El Intercambio (Final)
Un Fanfic de The Loud House
"Entre Lágrimas y Risas"
Capítulo Final: "El Intercambio"
—¿Acaso creyeron que podían engañarme? —Preguntó la señora Whiteheart de manera intimidante, haciéndoles creer a las chicas que sus días en libertad estaban contados y que tras descubrir sus identidades, esta no dudaría en llamar a la policía. No obstante, para buena fortuna de las chicas, la mujer cambió su semblante de forma repentina, cómo si se tratara de una persona completamente diferente, para ahora mostrarse sumamente gentil y entusiasta—. ¡Tina! ¡Sherry! ¿Pensaron que no me daría cuenta de sus nuevos cortes de cabello? Les quedaron fabulosos. Pero hablando enserio... ¿Qué no se supone que estarían de vacaciones esta semana? Bueno, eso no importa. ¡No se queden ahí paradas! ¡Pasen a la sala! Bueno... A lo que quedó de ella. —La mujer dejó salir una discreta carcajada, mientras conducía a Lori y a Leni hacia el interior de la casa—. Verán, nos estamos mudando y...
—¡Oh no! Esto está mal. Las está llevando dentro... —Dijo Lincoln, preocupado, alcanzando a observar a través de los binoculares las acciones de la mujer. Sin embargo, este alcanzó a vislumbrar el ademan que Lori estaba haciendo con su mano izquierda, la cual mantuvo oculta tras colocarla por detrás de su espalda fuera de la vista de la señora Whiteheart, indicándoles a Lincoln y a Luan que esa era la oportunidad perfecta para que su hermana pudiera entrar a la casa sin ser detectada, mientras ellas se hacían cargo de ejecutar la oportuna distracción—. ¡Esa es la señal! ¡Es ahora o nunca, Luan! Debes darte prisa y encontrar a Maggie antes de que su madre descubra a Lori y a Leni.
—Cuenta con ello. —Concluyó Luan, dando un solo salto para bajar del árbol, cruzar la calle a toda velocidad y dirigirse hacia la entrada de la casa, la cual para su fortuna aún permanecía abierta. Tras asomar la cabeza de manera prudente, Luan escuchó las voces de la dueña de la casa, quien a juzgar por su extravagante forma de expresarse y de reírse, parecía haberse entendido a la perfección con Lori y con Leni, o al menos con sus falsas caracterizaciones.
Una vez asegurándose de que las tres se encontraran fuera de su alcance, Luan accedió y se coló en el interior del domicilio, para enseguida doblar hacia su derecha y toparse de frente con las escaleras que daban hacia la planta alta. Al ascender por medio de ellas, Luan se adentró en un corredor mediano, sobre el cual se podían contemplar varias puertas ubicadas a los costados. En contraparte, Luan sabía exactamente hacia cual dirigirse, siendo esta la que se encontraba más al fondo. Por breves instantes que parecieron una eternidad, Luan prefirió intentar abrir la puerta en vez de llamar, por temor a que el ruido pudiera llegar hasta la planta baja, considerando que al no haber presencia de muebles, el eco se había intensificado el doble. Por lo tanto, al girar la perilla y empujar la puerta con suma precaución y a la vez extremo cuidado de no hacer el más mínimo ruido que pudiera alertar a la señora Whiteheart; Luan se encontró con una habitación semi vacía, pintada de tonos violetas y decorada con frases deprimentes, e incluso agresivas escritas con un plumón negro sobre las paredes. En el centro de la misma, se podía hallar una cama individual sin sabanas y en el centro, por encima de ella, recostada de lado, la chica por la cual Luan había quebrantado su propio código moral de jamás irrumpir en una casa ajena sin el permiso del propietario, sollozando en silencio, escuchando música por medio de un par de auriculares conectados a su teléfono celular.
—¿Maggie? —Cerró la puerta tras de sí—. ¿Puedes oírme? ¡Maggie...! —Se aproximó hacia ella, colocando su mano izquierda sobre su brazo.
Justo al momento del contacto, Maggie se dio la vuelta y gritó, sobresaltada. En consecuencia, rodó hasta caerse por el borde de la cama.
—¿Luan? —Se incorporó rápidamente, asombrada y al mismo tiempo, confundida, tras darse cuenta de quién era la persona que se encontraba acompañándola dentro de sus propios aposentos. No importándole el dolor que su cadera lastimada le ocasionaba después de tan duro golpe—. ¿Pero cómo...? ¿Qué estás haciendo aquí?
—¿No lo ves, tontuela? Estoy aquí para mudar esa tristeza de aquí. —Un pequeño ataque de risa provocada por su propio chiste no se hizo esperar—. ¿Entiendes? ¿Entiendes?
—¡No! ¡No lo entiendo!
—¡Hay, es muy fácil! Verás, teniendo en cuenta que te estás mudando, yo...
—¡No me refería a eso! —Exclamó con enajenación, frunciendo su ceño y cruzándose de brazos—. ¡Lo que no logro entender, es por qué tuviste que venir a mi casa! Ya escuchaste a mi madre... Sabes que eso solo nos traerá problemas.
—Lo hice porque te extrañaba. ¿Acaso es un crimen? Además, esa fue una pregunta retórica. Ya que aquello que aún no logro entender, es la razón por la cual tuviste que ocultarme el hecho de que te estabas mudando. ¿Lo supiste desde el principio, cierto? Desde antes de nuestra primera cita...
—Así es... —Maggie miró a través de la ventana, tomándose unos segundos antes de proseguir—. De hecho, lo supe al día siguiente después de mi fiesta de cumpleaños. Mi madre... Aceptó un nuevo empleo en Georgia como presentadora del clima en el noticiero local. Ella lo tomó con entusiasmo. Me dijo que dios nos había dado una nueva oportunidad para volver a comenzar desde cero. Tú sabes... Empezar una nueva vida lejos de aquí, luego del golpe anímico del que acabábamos de sufrir a causa del fallecimiento de mi padre... Aunque, yo no lo tomé de la misma forma.
—¿Y te ibas a ir así sin más? ¿Sin al menos despedirte de mí?
—¡No quise hacerlo! ¡Odio las despedidas! La última vez que tuve que despedirme de alguien a quien realmente apreciaba con toda mi alma, esa persona se encontraba en coma en una cama de hospital luego de haber sufrido un grave accidente de tránsito. —Caudales de lágrimas volvieron a descender desde sus ojos, haciendo que su maquillaje volviera a correrse—. Y eso es algo por lo que no quisiera atravesar nunca más... Decirle adiós a alguien y saber que jamás volveré a ver, es algo que no quisiera experimentar dos veces. A pesar de ello... Traté de decírtelo durante nuestra cita de ayer... En verdad lo intenté... Pero al final... Yo no... Pude... —Su llanto se intensificó—. ¿Por qué...? ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí...? Yo nunca le he hecho daño a nadie... Yo solo quiero ser feliz... Estoy cansada de tener que llorar todas las noches y de ahogar mis gritos contra mi almohada... Harta de tener que cortarme para desviar el dolor que aún me provoca la pérdida de mi padre... Y ahora... ¿Me dicen que debo dejar atrás todo lo que alguna vez conocí y abandonar a la única persona a la cual le he declarado abiertamente mis sentimientos y que ha conseguido entenderme como nadie más lo ha hecho? Sí ese es el caso... ¡No quiero esta vida! ¡No la quiero...!
—Maggie... Yo... —Las tímidas palabras de Luan quedaron sosegadas cuando Maggie, sin previo aviso, se abalanzó hacia ella para abrazarla con todas sus fuerzas, empujando su cabeza contra el pecho de Luan y al mismo tiempo, ocultando su rostro de su vista. Por su parte, Luan rodeó el cuerpo de Maggie con sus brazos, consumando así el gesto de cariño—. Maggie... Escucha... Aunque las cosas no resultaran beneficiosas para nosotras, me siento feliz por haberme dado la oportunidad de conocerte. Y quiero que sepas, que siempre estaré agradecida por haber contestado esa llamada tuya durante aquella noche. Fue gracias a ello, que pude darme cuenta de lo mucho que has sufrido. Y es que si bien, yo jamás he atravesado por una situación similar a la tuya, logré sentir una gran empatía por ti. Eso me hizo prometerme a mí misma, que haría lo que fuera para que nunca más tuvieras que volver a sentirte sola y triste. Sin embargo, por causas que están fuera de mi alcance, parece que nuestros caminos tendrán que separarse... De momento... Aunque eso no significa que tengas que dejarte caer. ¿Recuerdas el consejo que te di esa misma noche?
—Sí... Lo recuerdo... —Se aferró aún más a Luan—. Me dijiste, que entre las lágrimas y las risas existe un trecho muy pequeño, y que siempre que tuviera ganas de llorar, tratara de recordar los buenos momentos que mi padre y yo construimos juntos para volver a sonreír de nuevo.
—Es correcto y es por eso, que ahora debes prometerme algo... —Se separó de Maggie, para tomarla de las manos y mirarla directamente a los ojos—. Maggie... Cada vez que te sientas triste y hayas pedido las ganas de seguir viviendo, además de recordar a tu padre, quiero que también pienses, por más pequeño que este fuera, en todo el tiempo que pasamos juntas... Porque sabes... A veces, los buenos recuerdos pueden llegar a salvarnos la vida.
—Pero... Luan... —Agachó la mirada—. A pesar de ello... Siento que me harás mucha falta...
—Bueno, si eso es lo que piensas... Entonces, ¿Qué tal si hacemos un intercambio? —Luan propuso, guiñándole el ojo derecho—. Este será nuestro pequeño secreto. ¿Qué me dices?
—¿Un intercambio? —Maggie preguntó, extrañada.
—Sí, yo te daré algo que sea mío y tu algo tuyo. De esta forma, ambas lo conservaremos hasta que llegue el momento de volver a vernos y entonces poder regresarle el objeto que ambas intercambiamos a su respectiva dueña.
—¿En verdad crees que podamos volver a vernos?
—No puedo asegurarlo... Pero en base a los resultados en algunas encuestas que he visto en internet, se dice que las promesas que se cierran con un beso son más propensas a realizarse... —Sin contenerse, ni haberlo reflexionarlo previamente, Maggie volvió a abalanzarse contra Luan, esta vez arqueando sus labios para colocarlos suavemente sobre los suyos. Luan, aunque sorprendida por el repentino suceso, no tardó en retribuir el acto de amor. Pasados algunos segundos, ambas chicas se separaron y rieron por lo acontecido, siendo Luan la primera de ellas en hablar—. ¡Vaya! Y yo que pensaba que aborrecías todo tipo de encuestas por internet.
—A veces es bueno darles el beneficio de la duda. —Dijo Maggie, abandonando su tristeza y exhibiendo una sincera sonrisa, misma que ocasionaba que sus niveles de lindura se elevaran un trescientos por ciento.
—Toma... —Luan se quitó la flor decorativa de su camisa blanca, para enseguida colocársela a Maggie en el cabello, a una corta distancia por encima de su oreja izquierda—. ¿Quién lo diría? Te queda mucho mejor a ti que a mí.
—Luan... No estoy segura de querer usar esto todo el tiempo.
—Lo sé, lo sé... Contrasta con tu personalidad, es por eso que...
—No me refería a eso... —La interrumpió—. Mi madre... Podría sospechar algo.
—Bueno... En ese caso, será mejor que le tengas aún más cuidado. Ya que quiero que esté intacta para cuando nuestro reencuentro suceda.
—Gracias... Aunque... —Maggie recorrió rápidamente su ex habitación con la mirada, tratando de encontrar algo para ofrecerle a Luan—. No queda nada aquí que pueda darte... —Tras meditarlo por un breve lapso de tiempo, Maggie se dio cuenta de que después de todo, sí había algo que podía intercambiar con Luan. Entonces, se miró su cintura, lugar en dónde tenía amarrado su suéter favorito de color púrpura. El cual accedió a quitárselo para colocarlo ella misma alrededor de la cintura de Luan—. Cuídalo mucho... Ese fue... Un regalo de mi padre.
—¡Cielos, Maggie! Me siento un poco culpable al llevarlo puesto. Es como si te estuviera despojando de algo que es muy valioso y que significa tanto para ti.
—No importa... —Se rascó la cabeza, apenada, como buscando las palabras adecuadas—. Durante este último mes, tus consejos han sido de mucha ayuda y en cierta forma, tú apoyo ha sido más grande que el que podría esperar de una compañera de la escuela, una amiga de la infancia, y más que el que podría recibir de una pareja... Tú me ayudaste a mirar la vida desde otra perspectiva distinta. Una más... Divertida... Y eso es suficiente para que seas merecedora de llevarlo puesto. Después de todo, me lo devolverás la próxima vez que volvamos a vernos. Así que supongo que su seguridad está garantizada.
—Dalo por hecho... Aunque, pensándolo bien, creo que tu suéter me va a quedar un poco flojo. Tal vez debería ajustarlo un poco más cuando llegue a casa. No lo sé... Es probable que este despechado por tener a una nueva dueña. —La risa de Luan se volvió a escuchar en toda la habitación luego de la simple broma, haciendo una clara referencia a los prematuros y muy notorios atributos frontales que Maggie poseía—. ¿Entiendes? ¿Entiendes?
—Sí... Entendí... —Una vez más, Maggie demostró su descontento con los chistes y juegos de palabras de Luan al torcer la boca.
—¡Vamos, Maggie! Recuerda que la amargura es relativa. ¡Anda, mujer! Sácatela del pecho. —Luan se carcajeó luego de una segunda broma. Sin embargo, en esta ocasión, la respuesta biológica del cuerpo de Maggie ante el comentario de Luan, provocó que la joven de cabello negro dejara salir una risa reservada, la cual intentó inútilmente de esconder.
—¡Lo logré! ¡Lo logré! —Luan celebró con las manos levantadas—. Sabía que podía sacarte al menos una sonrisa. Eso significa que mi rutina está mejorando.
—Fue simple casualidad... No te des tantos créditos. —Dijo Maggie, cruzándose de brazos y frunciendo su ceño una vez más.
De esta manera, Luan abandonó la residencia de los Whiteheart, no sin antes despedirse propiamente de Maggie tras compartir un último abrazo con ella, el cual también fue acompañado por un último beso en los labios. Una vez afuera, Lisa disparó el somnífero cargado en el dron para que de esta forma, la dueña de la casa perdiera el conocimiento, consiguiendo sacar de ahí a Lori y a Leni, quienes a juzgar por su expresión, la lección sobre el viejo testamento las había dejado completamente aturdidas.
—¡Larguémonos de aquí! No creo soportar quedarme en este lugar ni un solo minuto más. —Exclamó Lori, pisando a fondo el pedal del acelerador de la confiable Vanzilla en cuanto ella, Lincoln y el resto de sus hermanas subieron a bordo y abrocharon sus cinturones de seguridad—. Espero que todo este sacrificio haya valido la pena, Luan.
—Lo valió, Lori... —Afirmó Luan, suspirando, mirando de reojo y por última vez la casa de Maggie, la cual se alejaba poco a poco hasta finalmente desaparecer de su campo de visión en cuanto la camioneta dio un giro hacia la derecha al llegar a la esquina de la calle—. Lo valió...
Epílogo
3 Meses Después.
—¿Quién es? —Preguntó Luan, tras escuchar que alguien tocaba la puerta principal de la residencia Loud.
—El repartidor. —Contestó amablemente el hombre al otro lado de la entrada.
—El repartidor, ¿Quién? —Formuló una segunda pregunta, como parte de su acto cómico improvisado y repentino.
—¿Es enserio, niña? ¿Tienes que hacerme la misma broma cada vez que vengo con una entrega para ustedes? Por favor, solo abre la puerta. Tengo muchas más entregas para el día de hoy y ya muero de hambre.
—De acuerdo, señor sin sentido de humor. —Se quejó, accediendo a girar la perilla.
—Paquete para Luan Loud. —Dijo el hombre, colocando una pequeña caja de forma cuadrada frente a las narices de Luan.
Una vez habiéndole firmado de "recibido" al hombre repartidor, Luan miró la caja con cierto grado de extrañeza, puesto que estaba segura de que ni ella, ni sus hermanas habían encargado nada por internet que fuera con entrega inmediata para ella. Su cumpleaños aún se veía distante, por lo que un regalo adelantado era una posibilidad con escasos o nulos fundamentos para sostenerse. A continuación, la chica de frenos se dirigió hacia la sala para proceder a abrirlo, ganándose así, las miradas de atención tanto de sus padres, como de Lincoln y del resto de sus hermanas, quienes se encontraban ya listos para salir todos juntos en familia y mirar una película. Tras rasgar la cinta protectora y hacer a un lado las solapas, Luan notó que en su interior se hallaba otra caja aún más pequeña, acompañada por un sobre, encima del cual se podía apreciar una leyenda escrita a mano y con un estilo de letra que Luan supo reconocer de inmediato.
—Para Luan... —Leyó en voz alta—. Es de Maggie... ¡Es un paquete de Maggie!
Sin dar más explicaciones, Luan, emocionada, subió corriendo las escaleras para dirigirse hacia su habitación, dejando consternados al resto de sus familiares quienes comenzaron a especular al respecto. La cuarta de las hermanas Loud se tumbó sobre su cama, no sin antes cerrar la puerta tras de sí con tal de no sufrir interrupciones. Acto seguido, abrió el sobre, haciéndole una pequeña hendidura en uno de sus costados para extraer la carta en su interior y así comenzar a leerla.
Luan,
Sí estás leyendo esto, significa que pude burlar la vigilancia extrema que mi madre tiene sobre mí. Además, eso quiere decir que ahora sé cómo se envía una carta. Fue muy difícil encontrar a alguien que me auxiliara y me dijera como hacerlo. Después de todo, ¿Quién envía cartas hoy en día cuando puedes enviarle un "Whats"? Pero lamentablemente, esta es la única forma que tengo de comunicarme contigo. Mi madre está al tanto de los contactos que tengo en mi celular y conoce los nombres y domicilios de cada chico y chica en mi salón de clases. Es como vivir con alguien que trabaja para el FBI.
Pero creo que estoy hablando de más. ¿Sabes? No te escribo esta carta con el propósito de quejarme abiertamente sobre el control que mi madre aún ejerce sobre mí. Desafortunadamente, es algo con lo que he tenido que aprender a subsistir. Sino para darte las gracias y es que sin ti, mi vida hubiera sido muy diferente a como lo es ahora. Residir en Georgia no ha sido tan malo como lo creí en un principio. No es como Michigan, pero definitivamente no es tan terrible. Sorpresivamente, he sido capaz de adaptarme muy bien al ambiente que hay por aquí en apenas un par de meses. Logré hacerme de un cuarteto de nuevos amigos que convergen con mi mismo estilo de vida y la supervivencia en la escuela es llevadera hasta cierto punto. Además, me encuentro asistiendo a múltiples sesiones de terapia con un psicólogo que me ha permitido sobrellevar el duelo que aún siento por mi padre... Y ahora que lo pienso, siento que algún día tendré que contarle acerca de la relación que tú y yo sostuvimos. Solo espero que no sea pronto.
Creo que me estoy alargando más de la cuenta y no quisiera aburrirte con detalles absurdos sobre mi triste vida. Pero es que... Después de esa charla que tuvimos en mi habitación aquella tarde, cuando llegó la hora de decirnos adiós, esta me ayudó a abrir mis ojos y a comprender que la vida está llena de todo tipo de alegrías y decepciones. Y si tuviera que catalogar la relación que pudimos construir, definitivamente entraría en las primeras. Permitirme ser tu amiga y posteriormente tu novia, sin importar el corto tiempo, ha sido sin dudas una de las más gratas experiencias que jamás he tenido. Fuiste mi apoyo cuando nadie más se ofreció a serlo y es por ello, que siempre tendrás un lugar muy especial en el fondo de mi amargado y frío corazón.
Me gustaría recibir una respuesta tuya, pero con mi madre vigilando cada movimiento que hago, me temo que eso será algo imposible. Solo te pido... Como un último favor... Que jamás te olvides de mí, ya que yo nunca me olvidaré de ti. Conserva el suéter que te di y sigue adelante con tu sueño de convertirte en el más grande comediante que jamás haya pisado un escenario. Y es que... Aunque no pueda decírtelo de forma directa, sé que el día en que lo logres, me sentiré orgullosa de ti.
Con amor, Maggie.
PD. Espero que te agrade el regalo que te hice, tuve que encontrar a otra persona que me asistiera para mandar a hacer una cosa de estas. Consérvalo como parte del cariño que siempre sentiré por ti.
Sin demorarse más tiempo, Luan despedazó la segunda caja para acceder a su contenido, lo cual le produjo un severo caso de sentimientos encontrados, así como un abrumador derramamiento de lágrimas de tristeza y felicidad al observar de qué se trataba. Entre sus manos, sostenía un portarretratos, mostrando una fotografía que habían conseguido tomarse con el celular de Maggie durante su última tarde juntas, aquella cuando Luan visitó a su lúgubre novia en su casa, luego de haber finalizado el intercambio. En ella, se podía observar a ambas, recostadas sobre la cama de Maggie, mirando y sonriendo hacia la cámara, sujetando un par de hojas de papel tapiz sobre las cuales consiguieron dibujar un par de expresiones cómicas para reemplazarlas por las suyas. Luan no dejó de contemplar la fotografía, sino hasta que un leve toquido sobre la puerta de su habitación la sacó de concentración.
—Luan... —Dijo Lincoln, asomando la cabeza por medio de la abertura—. Es hora de irnos. Todos nos están esperando allá abajo. Me mandaron a buscarte y yo... —Se produjo un breve silencio, aunque lo suficientemente largo como para que Lincoln se percatara del llanto de Luan—. ¿Luan? ¿Está todo bien? —Preguntó, preocupado.
—Todo está bien, Lincoln... —Esbozó una gran sonrisa, mientras se limpiaba las lágrimas con su antebrazo—. Ahora todo está bien... ¡Vamos! O nos perderemos la función. —Dijo, justo antes de tomar su abrigo y bajar las escaleras junto a su hermano, dejando la nota en conjunto con la fotografía sobre su mesita de noche.
FIN.
Bueno, chicas y chicos, así es como esto termina. Quizá no haya terminado con un final 100% feliz, pero si con una promesa de volver a verse de nuevo. Muchas gracias por haber seguido y leído este fic a lo largo de todas estas semanas. Espero que les haya gustado esta pequeña pero conmovedora historia. Si quieren dejarme sus comentarios acerca de qué les pareció siéntanse libres de hacerlo. Ojala pueda escribir más sobre esta pareja en el futuro. Por lo pronto, me despido y pasen un buen día. Una vez más gracias por haberme leído. ¡Chao!
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