10
Voy al pub de Ross esta noche tan solo porque puede que esta sea la última vez que vea a todos. No tengo pensado despedirme, no lo hice la primera vez tampoco, pero sin embargo, me apetece verlos aunque tan solo sea para mirarlos una última vez, tratar así de memorizar sus rostros para que cuando esté sola en la ciudad y los años hayan pasado, pueda recordar que en un pequeño pueblo tuve a un grupo de gente que llegaron a quererme y yo a ellos.
Ross está haciendo reír a los demás mientras retrasa el momento de meterse en la cocina, pero el local cada vez está más lleno y todos sabemos que es cuestión de tiempo que desaparezca. Anne y Esther comen las patatas que hay en la mesa y Lara discute con Ross acerca de que esa broma no es graciosa a pesar de que tiene una sonrisa en sus labios. Yo simplemente los miro y pienso que esta escena bien podría haber sucedido cinco años atrás, los cuatro recién salidos de clase, yendo a la cafetería más cercana para comer. Seguían teniendo la misma relación, esa conexión. En cierto modo seguían siendo los mismos de siempre, yo era la que no encajaba ahora.
-Lo único que estoy diciendo es que no estaría para nada mal una boda en la que se pudiera ir en chándal -insistió Ross.
-No vas a venir a mi boda en chándal -le advirtió Anne, apuntándole con una patata.
-Pero si nunca llevas chándal -le recuerda Lara.
-Pero, tan solo pensad en lo que sería una boda en la que todo el mundo llevase chándal -continúa él y al final no puedo evitar sonreír porque a pesar de que su barba haya crecido y sus facciones sean ahora más duras, parecía seguir teniendo dieciocho años.
-Sería original -apoya Esther, tan solo porque es Ross, porque siempre le apoyaría. Me pregunto si han tenido algo en estos años. Siempre se han gustado.
Es entonces cuando Lara me pregunta si he elegido ya el color del vestido que voy a llevar y no puedo decirle que ni si quiera tengo pensado ir. Por suerte, una camarera viene a traernos más bebidas y me libra de responder.
Trato de hablar de algo, de crear un tema de conversación pero siento que no tengo nada de que hablar, tan solo del pasado. Nuestras vidas son tan distintas ahora que creo que nada de lo que les diga les interesará; no conocen a las personas que forman parte ahora de mi vida, tampoco mi trabajo, ni entenderían de la misma forma cualquier anécdota o hecho que me ha ocurrido. Lo único que teníamos ahora en común son los años que habíamos compartido juntos y lo cierto es que tampoco me apetecía estar aquí y rememorar todos éstos.
-No sabía que habían puesto un nuevo restaurante... cerca de la Iglesia, un poco a las afueras -comento.
Si saben que es el mismo restaurante donde Tristan trabaja, no lo dicen.
-Hay muchas cosas nuevas, Olivia. No me puedo creer que hayan pasado cinco años desde la última vez que estuviste aquí -responde -Anne.
-Tampoco hay tantas cosas nuevas, no exageres. Ya sabes que este pueblo no destaca demasiado por sus novedades -añade Lara.
-También han puesto un gimnasio -dice Ross, emocionado -. Lo han puesto en el lugar donde antes estaba la librería, esa del señor Hathrone.
De pronto siento mi cuerpo congelado.
-¿Ya no está la librería? -pregunto, y en mi mente comienzan a reproducirse imágenes del lugar; sus estanterías llenas de libros, el amable rostro de su dueño, la escalera de caracol que llevaba a la segunda planta, el gato negro que siempre rondaba por allí o el lugar donde vi a Tristan robando aquel libro.
-No -responde, sin tener ni idea de lo que esa información me está haciendo sentir -. El hombre murió poco después de que te fueras y su familia no quiso hacerse cargo así que simplemente la vendieron.
La tristeza comienza a ahogarme. Siento pena por el señor Hathorne que siempre me recomendaba libros y también siento pena por Tristan y por mi, por nuestra versión más joven, porque de cierta forma siento que han borrado una parte de nosotros, de nuestra historia. Una historia que, aunque ya no tenía sentido alguno, seguía doliendo.
-¿Olivia, estás bien? -me pregunta Anne. Los tres me están mirando ahora.
-Sí -miento e intento sonreír.
-Te he preguntado que si quieres una hamburguesa. Dice Ross que invita él.
-Claro -musito, aunque no me apetece para nada.
La noche va pasando y las cuatro nos quedamos solas.Ellas hablan de todo tipo de temas y yo tan solo estoy pensando en como irme a casa de una vez por todas sin parecer demasiado desesperada por hacerlo. Aún tengo que hacer las maletas.
Unos minutos después, noto como la mirada de Anne se desvía un momento a la puerta y veo el cambio en su expresión. Cuando dirijo mi atención hacía aquello que ella está mirando, veo a Tristan que acaba de entrar al local acompañado de un chico que no conozco. Ambos están sonriendo mientras hablan de algo que no llego a escuchar pero no me hace falta hacerlo porque tan solo puedo observar su sonrisa, su sonrisa verdadera, esa que hace que sienta un ligero golpe en el pecho. Está tan guapo y su sonrisa es tan bonita en estos momentos que tengo que apartar la vista.
Noto la mirada de Anne puesta en mi, preocupada. Sus ojos parecen preguntarme si estoy bien y yo tan solo asiento y sonrió porque aunque desee salir corriendo, no quiero mostrarme débil. T
-Voy un momento al baño -le digo y antes de que pueda responder, ya me he levantado. Una vez que estoy dentro del aseo, me siento encima de la tapa del váter y comienzo a buscar una excusa para irme de una vez por todas. Tan solo debería salir y decirles a las chicas que me iba, ¿qué importaba lo que pensaran de mi a estas alturas? Pero al mismo tiempo, también deseaba que esta noche durara un poco más, que hubiera podido disfrutar un poco más de ellas. Pero ahora, con Tristan aquí, sé que debo irme.
Justo cuando estoy dirigiéndome a la mesa, un cuerpo choca conmigo.
-No dejamos de chocarnos -comenta Marc y lo único que puedo hacer yo es lamentar mi mala suerte -. Creí que te habrías ido ya.
-Hubo un cambio de planes... pero esta es mi última noche. Esta vez sí.
-Vaya, es una pena -dice, como si realmente le importase. Noto un ligero olor a alcohol. Lo cierto es que Marc no ha cambiado demasiado; su pelo rubio sigue igual de corto que siempre y sus saltones ojos azules también, al igual que sus dientes, que siguen algo torcidos. Y tampoco ha cambiado el desprecio que sigo sintiendo hacía él. -Apenas hemos podido hablar.
-¿Y de qué quieres hablar?
-De lo que sea -, responde. Estando delante de él, tan solo puedo pensar en lo que pasó cinco años atrás, cuando me dijo aquello que rompió mi corazón. Recuerdo también como él pareció disfrutar. Marc fue de las últimas personas con las que hablé antes de irme de Valenia y lo que me dijo fue lo que hizo que tomara la decisión de marcharme. -Fuimos cuñados, Olivia y lo cierto es que siempre me has caído muy bien. Me gustabas.
No sé con que intención me dice esto pero no consigue halagarme. Tan solo me quedo mirándole con la misma desconfianza de siempre.
-Voy a volver a mi mesa. Me están esperando. -digo, pero antes de que pueda dar un paso más, noto como Marc comienza a estrecharme entre sus brazos, abrazándome. Durante un instante me quedo inmóvil, sin saber como reaccionar. Lo único que quiero es alejarme de él, que no me toque, pero él me sigue abrazando.
-Espero volver a verte pronto por aquí -dice y por fin se separa de mi y al mirarle, noto una extraña expresión en su rostro; una mezcla de malicia y al mismo tiempo satisfacción. La misma que alguien tendría cuando se ha salido con la suya.
Es entonces, cuando sucede. Porque de pronto, noto un par de ojos clavados en mi y al alzar mi mirada veo a Tristan mirándome más serio que nunca. En cuanto nuestros ojos se encuentran, él da media vuelta y desaparece.
Vuelvo a mirar a Marc y veo como sigue sonriendo y ahora lo entiendo, entiendo aquel abrazo, entiendo por qué ha decidido acercarse a mi y hablarme. Él sabía que Tristan estaba aquí, él sabía que estaba mirándonos. Lo tenía todo planeado.
-Vete a la mierda, Marc -escupo y le empujo -. Joder, sigues siendo un cabrón.
La rabia comienza a arder en mi y el rostro de Tristan no desaparece de mi mente. Sé como ha de sentirse, sé la traición que debe sentir. Y no lo soporto, no soporto que piense que yo he podido hacerle algo así. Así que salgo detrás de él, sin saber por qué, pero lo hago de todas formas. Porque tengo que explicárselo, porque tengo que hacerle saber que a pesar de todo, yo nunca le haría eso, que nunca trataría de hacerle daño de esa forma. Sé que no debería importarme, que probablemente él merezca sentir el mismo nivel de traición y dolor que una vez yo sentí, pero no puedo permitirlo, no puedo permitir que él piense así de mi.
Lo veo caminando hacia el aparcamiento para coger su coche y yo corro más rápido para así alcanzarle antes de que sea demasiado tarde.
-No es lo que parece. -digo en cuanto estoy cerca de él. Tristan aún sigue de espaldas pero al oírme se ha quedado parado, con las llaves de su coche aún en la mano-. Lo que acabas de ver no es lo que crees.
Se da la vuelta y siento el dolor que sus ojos transmiten.
-Olivia, no tienes que darme explicaciones...
-Lo sé -respondo -pero yo no quería abrazarle. Ha sido él quien lo ha hecho.
Noto como aprieta la mandíbula. Sé que me cree, sé que él sabe que Marc es capaz de aquello pero aún así no desaparece la tristeza en él. Durante un instante siento la tentación de acercarme, cogerle de ambas parte de su cara y juntar nuestras frentes para luego darle un suave beso en los labios. Eso lo hubiera hecho unos años atrás, lo habría hecho con tanta naturalidad y él lo habría aceptado con tanto gusto, devolviéndome el beso... pero ahora ya no podía hacerlo.
-Tan solo quería... necesitaba que supieras que yo nunca te haría algo así. Nunca.
El silencio nos envuelve y lo único que hacemos es mirarnos el uno al otro.
-Tampoco podría reprochártelo si lo hicieras -murmura y noto cierta amargura en su voz.
-No, no podrías -le hago saber -, pero yo trato de no hacer daño a las personas que una vez quise.
Mi voz no suena resentida ni vengativa pero sé que él lo ha tomado de esa forma porque su mirada va ahora hacía el suelo, avergonzado.
-Aunque no te lo creas, Olivia, yo intento lo mismo.
Durante un instante, estoy a punto de echarme a reír pero no lo hago, al igual que tampoco le digo que es un mentiroso ya que probablemente ésta sea la última vez que vaya a verle y lo único que puedo hacer es mirarle y pensar en como podrían haber sido las cosas si todo hubiera sucedido de otra forma, si una cosa hubiera sido distinta. Porque él y yo tendríamos que estar juntos ahora, tendríamos que sonreírnos el uno al otro y no mirarnos con esta tristeza que solo dos personas que ya no están juntas sienten. Porque él y yo ahora tendríamos que estar tocándonos, sintiendo como nuestros cuerpos se fusionan en uno solo, y en su lugar, hay tanta distancia entre nosotros que pareciese como si el cuerpo del otro quemara, como si tuviéramos miedo a salir ardiendo con tan solo una caricia. Todo tendría que ser de otra forma.
Me alejo de él antes de decir algo más porque soy consciente de que lo más probable es que cualquier cosa que salga de mis labios sea hiriente, y no quiero herirle ahora. Y mientras me dirijo de nuevo al pub, lo único en lo que pienso es en que no puedo creer que ya no vuelva a verle más. Había estado cinco años sin él, creyendo que no lo quería, que no sentía nada más por él, que no lo necesitaba en mi vida. Y puede que no lo necesitara, pero sin embargo, el seguir con mis días sin él, ahora que había vuelto a tener cerca, se me hacía demasiado difícil. Me sentía estúpida por ello, por estos sentimientos.
Cuando vuelvo a la mesa, tan solo está Anne . Lara se ha puesto a hablar con un grupo de chicas al fondo y Esther se ha metido en la cocina con Ross. Noto la mirada de mi amiga puesta en mi, sin abandonarme.
-Olivia, ¿estás bien? He visto a Tristan salir y luego has ido tú y...
Con tan solo escuchar su nombre, siento ganas de llorar.
No puedo evitarlo. Me derrumbo.
-Ay, mi niña. -me consuela Anne, qua ya está abrazándome y entonces se levanta y vamos juntas al baño. El ruido de la música desaparece -¿Qué ha pasado?
-Soy una estúpida. -digo mientras trato de no seguir derramando lágrimas pero éstas salen con demasiada facilidad. -¿Por qué no le olvido? ¿Por qué sigo llorando por él?
-Porque os quisisteis mucho, Olivia y pasaron cosas horribles... no tiene que ser fácil.
-Yo le quise, Anne, pero él a mi no. Si él me hubiera querido aún seguiríamos juntos.
Ella sigue abrazándome, tratando de consolarme y siento que estoy llorando todo lo que no he llorado en estos años, todo lo que he estado reteniendo. Y quizás, en el fondo, también estoy llorando porque puede que ésta sea la última noche en este pueblo, porque ni si quiera he podido abrazar a Tristan, porque siento que he comenzado a olvidar la voz de mi madre o porque nunca pude decirle te quiero de vuelta a mi padre.
A continuación todo sucede muy rápido; Anne y yo volvemos a nuestra mesa y entonces las copas comienzan a aparecer y yo voy bebiendo una tras otra, tratando de olvidar, tratando de que todos los recuerdos que tanto daño me hacen desaparezcan. Veo a mis padres, veo a Tristan, me veo a mi misma más joven, mucho más feliz, una felicidad que ya nunca lograré alcanzar y sigo bebiendo y bebiendo hasta que en mi cabeza todo se vuelve borroso. Escucho como Anne me pide que deje ya de beber pero no le hago caso.
Rápido me doy cuenta de que estoy borracha. Hacía ya mucho tiempo que no bebía tanta cantidad de alcohol; después de lo de mis padres, después de lo de Tristan, cuando me fui a vivir a la ciudad hubo una temporada en la que cada fin de semana bebía hasta este punto, hasta casi perder el conocimiento. Pero no duró demasiado, mi tía me ayudó. Y ahora me siento exactamente igual que en esos años, como si no hubiera avanzado nada... porque quizás no lo he hecho para nada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro