Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 2: Mi nuevo ambiente

Una semana después

Mónica

Inhalo y exhalo, pero no para tranquilizarme, sino sonriendo decidida, con una maleta en mano. Sebastián cumplió con lo dicho, ya habló con el director del Bodwell, quien al ver los expedientes de terror de Niel y mío se negó al principio, aterrorizado prácticamente; pero al final Sebastián lo convenció, alegando que ambos somos excelentes alumnos en lo que a materias respecta.

Bueno, Daniel lo es en sí y como buenos amigos nos ayudamos entre sí, no me copia las tareas, sino me ayuda a hacerlas más bien. Y en teoría aquel director fue chantajeado, debido a que Sebastián lo ayudó y auxilió con algo muy importante antes y era hora de cobrar el favor.

Así que ahora estamos frente al Bodwell High School Canadá, el mejor Instituto-Internado aquí en el DF.

En un principio Niel y yo alegamos para entrar a una prepa pública, pero según nuestros padres y sobretodo según la escandalosa madre de Daniel los niveles de estudios en instituciones públicas son inferiores a los que actualmente llevamos, y entrar a una sería como repetir el año. Algo exagerado, sin duda; pero ya qué más da.

Ahora Niel está a mi lado, mirando al Bodwell como a su nueva presa, sonriendo con sorna y con dos maletas en mano, la suya y la segunda mía. Acabamos de bajar del auto de mis padres, quienes nos acompañaron para despedirse de nosotros entre lágrimas —dado a que consideran a Niel también como a un hijo, puesto que sus padres siempre andan tan ocupados que paraba más tiempo con nosotros que con ellos—; con la promesa de visitarnos o raptarnos cada finde.

Hablando de los padres de Daniel me dio cierto coraje que no viniesen a despedirse de su hijo, aunque prácticamente solo se veían por las noches, casi ya ni almorzaban juntos en familia como debe de ser. Su padre se la pasa en reuniones «importantes» de trabajo, dado a que es empresario y su madre en reuniones de té con sus «amigas», ese tipo de amigas con las que presumen, hablan de eventos y critican su entorno.

Según Niel se despidieron anoche, pero como quien simplemente se despide de algún conocido, obviando las advertencias típicas de que dejara ya de ser un rebelde sin causa y empezara a sentar cabeza. Quienes deberían sentar cabeza son ellos, aprovecharse en familia… pero bah, vamos; no son ese tipo de gente y Niel lo sabe, por eso casi no aguarda esperanza alguna de que vayan a visitarlo. Es más, si es así mejor para él, pues piensa que se escapó de los aburridos sermones y escandalosos discursos de sus padres por un buen tiempo, el cual pretende disfrutar al máximo.

Así como yo. Demos la bienvenida a una nueva diversión, a una nueva vida; a un nuevo ambiente.

Luego de contemplar y analizar unos segundos la imponente institución, decidimos entrar mezclándonos con bastante gente, dado a que hoy es domingo y las visitas o salidas son permitidas los finde.

Yo me encuentro chupando un chupete (¿no es obvio?) que ya me empieza a empalagar y Niel juega con un aburrido yoyo a medida que avanzamos e ingresamos. La infraestructura es más grande de lo que imaginaba, bastantes edificios que no sé cómo podré reconocer a cada uno.

—Dime que no vamos a minimizar nuestras bromas a simplemente colocar un chicle al asiento de la profesora. O nuestros chistes a uno de Pepito. —Le ruego a Niel a medida que examinamos a los estudiantes, padres y gente que merodean por ahí, como tal cual tigre analiza a su presa; aunque también lo hacemos con curiosidad.

—¿Enloqueciste, Mónica? Por las galletas de tu mamá, ¿acaso me crees tan inepto? —reclama Niel haciéndose al ofendido y poniéndose la mano dramáticamente en el corazón. Me llamó «Mónica» para hacerme sentir que lo que había dicho era grave, tipo sacrilegio—. Aunque eso no quiere decir que las cosas sigan igual.

—¿Qué quieres decir? —indago confundida, mientras arrojo mi chupete a la espalda de una señora de cara amargada que parece ser la regente de este lugar; ahora ella busca con gritos furiosos al responsable y no lo encontrará, pues ya me camuflé entre la gente.

Aún así contengo mi risa, pues espero que Daniel me responda.

—Que aquí las cosas van a mejorar para bien, querida. —Contesta Niel sonriendo jocoso y mirándome de frente, mientras que a sus espaldas con una táctica increíble y rápida del yoyo hace volar el cigarrillo de las manos de un chico que trae gafas de sol y tiene cara de petulante, sin hacerse notar.

Yo comparto entonces esa sonrisa maliciosa con él.

Al final ese dicho de verle el lado bueno a las cosas sí funciona.

***

Ya dimos con el edificio en donde se encuentra la dirección, entonces nos dieron información sobre las habitaciones que nos van a tocar, el orden de horarios de las asignaturas a avanzar, en qué edificio están y todo eso.

Lo gracioso fue que cuando nos presentamos con el licenciado José Morón Soria —el rutilante director del Bodwell High School Canadá—, este puso una expresión de terror. Vaya, gracias a nuestro querido tío Sebastián, Niel y yo comenzamos a hacernos de fama. Genial.

Y tras varias advertencias de que aquí aprendiéramos a comportarnos si no queremos conocer mano dura, indicaciones y todo lo demás, por fin nos dio las llaves de nuestras respectivas habitaciones y nos despachó.

El licenciado Morón parece ser de esas personas que acatan las normas con impoluta rigidez y es un señor que ya debe andar cerca a los cincuenta. No es guapo como Sebastián, pero feo tampoco es, tiene cierto atractivo. Aunque imagino que pasarse un día con él es para que haga escuchar Beethoven o Mozart todo el tiempo, mientras leemos un libro de historia política. Aburrido. Aburridísimo. Mejor aparto esos pensamientos a otro lado.

Y como era de suponerse, las habitaciones de las chicas están en unos edificios y las de los chicos en otros, aparte, lejos para evitar cruces y no sé qué ridiculeces más. Pero tengo la infíma ventaja de que el edificio en donde estará Niel está justo frente al mío, así que prácticamente seremos vecinos… lejanos. A mí me tocó el segundo edificio de chicas, a él el tercero de los chicos. Nos tocará compartir mitad de las clases, pero el resto de materias las pasaremos por separado. No me gusta la idea de separarme de él, pues somos como pegamento, mejores amigos desde pequeños; es más, si somos hermanos.

Ya me estoy poniendo melodramática, si lo seguiré viendo todos los días, en mitad de las clases, en las tres comidas importantes del día, en los descansos. Pero no como con mis padres. Y Niel nota mi repentina melancolía, ya que de estar hablando animadamente me puse así.

—Hey, Nica; ¿qué pasa? —me pregunta dulcemente, preocupándose.

—Es que ya no pasaremos la mayor parte del tiempo juntos, tampoco podré hacerlo con mis padres. Y ahora que lo pienso extrañaré a nuestros amigos de la otra prepa. —Explico con nostalgia, pues aunque no éramos muy cercanos también los extraño; a Boris, por ejemplo.

—No te pongas así. O debo esperar a que me digas que en realidad estás enamorada de mí y no soportas que nos separen. —Dedujo lo que me sucede, sonriendo de medio lado; claro está que exceptuando el pequeño detalle de tal enamoramiento.

—Idiota, hablo en serio.

—Mira, claro está que las cosas no serán como antes y ya sé que no es lo mismo, pero tenemos su WhatsApp, ¿no? Podemos concretar una salida con nuestros amigos un día del finde y al siguiente la pasamos con nuestros padres, o con los tuyos ya que los míos me llevarán sencillamente a un aburrido almuerzo o en el mejor caso no vendrán. —Afirma Niel mientras estira las manos pretendiendo estar relajado, aunque sé que no es cien por ciento así.

»—Estoy feliz porque ya no tendré que escuchar aburridos sermones como: «Ya es hora de que empieces a sentar cabeza, no puedes ir vagabundeando por el mundo» o: «En vez de estar perdiendo inútilmente tu tiempo en fiestas y en otras cosas del diablo, deberías culturizarte, leer más sobre política». —Explica imitando las voces de sus padres con un gracioso tono agudo que no le queda, lo consigue sacarme un par de risas.

—Del diablo… esa debe ser tu madre con la mascarilla azul, la bata blanca y los ruleros, ¿te acuerdas? —le recuerdo y entonces ambos nos ponemos a carcajear.

—Sí… y creo que sigue sospechando que fuimos nosotros quienes subimos esas fotos al face. Me acuerdo que se encolerizó bastante cuando leyó los comentarios que la calificaban como «El demonio de Tasmania» y más cuando supo que en realidad no quité las fotos, sino que las oculté de su perfil y varios usuarios más se deleitaron con su dulce imagen… —Rememora Niel entre carcajadas.

—Se hizo un gran escándalo social, debió ser el tema principal de conversación de sus queridas y finísimas amigas… —Comento también riendo.

—En fin, retomando el tema; estamos empezando una nueva emocionante vida, estamos en un nuevo ambiente, haremos nuevos amigos y víctimas, además seguiremos viendo a nuestros amigos y padres. Aparte a mí me tendrás a diario y tranquila, que todavía no te enviaré a la friendzone. —Reitera y bromea Niel, sonriendo petulante.

Yo lo empujo en respuesta.

—¡Idiota! —protesto divertida—. Igual te extrañaré bastante y hablo en serio, no te creas un Romeo. —Le advierto mientras lo abrazo con efusividad y nos aferramos entre sí.

—Claro que no, si soy el príncipe azul de tus sueños. —Alega Niel vanidosamente mientras nos separamos; y antes de que proteste se adelanta—. Es broma, también te extrañaré a cada minuto, chaparra —me asegura con total sinceridad.

—Hey, si no soy chaparra. Además somos casi del mismo tamaño, ¿recuerdas? Y creo que es bastante despedida para unas horas así que… andando. —Decreto decididamente mientras me restriego los ojos, para que algunas inexplicables lagrimitas no se me escapen.

—Tienes razón, aunque tendremos menos tiempo para planear las bromas y ya no podremos ver películas juntos. ¿Recuerdas cómo te protegía de los estruendosos truenos en las tormentas? —me pregunta arqueando una ceja y una sonrisa.

—Claro que lo recuerdo, me abrazabas un buen rato para luego soltarme de repente y correr despavorido hacia cualquier rincón de la habitación, hasta en algunas ocasiones en que te pilló por sorpresa gritaste como niña. —Le recordé lo que en realidad pasaba en esas cómicas situaciones.

—Hey, no es cierto. Hieres mi orgullo de hombre con tus injurias, ¿sabías? —se hace al enfadado y ofendido—. Además cuando me levantaba gritabas como desesperada e histérica que regresara.

—¡Hey, qué calumnias! —esta vez yo me hago a la resentida, pero cambio de tema—. En fin, como me dijiste, existe el WhatsApp, querido. O podemos realizarnos una simple llamada, o en todo caso podemos hablarlo en cualquiera de los tres importantes alimentos del día o por notas en las clases que compartamos. Tienes razón, será emocionante —le explico.

Ahora —irónicamente— intento contener mi reciente ansiedad.

—Al fin vas entendiendo, pero tengo que irme. Pórtate mal, haz locuras y luego cuéntame en cuantos problemas te metiste. Lo mismo haré yo —me pide Niel.

Las mismas recomendaciones de siempre.

—Lo sé, lo sé; solo espero no superarte porque sino me decepcionarías. ¡Ah! una nueva recomendación, haz nuevos amigos y víctimas, analiza sus blancos y virtudes, que lo mismo haré yo. —Le solicito sonriendo orgullosa y él asiente.

—¿Qué asignaturas nos toca pasar juntos mañana? —me pregunta con el ceño fruncido, cambiando de tema.

—Química, a primera hora. —Respondo, mientras leo la hoja que el director me dio, comparándola con la de Niel para corroborar.

—Excelente, solo no te entretengas demasiado con tus nuevas amigas; como dijiste, hoy tenemos que preparar la gran broma de inauguración para mañana, en nuestra primera cena en la cafetería de aquí ultimaremos detalles. —Alude Niel.

—De acuerdo —asiento mordiéndome el labio con nerviosismo. Quiero pasar más tiempo con él, pero lamentablemente ya debemos irnos para podernos instalar con calma—. Entonces nos vemos en WhatsApp y en la… —quiero decir a medida que le quito mi otra maleta y comienzo a irme, pero Niel me detiene.

—Espera, ante todo soy un caballero. Venga, te llevo esto hasta tu habitación, es que tus maletas son realmente pesadas. —Se ofrece arrebatándome nuevamente una valija.

—¡Oye! Yo soy muy fuerte —refunfuño; sin embargo internamente estoy contenta, pues hablaré unos minutos más con él.

—Y no lo dudo, pero deberías agradecerme, te hago un favor al cargarte estas cosas. —Aduce Niel con una irritante tranquilidad—. ¿Qué llevas siempre aquí? Esto pesa peor que tu vecina Clotilde —se queja.

Doña Clotilde es una vecina mía que está obesa y tiene su puesto de comida.

—Tú quisiste llevarla, ahora te aguantas —me encojo de hombros, un poco enfadada por minimizar así mis cosas.

—Lo hago para que no sufras con semejante peso —se dispensa Niel—. Pero, en serio, ¿qué llevas siempre aquí? Hasta ahora no me creo que una chica como tú utilice toda esa chuchería de mujeres que seguro traes aquí.

—Hey, soy femenina, ¿sabes? Tengo estilo. Tampoco soy una marimacho que anda buscando pelea, simplemente me divierto —explico algo indignada.

Si hay un aspecto en el cual Daniel y yo somos totalmente opuestos es que él es muy básico respecto a vestimenta —incluso podría salir con su pijama puesto— y yo muy sofisticada. Aunque sea un atuendo sencillo debe ser alguno que tenga cierto glamour o estilo.

—Eso lo sé, y así te quiero. Solo no llenes de tanta chuchería tu valija en una próxima si no quieres que tenga dolores de columna. —Pide y yo doy un respingo.

—Exagerado —digo con la vista gacha, reprimiendo una risa.

Simplemente no puedo estar enfadada más de un minuto con él.

***

Al fin me despedí de Niel y ahora estoy frente a la puerta de mi nueva habitación. Dudo un momento antes de abrir, como si hubiera fantasmas o cucus dentro, pero al final con pose decidida decido tocar la puerta.

Tardan un buen rato en abrirme, así que insisto y al cabo de aproximadamente dos minutos alguien abre. La chica que me abrió la puerta es muy bonita, es de estatura una frente más baja que yo, tiene los ojos y el cabello color miel castaño, (vaya contraste), la tez blanca y un brillo labial rosa pálido. Pero tiene pinta de tener una evidente flojera y dado a sus fachas —las cuales yo también llevo cuando estoy aburrida en casa o recuperándome de una resaca—, lo dudo. Lleva una holgada blusa negra con el logotipo de Adam Walker escrito en letras blancas y un short mini jeans un poco aperlado en los bolsillos, además lleva chancletas.

Aún así parece a simple vista por sus rasgos y facciones parece ser una de las populares de esta preparatoria, o al menos de aquellas que se hacen notar.

—¿Tú eres…? —me pregunta con extrañeza y una pose floja, frunciendo el ceño de seguro totalmente desconcertada.

—Mónica Brooks, tu nueva compañera de habitación. —Respondo con una orgullosa sonrisa, mostrándole mis papeles que evidencian aquello y quitándome mis gafas de sol.

Entonces ella cambia su expresión a una entusiasta, como si se le hubiese iluminado la mirada de repente. Ahora soy yo quien la mira con extrañeza.

—¿Entonces qué haces todavía aquí, mujer? Pasa —me pide anímica, entonces ingreso aún extrañada por su repentino cambio de actitud.

Mi nueva habitación es amplia y bonita, muy bien decorada, perfectamente a mi gusto exceptuando por el detalle de que hay pósters de One Direction al medio de la pared, pues yo no soy fan de dicha banda. Pero como me dijo el director, comparto habitación con dos chicas, como todos.

La otra chica tiene los ojos muy maquillados de rimel y delineador negro, los labios con un labial mate oscuro, lleva ropa casual —una blusa blanca sencilla y un jeans muy ajustado— y está pegada a su celular, chateando con alguien claramente, echada de barriga en la que al parecer es su cama; también parece otra popular.

Casi al rincón, al lado de la cama cuya pared lleva los pósters de One Direction y está al centro, hay una vacía, con sus respectivos escritorio, un pequeño mueble y un guardarropa vacío; lo cual significa que son los míos.

—Ya nos habían dicho que tendríamos una nueva compañera de habitación, pero no imaginé que sería hoy, así que disculpa las fachas. —Se excusa apenada y radiante a la vez la chica que me abrió la puerta. Quiero decirle que no se preocupe, pero continúa hablando—. No creas que vestimos así siempre, no; es que como hoy es domingo y nuestros padres no vinieron, no había nada mejor que hacer más que observar catálogos de belleza, ver películas y comer palomitas. Además de que el viernes por la noche nos dimos nuestra escapada, luego nuestra tremenda y ahora nos recuperamos de la cruda, pues mañana de nuevo hay clases y todo eso. —Al fin se da un respiro después de todo un enérgico parloteo.

—Entiendo, yo hago lo mismo los finde flojos o cuando me recupero de la cruda. Además ya lo había deducido —asevero con una amable sonrisa.

—Entiendo también. Y ya que serás nuestra nueva compañera de habitación deja que nos presentemos. Me llamo Victoire y ella es Jane —se presenta y a la otra chica también.

Entonces Jane recién repara realmente en mi presencia, sentándose.

—Como dijo Victoire, soy Jane. Bienvenida —dice esbozando una breve sonrisa y volviendo a lo suyo con cierto ímpetu.

—Gracias —fue lo único que atino a decir, sonriendo efímeramente también.

—Pobre, parece que ella y Connor volverán a romper —me comunica Victoire en susurros, los cuales resultaron audibles para Jane.

—Oye, no andes contando cosas de mi vida. —Le reprocha Jane a Victoire lanzándole un almohadón, quien se lo arroja de vuelta.

—Pero es la verdad. Ustedes son la pareja ruleta —afirma Victoire, ganándose un gruñido y maldiciones hacia al tal Connor de parte de Jane, quien vuelve inmediatamente a lo suyo—. Discúlpala, es que está frustrada por su nuevo rompimiento, pero ya se le pasará. —Se disculpa rodando los ojos levemente, pero sonando casual y como si estuviese acostumbrada a ello.

—Aunque no creo que tan rápido —deduzco dubitativa, pues observo que Jane teclea con furia y energía.

—Así es Jane —la excusa Victoire insegura, pero cambia abruptamente de tema—. Mejor cuéntame de ti. —Me propone sonriéndome picarona, entonces le cuento mi historia algo resumida sobre cómo llegué aquí de principio a fin, con animosidad y orgullosa de ella.

—Y ahora estoy aquí —suspiro, Victoire y yo estamos sentadas encima su cama—, solo espero durar porque sino no sé qué será de mí.

—¿Pero qué dices? Con esa fama que dices que tienes te harás popular en un chasquido de dedos. —Asegura Victoire sonriendo presuntuosa, Jane al contrario ya nos mira con aburrimiento, al fin dejó su celular a un lado, con ira; al parecer ella y el tal Connor rompieron de nuevo.

—Veo que eres una chava a todo dar, solo no nos metas en muchos problemas ya que suficiente tenemos con algunos. —Me pide Jane entornando los ojos.

—Jane tiene razón, no queremos más problemas con «Don Normas», ya sabes, el dire. La anterior vez por su culpa el cruel profesor de Educación Física nuevamente nos hizo pasar por la humillación a varias chavas de hacernos despintar las uñas con la regenta, la cual ¡hey! ni un poco de delicadeza tiene. O sea, que oso pasamos —me cuenta Victoire con indignación y Jane asiente a cada una de sus palabras.

Estoy sorprendida por el drama, eso no es la mayor tragedia del mundo y en algunos institutos en las clases de Educación Física está prohibido traer las uñas pintadas. Pero, por otro lado, por sobre cómo me describió a la regenta —a la cual creo le arrojé mi chupete—, debió en serio haber sido torpe, salvaje quizá y con toda intención.

—Fueron dos humillantes veces, pero ya, dejemos de recordar cosas desagradables. Solo una advertencia, no provoques demasiado a los profesores ni al dire, no es nada lindo cuando se las agarran con uno y tienen una notable preferencia por los nerds. Así que… diviértete, pero con suma precaución —me advierte Victoire.

Cuando mencionó a los nerds me pareció ver un gesto despectivo, pero decido ignorarlo. Pienso en que esto se pone más emocionante, puesto que con advertencias y consejos de por medio, más interesante, complejo y divertido se torna todo. Daniel y yo seguro seremos leyenda aquí, eso ya está garantizado.

Transcurren unos segundos de un poco tenso silencio, yo estoy algo ensimismada en mis optimistas pensamientos y Victoire, ¿me analiza detenidamente el rostro?

—Hey, me encanta tu estilo —decide abordarme—; y vaya que sabes cómo aplicarte el maquillaje, ese labial rosa te va de maravilla, te resalta sin verse muy llamativo y chillón. —Afirma y se nota totalmente sincera en lo que dice.

No lo niego, me gusta maquillarme, es un ligero hobbie que tengo; pero jamás había reparado en que se me diera y viera tan bien.

—Gracias, me gusta el maquillaje, lo veo como un tipo de arte que según yo sé aprovechar; aunque, si te soy sincera, jamás reparé en lo que me dijiste. —Le confieso a Victoire susurrando.

—¿Cómo no? Por Dios, eres bellísima, tienes todo lo que una chava necesita tener aquí para ser popular: Personalidad, carisma y estilo; te lo repito, encajarás a la primera aquí, apenas y te des cuenta te verás rodeada de amigos. Aunque no nos traiciones, Jane y yo queremos ser las mejores. ¿Verdad, Jane? —me predice Victoire con optimismo.

—Claro. Y ya que te unirás a nosotras, ¿por qué no le hablas de los chavos, Victoire? Y del Bodwell en general, recuerda que Mónica es nueva. —Le aconseja Jane esbozando una amable sonrisa, aunque por un instante me pareció forzada. Debe ser porque acaba de romper nuevamente con su novio.

Tengo que admitir que siento mucha curiosidad por sobre cómo son los estudiantes del Bodwell, así sabré qué territorio exactamente estoy pisando.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro