Capítulo 39
-De nuevo, gracias -dije quitándome el cinturón de seguridad y saliendo del auto-. Nos vemos.
-Nos vemos.
Ellos se van y yo me acerqué a la puerta del hotel, me presenté en la recepción mostrando mi carnet de asistente, fue cuando me dijeron en dónde se quedaba Eiden.
-Gracias -sonreí y me fui por donde me indicó.
Subí en el ascensor y me fui al piso de su habitación, busqué su puerta y al encontrarla golpeé levemente con mis nudillos. Esperé un buen tiempo hasta que escuché pasos, que luego de detenerse porque supe que había reconocido mi olor, empezaron a ser rápidos y la puerta se abrió de golpe, fue cuando vi a un Eiden desesperado y agitado.
-Sarah...
-Lo siento, un tiburón comió mi celular, no pude avisarte que estaba bien -solté con una mueca apenada.
Él niega con la cabeza y me abraza efusivamente hasta despegar mis pies del suelo, esconde su rostro en mi cuello y sentí mi piel humedecerse.
-Hey... -me dejó en el suelo y yo me separé levemente para ver su rostro-. Está bien... estoy bien, no te preocupes.
-Me había asustado... -admitió.
Sonreí ligeramente, me separé solo un poco para poder verle al rostro y acunar este en mis manos. Quité sus lágrimas con mis pulgares y besé su mejilla.
-Lo siento... -dije después de un beso y luego besé su otra mejilla-. Lo siento... -repetí bajando hasta rozar nuestros labios-. Lo siento.
Él no quiso esperar más y me besó con intensidad, apoderándose de mi cintura con ambas manos hasta atraernos y pegar nuestros cuerpos. De repente me hizo avanzar, cerró la puerta tras de mí y me acorraló contra un mueble al que me hizo subir para poder meterse entre mis piernas.
-No vuelvas a asustarme así -pidió entre besos- ¿Sabes lo difícil que es tratar de calmar a un niño cuando ni siquiera puedes calmarte a ti?
Me reí en medio del beso y acaricié su cabello. Nos detuvimos un instante solo para vernos al rostro.
-¿Quieres que siga disculpándome?
Negó.
-Da igual, no fue tu culpa en realidad. Pero si tu ala está herida, no saltes así.
-Está bien, no lo haré.
Ambos volvimos a unir nuestros labios, esta vez sentí su lengua acariciando mi labio inferior para pedir paso, el cual concedí. Sus manos se aferran a mis muslos y suben hasta mi cintura.
-¿Cómo... llegaste hasta aquí? -pregunta.
-Los halcones, ellos me ayudaron -respondí-. Lo hicieron como disculpa por haberme atacado. Se dieron cuenta que soy diferente a los cuervos de por aquí.
-Me alegro entonces.
Eiden bajó sus besos a mi cuello, hizo que me sujetará de su cintura con mis piernas para levantarme y dejarme sobre una gran cama suave y cómoda. Se colocó sobre mí y estiró mi remera hacia arriba.
-¿Podemos hacerlo? ¿No tienes que trabajar?
-Hoy es día libre, mañana por la noche será el concierto -se levantó para mirarme- ¿Quieres seguir?
Acaricié su mejilla con una sonrisa y lo atraje a mí para besarlo de nuevo. Suspiró mientras sus manos querían quitarme la remera, lo dejé hacerlo junto a mi sostén y no dudó ni dos segundos en acercarse a mis senos.
-Mhg -jadeé sintiendo mi cuerpo estremecerse.
Eiden presiona uno de mis senos con una mano mientras pasea su lengua y muerde el otro. Se enderezó un momento para quitarse su ropa y yo terminé de hacer lo mismo con la mía. Tomé su mano y lo jalé hasta acostarlo junto a mí y subirme sobre su cuerpo.
-Me gustaría disculparme mejor, lobito... después del susto que te hice pasar creo que lo justo sería hacerte sentir alivio.
Sonreí con lujuria bajando mientras dejaba un trazo de besos por su abdomen hasta que empezaron a notarse las venas en su parte baja. Me arrodillé en el suelo, entre sus piernas, miré su miembro que aún no estaba del todo erguido y lo metí en mi boca. Era la primera vez que hacía algo como esto pero supongo que entendía lo básico y conseguía que disfrutara.
-Mhm... Sarah.
Sentí como terminó de erguirse en mi boca y se me hizo más difícil, mi boca empezó a doler así que lo saqué y usé mis manos, pero mientras lo hacía bajé mi boca hasta sus testículos y los llené de mi saliva. Escuchar a Eiden gruñir de placer y gemir conseguía hacerme sentir poderosa y que lo estaba haciendo bien.
-¡J..Joder...! -se retorció hasta arquear su espalda e inclinar su cabeza hacia atrás-. Amor, se siente tan bien...
Volví a usar mi boca en su tronco e ir de arriba a abajo en un vaivén rápido. Eiden no pudo soportarlo más, trató de apartarme pero yo no lo hice y dejé que se viniera en mi boca. No conté conque fuera demasiado, tragué lo que pude pero lo demás cayó sobre mis senos. Eiden me mira agitado e intentando regular su respiración, pero me veía con lujuria, aquellos ojos opacos y sus colmillos afilados, queriendo clavarse en mi piel para calmar la picazón.
Aún así se sentó, agarró un par de pañuelos de una caja cerrada en la mesita de noche y me limpió.
-Y yo creía que no podías verte más sexy.
-Pero esto aún no acaba, lobito -me acerqué de nuevo a su miembro y lo lamí por el semen que caía por este-. Será mejor que vuelvas a levantarlo, porque me gustaría sentirte mejor, Eiden.
Su expresión fue de sorpresa y repentinamente sentí que volvía a estar duro. Maldijo por lo bajo pero yo empecé a reír, alcancé su cuello y lo besé. Eiden me tomó por la cintura y me colocó sobre su regazo, nos hicimos hacia atrás, hasta que su espalda estaba contra el cabecero de la cama. Extendió su mano hacia la mesa de noche y sacó del cajón una tira de condones.
-¿Y eso? -pregunté viendo que abría uno y se lo colocaba.
-Puede ser que cuando Cristal me contó que vendríamos... pedí que los pusieran -sonríe cómplice-. No me gustaría ponerte en riesgo por no usarlos.
-Tan considerado, mi lobito -acaricié su mejilla mientras me erguía en mis rodillas.
Posicioné su miembro en mi entrada y a medida que bajaba podía sentirlo completo en mi estrecho espacio, haciéndonos sentir mucho mejor.
-¡D..Dios! Así se siente... d..diferente -solté temblando.
-Sí... puedo sentir tu interior tan bien, cuervito. Tan cálido y húmedo -jadeó y de repente lo metió completamente con una embestida que me sobresaltó.
-¡A..Ah! -cubrí mi boca con una mano por la vergüenza de haber gemido tan fuerte, ¿y si otros nos escuchan? Quiero decir, también hay más personas en la zona VIP.
-No te preocupes, amor -Eiden besó mi cuello-. Aquí puedes gritar todo lo que quieras.
Me golpeó el interior con fuerza de nuevo, me sobresalté y caí sobre él por el placer que me hizo retorcerme. Golpeaba el punto exacto, ¿cómo sabía a dónde apuntar? Las embestidas empezaron a ser más seguidas hasta volverme loca, me aferré a sus hombros y tiré mi cabeza hacia atrás, dándole un perfecto acceso a mi cuello.
Mordió mi hombro y lamió el hilo de sangre que sus colmillos ocasionaron al perforar mi piel, pero el dolor solo conseguía mezclarse con el placer.
Sus besos fueron nuevamente a mis senos mientras embestía mi interior y yo lo ayudaba saltando sobre él, hasta que pude sentir aquel revoltijo placentero en mi estómago, mis piernas temblaron y lo apreté con mis paredes vaginales pero entonces fui yo quien se movió, buscando más velocidad y fricción.
-¡Mhg! ¡Ah! -él agarró mi trasero con ambas manos y me obligó a mantenerme abajo cuando ambos nos corrimos a la vez.
Eiden jadea contra mi cuello mientras yo recuperaba fuerzas, me dejé abrazar por él siendo mi turno de esconder mi rostro en el hueco de su cuello.
-Si te disculpas así, puedes asustarme cuando quieras -comentó Eiden, haciéndome reír levemente.
Me senté para mirarlo un momento pero ambos decidimos levantarnos e ir a limpiarnos al baño y al salir, él me abrazó por detrás.
-Muéstrame tus alas... -pidió con la voz suave.
Me volteé para mirarlo un segundo antes de hacerlo. Extendí mis alas lentamente y con algo de dolor, pues la derecha aún dolía. Volteé hacia un lado la cabeza para ver a Eiden por encima del hombro pero sentí su mano en mi ala herida de la nada, provocando que me sobresaltara.
-Espera aquí -dijo antes de alejarse y salir de la habitación.
Poco tiempo después vuelve a aparecer pero trae una pequeña caja blanca, un botiquín de primeros auxilios. Se acerca de nuevo a mí, dejando la caja sobre la cama. Saca un algodón y le aplica un remedio.
-¿Va a doler? -pregunté algo nerviosa.
-Hm... no... -responde poco convencido pero me sonríe-. Si quieres siéntate.
Así lo hice. Eiden se sentó tras de mí, sostuvo mi ala y levemente presionó el remedio en la herida. Sentí el ardor del remedio y yo quité mi ala automáticamente a la par que hacía una mueca del dolor. Eiden apoya su mano en mi hombro para calmarme pero a la vez soplaba en la herida para que el ardor pasara, y funcionó.
Cuando dejó de doler, volví a extender mi ala y él me sostuvo, vuelve a ponerme el remedio y yo me aguanté las ganas de volver a quitar mi ala, a la par que soplaba. Suspiré cuando terminó de ponerme aquel remedio.
-Listo -dijo guardando las cosas.
-Gracias... -respondí a la vez que escondía mis alas lentamente.
Me di vuelta y Eiden se levanta para dejar el botiquín en una mesa, vuelve hacia mí y se sienta a mi lado. Él me abraza, notaba lo tenso que estaba desde la primera vez que me abrazó, aún estaba igual.
-¿Cuándo es tu concierto? -pregunté.
-Mañana en la noche -respondió suspirando.
-Bien... -lo empujé hasta quedar sobre él quien sonríe y me toma por la cintura-. Entonces te quitaré la tensión, lobito.
Él me mira entrecerrando los ojos y mal pensando lo que acabo de decir, sonreí divertida y lo besé.
-¿Segundo round, amor? -cuestionó.
Me reí en respuesta mientras sus manos se deslizaron hasta mi trasero y lo apretó, bajé mis besos por su cuello y llevé mis manos hasta su remera para levantarla, con su ayuda conseguí quitársela y luego besé tiernamente su pecho.
-Vamos, date vuelta -pedí.
-¿Ah?
Me mira sorprendido mientras yo reía a la vez que me quitaba de encima.
-Que te des vuelta, te daré un masaje.
Eiden suspira profundo pero sonríe y se da la vuelta como se lo había pedido mientras finge quejarse. Volví a reír y volví a sentarme sobre él pero comencé a hacerle un masaje que lo destensó y pareció gustarle, pues no dejaba de soltar gemidos a propósito pero a la vez inconscientemente.
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