━━━Capítulo Cuatro | Decidido a cuidarlo
Capítulo 04
Decidido a cuidarlo
El sol de la tarde se filtraba por los ventanales del supermercado, iluminando los estantes repletos de productos. Jungmin empujaba su carrito con la pequeña Miyi sentada en el asiento. Miyi observaba todo con sus grandes ojos curiosos. Jungmin se sentía agotado, tanto física como emocionalmente. Las palabras de Taejoo, su esposo, resonaban en su mente: "No te acerques a Doyoung nunca más".
Mientras pasaba por el pasillo de los productos enlatados, su corazón se detuvo al ver una figura conocida. Kim Doyoung estaba examinando unas latas de sopa. Doyoung levantó la vista y sus ojos se encontraron. Jungmin sintió una mezcla de alivio y pánico. Intentó alejarse discretamente, pero Doyoung ya había notado su presencia.
—¡Jungmin! —llamó Doyoung, acercándose con una sonrisa cálida—. ¡Qué coincidencia verte aquí!
—Dr. Kim... Doyoung —respondió Jungmin, intentando mantener la calma—. Sí, es una coincidencia.
Doyoung miró a Miyi y le dirigió una sonrisa amable. La pequeña le devolvió la mirada, curiosa.
—¿Cómo estás, Miyi? —preguntó Doyoung suavemente. Luego volvió su atención a Jungmin—. ¿Y tú, cómo estás?
—Estoy bien, gracias —dijo Jungmin rápidamente, deseando terminar la conversación lo antes posible—. Solo haciendo algunas compras.
Doyoung frunció el ceño al notar el tono evasivo de Jungmin. Sin embargo, no insistió. Miró el carrito de Jungmin, lleno de provisiones, y luego su propio carrito, casi vacío salvo por algunos productos instantáneos.
—Veo que tienes muchas cosas —comentó Doyoung—. ¿Cómo piensas llevar todo eso en el autobús?
Jungmin dudó, mirando a su alrededor nerviosamente.
—Bueno, encontraré una manera —respondió, tratando de sonar convincente.
Doyoung no se dejó engañar. Su mirada se volvió seria.
—Déjame ayudarte, Jungmin. Con Miyi y todas esas compras, será difícil para ti manejarlo solo.
Jungmin negó con la cabeza, recordando las amenazas de Taejoo.
—No, no puedo... Taejoo...
—Entonces dile a Taejoo que venga a ayudarte —dijo Doyoung con firmeza.
Jungmin bajó la mirada, sintiéndose atrapado.
—Taejoo está trabajando —admitió finalmente—. Pero de verdad, no quiero causarte molestias.
Doyoung suspiró y le dio una mirada comprensiva.
—No es ninguna molestia, Jungmin. Además, traje mi auto. Será más fácil para todos.
Finalmente, Jungmin aceptó a regañadientes. Mientras Doyoung empacaba las compras en el coche, Jungmin no pudo evitar notar que la mayoría de los productos de Doyoung eran comidas enlatadas o instantáneas. Una preocupación genuina surgió en su pecho.
—Doyoung... —comenzó, vacilante—. ¿Siempre comes este tipo de comida?
Doyoung sonrió, encogiéndose de hombros.
—Es rápido y fácil, con mi horario de trabajo no tengo mucho tiempo para cocinar.
Jungmin frunció el ceño. Su lobo interior gruñía en desacuerdo. Ignorando las amenazas de Taejoo, decidió que no podía dejar a Doyoung alimentarse solo de comidas instantáneas.
—Te prepararé una cena fresca esta noche —dijo de repente, sorprendiendo a ambos.
Doyoung lo miró con sorpresa.
—Jungmin, no tienes que hacerlo.
—Quiero hacerlo —insistió Jungmin—. Es lo menos que puedo hacer después de toda tu ayuda.
Mientras se dirigían a casa, Jungmin sintió una extraña calma. A pesar de las amenazas de Taejoo, su lobo y él sabían que estaban haciendo lo correcto. Decidieron cuidar de Doyoung, incluso si eso significaba enfrentar las consecuencias más tarde.
Jungmin movía con cuidado la espátula en la sartén, permitiendo que el aroma de las especias se mezclara con el del pollo dorándose lentamente. A pesar de la tranquilidad de la cocina, su mente estaba atrapada en una tormenta de pensamientos.
A través de la ventana de la cocina, Jungmin podía ver a Doyoung jugando con Miyi. La niña reía silenciosamente mientras Doyoung hacía caras divertidas. La escena llenaba el corazón de Jungmin con una calidez que no sentía desde hacía mucho tiempo. Así debería ser una familia, pensaba mientras su lobo interior asentía con tristeza y anhelo.
Eventualmente, Doyoung dejó de jugar y se acercó a la cocina, sus pasos suaves resonando en el suelo de madera.
—Huele increíble, Jungmin —comentó con una sonrisa genuina, deteniéndose en el marco de la puerta.
Jungmin le devolvió la sonrisa, aunque un tanto nerviosa.
—Gracias, espero que te guste. Estará listo en unos minutos.
Doyoung entró en la cocina, su expresión cambiando de la alegría a una preocupación suave.
—Jungmin, he notado que últimamente te ves más... tenso. ¿Todo está bien?
Jungmin dudó por un momento antes de suspirar y asentir.
—Es complicado. Taejoo... no está muy contento con nuestra amistad. Está celoso, especialmente después de lo que pasó con Miyi.
Doyoung frunció el ceño, su preocupación evidente.
—Lo siento mucho. Nunca quise causar problemas entre ustedes.
—No es tu culpa —dijo Jungmin rápidamente, bajando la mirada hacia la sartén—. Taejoo tiene sus propios problemas. Pero suficiente de eso. Hablemos de algo más agradable. ¿Quieres saber algo sobre mí?
Doyoung asintió y se apoyó en la encimera.
—Sí, claro. Me encantaría saber más sobre ti, Jungmin.
Jungmin sonrió, aunque su mirada se volvió melancólica.
—Antes de todo esto, estudiaba botánica en la universidad. Era mi pasión. Pero todo cambió cuando Taejoo me marcó. Yo tenía 21 años. Fue repentino y... bueno, dejé la universidad.
Doyoung lo miró con empatía.
—Lo siento, Jungmin. Debe haber sido muy difícil dejar algo que amabas.
Jungmin asintió, la tristeza en sus ojos evidente.
—Sí, lo fue. Pero ahora tengo a Miyi, y ella es lo más importante.
La conversación fue interrumpida por el suave sonido de Miyi entrando en la cocina, mirando curiosamente a su padre y a Doyoung. Jungmin se inclinó y acarició suavemente el cabello de su hija antes de apagar la estufa.
—Vamos a cenar —dijo Jungmin, tratando de mantener el tono alegre—. Espero que tengas hambre, Doyoung.
Se sentaron en la mesa, Miyi ya acomodada en su silla alta, mirando a los adultos con curiosidad. La comida era deliciosa, y por un momento, la cena transcurrió en una paz inesperada.
Doyoung probó un bocado y sonrió.
—Esto es increíble, Jungmin. Eres un verdadero chef.
Jungmin sonrió tímidamente.
—Gracias, Doyoung. Me alegra que te guste.
Mientras cenaban, Jungmin no podía evitar imaginar, aunque fuera por un momento, que estaban viviendo en un mundo diferente. Un mundo donde su familia no estuviera marcada por los celos y la violencia, sino por el amor y el apoyo mutuo. Aunque sabía que la realidad era otra, esa pequeña fantasía le daba fuerzas para seguir adelante.
Al terminar la cena, Doyoung ayudó a recoger los platos y limpiar la mesa. Miyi, cansada de tanto jugar, se quedó dormida en su silla alta. Jungmin la tomó en brazos con ternura, agradecido por el momento de tranquilidad que habían compartido.
—Gracias por venir a cenar, Doyoung —dijo Jungmin mientras se despedían en la puerta—. Significa mucho para mí.
Doyoung asintió, su mirada suave y llena de comprensión.
—Gracias a ti, Jungmin. Si alguna vez necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme.
Jungmin cerró la puerta después de que Doyoung se fue, sintiéndose un poco más fuerte, un poco más esperanzado.
Su lobito y él estaban de acuerdo, el alfa era un lugar seguro.
Maratón 2/?
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