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Capítulo 2.

Deje mis cosas dentro del casillero y mis manos se estancaron en aquella fotografía tan vieja y desgastada.

No pude pegar ojo en todo el fin de semana.

Me cree una infinidad de películas en la cabeza, más cuando vi el reverso de la foto y note las letras tan desgastadas pero visibles, me costo mucho descifrar que decía y aunque lo descifre, no me hizo eco alguno, siguió sin darme conexiones neuronales.

No conocía a cinco de las seis mujeres en la foto, una era mamá, eso lo confirme con papá, le pregunte si tenía fotos mías de pequeña y me tuvo todo el fin de semana viendo una cantidad de álbumes exuberante de fotos solamente mías y sí, la mujer que sale en está fotografía viaja es una copia mía, por ende solo puede ser mamá.

Pero las otras no se parecen en nada, quise preguntarle a papá, pero solo le insinué que habían unas cajas de mamá en el sótano y su rostro se transformó, dijo que no debía meterme donde no debía y que el pasado debía quedar en el pasado, que esas cosas no eran mías y que no tenía derecho alguno a tocarlas, después de eso no quise preguntar más.

—¡Ey, pero si es mi compañera de homicidios favorita! —mire a mi costado rodando los ojos con una sensación entre incomodidad y diversión irradiada por mi cuerpo, Jace se recargo a un costado de los casilleros, con un libro en sus manos y con una sonrisa en su rostro, saludaba a los que pasaban frente a él, con nombre, apodos y chistes malos, así que es esa clase de persona.

Cerré mi casillero, acomodando mis cosas y lo miré, detallando el libro para rodar los ojos y devolverle la mano.

—Lilith muere al final—solté y su sonrisa lentamente se borró mientras volvió su mirada a mi rostro.

—No te...

—Jarred la mata...—soltó un jadeo, se puso rígido y apretó el libro con molestia.

—He estado un mes leyendo este libro—lo señaló y yo eleve mis hombros en respuesta para girarme y caminar a la sala donde nos tocaba clases, me siguió protestando—¿Qué pasa con Harriet y...

—Lilith vio como Jarred mata a Harriet y por eso la mató para que no quedaran testigos...

—¡Pero si él la amaba! —soltó un gruñido ronco, llamando la atención de los que nos rodeaban lo que me hizo sonreír, porque lo miré y si se lo veía frustrado, yo estaba igual cuando lo leí.

—Lo hacía, por eso después de matarla se decapitó.

—Me cago en todo—llegamos a la sala y con todo el dramatismo del mundo arrojo el libro a la mesa cruzándose de brazos—¡¿Cuál es el maldito sentido?!, ¡¿Por qué hacen que un psicópata sea tan atractivo física y emocionalmente para después matarlo?!

—Porque ese es el enganche de un buen libro, engatusar al lector, hacer que ame al protagonista para después matarlo—siguió negando, despotricando contra el libro y su autor diciendo que no volvería a leer ningún otro libro de ese escritor hasta que le recomendé uno y se le paso.

Definitivamente así somos todos los lectores, absurdamente masoquistas.

Pasamos la primera clase sin problemas.

Más bien sin problemas entre comillas porque nos tocó matemáticas y nos hicieron salir a resolver un par de ejercicios al pizarrón, en medio de mi tortura le pedí ayuda a Jace y me lo encontré convulsionando al no tener más dedos para contar.

En resumidas cuentas lo nuestro no son los números.

—Siento que lo hace apropósito—llegamos nuevamente a los casilleros para que pudiera guardar algunos de mis libros y como se me está haciendo costumbre, Jace despotrica sonriéndole al mundo mientras le lanza mierda a la humanidad—él sabe que me va asqueroso en matemáticas y siempre busca humillarme dándome los ejercicios más difíciles.

—No pudiste multiplicar una cifra de dos dígitos.

—¡Me faltaron dedos! —se excusó y eso me hizo sonreír—mira mi lema es pasar, no me interesa con que nota promedie matemáticas mientras lo pase por mi bien.

—Definitivame...—mi voz se fue apagando mediante mi alrededor se tornó...sombrío, no entendí la razón al principio pero todo lentamente se fue apagando, las voces, la alegría, el color de mi entorno, absolutamente quedo en un estado de estupor y vacío que me congelo.

Mire la cara de Jace notando que incluso su sonrisa divertida pasaba a ser algo de tensión, miraba a un punto fijo donde sus ojos dejaron ese brillo intercambiándolo por algo vació, incomodo.

Medio me gire siguiendo su mirada, notando que aparte del silencio, todos adquirieron una pose de quietud que era incomoda, todos quietos, mirando un mismo punto.

La entrada al pasillo, donde el mismo chico que me ayudo a encontrar el salón de clases daba su entrada.

Venía caminando con su mirada agacha, vestido completamente de negro y con la capucha tapándole el rostro, parecía ignorar el mismo mundo pero...pero por la tensión que mostraba su postura puedo asegurar que...que no le es ajeno el mirar de todos.

Paso caminando frente a nosotros y algo...demonios algo me recorrió de pies a cabeza, un frio se me instalo en la espina que me hizo estremecer, y eso aumento cuando sus ojos...dieron una breve fracción de segundos con los míos, esos ojos por Dios tan negros, vacíos, tristes, es...es como si viera dentro de un pozo.

Note algo...que no había notado con anterioridad, o quizás la primera vez que lo vi no...no...esas heridas son nuevas, su labio estaba abierto al igual que su ceja y...sus ojos...los noté...inflamados...como si...si hubiese estado llorando.

Él desapareció por el pasillo y al cabo de unos segundos la vida volvió al lugar, las voces se levantaron y todos volvieron a lo que eran simulando que nada había pasado.

—¿Qué...qué fue eso? —balbucee girando lentamente mi rostro hacía Jace, quien ya se encontraba detallándome con el ceño débilmente contraído, me analizo, suspiro y negó.

—Es así siempre—termino por decir recargándose en los casilleros—Dash entra—señaló por donde él entro—y todos se callan y lo miran, y ase volvió una costumbre por aquí—suspiro y miro mis libros para quitármelos esperándome a que cerrara el casillero y así encaminarnos a nuestra próxima clase.

—¿Y por qué hacen eso? —lo seguí entrando al aula sentándonos donde siempre, se venía química así que nos fuimos hasta los últimos asientos.

—Es una historia larga.

—Suerte que a ninguno nos gusta química—balbucee acomodando mis cosas sobre la mesa mirándolo de reojo viéndolo sonreír y negar, para detallarme, suspira y prepararse para contarme su larga historia.

—Él no siempre fue una persona tan sombría y solitaria, era bastante sociable y amigable, no tenía un grupo enorme de amigos, —inició—en realidad solo tenía uno y era como su hermano, siempre andaban juntos de un lado a otro y...honestamente no recuerdo haberlos visto separos, nunca, pero hace cinco años su mejor amigo enloqueció, asesinó a toda su familia y luego se suicidó—mi cuerpo se estremeció al igual que el suyo, pero siguió hablando—fue un caso impactante, nadie sabía que estaba pasando, no recuerdo haber hablado alguna vez con él pero no se veía de ese tipo de personas, pero lo hizo, mato a sus padres y después se suicidó, lo que hizo salió en las noticias y diarios locales, fue noticia por meses, aquí nunca había pasado algo así, lo más aterrador que ha pasado en este pueblo ha sido un intento de asalto al banco de un borracho que se durmió en medio del atraco—sonrió irónico—pero eso, nos marcó, porque convivimos a diario con él, con un asesino, y todos comenzaron a evitar a Dash por recelo y temor, lo dejaron de lado y comenzaron a observar cómo comenzaba a apagarse esperando desde un rincón el momento en que se vuelva loco y haga exactamente lo mismo que su amigo.

Abrió un paquete de papas y eso me hizo brincar, estaba tan concentrada en la historia que no me di cuenta de que estaba por ponerse a comer.

Quede...Dios...con el cuerpo congelado.

—¿Eso...eso en verdad...paso aquí? —asintió metiéndose papas a la boca.

—La casa abandonada que está entrando al pueblo—señaló y mi cuerpo sufrió de la misma sensación que la primera vez qué pase por fuera de esa casa—lleva con un cartel de se vende de hace cinco años, pero nadie en su sano juicio compraría una casa donde la rodea la muerte. —me ofreció de sus papas y le negué detallándole el rostro.

—Lo discriminan—balbucee y frunció el ceño confundido.

—¿Comprarías una casa donde...

—No la casa—negué—a él—enfaticé—su amigo es el asesino, no él.

—Él solo se volvió sospechoso—le restó importancia elevando sus hombros—al principio no nos alejamos, él se aisló, dejo de mirarnos, de hablar, de asistir al instituto, de participar en los clubes, cambió su forma de ser, se encerró en una burbuja que daba miedo reventar y se convirtió en lo que es ahora.

—Leo libro de asesinatos y asesinos seriales, visto de negro, oculto mi rostro y me encierro en una burbuja a diario y aun así me hablaste como...

—Los lees, no los cometes, al menos eso espero—me detallo entrecerrando sus ojos y no me esforcé en negar ni asentir solo lo miré—¿Y porque escondes tu rostro? —balbuceo inclinándose hacía mí—¿Vez con el flequillo tapando tus ojos? —intento correr mi flequillo y me aleje con disimulo girando el rostro hacia adelante.

—Un estudio dice que el ochenta y cinco por ciento de las personas obsesionadas con asesinos seriales tienden a cobrar su primera víctima antes de los veintidós años.

—Con tu escasa visual intentaras apuñarle el pecho y terminaras cortándole un dedo. —sonreí y ahora si le negué bajando el rostro.

—Veo bien—balbucee lo obvio—sino andaría chocando con el mundo.

—¿Y porque te cubres los ojos?

—Costumbre.

—Acostumbro a andar sin ropa y ya me vez—se señaló—dándole el gusto a la sociedad moral que reprime mi libertad de expresión.

—Primera vez que me siento agradecida con la sociedad—me burle recibiendo su golpe juguetón en mi hombro.

—¿Qué es eso? —lo mire de lado notando que señalaba con una papa la punta de la foto vieja que sobresalía de mi cuaderno.

La saque.

—Una foto de mi madre—se la mostré—de cuando era pequeña...—se limpió las manos con su ropa y tomo la foto analizándola con lupas en sus ojos.

—¿Es tu abuela? —señaló a la mujer mayor y elevo los hombros, no tengo idea de quienes son esas personas.

—Solo conozco a...

—¿Esa es tu madre? —señalo a la niña en el centro y le asentí con débil sorpresa—te pareces a ella—balbuceo detallando con mayor énfasis la foto y ahora a mí. — Las otras niñas ¿las conoces? —Negué. —¿Qué es esto? —cuantas veces diré que no tengo idea, dio vuelta la foto y señalo lo que estaba escrito atrás—¿Es una dirección? —pregunto confundido.

—No tengo idea—termine por decir—honestamente no estoy segura si exista una calle con nombre "Misericordia"

—Alma no—balbuceo—pero calicó y virginia sí—frunció aún más su ceño—calicó es una calle transversal a virginia, creó, si no me equivoco justo en la esquina de la intersección hay un asilo.

—¿Un asilo? —murmure confundida.

—Es un lugar donde hay muchos abuelos reunidos y...

—Sé lo que es un asilo—lo corte mirándolo con desde viéndolo sonreír con diversión. Me entrego la foto.

—Quizás es la dirección en donde tomaron la foto—le restó importancia para iniciar su balanceo habitual de silla.

—¿Dónde está ese asilo?

—Ya te dije, en las calles virginia con...

—Con suerte me acuerdo de que me llamo Tayra, no me digas nombres de calles que no sé ni como se llama en la que vivo—le pedí—¿Qué hay cerca de ese asilo que sea reco...

—Está el cementerio—soltó en medio de una risa divertida—es el lugar donde hay mucha gente que ya no respira y...

—Sé lo que es un cementerio—lo detuve contrayendo la expresión.

—Te puedo llevar al asilo después de clases si quieres. —se ofreció y después de mirarlo un par de segundos con recelo, le asentí, aceptando su ayuda.

[...]

—¿Se...segura estarás bien? —la voz de Jace tembló y como no si...si estábamos frente...frente al asilo "misericordia"

El maldito asilo se llamaba misericordia, virginia, calicó, misericordia, eran las palabras escritas tras la foto.

¿Qué demonios pasa aquí?

Lo detallé y tragando grueso le asentí a su cara de pánico.

—Sí...no te preocupes—balbucee—mi casa no está lejos de aquí, así que me quedaré un rato y me iré—señalé un camino cualquiera para mostrarle un rostro seguro y tranquilo cuando mi alrededor gritaba corriendo alrededor de un fuego ardiente.

—Está bien—dudo—nos...nos vemos mañana Tay—se despidió de mí y a paso dudoso volvió a su auto, tardo más de lo debido en irse, ya que se quedo mirándome y mirando el asilo frente a mí, pero después de moverle un rato las manos se fue.

—Bien—murmure sacando la foto del bolsillo de mi chaqueta—supongamos que esto no es para nada raro ni perturbador—la eleve buscando el encaje perfecto suponiendo que aquí fue tomada la fotografía y nada.

En la fotografía salía un árbol que en la actualidad no estaba, pero no es como si las palabras escritas fueran realmente una dirección, quizás esto es neta coincidencia.

—Las coincidencias son solo patrañas—murmure y gire a mi alrededor mirando todo con recelo esperando que de la nada apareciera ese bendito árbol.

Sin darme cuenta termine más cerca de lo que debía del asilo, incluso me detuve a unos pasos del pórtico sintiéndome rara, como si algo me cargara los hombros.

Este lugar no tiene muy buena energía.

Quise mirar por el ventanal, pero apenas mi pie piso el primer peldaño del pórtico la puerta se abrió y por poco me hago bolita y comienzo a rodar en mi huida.

—Oh—se sorprendió una mujer joven al verme—¿Se le ofrece algo? —me pregunto de forma dócil y termino de abrir más la puerta sacando un carrito con plantas, supongo que las sacara a tomar sol.

—Y...yo no...lo siento...—di un paso hacia atrás y al ver bien las plantas en el carro me frene, mire frente al asilo y apretando la quijada termine por subir por completo al pórtico—en realidad...si...quisiera hacerle una pregunta.

—¿Sí? —sonrió mirándome de reojo a mí y dentro del asilo—claro, dime, que necesitas.

—¿Aquí...había un árbol? —señale el patio delantero y la señora me miro frunciendo su ceño con algo de confusión—es que...no...olvídelo...no...

—Creo que sí—balbuceo algo confundida—lo podaron hace años, pero...creó que tenemos una foto de esa época...

No alcance a decirle nada cuando dio media vuelta y entro al asilo e idiotamente mis pies se movieron siguiéndola y sinceramente me arrepentí.

Porque apenas entre ese peso que se había acentuado en mis hombros, aumento y lo sentí tan pesado que incluso mis hombros cayeron un porcentaje.

Lo intente ignorar, mire a mi alrededor e incluso cuando afuera la luz del día era cálida, aquí todo se veía tan sombrío que...que pesaba.

Seguí el ruido notando que el lugar era enorme y lleno de pasillos y conexiones, vi uno que otro abuelo, sentado mirando por el ventanal o pegado frente a un televisor viejo y me deprimí, este lugar es...deprimente, como sí...

—¿Hija? —gire el rostro al sentir una voz clara dentro de todos los balbuceos encontrándome con una anciana, sentada en un sofá individual mirándome a mí, tan fijamente que mis huesos se estremecieron, mire a mi costado esperando ver a alguien más pero no había nadie—¿Eres tú, hija? —volvió a preguntar y cuando se inclinó hacía mí, vi una débil pisca de color en sus ojos que...que hizo temblar mis manos.

Sus ojos con suerte estaban abiertos y por las arrugas en su rostro con suerte era capaz de distinguir más de una línea pero por un momento...vi el fuego.

Es...es mejor que me vaya de aquí, no...

—Amelia. —apenas comenzaba a irme cuando mis pies se estancaron con brusquedad al piso, dijo...ella dijo... ¿Amelia? —No te vayas—el pulso se me disparó, mire a la anciana y estiraba su mano hacía mí mirándome con total locura, una locura que dentro de mi mente pareció totalmente racional—Amelia...

—Y...yo...yo...no me llamo...Amelia—musite dando torpes y débiles pasos hacía ella, sin saber porque...sintiéndome atraída hacia su rostro, su voz—mi...mi nombre es Tayra—me toque el pecho y su rostro paso de mostrarme ilusión a ser una expresión de dolor puro—lo...lo siento mucho—detuve mi caminar y está vez ni alcance a girarme cuando hablo.

—Eres igual a mi hija—susurro y esas palabras rebotaron en mi cerebro como si de un balón se tratara.

"Eres idéntica a tu madre"

"Tienes las mismas facciones"

"Te pareces a ella"

—¿Us...usted...—respire profundamente intentando no...no demostrar lo alterada que estaba mi respiración por lo bizarro que es esta situación—como...como se llama? —le pregunte y su mirada subió débilmente a mi rostro, ladeando el suyo, como si estuviera detallándome.

—Agatha—respondió a mi sorpresa, con una voz increíblemente firme y segura—Agatha Blonds.

Mis piernas estuvieron a segundos de mandarme al piso si no fuera porque el pasmo pudo más que yo.

—El...el apellido...de soltera de mamá era Blonds—susurre para mí, viendo, detallando y analizando el rostro de aquel anciana, sacando con lentitud la foto de mi bolsillo, dudando maldita sea, intentando procesar toda está mierda sin morir, sin colapsar—usted... ¿Reconoce está...—apenas le estiraba la foto y ya me la había quitado soltando un sollozo que hizo mi alma misma temblar, me miro, miro la foto y lágrimas comenzaron a rodar por sus ojos.

—¿Par...Parker? —balbuceo y mi pie se arrastró por inercia hacia atrás mientras que asentía con duda—no...no lo puedo creer—se presionó el pecho y boca—cuando te vi...tenías solo meses...tú...te parecer mucho a mi hija...

—No...—negué dando otro paso hacia atrás deteniendo el hablar de esa señora—yo...yo no tengo...usted debe...estar...confundiéndome con...

—Debes...debes extrañarla mucho—mi garganta comenzó a arder y volví a negar—Amelia te...

—No...se está confundiendo, yo no tengo abuelos, los padres de mi mamá están muertos, no tengo...

—Vaya mentira en la que has vivido—balbuceo y su voz sonó tan clara que me erizo la piel, la mire e incluso pareció que algunas arrugas en su rostro desaparecieron, elevo el rostro y me lo confirmo, porque...pude ver con claridad sus ojos...bien abiertos, grandes y...del color del fuego...de la sangre...de un café rojizo extraños, diferentes, únicos, como...los de mamá, como...los míos.

—Tengo que irme, no...

—Tu padre se llama Henrry—soltó deteniendo mis pasos y palabras—nació, creció y se casó aquí en Dare con Amelia, cuando tenían veinte años se comprometieron y casaron, luego de un año naciste tú y ellos se fueron del pueblo...

—¿Co...como es...que...que usted...sabe...

—Soy tu abuela, Tayra.

—Mamá...nunca...mencionó qué...

—Porqué se casó con tu padre—¡No estoy entendiendo un carajo! —ella abandonó a su familia, sus raíces y a su legado por casarse con su padre, perdió su vida por...

—¿Abuela? —dejo de hablar al instante y su expresión se transformó en una de confusión y desorientación, paso de mirar y hablar de una forma tan segura a estar inserta en un pánico que abrumaba—¿Quién eres? —mire por sobre mi hombros dando un paso a mi costado ladeándome al ver a un tipo alto pasar por mi costado haciéndome retroceder tastabillando.

—Y...yo...yo...—dude, joder, está búsqueda de respuestas me hizo dudar hasta de mi existencia.

—¿Por qué estás con mi abuela?, ¿Tú quién coño eres? —me señaló mirándome mal y la pose en la que se paro fue completamente defensiva.

—So...solo hablábamos...—intente justificarme.

—¿La conoces? —se ladeo hablándome con un tono tan suave a su abuela, mientras que la señora lo miro con mil arrugas en su rostro y sin siquiera mostrarle del todo sus ojos.

—¿A...a...quién? —su voz tembló y sufrió de espasmos haciéndome jadear ante la sorpresa, el tipo me miro y no pude evitar el mirarla ofendida.

—Fuera de aquí—me señalo girándose nuevamente hacia mí.

—Es...esto es...

—¡Que te largues de aquí! —elevo un poco la voz y la señora dio un brinco por la impresión, termine por dar medio giro y largarme, ni loca me quedaría aquí un segundo más por gusto.

Bajé a zancadas las escaleras del pórtico, girándome para caminar en retroceso mirando el asilo, sintiendo que salí con más dudas y encrucijadas.

Virginia, calicó, misericordia.

Misericordia es el asilo.

Joder.

Demonios.

Asilo donde supuestamente esta mi jodida abuela.

Cruce la calle sintiendo que sus palabras me seguían me atormentaban y sin saberlo me solté a llorar presionándome el pecho para echarme a correr como si haciéndolo pudiera huir de toda está mierda.

"Abandono a su familia, sus raíces, su legado por casarse con tu padre"

¡¿Qué coño significa eso?!

¡¿Por qué nunca me dijeron que tenía una puta abuela?!

—¡Maldita...! —me estrellé de lleno contra algo duro que se ladeo junto conmigo y casi me hace caer al piso por el impacto pero solo tastabille alcanzando a sostenerme de un árbol en mitad del camino—¡Lo...lo siento mucho no te vi! —me disculpe rapido viendo por encima de mi hombro que no había chocado con un poste sino con un hombre, alto...que me daba la espalda pero estaba encorvado, demonios como le haya pegado demasiado fuerte seria el colmo, ni me miro así que asumí que acepto mis disculpas, me toque el pecho y el hombro que me dolieron por el impacto y retome mis pasos deteniéndome al mirar a mi alrededor, sin saber dónde coño estaba, mire frente a mí y estaba el cementerio—Disculpa, ¿Sabes dónde...—me gire para preguntarle como podía llegar al centro del pueblo pero...pero el tipo ya no estaba, mire a mi alrededor comenzando a colapsar, la jodida cuadra es larguísima y no hay intersecciones de por medio—pero... ¡¿Qué demonios este jodido pueblo?!









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Chiquitines de mi vida, ¿Como están?

Lamento mucho mi poca actividad en mis historias, pero estoy con prácticas universitarias en las tardes y con clases en las mañanas así que entenderan que con suerte logró dormir como corresponde :<

Las buenas noticias es que mis prácticas terminar la primera semana de noviembre así que se vienen, se vienen las actualizaciones.

Por mientras, quiero saber, si tengo algún lector antiguo por aquí, ¿Que opinan del nuevo estilo es escritura?, ¿Les va gustando como se va creando la historia?

Quiero invitarlos cordialmente a leer "En la mira" historia finalizada que se encuentra disponible en mi perfil 💜

Eso

Besitos

Javi 👻

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