3. Tempestad Blanca.
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Todo parecía ir bien.
Otro día había empezado y ya se encontraba en la casa Loud, por supuesto, había saludado a los presentes, refiriéndose a los que estaban en el piso de abajo, ya que, 2 de los 7 hermanos Loud no se encontraban, a lo que era fácil de asumir que bajarían eventualmente.
Ignorando un poco este hecho, algo había llamado su atención, Lupa había desaparecido de su vista, no importa a donde mirara, simplemente no la encontraba, decidió dejarlo pasar por el momento, hasta que vió una cosa que lo puso algo nervioso, pues ella, Loan se encontraba abajo, en la cocina, no sabía si ya lo había notado, pero, definitivamente era raro el verla abajo, aunque juzgando por lo que tomaba, bajaba cada tanto para buscar algo que comer, intentó no llamar su atención, pero al pasar por la sala sintió una mirada penetrante en su cabeza, la sensación simplemente no se iba.
Al voltear, pudo ver cómo ella no despegaba sus ojos de su persona, esto continuó durante 1 minuto, después, veía cómo se iba acercando a él, ella lo seguía viendo fijamente, hasta que la escuchó decir.
- L-Lo siento...—Dijo un poco cabizbaja para luego retirarse con toda la comida que había recolectado, su destino era obvio, fue directamente a su habitación.
Esperaba de todo, menos una disculpa.
Eso logró tranquilizarlo, tal vez lo del primer día fue cosa de su supuesta "otra personalidad", lo mencionaba de esta manera dado a que no había visto señales de esto, pero no dudaba de que pudiera ser real, por lo que estaría alerta si llegaba a ver alguna señal o muestra de ese asunto.
Con la mente un poco más tranquila, fue hasta la sala y se sentó en el sofá, si lo necesitaban, iría, de lo contrario permanecería sentado hasta nuevo aviso.
No parecían haber problemas a su alrededor, podría detallar lo que hacían los demás pero, honestamente quería disfrutar un poco de paz para cuando de verdad empezaran a ocupar su ayuda, en dado caso también podría servir como acompañante, para las menores en su mayoría, por si requerían ir a algún lugar en específico.
Para perder un poco el tiempo se puso a revisar unas cosas en su teléfono, aprovechando para distraerse un poco en el mismo, pasaron alrededor de 10 minutos cuando sintió un peso en sus piernas, pensó que sólo se trataba de su mochila, ya que esta era un poco pesada, esa opción fue dejada atrás cuando al mover su teléfono, notó el evidente cabello blanco, nuevamente y para su infortunio, Lupa se encontraba sentada en su regazo, se maldecía un poco por siempre juntar las piernas cuando cree que está solo, la albina no parecía reaccionar, estaba distraída en algo, y ese algo era un libro, no podía ver de lo que era el libro, pero eso no importaba.
- Disculpa, ¿Podrías moverte..?—Dijo con el tono más amable que pudo, pues esto empezó a incomodarlo.
- Es mi casa. Puedo sentarme en donde y en quien YO quiera..—Decía con un tono algo molesto, obviamente fingió el tono.
- Comprendo...lamento las molestias, puedes seguir..—Comenzó a sentirse más incómodo, ¿que más podría sentir al tener a una preadolescente de 13 años en su regazo?, pensaba que quien sintiera otra cosa sería un enfermo.
Era incómodo porque se trataba de ella y además podía ver como la misma estaba usando una falda, el patrón de amarillo y negro era bonito, pensó para distraerse, recordando cómo justamente ella no tenía puesta la falda cuando entró a la casa, no parecía haberse duchado, así que la probabilidad de que lo haya hecho para molestarlo era alta.
- Tus piernas son cómodas..—Declaró la albina con una pequeña sonrisa mientras seguía leyendo, no se movería, por lo menos no ahora.
Quiso decir algo pero no se le ocurría nada, la situación ya de por si era complicada, así que no sabía qué decir con esa declaración, lo único que podría salvarlo ahora era una de las hermanas Loud, pero aparentemente, ninguna estaba presente en el primer piso, lo que lo dejó desconcertado ya que, hasta hace un momento podía jurar como algunas estaban ahí.
Pasó alrededor de una hora cuando llegó otra hermana Loud, ella, Lyra, intentaba digerir un poco lo que estaba viendo, la más complicada de sus hermanas estaba en una situación incómoda con el chico que hace de niñera/asistente, suspiró con pesadez, podía sentir el miedo y la sensación de incomodidad en el área.
- Lupa, ¿Que crees que estás haciendo?—Dijo intentando ayudar, era obvio que el chico por su cuenta no podría.
- Leyendo, ¿No es obvio..?—Dijo la albina acomodándose de donde estaba sentada, acercándose un poco a cierta parte importante.
- Puedo verlo, pero, ¿No podías sentarte en otro lugar?, por ahí está un sillón, bueno, solo muévete, necesito ayuda en algunas de mis cosas..—Era mentira, en parte, pero ella quería ayudar, para después rezar a dios por su hermana.
- Podrás arreglártelas sola, yo también necesito ayuda...en estar cómoda.—No desaprovecharía la oportunidad de incomodar a alguien nuevo, además de enseñarle a no meterse con ella o a darle órdenes.
Lyra había llegado a su límite, normalmente tardaría más pero, lidiando con ella, era muy fácil enojarse, no quería perder la compostura, así que optó por usar un método algo arcaico, contar hasta cero.
- 5. 4. 3. 2. 1. Zero.—Dijo con un tono que podría asustar a cualquiera, pues en ese estado, nadie quería estar presente, y usó eso a su favor.
Pues la albina de 1,49 m, ya no estaba.
Había desaparecido cuando ella terminó de contar, infundir miedo funcionó a la perfección, a lo que procedió a sentarse en el sofá, suspirando de alivio, para luego notar que el chico soltó un gran bocanada de aire.
- Muchas gracias...sentía que no podía respirar...—Dijo recostándose en el sofá, finalmente se sentía libre, la tensión había sido mucha, el, Ryan, quien vestía de negro pero no era emo o algo similar, estaba agradecido.
- No te preocupes, una disculpa, entiendo que la situación se volvió complicada, cuando se habla de Lupa, todo siempre es complicado...—Decía no enorgullecida de las acciones de su hermana menor, desde hace años que es así y aún no logra cómo tratar con ella.
- Bueno...intentaré lidiar con ella, en principio no hice nada porque, quise darle el beneficio de la duda, ya sabes...son "niños", pero, me quedó claro que no es cualquier niña...—Decía tranquilo, ya se sentía mejor, Tuvo suerte de que no llegara a más.
- En todo caso, sería mejor que aprendas a cómo responder si vuelve a hacer algo similar, y afortunadamente, yo sé cómo..—Toda persona tiene su punto débil, y Lupa no era la excepción.—
Para resumir, la albina tenía el punto débil más extraño que él había escuchado, eso eran las muestras de afecto, según Lyra, desde muy pequeña y actualmente con cada muestra de cariño o amor se podría decir, que recibiera, era suficiente para desconectarla del mundo, o simplemente hacer que desapareciera en segundos, como antes había pasado, terminó diciendo que era el equivalente a echarle agua bendita a un demonio, esto pasaba solo con los extraños y sus hermanos, ya que las muestras de afecto de su padre eran más que bienvenidas.
Lyra terminó retirándose, no sin antes mencionarle que los demás estaban en el piso de arriba, ellos de verdad podrían necesitar su ayuda.
Con el pensamiento aclarado, fue al piso de arriba, no tardó mucho en subir las escaleras pues ya se acostumbraba, al ir caminando por el pasillo de las habitaciones, notó una nota que estaba en su pecho, al tomarla y leerla esta sólo decía: "Propiedad de Lupa Loud.", no tardó mucho en hacer bolita esa nota y guardarlo en su bolsillo.
Cada puerta de las habitaciones concordaba con la personalidad de quien la habitaba, eso podía verlo con los detalles que estas tenían.
Aún si no tenía un lazo fijo con ellos, con algo se empieza, y entró a la habitación de quien no parecía querer verlo casi siempre que llegaba, esa persona era Lemy Loud, no habían tenido una conversación decente, por lo que quería ver si sus gustos concordaban en algo, al menos para poder formar un poco confianza.
Al entrar podía ver a Lemy hablando con...¿una niña?, eso pensó pues, el aspecto que tenía era claramente el de una niña, una en desarrollo pues, diciéndolo en términos coloquiales, era plana.
- ¿Quien es la niña?—Soltó pensando qué tal vez se trataba de una amiga del castaño.
Ante esto el dueño de la habitación, ósea Lemy, empezó a reír notoriamente, mientras que la niña parecía enojada.
- ¡No soy niña..!, ¡no soy niña..!—Declaró la amiga que por su voz, se notaba que solo era un chico que parece niña.
- Con esa actitud pareces una, hahaha—Decía el castaño mientras dejaba de reír poco a poco.
La no niña se presentó como Lyle, para luego irse, ya tenía suficiente de eso en su casa para que ahora vinieran a decirle así aquí.
- Esa fue una mala primera impresión..—Dijo algo nervioso mientras seguía en la puerta.
- Fue muy buena en mi opinión, como sea, ¿Que haces aquí?, no recuerdo haberte llamado.—Mencionó el castaño, para luego bajar de su cama y caminar hasta el, la diferencia de altura era muy clara.
- Vine por decisión propia, tu hermana, Lyra, me dijo qué tal vez necesiten ayuda, o alguien para hablar.—La segunda opción la incluyó él, por si necesitaban aclarar un tema o algo por el estilo.
Lemy lo pensó por unos momentos, vivir rodeado de mujeres hacía que le fuera difícil hablar con otros chicos, esto claramente no le impidió hacer amigos, pero, si le era difícil hablar con Ryan por la situación en la que apareció.
- Bueno, en este momento no necesito ayuda así que...podríamos, ¿Hablar?—Levantó sus manos en signo de no estar seguro de esto.
- Comprendo..—Hizo una revisión disimulada de la habitación del castaño, observando herramientas y partes de ciertos electrodomésticos, hasta que se detuvo en algo de lo que sí podrían hablar.— veo que te gustan las bandas de rock.
- ¡Por supuesto..!, es decir, claro que si.—Contuvo su emoción, dado que solo puede hablar de este gusto con su madre, es algo que influyó en su vida, pero no demasiado ya que tiene sus metas y el rock no está en una de ellas.
Estuvieron hablando sobre diferentes bandas de rock, algunas recientes, otras antiguas, pero lo que era innegable es que las mejores son las viejas, y obvio que esa era la verdad, de la que algunos estarían de acuerdo, finalmente pudo hablar con Lemy sin que este lo ignorara, eso ya era un logro para el, pero todo lo bueno tiene que terminar, se despidió y salió de la habitación del castaño, eran las 5:00 pm y todo estaba muy bien.
Hasta que Lacy lo vió, ella fue hasta él en cuestión de segundos y fue invadido por la alegre propuesta de salir a correr, quiso declinar cortésmente, pero, se trababa de Lacy. Tenía que ser un monstruo para rechazarla así que con algo de dudas aceptó, y dado que no vestía la ropa indicada, ella le dijo amablemente cómo solo correrían 5 km.
Realmente no podía decirle que no.
Y esa cualidad, podría ser su perdición.
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Buenas noches compañeros, lamento si tardé un poco en actualizar, pero el día de ayer no tenía ganas de escribir, así que me dediqué al día de hoy a actualizar.
Como siempre, gracias por leer, no pido mucho, salvo sus comentarios y sus opiniones, será un gusto leerlos.
Se despide su JoJo con estilo.
Hasta la próxima compañeros.
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