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Capítulo 9

En cuanto estuve frente a la casa de Eiden y el guardia me dejó entrar, toda mi valentía había escapado de mi sistema, pues después de lo de ayer... me sentía verdaderamente avergonzada. Sinceramente, me planteé la idea de no aparecer por una semana con la excusa de haberme enfermado, pero no podía mentir... debía trabajar. Escuché pasos por las escaleras, no quería voltearme y ver a Eiden

-Oh, Sarah, estás aquí -suspiré aliviada y me giré para ver a Cristal.

-Hola, Cris -ella me sonríe pero se veía algo confundida por verme.

-¿Qué haces aquí? Se supone que hoy es día libre por lo de ayer. ¿No te llegó mi mensaje? -preguntó haciéndome fruncir el ceño.

-No, en realidad... -me puse a revisar mi celular y quise darme una bofetada mental por no haber revisado mis mensajes. Justo aquí, en nuestro chat, estoy leyendo el mensaje que claramente dice que no hacia faltar venir hoy.

-Ow... lo siento, no lo he visto -suspiré.

-No pasa nada. Pero ya que estás aquí... ¿Quieres quedarte?

-Creo que... mejor me regreso a mi casa. Si no trabajamos hoy... prefiero no molestar -mencioné avergonzada.

Pero entonces pasó una pregunta por mi cabeza...
Si hoy es día libre... ¿qué hace ella aquí tan temprano?

-¿Segura? No molestas en serio -dijo ella sonriendo.

-Segura... -tosí un poco para aclarar mi garganta-. Cris... tengo una pregunta, pero no quiero que me la tomes a mal, solo es... curiosidad.

-¿Sí? Suéltalo.

-B..Bueno... Es que... ¿qué haces aquí siempre tan temprano y más si es día libre? -traté de ser directa pero sin llegar a sonar grosera. Ella me sonríe comprendiendo mi duda.

-Vivo aquí.

Me quedé helada. Quiero decir, después de un tiempo trabajando aquí lo llegué a sospechar pero... confirmarlo es otra cosa.

-Eiden me dejó quedarme hace ya unos años y para agradecerle me volví su mánager.

-Ya veo, entiendo. Que... generoso es Eiden -sonreí leve.

-¿Verdad? Incluso fue él quien me insistió por todo lo que estaba pasando en mi vida cuando eso. Me alegra tanto tener a alguien como Eiden en mi vida.

Asentí como única respuesta, pues no podía hablar más, tenía la garganta seca después de la noticia. Suspiré profundo y carraspeé un poco.

-Está bien, supongo... que me iré ahora.

-Nos vemos mañana.

Me despedí con la mano y me alejé de ella. Salí de la gran casa teniendo la mente ocupada. Ahora todo tenía más sentido y podía confirmar mis teorías, era por esto que ella actuaba tan cómoda todos los días estando aquí. Quería evitar sentirme mal pero no podía evitarlo, era como un nudo en el pecho que se ajustaba mucho más con cada pregunta que aparecía en mi cabeza.

¿Han dormido juntos?
¿Son de esa clase de amigos con derechos?
¿Cuánto tiempo se conocen? ¿Se habrán besado siquiera?
¿Él le insistió en que vivieran juntos?
¿A Eiden le atrae Cristal?

Levanté la mano y detuve un taxi, odiaba usarlos pero no podía andar sola en estos momentos estando tan distraída y además... mis piernas casi no me respondían. Estaba exagerando, seguro era eso, pero... aún así no podía evitarlo.

-¿No le parece que el clima está muy hermoso hoy? -preguntó de repente el taxista.

-¿Eh? ¿Qué? Ah... sí, claro -comenté distraída.

-Está tan hermoso, casi tanto como usted, señorita -rodé los ojos y lo ignoré, pero él no iba a parar-. Como están las mujeres de ahora que todas son tan guapas, no más hay que verla a usted.

-Disculpe, no se lo tome a mal pero... me gustaría tener algo de silencio, por favor -pedí.

-¿No le gusta que la halage?

-No en realidad -solté con molestia y el taxista chasqueó la lengua.

-Uno intentando decir cosas bonitas y ya no se puede. Con eso del feminismo de ahora, todas andan bien rabiosas y ya ni se les puede mirar.

Cerré los ojos y miré por la ventana, estaba a nada de saltar del vehículo.

-Pero dígame algo, señorita ¿tiene novio? ¿O por qué tan arisca?

-Deténgase, por favor.

-¿Qué?

-Quiero bajar, así que deténgase.

-No, guapa, no hay necesidad. Mire, estamos por llegar, no necesita bajarse.

-Se lo pido amablemente, señor. Déjeme bajar -exigí, él me mira por el espejo mientras sigue negando.

-Ya llegamos, ya llegamos. Usted tranquila y siéntase cómoda -extendió su mano hacia mí pero sujeté su muñeca y se lo doblé haciéndolo quejarse.

-No se atreva a tocarme, hijo de puta. Ahora estacione el auto y déjeme bajar.

Empezó a insultar en murmullos mientras se encostaba, me salí del vehículo y golpeé la puerta al cerrar. Ni siquiera iba a pagarle, me recordó porqué odiaba pedir taxis.

-¡Maldita perra! -me gritó, le levanté el dedo medio sin detener mis pasos y sin voltearme- ¡Ojalá te violen, hija de puta!

Chasqueé la lengua y me abracé a mí misma, quería llegar rápido a mi casa y pensé en que todo sería mejor si tuviera alas. Maldecí de nuevo por lo mismo y me frustré otra vez por el pésimo día que estaba teniendo.
Pero me detuve en seco por un leve dolor que recorría mi espalda, pero al estirar mi cuerpo el dolor desapareció. Joder, ese taxista sí que me hizo ponerme tensa, necesito un masaje.

-¿Princesa, qué haces aquí? ¿No tenías trabajo? -papá me recibe desde la sala mientras miraba una serie junto a mamá.

-No lo sabía pero tengo día libre -respondí.

Subí hasta mi habitación, dejé mis cosas en un mueble y decidí cambiarme de ropa para luego bajar de nuevo.

-Iré al bosque -avisé pasando junto a ellos.

-Recuerda cuidarte -responde mamá.

-Sí, lo sé, nos vemos.

-Adiós, princesa.

Salí de casa y comencé a caminar hacia la entrada del bosque en donde comencé a correr. Como había vivido toda mi vida por aquí, me lo había aprendido a la perfección y siempre me había gustado correr. Siempre lo he hecho.

Sonreía mientras lo hacía y veía a algunos pocos animales aquí, hasta que escuché el sonido del agua, vi el río y supe que estaba llegando a la cascada. Aceleré el paso y llegué hasta el borde, veía el lugar encantada. Miré la cascada un segundo antes de quitarme los zapatos emocionada y retrocedí un poco. Sonreí más y corrí de nuevo hasta el borde y salté juntando mis manos al frente, para hacer un clavado y hundirme en el agua.

Salí hasta la superficie, acariciando mi cabello para dejarlo dejarlo hacia atrás y que no moleste. Volví a bajar y abrir los ojos bajo el agua para mirar a los peces nadando y acompañarlos un rato hasta quedarme sin aire por lo que salí a la superficie.

Llegué hasta la costa y me subí a una roca para comenzar a exprimir el agua de mi ropa y cabello. Pero nuevamente empezó aquel dolor en mi espalda y tuve que estirarme para hacerla sonar y tratar de calmar mis músculos tensos. Resoplé y levanté la vista hacia el cielo, pero luego miré el lugar junto a la cascada desde donde había saltado.

-Así que fue eso... pensé que todos los lobos en esta zona se habían ido... -murmuré pensando en voz alta mientras veía a un lobo gris mirándome.

Recuerdo que mis padres me dijeron que naturalmente, los lobos eran enemigos de los cuervos y que una manada atacó a Jayd y a Nilsa hace tiempo, cuando se conocieron.

El lobo aúlla y luego se da vuelta para correr.

Me tranquilicé al dejar de sentirlo cerca y tampoco sentí la presencia de su manada, si es que la tenía. Me levanté y bajé de la roca para caminar cuesta arriba e ir en busca de mis zapatos y limpiarme los pies en el río. Esperé a que la mayor parte de mi cuerpo y ropa estuviera seca antes de ponerme los zapatos. Miraba a todos lados por si el lobo decidía volver y cuando terminé de ponerme los zapatos resoplé al ver a la manada atrás de mí.

-Genial... -murmuré.

Me levanté lentamente sin perder de vista a ninguno de ellos, los lobos quisieron acercarse a mí y rodearme pero yo retrocedí a pasos largos.

No estaba asustada como la mayoría creería, en realidad fui entrenada para valerme por mí misma con todo tipo de amenazas aunque no tuviera alas. Era mucho más fácil hacerme cargo de animales normales que de especies sobrenaturales como Tanner... enfrentar a una de ellos da más miedo que esta situación.

Repentinamente un lobo salta sobre mí, me hice a un lado y salí corriendo de inmediato, ellos me persiguieron pero fui más rápida, al menos lo necesario para saltar y alcanzar una rama y subirme a un árbol cuando estuvieron por atraparme.

Los lobos gruñen y saltan tratando de alcanzarme pero yo sonreí burlesca. Miré a todos lados y decidí saltar de un árbol a otro ya que estaban muy cerca. Los lobos solo me rozaban de vez en cuando, no podían alcanzarme. Fui rápida en ir de árbol en árbol y luego salté al suelo mucho más adelante de ellos y seguí corriendo hasta que supe que estaba cerca de la calle.

-Si no quieren ser cazados más les vale irse -murmuré mientras corría de espaldas y los veía viniendo a por mí aún-. Cómo quieran.

Corrí y salí del bosque rodando en el suelo ya que había una bajada algo corta pero empinada y ellos se quedaron entre los árboles, sin salir del bosque, pero seguían gruñendo.
Sonreí, me levanté del suelo para comenzar a caminar y alejarme de ellos mientras rugían con furia por no poder cazarme.

Llegué a casa suspirando agotada.

-Que bueno que llegas... -mamá me abraza al verme-. Jayd y Dylan llamaron, los clanes avisaron que los lobos habían vuelto por la zona y...

-Lo sé, me persiguieron un poco pero al final se quedaron en el bosque -respondí restándole importancia.

-Y estás bien... Aunque empapada -confirma viéndome de pies a cabeza-. Dios, no puedes ser tan parecida a tu padre. No les importa el peligro.

Me reí un poco al igual que papá desde la cocina. Él me mira y me guiña el ojo con complicidad.

-Bueno, si tiene tu parte humana, debió sacar algo de mí -comenta él, apoyado en la encimera.

Sonreí un poco pero luego sentí otra vez aquel dolor en la espalda, e hice una mueca llamando la atención de ambos.

-¿Estás bien? ¿Qué sucede? -pregunta mamá y papá se acerca.

-Nada, solo... me duele la espalda, seguramente es por el estrés, pasaron muchas cosas estos días -mencioné.

-¿Desde hace cuánto te duele la espalda? -pregunta papá confundido.

-Pues... desde esta mañana, cuando regresaba de la casa de Eiden -respondí.

Ellos asiente comprendiendo pero sus expresiones seguían siendo las mismas de confusión. Eran extraños.

-Bueno, iré a ducharme -avisé srparándome de ellos y yendo a mi habitación.

Me di una ducha rápida, como había dicho, y luego de cambiarme y secarme parcialmente el cabello, salí por la ventana, trepé el árbol y llegué hasta el techo. Miré mis cosas y decidí agarrar mi ukelele que tenía aquí, empezando a tocar una melodía original sin letra. Sonreí al hacerlo, me sentía tan bien al hundirme en la música. Hasta que el aullido de los lobos me distrajo.

Es verdad que son criaturas feroces y nada amigables... pero a la vez son tan bellos y sus aullidos tan melodioso. Me gustaban esos animales y no pude evitar pensar en Eiden y que él pertenecía a ellos.

Eiden...

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