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Capítulo 1.

——Es un pueblo pequeño, casas pequeñas y modestas, hay pocos habitantes y tienen un instituto decente al cual podrás asistir sin problema.

Problema.

Toda esta situación era un bendito problema.

—Me gustaba mi otro instituto y nuestra modesta casa—subí las piernas al asiento del auto, abrazando mis rodillas mirando por la ventanilla el modesto pueblo del que tanto habla mi padre.

Modesto es decir mucho.

Humilde, deteriorado.

Más bien abandonado.

Nos vinimos a vivir a un pueblo fantasma.

—No puedo creer que nos embargaran la casa—balbucee soltando el suspiro más exagerado y sonoroso que encontré, que se note mi pena.

—No creí que pasaría tan rápido Tay, sabes que por mi trabajo mi tiempo en tierra firme es limitado, no me di cuenta de que las cuentas y deudas nos estaban pasando factura...

—No es del todo tu culpa—murmure ladeando el rostro para mirarlo, viendo su semblante cansado, apagado, fingiendo vitalidad y entereza para brindarmela a mí, como si no fuéramos más que cascarones vacíos. —Creí que con trabajos de medio tiempo podría ayudar en algo, pero al final solo provoque más gastos.

Quien diría que una persona podría enfermarse y accidentarse de tantas maneras diferentes de camino al trabajo, mis trabajos de medio tiempo que supuestamente me darían dinero para ayudar a pagar las cuentas, solo terminaron alargando las cuentas médicas.

—Hacemos lo que podemos—curvo una sonrisa, dedicándome una mirada divertida, detallándome el rostro—¿Me estás mirando o estás durmiendo?, no puedo verte la cara con...

—No molestes—le empuje la mano apenas me revolvió el cabello moviéndome el flequillo que me cubría los ojos—sabes que te puedo ver perfectamente.

—Pero yo no puedo verte la mitad de la cara y la mitad más bella si me lo preguntas.

—No te lo pregunte.

—Tengo una hija preciosa de tan buen corazón que tapa esconde su belleza con el cabello para no opacar al resto de personas en el...

—De acuerdo, me bajaré...

—¡Tayra por Jesús! —dio un volantazo y casi se me lanza encima el dramático para cerrarme la puerta que apenas había abierto—¡¿Quieres abrir una cuenta nueva en el hospital del pueblo o qué?! —me reclamó y solté una risa baja empujando su mano para que soltara mi puerta diciéndole que ya no la iba a abrir.

Me acomode mejor en el asiento, ordenando el desorden en mi cabello, mirándome por el reflejo del vidrio, deteniéndome al detallarme los ojos, el pelo, los rasgos.

Soy...tan parecida a mamá que...que duele.

Ya son cuatro años, cuatro años donde este viaje continuo con un pasajero menos, siempre hemos sido mamá, papá y yo, pero ahora solo somos yo y papá, sin más familia, sin tíos, parientes u amigos lo suficientemente cercanos como para poder brindarnos apoyó. Mamá sé fue y con ella se fue la única persona que me hacía encajar, quien compartía mis rarezas, quien me entendía cuando ni siquiera yo sabía lo que sentía. Pasan los días, las semanas, los años y cada que me miro al espejo siento que algo me falta, que...que no estoy completa.

Mamá era una de las mujeres más hermosas que he conocido, tenía un cabello de un color rojo oscuro natural tan largo como abundante, una piel clara y lisa, y unos ojos únicos, en toda mi vida no he podido encontrar a una persona que tenga un color de ojos similares a los de ella, además de mí, herede su apariencia, su cabello rojo oscuro que me ha tenido desde pequeña repitiendo una y otra vez "Es natural, no, no soy teñida" y este color tan particular de ojos, que he buscado la forma de definirlos, papá dice que son castaños oscuros pero por el color del pelo se ve un matizado rojizo, pero por más que quisiera verlo así, mis ojos son como dos manchas de sangre, de un rojo oscuro similar al color de mi cabello.

Sin duda mi madre sabía como sacarle provecho a está rareza, yo...yo por el contrario prefiero no resaltarla, ya...

Algo...Algo me erizo la piel y me hizo estremecer de un segundo a otro, fue como si un aire frío me corriera por la espina centrándome en mi nuca, cerré con fuerza mis ojos ante la extraña sensación y al abrirlos la respiración se me corto y el pulso se me disparó al vernos pasar por delante de una casa...oscura, no...no era ni medio día, el sol brillaba más que nunca y a pesar de que los arboles que rodeaban esa casa no eran frondosos, la rodeaba una sombra que la hacía ver como si estuviera dentro de un agujero negro, pero aún así la veía con claridad, una casa aislada, antigua, deteriorada, con las ventanas rotas, la puerta y paredes exteriores llenos de escritoras, símbolos y grafitis, el pórtico de la casa estaba apunto de caerse en pedazos y...¿Qué es...

Di un brinco con mi respiración tan acelerado como mi pulso al de la nada un destello de luz en el segundo piso de la casa y escuchar un estruendo similar al sonido de un trueno golpeándome directo en la cara...

—¿Tay me estás escuchando? —la presión en mi piernas me hizo bajar la mirada y el cambió en mi entorno me hizo sudar, la luz me invadio de un segundo a otro, claridad, los sonidos ya no estaban aislados, los oídos no me zumbaban a causa de ese trueno, es...

—Tú... ¿Escuchaste...escuchaste eso? —mire a papá y él chasqueo la lengua mirando su entorno.

—¿Escuchar qué? —balbuceo mirándome de reojo para centrarse de lleno en mi cara—estás pálida, ¿Te sientes bien? —me presiono la frente y mejillas—el doctor dijo que estabas bien, que ya no había señales de neumonía, ¿Te sientes bien?, ¿Te llevo al...

—Estoy...estoy bien—le asentí—mirando por el retrovisor—es...tú... ¿No escuchaste ese trueno y...

—¿Trueno? —me miro confundido—Tay no hay ninguna nube en el cielo y yo no me he tirado ningún...

—Me estoy volviendo loca—negué soltando la respiración, intentado regular el latir acelerado de mi corazón.

No...no entiendo qué demonios fue eso.

—Dime, ¿Por qué motivos no pudiste vender está casa para pagar la de la ciudad? —le pregunte viendo como doblaba en una esquina y al pasar un par de casas se estaciono mirando con una media sonrisa la casa a nuestro costado.

—Porque la tuve en venta por cuatro años y ya no podía bajarle más el precio—forzó una sonrisa y yo miré la casa, mirándola con un débil asombro, no es tan tétrica como las demás.

—¿Eso no te dice nada?

—Eso me dice que el destino quería que volviéramos a este pueblo. —sonrió y dando un golpecito al volante se bajó.

El destino, vaya que le gusta jugarnos cruel.

Me baje a su siga.

—No es por nada, pero siempre que extraños llegan a un pueblo abandonado en medio de la nada, terminan en el sótano de un psicópata o muertos en una zanja. —detuvo sus movimiento en el maletero del auto para mirarme y le regale la más forzada de mis sonrisas.

—O ellos son los psicópatas. —me señaló y le asentí dándole la razón.

—Es una opción, ahora somos el padre viudo, soltero, marino, en sus cuarenta y tanto—lo señale—y su hija adolescente de dieciocho años con problemas de personalidad y adicta a las drogas.

—No eres adicta a las drogas...

—Eso solo tú lo sabes—lo señale.

—Bien, chica adicta, mueve el culo y ayúdame a bajar las maletas, —rodé los ojos y me encamine a ayudarlo, tome un bolso y una maleta para sacarlos del auto y caminar a su siga en dirección a la casa——el camión con las demás cosas debería llegar mañana, así que espero guardaras lo esencial en los bolsos como te dije.

—Lo droga está sana y salva—balbucee subiendo por el portico mirando todo con recelo, con una sensación extraña de nostalgía.

Entramos a la casa y me detuve viendo a papá perderse entre los pasillos, yo solo quedé allí de pie a la entrada de la casa, viendo el interior, las paredes, la escalera frente a mí, las divisiones, la escasez de polvo y la falta de deterioro.

—¿Habías venido antes a...

—Sí, yo...

—¡¿Cómo...!? —solté un pequeño grité soltando las maletas de paso al verlo aparecer por mi costado, cuando literalmente él se había metido en el sentido contrario de la casa.

—¿Por qué gritas esquizofrénica? —me reclamó tomando las maletas del piso—había venido a limpiar con anterioridad para que doña asmática no le diera por aparecer el primer día.

—Es irónico que te lo recuerde pero eres mi padre, no mi hermano—lo seguí a regañadientes, molestándome un gramo más cada que le daba por joderme.

—No alcance a vivir mucho tiempo en esta casa, pero estar aquí—se detuvo dejando una caja en la barra de la cocina—es agradable, con tu madre nacimos y crecimos en este pueblo, quien sabe...—suspiro girándose débilmente hacía mí para mirarme con una sonrisa nostálgica—quizás puedas reconectarte con ella estando aquí.

Me acaricio el rostro y solo por esta vez, permití que corriera el flequillo que invadía la mitad superior de mi rostro, toco con suavidad el costado de mi rostro bordeando mis ojos, con una expresión tan cálida en su rostro, llena de tanto amor y tristeza que mi corazón dolió.

—Se que estás cansada de oírlo pero eres única Tayra—me sostuvo de las mejillas para elevar mi rostro, evitando que pudiera desviarle la mirada—no por la peculiaridad de tu cabello y ojos, eres única es más de un sentido y cuando descubras lo especial que eres no abra momento del día en que no te sientas orgullosa de la mujer que eres.

—Papá...

—Ah...demonios eres tan bonita—maldijo y me tiro de los hombros encarcelándome en un abrazo tan apretado como sofocante—mi hija es tan preciosa y perfecta qué...

—Ya déjame acosador—le enterré los dedos en las costillas y soltó una risa alejando sus manos de mi cuerpo para dejarme libre—eras igual de hostigoso con mamá...

—Sacaste su perfección y genio—negó divertido—por eso tienes que buscarte a alguien con mi personalidad, si buscas a un amargado y apático como tú serian una pareja deprimente.

—¿El sótano del psicópata estará muy lejos como para ir caminando? —murmure señalando la salida soltando una risa divertida apenas me lanzo un paño a la cara.

—La escalera al sótano está a mano izquierda—señaló, siguiéndome el juego.

Comenzó a sacar algunas cosas de la caja para dejarlas sobre la barra de la cocina y yo me dedique a mirar mi alrededor, la casa estaba hecha completamente de madera, y estaba llena de ventanales, casi podía ver a mamá revoloteando por todos estos pasillos con mi padre a su siga, reclamándole por su escasa atención.

Si tuviera que describir como era su relación, la única palabra que se me viene la mente es "Almas gemelas", mamá era una mujer que irradiaba luz y armonía, que brillaba donde fuera que iba, pero era de esas luces inalcanzables, que por más que persiguieras nunca ibas a poder alcanzar, ella era una persona tan abierta, sociable, integra, amable, pero tan...solitaria a la vez, se mostraba ante la gente como un libro, cuando la verdad estaba lejos de revelar la más mínima letra de su portada, tan diferente a mi padre, que es un alma libre, un libro abierto, un ser expresivo e impulsivo, alguien que dice y demuestra todo lo que siente, quien no teme en arriesgar, quien no teme en sentir, en amar. Era muy raro ver a mamá siendo amorosa con él, o buscando un poco de su afecto, ella mostraba su amor de diferentes formas, las mostraba con preocupación, con lealtad, con respeto y devoción, el de los abrazos, besos y mimos exagerados siempre ha sido él, siempre será él.

Quizás, me parezco más a mi madre de lo que creó.

No soy una persona de muchos amigos, en realidad no los tengo, nos mudamos y no tuve la necesidad de decirle a nadie que no volvería al instituto o que ya no estaría en mi casa de siempre, nadie notara mi ausencia, porque nunca hice notar mi presencia, viví en silencio, porque...me gustaba lo que la soledad tenía para ofrecerme, para mostrarme, entendí que una busca la manera de encajar, de ser aceptado, de tener amigos, un círculo, un núcleo, que mientras buscas la aceptación en el mundo, pierdes la aceptación de ti mismo y terminas despertando un día mirándote al espejo viendo a una total desconocida.

Sacudí la cabeza para salir de mis pensamientos, ladeándome para hablarme a papá notando que ya no había ni rastro de él en la cocina, salí al pasillo y nada.

—¿Papá?, ¿Pa...

—¿Eh?

—¡Por todos los cielos! —chille dando un brinco hacía delante y girándome en seco para verlo parado detrás de mí, dentro de la jodida cocina—¡¿Cómo haces eso?! —le reclame presionándome el pecho—¡¿Quieres que me dé un ataque de asma?! —me di golpecitos en los bolsillos del polerón buscando mi inhalador.

—La casa está llena de pasillos—señalo con su dedo—todas las salas están conectadas entre sí, así que acostúmbrate para que no andes chillando como una loca a cada segundo.

—No aparezcas como un fantasma y no chillaré—le reclamé mirándolo mal, me miro peor—señor fantasma, me diría en que habitación dormiré.

—En el sótano, tu celda ya está lista...

—Genial—sonreí—espero los barrotes estén limpios, los otros me dejaban las manos con restos de oxido y era incomodo—tome mi bolso con ropa del piso siguiéndolo por mi camino al pasillo.

—La casa tiene tres dormitorios—termino por decirme llegando a los pies de la escalera que conectaba al segundo piso—el cuarto de lavado está en el sótano, lamentablemente tu celda no tiene cabida por el momento—negó con pesar—cocina—señaló por donde veníamos—sala de estar, comedor, salida externa, oficina—indico todos los lugares a los que asentí sin mucho interés ya que me dedicaría a recorrer—tenemos chimenea, normalmente este lugar es bastante frío así que te enseñaré a encenderla para cuando estes sola y como bonus y solo porque me caes bien, puedes elegir la habitación que quieras—hizo una reverencia señalando el segundo piso y le asentí con diversión, para subir las escaleras en dirección al segundo piso.

—Sabes que escogeré la que esté más alejada de las escaleras.

—Cobarde.

Él es puro musculo, yo soy netamente asma, alergias y huesos frágiles y está científicamente comprobado que los que duermen cerca de los accesos de entradas y salidas tienen más probabilidad de morir a manos de un asesino serial y no, ni de coña moriré a manos de un sucio asesino serial, así que mi habitación será la más lejana a las escaleras.

Y sí, la última habitación del pasillo, empujé la puerta y arrojando la maleta al piso solté un jadeo satisfecha mirando mi entorno, es bastante grande, más que mi antigua habitación, la cama ya está aquí, como nos embargaron no alcanzamos a sacar mucho antes de que perdiéramos todo en remate así que está cama es nueva.

Me lance a ella y rebote feliz de la vida.

Respire profundamente sintiendo que el aire pasaba tan limpiamente por mi nariz hacía mis pulmones que me erizo la piel.

Ese mentiroso dijo que tampoco estaba contento por la mudanza, pero desde que me dio la noticia de que nos mudaríamos a su antiguo pueblo no ha dejado de parlotear y revolotear feliz de la vida por volver.

Quizás...esto no sea tan malo después de todo.

Me senté en la cama mirando mi alrededor, tenía un lugar espacioso, un ventanal, podría poner mi escritorio a un lado del ventanal, tendría linda vista, me puse de pie y me encamine en dirección a las puertas que estabas frente a mi cama, las dos cerradas.

—Por favor que sea un baño—murmure en suplica a los Dioses y abrí la puerta celebrando al ver el retrete y la ducha—y con ducha propia, que mejor.

Ya me veía caminando a mitad de la madrugada por ese largo pasillo en busca del baño.

—Haré ruido para que no se me infarte la asmática—rodé los ojos y escuche las pisadas fuertes de papá por el pasillo, lo ignore y entre al baño para verlo mejor, igual es bastante espacioso—en el remoto suceso que entrará un asesino serial y a tu lógica entrará primero a mi habitación y me atacará—mire por el reflejo del espejo a papá tras mi espalda detallándome curioso—¿Cómo planeas huir?

—Hará ruido al intentar matarte o harás ruido al intentar no morir en agonía y eso me daría la posibilidad de huir y sobrevivir—sonreí haciéndome la lista.

—¿Huiras por las escaleras que están frente al asesino serial?

—O salto por la ventana.

—O no, por favor que te mate el asesino, seria menos humillante que morir toda fracturada al saltar por la ventana intentando huir—lo empuje y salí del baño rodándole los ojos de forma marcada.

—Podría sobrevivir.

—¿Cuántas víctimas han sobrevivido a sus atacantes en los libros que tanto lees?

—He aprendido de sus errores—asintió irónico abriendo la segunda puerta, para prender la luz y mostrarme un closet del mismo tamaño del baño.

—Qué tal si en vez de pensar como escaparías de un asesino serial, piensas como planeas llenar este closet con esos dos polerones todos gastados que tienes—señalo mi polerón negro que ya estaba agujerado en las mangas por tanto con lo tiro y muerdo.

—Tú eres el tacaño que no me compra ropa—me aleje para que dejará de menospreciar mi poleron.

—Tú eres la que rechaza mis invitaciones para ir de compras.

—Podríamos ir a una librería—sonreí bonita intentando caerle en gracia como cuando era niña.

—Eh, no—mi sonrisa se fue a la mierda—lo siento Tay pero sabes que estaremos ajustados de presupuestos durante un tiempo, si es para ropa o algo que de verdad necesites, no tengo problema, pero libros...—negó.

—Los necesito para no morir...

—Oh pero que es eso—señalo el ventanal—Dios mío es el mundo—rodé los ojos apenas abrió la ventana señalando el exterior—es un mundo lleno de oportunidades y entretención, confió plenamente en que buscaras otro motivo para seguir viviendo largamente—arrugo su nariz y le saque la lengua en respuesta—saldré mañana, tengo que ir a la central a regular unos documentos, si todo sale correctamente volveré antes de que llegues de tu primer día de clases, ¡Yei! —celebro con emoción y mi cara fue de tensión pura, tanta que la expresión de papá se congelo débilmente y asintió sonriéndome dando lentos pasos hacia atrás como si estuviera escapando, mientras que mi respiración se aceleraba con cada segundo que pasaba.

—No juegues con eso—le advertí—papá, no...

—Empezaran las clases Tay debes ir y hacer amigos y...

—¡Las clases empezaron hace cinco meses papá! —estalle presionándome las sienes negándole una y otra vez.

—Mañana es lunes, piensa que es tu primer lunes de...

—¡MAÑANA ES VIERNES POR UN DEMONIO! —Se fue cerrándome la puerta apenas intente salir corriendo a su siga—¡NO PIENSO IR MAÑANA!

[...]

—No me dejes aquí—me hundí en el asiento abrazando mi inhalador—te lo suplico—mire a papá sintiendo pánico al ver como estudiantes entraban por las grandes puertas de ese instituto—te juro que empiezo el lunes si o si, pero hoy es viernes y...

—Bichito es tu último año—me miro con una sonrisa dulce—sé que eres una adolescente de dieciocho años con problemas de personalidad y adicciones a las drogas, pero no creó que quieras ser un adolescente de dieciocho años que entra a su último primer día de clases de la mano con su padre, ¿no? —me arrugo la nariz y me convulsione por la frustración.

—Voy a vomitar.

—Si no te bajas en los próximos tres segundos te haré pasar una vergüenza legendaria. —amenazo.

—No te atreverías.

—¿Apostamos? —comenzó a bajar lentamente los vidrios y a buscar en su carpeta de música del teléfono.

—Un día—maldije tomando mi mochila a lo bruto—sé un padre normal solo un día—me baje del auto subiendo el cierre del polerón y de paso ajustando mi capucha.

Avance subiéndome a la vereda para caminar en dirección al dichoso instituto.

Toco la bocina.

—¡Recuerda hablar con el director Barrow! —que me trague la tierra y no se digne a escupir en ningún maldito lado, soltó un grito que hizo voltear a varios estudiantes, lo ignore y seguí caminando—¡Que tengas lindo día bichito, te amo! —no puede ser, acelere.

Juro por los cielos que lo escuche reír, antes de acelerar.

Es capitán de la marina, dirige un maldito escuadrón y pasa la mitad del año en medio del mar siendo el diablo para los cadetes que se encarga de entrenar. Mide más de un metro ochenta, es más músculos que cerebro, intimida a todos con tan solo su presencia y aun así me tiene de apodo, "Bichito"

Entre al instituto, sintiendo una presión más al ver como unas cuantas miradas se desviaron en mi dirección, me divisaron un par de segundos, y después nada, volví a ser invisible.

Me colgué la mochila y camine por el pasillo mirando de reojo a mi alrededor, el pasillo estaba lleno de hileras largas de casilleros, donde habían varios alumnos guardando sus cosas y otras conversando de forma rutinaria, es viernes en un pueblo en medio de la nada, ¿Qué novedad podría pasar?

Ah, sí, llego una estudiante nueva, de último año, a mitad de año y para rematar un viernes, lo normal.

Me detuve en seco al ver a mi costado una oficina, "director Barrow", supongo que es aquí.

Solté la respiración y golpeé la puerta de vidrio débilmente, esperé a lo más unos treinta segundos hasta que la puerta se abrió donde un hombre de tercera edad, alto, y canoso apareció, se quedó analizándome un par de segundos, pasando de la inexpresividad, al pasmo y posterior mostro una sonrisa que me puso algo incomoda.

—¿Tayra Parker? —preguntó y le asentí afirmando con mayor agarre mi mochila como si fuera a servirme de algo si tuviera que defenderme—Tú...la estaba esperando, adelante. —Se hizo a un lado y me habilito la entrada a la oficina cerrando a sus espaldas—toma asiento—paso caminando por mi costado señalando el asiento frente a su escritorio y le hice caso, me senté frente a él, mirando los cuadros que estaban colgados alrededor de la oficina con disimulo—Dios, eres...idéntica a tu madre—capto mi atención de golpe, apenas soltó esas palabras como si lo estuvieran ahogando.

—¿Usted...conoció a mi madre? —balbucee acomodándome en el asiento y él asiento, detallándome el rostro y no sé porque, pero me baje la capucha.

—Tu...madre, Amelia—sonrió con nostalgia—fue la mejor estudiante de su generación, destacada, aplicada, centrada, una alumna ejemplar, todo lo contrario a tu padre—negó borrando la sonrisa, provocando una en mí—Henrry Parker era un problema constante, bueno en los deportes, malo en las clases, sociable al extremo. Espero que no solo sacaras la apariencia de Amelia...

—Créame no soy para nada como mi padre—balbucee con una media sonrisa.

—Mmmh, ya—asintió no tan convencido—confiaré en ti. Entonces, señorita Parker, por lo que vi en su malla curricular viene de un buen instituto y tiene unas notas destacables que espero mantenga, si bien no podemos comparar las exigencias que tenía en su anterior instituto, espero no baje su rendimiento académico—asentí—sé que está nerviosa, es un lugar nuevo y desconocido, llego a mitad de año y encima en su último año, este es un pueblo pequeño, la mayoría de nuestros estudiantes se conocen desde el salón de cunas, puede ser un poco difícil integrarse en un grupo en estas circunstancias, pero no será imposible—sonrió, a lo que volví a asentirle, ya sabía todo eso, que me lo repitiera no hizo más que aumentar mis nervios—este será tu horario académico del semestre—me entrego un papel donde salían mis asignaturas—no tenemos reglas exigentes, solo las básicas, somos una zona libre de acoso y maltrato, si te sientes vulnerada o acosada de cualquier forma, no dudes en acercarte a mí o a cualquier otro docente cercano, estaremos aquí para ayudarte en tu integración para que tengas un buen último año—le asentí con una sonrisa—en lo posible trata de no faltar a clases, ya llevas cinco meses de retraso académico y debes nivelarte para los parciales para que no afecte en tus notas, si necesitas algún tipo de tutor académico me lo haces saber y lo gestionaré para ti, ¿Tienes alguna duda respecto a tu horario o el instituto?

—Sí—asentí poniéndome lentamente de pie—tengo biología ahora, ¿Cierto?

—Así es—se puso de pie conmigo, en caminándose a la puerta—tienes biología con la profesora Dickson en exactamente cinco minutos, es mejor que te apresures y presentes con la docente, es algo estricta con la puntualidad—abrió la puerta.

—Graci...

—Mills—habló interrumpiendo mis palabras, poniéndome nerviosa apenas medio pasillo se giró hacía nosotros, me puse a un costado del director acomodando nuevamente mi capucha, viendo como movía su mano, llamando a un muchacho que se detuvo frente al director, algo...algo en su mirada me hizo sentir escalofríos, tenía unos ojos negros, tan vacíos y una mirada tan perdida que me erizo la piel—puedes guiar a la señorita Parker al aula de biología—le pidió señalándome y apenas nuestras miradas chocaron una ráfaga de oscuridad inundo mi entorno, por lo que fueron segundos, una milesima que me dejo sin respiración.

Le asintió y el director se hizo a un lado para que pasará y así pudiera seguirlo.

Lo mire, lo mire más de lo que me hubiese gustado mirarlo, ojos negros, vacíos perdidos, tenía una capucha cubriendo su cabeza pero podía ver mechones de cabello negro invadiendo su rostro, un rostro pálido, decaído, sin vida, tenía débiles rasgos de moretones en los pómulos y costados de los ojos, al igual que en el contorno de la boca, me dio una mirada rápida y caí en cuenta que quizás lo estaba mirando mucho sin decir una palabra alguna.

—Ho...—me tembló la voz, ¡Demonios! —Hola—dije acomodando mi garganta, no respondió y eso que seguía mirándolo hacía arriba, era una cabeza más alto que yo—me...me llamo Tayra...Tayra Parker, es...

—Es aquí—se detuvo frente a un aula sin siquiera mirarme el rostro.

—Ah, vale, gra...—se fue...sin mirarme, ni dirigirme la palabra.

Quede mirando su espalda, mirando como el entorno giraba para mirarlo mientras pasaba, lo miraban y susurraban entre ellos, esas sonrisas...no me gustan, esos ojos, esos rostros, los susurros nunca son buenos, los chismes siempre dañan, hieren y casi nunca son ciertos.

Pero...lo que si es cierto es que...ese chico es...raro.

Termine por entrar al salón, incomodándome un resto al ver las miradas voltearse hacía mí, me quede un par de segundos quieta como para que terminaras de recorrerme un resto, y una vez me sentí completamente incomoda e insegura entre completamente al salón buscando algún lugar lo más lejano y solitario posible.

Me fui directo a las últimas filas al rincón, el sector de la ventana, y me senté, mirando todo con sumo recelo, saqué mi teléfono y me fui a mi chat de desahogo.

¡Más te vale tenerme pizza de recompensa por está vergüenza!

Me desquite con el teclado del móvil, casi y rompo la pantalla con mis uñas, no tardo en responder.

¡Has muchos amiguitos bichito!

Voy a morir o a matarlo, solo esas dos opciones tengo.

Solté un suspiro y mire mi entorno brevemente para sacar un cuaderno, bolígrafos dejarlos encima de mi mesa y de forma sigilosa saque el libro que metí en mi mochila estilo ninja para que papá no me viera ni confiscara, las cajas con mis libros las metí al maletero del auto antes de salir de casa, pero mágicamente no estaban cuando llegamos al pueblo, según vienen en el camión, la rata embustera que tengo de padre me los confisco.

Menos mal siempre ando con uno en mi mochila, mi lectura actual.

Por más que le guste joderme, esto es lo único que herede de él, está obsesión por los libros es suya, así que no me reclame tanto, al principio leía fantasía juvenil que papá aborrecía, luego empecé a leer thriller o novelas góticas junto con él para debatirlas y/o compararlas y se volvió una obsesión, ahora resulta ser nuestro pasatiempo favorito, mamá aborrecía está obsesión que teníamos, todo los sucesos medianamente extraños que podían ocurrir a nuestro alrededor lo asumíamos a algo paranormal o alguna secuencia de sucesos homicidas, si se perdía un abre lata en casa, se volvía la escena de un posible crimen latente para nosotros.

—¿Ya lo acusaron de canibalismo? —gire el rostro y evite el dar un respingón por la impresión, al ver el anterior puesto desocupado a mi lado, ya ocupado por alguien más.

Alguien que se mecía en su asiento, mirando mi libro con una sonrisa curva, era un hombre, aparentemente de mi edad, de cabello negro, rapado en los costados y ojos pardos, que brillaron en una diversión que me hizo cerrar el libro de un movimiento apenas subió la mirada en dirección a mis ojos.

—¿Disculpa? —balbucee volviendo la mirada al frente, la docente aún no llegaba, pero la sala ya estaba totalmente llena.

—En tu libro—dejo de balancearse en la silla para sentarse correctamente recargándose en su mesa, para mirarme con más fijeza—La voz de los que gritan—sonrió sin despegar los ojos de mi rostro.

—Sí—asentí—ya lo acusaron de canibalismo...—lo miré de reojo, sin desviar el rostro ni por un milímetro del frente.

—Sabes que ya sacaron la película, ¿no? —volví a asentir, viendo como la docente entraba al aula, dejando sus cosas y saludando en general, era una mujer de mediana edad, alta, esbelta, con una cara de amargada que me traía recuerdos a mi profesora de matemáticas de la primaria—¿Eres nueva? —asentí por milésima vez, tomando atención a lo que hablaba la docente—¿Tú nombre es?

—Es...ya empezó la clase—señale hacia el frente abriendo mi cuaderno y tomando mi lápiz para...

—Que pereza—soltó un suspiro escandaloso y se balanceo en el asiento levantando la mano—profe—hablo interrumpiendo la clase, me hundí un poco en mi lugar apenas giraron la mirada a nosotros.

—¿Sí?

—Tenemos compañera nueva—me señaló y me trague el jadeo pero no la mirada que le lance con un "Que hijo de puta" grabado en mis ojos, su sonrisa curva se enancho y me guiño un ojo de forma juguetona como si está mierda fuera divertida.

—Así veo, ¿Señorita, usted es? —mire hacía el frente y la docente camino hacía mí, mirándome con detalle.

—Parker...—solté en agonía y ella me sonrió con un destello de confusión—Tayra Parker—completé y ahora sí asintió, dando otro paso hacía mí.

—Entonces, señorita Parker, ¿Se cambió de curso o...

—Soy nueva en el pueblo—la interrumpí, bajándome la capucha apenas la mira con recelo, un recelo que aumento al mirarme el cabello.

—Oh, ya veo—elevo un poco la voz silenciando los murmullos que se desataban a nuestro alrededor—bienvenida a Dare, señorita Parker, asegúrese de ponerse al día con la materia para que no quede atrasada.

Le asentí soltando la respiración para desviar la mirada a mi cuaderno y así poder cortar con esta contienda de miradas llenas de incomodidad.

—Bien, retomemos por favor—pidió la docente volteándose para seguir dando la clase.

En verdad espero que sea una pizza gigantesca.

—Entonces, Tayra, ¿Qué te trae al abandonado pueblo Dare? —mi quijada se apretó y no evite ocultar la molestia al destinar la mirada al tipo a mi costado.

—Ahora, planeo un crimen—gruñí por lo bajo, encorvándome el doble al oír la carcajada que soltó y volvieron a mirarlo,

—Los pueblos abandonados en medio de la nada, son el escenario perfecto para el crimen idóneo—sonrió recargándose en la mesa, mirándome ensimismado—suena realmente interesante, me apunto—curvo el labio—ah, soy Jace, por cierto, tu nuevo compañero de asiento y próximos crímenes.

Negué centrándome en escribir lo que salía en el pizarrón, ignorando lo que el tipo a mi costado balbuceaba, sin parar.

—Soy Jace—repitió—tu nuevo...

—Sí, te oí—hable tensa mirándolo, viendo su mano aún estirada hacía mí en forma de saludo, pensé en ignorarlo, pero apenas abrió la boca sostuve su mano para responderle el saludo—Tayra...—me presente y soltó una risa divertida.

—Lo sé, te oí decírselo a toda la clase...

Que imbécil, solté una sonrisa y negué para alejar mi mano y volver a mi cuaderno.

[...]

Me senté frente a la barra de la cocina, tomando un sorbo del vaso de jugo que me acaba de servir, la rata me engaño, aún no llega y el jodido instituto no está tan cerca como me hizo creer, camine casi quince cuadras para llegar a casa.

¡Quince cuadras!

Al menos me sirvió para recorrer un poco el pueblo y ver donde podría perderme la próxima vez, porque claramente me perdí, quien en su sano juicio le dice a su hija en el primer día en un pueblo nuevo que vuelva sola a su casa cuando tengo un sentido de la orientación horrible, que de niña me perdía en mi propia casa, esto es un mal chiste.

Me ate el cabello que lo tenía húmedo por la ducha que acababa de darme y de me puse de pie para ponerme a recorrer la casa, encontrándole el sentido a lo que papá me decía, tiene muchos pasillos y conexiones, lo más seguro es que me pierda es más de una ocasión, aunque esto tiene sus ventajas, cuando quiera huir de alguien podré perderme en estos pasadizos y nunca, jamás van a encontrarme.

En una de mis tantas vueltas termine frente a las escaleras que guiaban al sótano.

—Mmmh—musite tomándome el ultimo sorbo de jugo para salir corriendo en dirección a la cocina y buscar entre las cajas que seguían allí un cuchillo cocinero, encontré el que papá me prohibió tocar por miedo a que me amputara un dedo y corrí nuevamente hacia las escaleras.

Llevo mi vida entera sufriendo accidentes por tan solo respirar y acabo de correr con un cuchillo que corta el aire con un solo movimiento, esto es vivir al máximo.

Di brinquitos en mi lugar, comparando los sucesos y eventos paranormales vividos en los sótanos y áticos de casas antiguas, los mayores son en áticos así que a la mierda bajé.

Me arme de valor con cada peldaño que bajaba abrazando mi cuchillo, como si con eso pudiera apuñalar al fantasma que se me fuera aparecer.

Llegue al sótano y apenas baje el último peldaño estaba girando para volver a subir, ya había probado que era lo suficientemente valiente, cuando vi el interruptor de la luz y la encendí.

—Donde hay luz no ahí demonios. —balbucee y salte el último peldaño para introducirme en el sótano ahora iluminado.

Olía a humedad y no me sorprendía si no tenía ninguna ventanilla ni acceso a ventilación, pero aun así estaba todo bastante limpio, habían una que otra caja que eran las que habíamos traído en el auto pero habían otras que no...que se veían muy antiguan y estaban repletas de polvo.

—Veamos—murmure—esas cajas están en el sótano de la propiedad de mis padres—señale las cajas que estaban al final del sótano, olvidadas—soy su única hija por ende única heredera de todas sus propiedades y deudas también—balbucee lo último—así que legalmente estás cajas también son de mi pertenencia, así que si alguien se molesta porque las abrí, mala mía que es mi herencia...

Negué mirando a mi alrededor y me abstuve de dejar el cuchillo encima de una caja.

—Tú, donde mis ojos te vean—me lo guarde mejor entre las ropas y saque una de las cajas aguantando la respiración para no respirar el polvo qué...

Solté la caja y di un paso hacia atrás al leer la escasa presencia de letras que se asomaban de una de las cajas.

"Amelia"

—¿Ma...mamá? —susurré y me fui de lleno a esa caja, quitándola del montón para abrirla con el cuchillo y sentándome en medio del sótano me puse a revisar lo que había en su interior que a mí sorpresa a diferencia de la caja en sí, todo lo que había en su interior no tenía una pizca de polvo.

Habían algunas prendas, abrigos, zapatos, un collar que tome entre mis manos, era de piedras, unas piedras que nunca había visto pero que destacaba en diversos colores brillantes y preciosos, que me cautivaron, toque cada una de las piedras como si al hacerlos de forma individual las sintiera vibrar de forma diferente en mis manos, toque la blanca y me estremecí de pies a cabeza, tanto que me hizo reír por la sensación.

—Dios santo—negué mirando a mi alrededor—bien dicen que cuando te estremeces así es porque solo, solo no estás.

Me estaba por poner de pie para largarme de aquí cuando mi mirada se centró en un libro rojo que estaba entre las cosas de la caja, deje el collar de piedras de lado y tome el libro detallando la pulcra cuerina que parecía nueva, recién salida del hornito de las cuerinas.

Abrí el libro y el pulso se me disparó y mi entereza comenzó a flaquear, al ver que era un álbum de fotos, de mamá, de mis padres cuando eran jóvenes.

Fotos de ellos entrando al instituto, besándose en los pasillos, jugueteando, en el centro del pueblo, fotos de sus manos cuando se comprometieron, el día de su boda...me quede, mirando esa foto, como papá lloraba al verla en su vestido de novia y mamá sonreía tanto que todo su cuerpo expresaba la felicidad que sentía, esa sonrisa, esa luz, ese brillo, ya no está...ya no lo tengo conmigo, ella...

El pecho comenzó a dolerme y antes de que pudiera evitarlo, me encontraba llorando sobre esa foto, sobre esos recuerdos, sobre esos momentos, sobre esa historia de amor que no es mía, pero que sentí, presencie y viví como si fuera propia.

Cuanto...cuanto te extraño mamá...

Solté un suspiro limpiándome las lágrimas sintiendo el sonido de la puerta principal cerrándose, y posterior las pisadas toscas ya conocidas para mí.

—¿Tay? —la voz de papá sonó tan lejana que me impidió sentir la calidez que necesitaba justo ahora—¿Tay ya llegaste? —sonreí y asentí aunque no pudiera verme—¿Bichi...

—¡Sí, ya llegué! —elevé la voz, cerrando el libro, limpiándome la cara y las lágrimas.

—¿Estás abajo?

—¡Sí, ya subo! —me puse de pie y apenas dirigí el libro a la caja, una foto cayó lentamente a mis pies.

La tome para volverla a poner en el libro pero...al mirarla me hizo fruncir el ceño por la confusión, todas las fotos del álbum si bien son antiguas, están a color y en papel plastificado, pero...está foto...es más antigua, el papel es café y la foto es en blanco y negro es...

Detalle la foto con más cuidado y mis latidos se pausaron un segundo.

Había una señora que no conocía en absoluto rodeada de cinco niñas pequeñas, donde una me hizo sudar en frio porque era exactamente igual a mí cuando tenía seis años.

Mire y mire la foto, centrándome en aquella niña, es...es mi madre, esa es la única explicación lógica que le encuentro porque ni de coña soy yo cuando la foto es muy antigua y no reconozco a nadie más, por más que mire a las demás en la foto no las identifico, no las reconozco y encima sus rostros no salen tan claros como sale el de mamá es como si estuvieran desgatados. Acerque la foto a mi rostro pasándole la uña a la cara de la señora intentando ver si era suciedad lo que tenía encima y me impedía verla con claridad, pero no, no había nada.

Es...

——¡¿Sacaste el cuchillo Tayra?! —di un jodido brinco apenas sentí el grito de papá golpeándome los tímpanos y mirándome a mi alrededor me guardé la foto en el bolsillo y corrí escalera arriba.

—¡Debía tener con que defenderme por si salía un fantasma! —me excuse corriendo por los pasillos en dirección a la cocina con el cuchillo en la mano. 

















———————

BUENAAAS BUENAAS Chiquitineees nos volvemos a leer desde de años ah, espero esten preparados para lo que se viene porque se vendrá chidoooo.

Como lo dije anteriormente iré subiendo todo con calma ya que me encuentro editando no una historia sino cinco 😪 y como me ven soy una misera humana con dos manos funcionales y un cerebro que con suerte se divide para crear historias y sacar una carrera universitaria.

Iremos con calma, pero de que tendrán mucho para leerme, tendrán 😈

Chiquitines esto está recién comenzando.

Quiero recordarles que encontraran el libro "En la mira" finalizado en mi perfil :) por si gustan ir a darle una miradita y darle su lindo amor 💜

Lo otro recuerden votar y comentar en los capítulos para saber si les está gustando el ritmo de la historia, si debería meterle nitro al drama o calmarme un poco 😪 ya saben que a veces me paso un poco je

Otra cosita, tengo cuenta de IG que encontraran el enlace directo en mi perfil por si quieren ir a seguirme, subo cositas de mis historias ♥ igualmente es: _Jaaviipb_  (igual que mi cuenta de wattpad no soy muy creativa con los nombres me disculpo) 

Ahora sí, eso fue todo mi spam y... AH NO SPAM DE FOTOS.

ELLOS SON MIS BEBÉS DEL LIBRO EN LA MIRA SE LOS PRESENTO, GRACIAS A LA IA LOS TENGO AQUÍ TODOS PRECIOSOS 😻🐍

Y otra cosa, ¿Que opinamos de la nueva portada?  ¿Está linda, o es mejor la otra?

Ahora sí

Besitos

Javi 🎃

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