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15. ¿Quién es Bonneville?

Entro en la agencia con paso firme, aunque por dentro siento un nudo de tensión que no logro disolver. Me detengo frente a la puerta del despacho de Thompson y respiro hondo. Este es el último paso para cerrar una etapa de mi vida. Ya no más conspiraciones, no más vidas pendiendo de un hilo. Al menos, eso espero.

Empujo la puerta y lo veo ahí, sentado tras su escritorio. Thompson está igual que siempre: traje impecable, gafas relucientes y esa expresión imperturbable que nunca deja entrever lo que realmente piensa.

—Detective Green —dice, inclinándose ligeramente hacia adelante— Puntual como siempre.

—Director Thompson —respondo, cerrando la puerta tras de mí— Estoy aquí para firmar los documentos de mi retiro.

Él asiente y abre una carpeta que tiene preparada sobre el escritorio. Mis papeles están ahí, impecablemente organizados, como todo lo que maneja Thompson. Pero no los entrega de inmediato. En lugar de eso, se reclina en su silla y me observa detenidamente, como si estuviera evaluando cada detalle de mi rostro.

—Antes de que firmes —dice, con un tono calculadamente casual— hay algo de lo que necesito hablar contigo.

—Ya he tomado mi decisión —respondo, cruzando los brazos. No estoy de humor para rodeos.

—Lo sé, Green. Pero esto es importante.

Suspira y saca un archivo de otro cajón. Lo desliza por el escritorio hacia mí, deteniéndolo justo frente a mis manos. La etiqueta en la cubierta dice un solo nombre: Bonneville. Algo en mi estómago se revuelve al verlo.

—¿Bonneville? —pregunto, frunciendo el ceño.

—Precisamente —responde Thompson, con un destello en los ojos que no puedo interpretar— Lo de que propuse al inicio, sigue en pie. Necesito que descubras quién es en realidad.

—Estoy aquí para cerrar mi contrato, no para aceptar nuevas misiones. He terminado con esto.

—Green, escucha —dice, inclinándose hacia adelante con los codos sobre el escritorio— Tengo razones suficientes para saber que me está ocultando algo. Si alguien puede llegar al fondo de esto, eres tú. Necesito que hagas esto. 

—¿No que era su mejor agente? ¿Qué encontró que lo hace dudar de él?  —respondo, aunque mi curiosidad ya está picada. — Si no confía en él, despídalo.

—No es tan sencillo. Sabe mucho sobre mí.

—Entonces mátelo. — me arrepiento de mis palabras en cuanto las digo. — No caeré en su juego de manipulación otra vez.

—Es algo personal —dice, y su tono se endurece. — Hace dos días encontré esta fotografía. — la saca de la carpeta y la desliza hacia mí. — El parecido es increíble. Si es que no es él mismo. — la observo. Son un grupo de policías recibiendo medallas y dentro de ellos, hay un adolescente muy parecido a Bonneville. 

Está algo borrosa y oscura. Es una foto muy vieja.

—¿De dónde la sacó?

—Tengo ojos en todas partes. La manera en la que conocimos fue peculiar, así que nunca me detuve a investigarlo lo suficiente. Y cuando lo intenté, nada aparece sobre él. Como si fuera...

—Un fantasma.— completo su oración.  

La habitación parece encogerse a mi alrededor. Thompson sabe de nuestra cercanía, claro que lo sabe. Siempre sabe dónde presionar para conseguir lo que quiere.

—¿Por qué yo?

—Porque eres la única que ha logrado acercarse...demasiado a él. Harás este trabajo mejor que cualquiera en este edificio. — miro por una diminuta línea del cristal que divide las oficinas. Él ha llegado. Está cerca. ¿Sería capaz de estar ocultando algo mas aparte de ser un asesino a sueldo?

—Necesitará más que una foto para convencerme. —mi voz suena menos firme de lo que me gustaría.

Thompson asiente, como si hubiera esperado esa respuesta.

—Todo lo que necesites, Green. Esta vez no habrá límites. Pero necesito que me des una respuesta ahora. — vuelvo a mirar a través del cristal. 

Todo lo que me dijo anoche sigue intacto en mí.

—¿Qué hará si descubro algo que no le guste? ¿Le hará daño?

—No. Lo hablaría con él.

—No le creo.

—Solo quiero asegurarme. Tu trabajo será bien recompensado. Y te pido, sobre todo, que no se entere de esto.

—No se preocupe. Pero independientemente de esto, nuestro contrato se termina. — tomo el lapicero azul y firmo el papel. Ni siquiera estoy pensando con claridad lo que estoy diciendo. Lo que estoy aceptando. Porque mi rabia contra Bonneville es más fuerte que la razón justo ahora. 

Thompson nota mi actitud pero no hace preguntas.

—Dos semanas máximo. Si no encuentro nada en ese tiempo, se lo haré saber. — cierro el folder en mis manos y lo deslizo sobre la mesa. Esto es todo lo que nos queda ahora.

—Agradezco tu colaboración. Lamento si antes de no pude darte lo que necesitabas. Espero que entiendas que hay reglas que debo seguir.

—No si usted es quien las crea. — levanto la mirada y encuentro los ojos de Thompson. — Tenemos un trato. — me centro en lo importante.

—De acuerdo.

—¿Patrick me puede ayudar en esto?

—No, lo mas probable es que le diga algo.

—¿Y qué le asegura que yo no? — se queda en silencio, como si supiera algo que yo no. — Haré lo que sea necesario. Descuide. — cambio de tema mientras me levanto del asiento. 

—Estoy seguro que sabrás manejarlo. — se levanta de la silla. — Estaré ausente por unos días. Espero obtener buenas noticias pronto. — me abre la puerta, así que sin decir nada más, salgo.

...

Las luces frías del Pentágono zumban sobre mi cabeza mientras reviso el informe en la tableta. Debo redactar el informe completo que usaré en el juicio sobre los hermanos Robinson en 48 horas. de  Pero mi mente se niega a concentrarse del todo.

Bonneville.

Su nombre aparece en mis pensamientos como un susurro inoportuno. No debería estar pensando en él ahora, no aquí. Pero lo hago. Como siempre. Acomodo mi chaqueta y disimulo un suspiro, observando las figuras que se mueven a mi alrededor. Oficiales de inteligencia, analistas de seguridad, todos en su propia rutina. 

Él no debería afectarme así. No cuando es parte inicial del problema. No cuando mi trabajo es descubrir la verdad, sin importar a quién pueda incriminar. ¿Sería capaz de cubrir su cuartada aun sabiendo que él fue quien le disparó a Salas? No lo sé. ¿Cómo haré esto sin implicar a la agencia de la que fui parte? Exhalo despacio y regreso la vista a la pantalla. Me concentro. O al menos lo intento. Pero las líneas de datos empiezan a entremezclarse con imágenes de su sonrisa, con el sonido de su voz grave pronunciando mi nombre.

Sacudo la cabeza. No. No hay espacio para esto aquí.

He pasado años desentrañando casos, pero este en particular ha sido un infierno. Los hermanos Robinson están a punto de enfrentar el juicio final, y mi trabajo es asegurarme de que no haya resquicios para que escapen. Así que aquí estoy, en mi oficina, con una taza de café y montañas de evidencia desperdigadas sobre mi escritorio.

Respiro hondo. Necesito orden.

Primero, repaso los informes. Todo está organizado en carpetas etiquetadas con fechas y códigos. No puedo permitirme perder ni un solo detalle. Agarro el expediente principal. Dentro están las fotos de la escena del crimen: los cuerpos de las víctimas, las marcas de bala, las huellas dactilares que logramos recuperar, los mensajes, las llamadas, y todo lo demás. Unas imágenes frías y brutales que hablan más fuerte que cualquier discurso. Esto es lo que los hundirá. Aun después de muertos. 

Mi siguiente paso es preparar mi declaración para el tribunal. Me aseguro de que cada palabra sea precisa, que no deje margen para interpretaciones. Miro el reloj. Quedan menos de 48 horas para la audiencia. Repaso cada documento con calma, buscando grietas, anticipando cada posible ataque de la defensa. Sé que intentarán desacreditarme, insinuar que hubo fallos en la investigación, pero no lo permitiré.

Respiro hondo otra vez. 

Esto no es solo otro caso. Es la culminación de meses de trabajo, de noches en vela, de perseguir sombras hasta traerlas a la luz.

9pm.

El cielo ya está oscuro cuando Mario llega a mi departamento. Lleva una bolsa de papel con comida china y un portátil bajo el brazo, como siempre. Es la única persona con quien puedo relajarme lo suficiente para no pensar en el caos que suele rodear mi vida, pero hoy incluso él parece notar la tensión en mi rostro.

—¿Qué pasó ahora? —pregunta mientras deja la comida sobre la mesa.

—Bonneville —respondo, sin mirar hacia él mientras abro un archivo en mi laptop.

Mario deja escapar un largo suspiro y se sienta a mi lado, colocando su portátil sobre la mesa y encendiéndolo. El sonido familiar del sistema operativo llenando la habitación me da una sensación de normalidad, aunque sólo sea por un segundo.

—Déjame adivinar, ¿es un supuesto fantasma que también es un exsoldado ruso con un pasado más turbio que mi última relación? —dice, y no puedo evitar sonreír ligeramente. Ya le he contado todo lo que sé. Ya no le ocultaré nada.

—Exacto. Thompson quiere que lo investigue. Estoy repasando cada operación en la que pudo haber estado involucrado. Mira esto. —giro la pantalla hacia él, mostrando un informe desclasificado que señala conexiones entre Bonneville y una unidad de élite rusa disuelta hace años.

Mario ajusta sus gafas y se inclina hacia adelante, estudiando los datos.

—Mira este nombre —dice, señalando uno de los soldados listados en el informe—Alexei Voronin. Ese tipo aparece en otro archivo que revisé hace unos meses. No era exactamente un santo.

—¿Tienes ese archivo? —pregunto, mi interés creciendo.

—Por supuesto, dame un segundo. —Mario comienza a teclear rápidamente, y en cuestión de minutos, un documento aparece en la pantalla de su portátil. Me lo muestra y, efectivamente, el nombre de Voronin está relacionado con varias operaciones encubiertas.

—Si Bonneville era parte de esta unidad, explica muchas cosas —digo, más para mí misma que para él.

Mario me mira y sonríe.

—¿Ves? Por eso me necesitas. Y también porque traje dumplings. Ahora come algo mientras seguimos con esto, porque a este ritmo vas a terminar soñando con soldados rusos y conspiraciones. — no puedo evitar sonreír.

—Estoy tan molesta que ni siquiera sé si lo que estoy haciendo es correcto.

—No lo es. Pensé que odiabas a este señor. Ahora aceptaste una asignación que solo complicaría todo. — me quedo en silencio. — ¿Cómo crees que Bonneville se lo tome cuando sepa que lo has estado investigando a sus espaldas?

—Anoche dijo que le sería mas emocionante si en vez de preguntarle investigo por mí misma, así que no creo que le afecte mucho. Pero también sé que si le pregunto no me dirá nada. Solo evitará la conversación.

—¿Y crees que tiene que ver algo con la policía realmente? — pienso mi respuesta por unos segundos.

—No lo sé. No lo creo.

El teclado de Mario suena como una lluvia ligera mientras sus dedos vuelan sobre las teclas. Yo, en cambio, estoy tirada en el sofá, luchando por no manchar de migas una de manta beige mientras devoro un donut. Mi atención está fija en su monitor, donde se despliegan líneas de código y bases de datos que a mí me parecen jeroglíficos.

—¿Ya tienes algo sobre Bonneville o vamos a estar aquí hasta que me arrepienta de haber comido esto?

—Primero, jamás te arrepientas de un buen donut. — dice Mario, arqueando una ceja. — Segundo, dame un minuto. Esto es como desarmar un reloj antiguo. Todo está interconectado, y no quiero activar ninguna alarma.

Observo cómo trabaja, el reflejo azul de la pantalla iluminando sus gafas de montura gruesa.

—Ok, aquí está— dice finalmente, señalando con su mano perfectamente cuidada. — Lo único que aparece sobre él es un perfil de veterinario. Sus primeros años de escuela, universidad y demás. Está completamente limpio.

—¿No aparece nada sobre Rusia?

—No. Su perfil fue creado con mucha preparación. No hay ni un detalle que no concuerde a lo que dice ser.

—Si Thompson desconfía de él ahora, no tiene sentido que sea quién se lo haya hecho.

—¿Sabes qué tiempo lleva trabajando con él?

—Dos años, hasta donde sé.

—Estos datos fueron publicados desde mucho antes.

—Si no fue Thompson, entonces quién. — un silencio se apodera del departamento. — Espera, aquí hay algo más. — me inclino hacia adelante, el azúcar del donut olvidado en mis dedos.

—¿Qué es?

—Tu Bonneville antes de mudarse aquí, trabajaba en otra ciudad, pero los registros son... digamos, extrañamente escasos. Parece que alguien quiso borrar algunos archivos.

—¿Por qué harían eso?

Mario sonríe, un destello malicioso en sus ojos.

—Esa es la pregunta del millón, querida. ¿Quién es este chico? ¿Podría existir algo peor que ser un asesino a sueldo? — Bonneville está ocultando algo, y si realmente está relacionado con la policía, podría explicar muchas cosas.

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