso, todo pasa muy rápido. Tan solo un segundo después, el ha sujetado con fuerza mi brazo, clavando sus dedos en mi piel con tanta presión que siento un intenso dolor. Sus ojos están muy abiertos mientas me mira y su rostro está tan cerca del mío que me horroriza.
-¿Qué estás haciendo? -le pregunto, tratando de alejarme pero él sigue sin soltarme.-Para ya, Marc. Me estás haciendo daño
-¿Y tú no me has hecho daño a mi con tus palabras?
-Tan solo te he dicho la verdad.
Sonrió un poco, pero con maldad.
-Siempre entendí el por qué nadie aquí quería a tus padres; eran tan raros, viviendo en esa casa alejada de todos, siempre con su escandalosa música y con esa ropa tan extravagante. Y me pregunto que pensarán de ti al verte ahora, al ver que estás tan... destruida. Mirarte da lastima, Olivia. Eres ese tipo de persona en el que nadie querría convertirse.
Quise que no me afectaran sus palabras. No debería importarme lo que pensara sobre mi alguien como Marc, alguien que me importaba tan poco, pero me dolieron. Quizás porque yo misma había pensado todo eso antes.
Vuelvo a tirar de mi brazo y esta vez él me suelta, satisfecho, como si por fin hubiera logrado su objetivo.
-No vuelvas a hablar de mis padres.
-Tan solo te he dicho la verdad.
Lo peor es que siento que tiene razón y sé que tengo que irme rápido de aquí o me echaré a llorar. Y llorar delante de Marc sería lo último que haría.
-No te acerques a mi nunca más -logro musitar, pero mi voz suena tan débil que más que una amenaza parece una súplica de niña pequeña.
Cuando comienzo a andar, temo que él vaya a venir detrás, pero no lo hace.
Y cuando llego a casa, veo a Tristan en la puerta, lo que hace que todo sea aun peor. Su ceño se frunce al verme y se acerca a mi, sin quitarme la mirada.
-¿Qué te pasa? -pregunta y una vez más, odio que me conozca tan bien; porque él es la única persona en el mundo que es capaz de saber que algo está mal con tan solo mirarme. Con él no sirve de nada tratar de disimular.
-¿Por qué me preguntas eso?
- Siempre he sabido cuando te pasa algo
Tiene razón y no sé por qué eso me pone tan triste.
-¿Puedo preguntarte una cosa? -suelto de repente, lo que parece sorprenderle.
-Lo que quieras -responde, como si estuviera dispuesto a concederme cualquier cosa que le pidiera.
-¿Qué pensaste cuando me viste de nuevo? -No entiendo la razón por la que mi corazón ha comenzado a latir tan rápido, al igual que tampoco logro comprender el por que le estoy preguntando todo esto. -Ahora, cuando me ves, ¿qué es lo que piensas de mi? ¿Qué clase de chica ves?
Tristan parece más confundido que nunca; sigue con la frente arrugada y sin quitarme los ojos de encima.
-¿Por qué me preguntas esto, Olivia?
-¿Piensas que soy alguien que merece la pena? -insisto, ignorando su pregunta. -¿Te estás portando tan bien conmigo tan solo porque te doy lastima?
-No sé por qué estás diciendo todo esto.
Ni yo misma lo sé y entonces me doy cuenta de que no quiero saber ninguna de sus respuestas.
-Déjalo -musito, dándome media vuelta para así entrar en casa. Supongo que él me seguirá y deseo que lo haga pero, por otra parte, también me gustaría estar sola. Quizás para así hacerme más daño con mis pensamientos.
Y justo en ese momento escucho la voz de Tristan, hablar a mis espaldas.
-Cuando te miro, tan solo sé que nunca quiero dejar de hacerlo. Te miro y en un primer momento pienso que eres la persona más preciosa que he visto nunca, pero después, cuando te sigo mirando, veo todo lo demás, todas las cosas buenas que hay en ti, y entonces me doy cuenta de que nunca conoceré a alguien como tú -suelta y su voz suena firme mientras me sigue mirando. -Estoy contigo, no porque me des lástima, sino porque lo necesito, Olivia. Porque yo soy el que daría lástima si te fueses. Puedes creer que yo soy el que, de algún modo, te está ayudando... pero lo cierto es que tú eres la que me está ayudando a mi. No sé como lo haces, pero siempre apareces para salvarme. Y desde que has vuelto, has mejorado todo.
Durante un momento, apenas puedo respirar. Tan solo soy capaz de mirarlo y centrarme en sus ojos, en la sinceridad que veo tras éstos.
-Tristan...
-Cuando te vi por primera vez me enfadé muchísimo; porque te vi tan triste que tan solo pude enfurecerme con el mundo por haberte hecho pasar por todo esto. No vi a alguien que diera lástima, Olivia, vi a una persona fuerte que ha tenido que superar cosas que no merecía. Y aún ahora, cuando te sigo mirando, tan solo puedo pensar en lo mucho que te admiro.
Nadie nunca me había dicho algo tan bonito y no creo que nadie nunca vuelva a hacerlo. Y llevo mucho tiempo sin escuchar cosas tan bonitas, supongo que por eso me cuesta tanto reaccionar.
-No creo que debas admirarme.
-Voy a seguir haciéndolo quieras o no.
-Pero soy un desastre, Tristan.
-No para mi -responde, dando un paso hacia mi. Está cerca, no lo suficiente como para tocarme, pero si como para hacerme sentir menos sola. -¿Qué ha pasado, Olivia? Sabes que puedes contarme cualquier cosa.
Su voz suena dulce y amable, llena de preocupación y aunque en un principio me quedo callada, no queriendo contarle lo ocurrido, al final acabo haciéndolo.
-Me he encontrado con Marc al venir aquí -su rostro cambia de repente y puedo ver cierta ira en éste.
-¿Te ha hecho algo? -pregunta, con la mandíbula apretada y yo niego con la cabeza pero entonces, de manera inconsciente, mi mirada se va hacia mi brazo donde aún queda el rastro de sus dedos. Entonces, parece aún más enfadado. -¿Te ha hecho él esto?
Tristan parece estar a punto de perder el control; los orificios de su nariz están abiertos y hay tanto fuego en su mirada que parece ser capaz de incendiar todo.
-No ha pasado nada, Tristan -respondo con rapidez pero él sigue sin calmarse -. Me ha dicho algunas cosas. Nada más.
-¿Qué es lo que te ha dicho?
-Tonterías.
-¿Qué te ha dicho, Olivia? -insiste y sé que no dejara de hacerlo hasta que se le cuente.
Así que lo hago pero, al hacerlo, me arrepiento de haberlo hecho pues Tristan no se tranquiliza sino que luce cada vez más y más enfadado. -
-Nada de lo que te ha dicho es verdad -dice, mirándome muy serio, casi como si le enfadara más el hecho de que yo pudiera creer todo aquello -. Lo sabes, ¿verdad?
Pero no contesto, quizás porque no lo tengo tan claro.
-Olivia, no es verdad -repite y esta vez se acerca aún más a mi y coge mi rostro con sus dos grandes manos, obligándome así a mirarle también.
-No me importa lo que Marc diga sobre mi -y sé que es verdad pero también se que me han dolido sus palabras, lo que no parecía tener sentido alguno -. Pero no sé por qué me ha afectado tanto.
Tristan me mira durante unos instantes, aún sin soltándome, y al tenerle tan cerca noto cierta oscuridad en su mirada; su cuerpo parece más tenso que nunca y aún sigue apretando su mandíbula.
Entonces, me suelta.
-Quédate aquí -me dice y comienza a caminar. Avanza tan rápido que tengo que correr detrás de él para alcanzarle.
-¿Donde vas? -le pregunto, pero él no parece escucharme -. Tristan, ¿qué vas a hacer?
-No va a volver a acercarse a ti -responde, pero sigue sin mirarme, sigue sin parar y siento que no va a parar hasta que lo cumpla.
-No lo hagas -y no sé como consigo ponerme delante de él, pero lo logro y él entonces no tiene más remedio que pararse.
-Olivia, te ha hecho daño. Te ha dicho cosas horribles y tu maldito brazo está rojo -suelta, apretando los dientes -. Voy a destrozar su cara de la misma forma que destrocé la de su padre.
Un escalofrío recorre todo mi cuerpo y noto como, durante un momento, el miedo me paraliza; no por lo que pueda hacerle a Marc, sino por lo que pueda pasarle a él.
-No vuelvas a arruinarte la vida por sus culpas, Tristan. Y tampoco lo hagas por mi -le pido, casi en un murmuro -. Tan solo quédate conmigo ahora. Por favor.
De un momento a otro, su cuerpo se relaja. Aún sigue respirando con cierta fuerza y sigue manteniendo esa tensión en su rostro pero según me va mirando veo como sus ojos van suavizándose; siguen ahí el fuego tras ellos pero parece que, lo que sea que aún siente por mi, es mucho mayor que éste pues suelta un suspiro cansado.
-Si vuelve a acercarse a ti...
-No necesito que me defiendas, Tristan -le corto pero lo cierto es que no puedo evitar sonreír un poco porque, al fin y al cabo, su preocupación por mi me hace sentir bien.
-Sé que no lo necesitas pero lo haré de todas formas.
Entrelazo sus dedos con los míos y es un gesto que me sale tan natural que ni si quiera me paro a pensar en ello. Sujetar su mano seguía siendo una de las mejores sensaciones del mundo.
-Vamos dentro -musito y ambos comenzamos a caminar de nuevo hacía la entrada de mi casa.
Es entonces, cuando le escucho decir:
-Mereces la pena. Todo lo que tenga que ver contigo siempre merecerá la pena.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro