—¿Qué tal un TID? —comentó O'connor.

—¿Se supone que sepa que es eso? —pregunté, mirándolo con cinismo.

—El trastorno de identidad disociativo o trastorno de identidad múltiple para que comprendas, se basa en que tienes más de una personalidad, alguien completamente diferente a ti, con su propia historia, comportamiento, etc.

—Humm, no sé, a veces, simplemente me desmayo, ¿cree que pueda estar ligado?

—Bueno, no lo creo, usted jamás ha dado indicios durante el tratamiento, y sus compañeros sólo se quejan de sus ronquidos, así que, no consideremos esta opción hay que descartarla.  Bien, entonces, regresemos a su niñez —dijo mientras acomodaba su pierna sobre el respaldo de la otra y sacaba una pequeña libreta y un esfero.

—Caminaba por el espeso bosque después de salir de clases, el lugar olía a moho, y las espesas hojas de los árboles me hacían sombra resguardando mi rostro del intenso sol, estaba feliz, la soledad es buena compañía, pensaba mientras escuchaba bajar una corriente de agua y un enorme grillo llamar la atención, ese era el corazón de un niño de nueve años, con las esperanzas de vivir intactas y la imaginación a plomo. Al fin llegue a casa.

—¡Mami! —corrí hacia sus brazos, ella me esperaba en el portón con los brazos abiertos.

—Vaya mami ¿qué has hecho con tu cabello?, ¿acaso se te ha quemado? ¿Te encuentras bien?

Mi madre se echó a reír.

—No pequeño, lo he pintado de otro color es todo, ¿me veo guapa no lo crees?

Mi madre tenía un cabello dorado como el sol, reluciente, que la hacía ver como un ángel, pero tomó la decisión de pintarlo de un negro opaco, que tenía reflejos azules frente al sol.

—Para mí siempre serás la más guapa —dije guiñandole un ojo— pero ¿crees que papá esté de acuerdo?, ¿crees que le guste?

—¿Su padre señor Reginald? —preguntó O'connor mirándome por encima de sus lentes.

—El hijo de perra era un maldito alcohólico, y no contento con ello también era agresivo, pero me llevaba patatas fritas de vez en cuando a casa, ¿la verdad? No me sorprende, hoy día es muy raro ver un hogar que funcione y no haya violencia allí, pero en fin.

—Jum —soltó una débil risa— de acuerdo prosiga.

—Esa noche, como de costumbre llegó totalmente ebrio, pero no recuerdo que sucedió, estaba de cuclillas en mi habitación, con mi manta sobre la cabeza, asustado, de repente se escuchó un grito de mi madre, luego un golpe seco, por último, total y absoluto silencio. Espere cerca de veinte minutos y baje hacia la sala, estaba en plena escena, mi madre tirada en el suelo, sobre un largo charco de sangre, me acerque y... creo que... —mis ojos empezaron a brillar con malicia y astucia— le dije, oh mami, si tan solo no te hubieses pintado el cabello, él no te hubiese hecho daño...

—Señor Reginald, ¿cree usted que fue ese el motivo por el cuál su padre asesinó a su madre? ¿por su cabello? —preguntó sorprendido O'connor.

—Pues, no lo sé, recuerde que tenía nueve años, mi memoria ha de estar algo borrosa, supongo —sentí un escalofrío que me recorrió de pies a cabeza, y llegue al punto de sentir, como mi alma, me dejaba.

—¡Reginald! —gritó O'connor.

—¿Qué sucede? —mi mente me había abandonado por unos segundos.

—¿Acaso no me escuchaba? Quiero comentarle algo.

—Sí, creo que me distraje, ham... continúe doctor.

—Bien, ¿que recuerda después de haber hallado a su madre?

—No mucho supongo, solo luces de policía y bastantes personas.

—Bueno tal vez usted no esté al tanto de esto —abrió una carpeta llena de documentos— según el informe policial su madre fue hallada en una especie de sótano de la casa, al parecer su padre intentó ocultarla, pero creo que no era muy listo.

 —¿Porque lo dice doctor? —estaba un poco espantado, no tenía conocimiento de esos datos.

—Dejó bastantes huellas de sangre que conducían al lugar.

El doctor O'connor me relató paso a paso lo sucedido con mi madre y no pude evitar una sensación de alegría y placer al mismo tiempo, me la imaginaba totalmente inmóvil, sin cabello y pálida como la cal, me hacía pensar en ella, oh Alessia.