Parte 3
Desperté en mi casa, en mi sofá, y con una manta sobre puesta, al incorporarme un recuerdo de la noche vino a mi mente, "risas, licor a tope, la hermosa Paige besándome y acariciándome, luego... no sé". Vaya temblor en mis piernas, sentía temor, pero ¿de qué?
—"Oh no, y si, ¿otra vez sucedió algo?, algo ¿de lo que no tengo idea?"—Subí a mi cuarto en busca del teléfono, al llegar un fuerte dolor en toda la frente hizo que me desvaneciera
—¿Reg? Regy? Cariño —una voz a lo lejos decía mi nombre.
— Alessia... ¿eres tu...?
—¡NOOOOOO!
Ese grito me hizo volver en sí, al incorporarme recordé mi destino, telefonear a Stefan.
—Hey Regy que tal te va con la cruda —dijo Stefan con voz adolorida, quizás porque también sufría los males de la resaca.
—Je... Pues hombre... esto... Stef, podrías contarme ¿qué pasó anoche?, verás que, no tengo ni jodida idea de que ha pasado.
—Jajaja —se carcajeó un buen instante—, mira loco pues bailamos, bebimos, le diste unas buenas caricias a la Paige que se nota que le has echado el ojo pillín, jaja, y bueno pues te has puesto tan ebrio que te llame un taxi y te has marchado.
—Puff —sentí un gran alivio— jeje com...
—A y te has cargado al guardia de seguridad.
—¿¡Qué!?
—Jajaja, perdóname, no me he aguantado las ganas, tenía que hacerlo.
—¡Que te den!
—Vení loco, solo ha sido una... —corte la llamada.
—"Pedazo de imbécil, me ha hecho sudar petróleo"—pensé.
Toque mis bolsillos y encontré una pequeña servilleta en uno de mis bolsillos, al abrirla vi un número escrito en ella, junto con una marca de labios de un colorete barato.
—"Paige" —pensé—. "¿Desde cuando me fijo en las prostitutas?"—solté la servilleta sobre la cómoda y me recosté en mi cama, debí quedarme dormido puesto que en un rato me incorporé agitado y con mucho sudor en la parte baja de la espalda.
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