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Capítulo 3

Estar atenta al camino por donde íbamos me hizo darme cuenta rápido del cambio total de todo a nuestro alrededor. Las casas ya no eran suburbanas normales, eran mansiones de lujo, guardias por cada esquina y todas las personas por la calle con sus ropas de marca al igual que sus perros. Estaba tan interesada en todo este maravilloso nuevo mundo que me sentí desconcertada cuando Eiden frenó frente a una de las mansiones más grandes y hermosas que haya visto en este lugar hasta ahora.

-Bueno, aquí estamos, te presentaré a mi mánager y ella te dirá lo que necesitas hacer como asistente -comentó quitándose el cinturón de seguridad.

-¿Eh? ¿Dónde estamos? -pregunté curiosa.

-En mi casa -sonrió de lado antes de bajarse del auto.

-Genial... -murmuré haciendo lo mismo cuando Eiden le entregó las llaves del vehículo a un hombre con traje quien se subió y se llevó el auto.

-Ven -Eiden me indica con la mano para caminar hacia la entrada de la mansión.

Ambos entramos al lugar, dejándome impactada por todo el ornamento del interior. Todo era tan fabuloso aquí, además de que a la vez tenía adornos de música y una vidriera con varios premios y medallas de Eiden, con fotos de diferentes etapas de su vida, pero ninguna de cuando era niño.
Unos pasos de tacón me desconcentran de mi chismosa mirada por la bella casa de Eiden, ambos vimos entrar a otra mujer con una tablet en manos, revisándola.

-Eiden, ya tengo algunos candidatos para reemplazar a... ¿Quién es ella? -cuando levanta la mirada se encuentra conmigo, me mira confundida y buscando en Eiden una explicación.

-Oh, Cristal, no hacen falta los candidatos. Ella es Sarah, mi nueva asistente -me presenta Eiden sonriendo.

-Es un gusto -hablé amablemente hacia Cristal quien me mira de pies a cabeza.

-Está bien, es un gusto -respondió ella mostrando una leve sonrisa-. Entonces supongo que cancelaré a los candidatos. En un momento estoy contigo, Sarah, pero te diré que cualquier asunto que requiere contactar a Eiden me lo dices a mí. Está estrictamente prohibido que cualquiera tenga su número personal.

Aquello llamó mi atención, por lo que miré a Eiden confundida, él solo aparta la mirada y tose un poco en su mano antes de mirarme, traía una leve sonrisa en el rostro y me guiña un ojo para que guardara el secreto. Suspiré profundo y decidí hacerle caso, volviendo la vista a Cristal que no dejaba de hacer cosas en el aparato en sus manos.

-Am... lo entiendo -respondí simplemente.

-Me alegro que así sea.

-Me iré arriba -avisa Eiden de repente-. Te la encargo, Cristal. Pero si necesitan algo, me lo hacen saber.

-Bien, puedes irte, hoy no tienes nada pendiente -Eiden sonríe aliviado y se va, despidiéndose de mí con un gesto pequeño con la mano-. Acompáñame, seguiremos hablando en la sala.

-Seguro.

Ella se da vuelta y camina sin necesidad de mirar a donde va, haciéndome pensar de que pasa mucho tiempo aquí si ya se sabe todos los recorridos y obstáculos. Dejé de prestarle importancia a algo tan insignificante y mejor me mantuve admirando la decoración y lo gigante de este lugar. Hasta que repentinamente llegamos a la sala.

-Aquí -avisó ella yendo hacia los sofás junto a una pared únicamente de vidrio. Un ventanal enorme.

-Wau... -murmuré mirando el cristal.

De repente noté algo en el reflejo, una silueta apenas visible por el brillo del sol. Cuando me di vuelta también me di cuenta de un balcón interno en este lugar, en donde estaba Eiden, apoyado por el barandal de este. Mirándome.
Me sonrojé un poco y aparté la vista de él para ir a sentarme frente a Cristal en el sofá, finalmente había dejado de usar su tablet y me dedicó toda su atención.

-Entonces, Sarah... Te haré un par de preguntas para conocerte y conocer tus capacidades como asistente de una celebridad como Eiden.

-De acuerdo -respondí.

Ella asiente antes de comenzar con una serie de preguntas que variaban en el tema, algunas eran personales o extrañas pero otras tenían que ver con mi rendimiento académico y lo que hacía para concentrarme, cosas como esas. Fueron muchas preguntas, he de admitir, pero después de haber pasado las horas y de haber intercambiado números ella vuelve a agarrar su tables.

-Está bien, se nota que Eiden supo elegir esta vez -comentó mientras usaba el aparato y de repente me llegó un archivo al celular-. Este es el horario de Eiden, conciertos, entrevistas, etcétera. Por ahora no tiene viajes pero cuando los tenga tienes que estar preparada.

-¿Preparada?

-Claro que viajarás con nosotros. El trabajo de asistente es del cien por ciento, ¿tienes algún problema?

-No, para nada, está todo bien -respondí rápido.

-Genial. No tienes que preocuparte por los costos de los viajes u otras cosas, todo estará pagado si tenemos que hacerlo.

Asentí aliviada, pues nunca creí que podría costear un viaje, al menos no con mis ahorros. Me puse a ver el archivo que Cristal me ha mandado y me aguanté la mueca por ver lo desordenado y ordinario que era. Quizás... tenga un pequeño problema con respecto al orden, es imposible para mí no organizar y mantener pulcro mis horarios o cosas.

-También te enviaré el contrato por tus servicios, si preguntas por tu salario estará todo en el contrato. Si tienes dudas me encantaría responderte.

-Por el momento todo estuvo muy claro, gracias -asintió-. Pero he de admitir que es mi primera vez trabajando como asistente de una celebridad, necesitaría una guía para saber orientarme.

-No tienes de qué preocuparte. Yo estaré acompañándote y te ayudaré en lo que necesites hasta que puedas manejarlo tú misma.

-Genial, gracias.

-No es nada, Sarah. Y bienvenida.

Ambas sonreímos ampliamente antes de levantarnos e ir de regreso a la puerta principal.

-Te llamaré un taxi para que puedas irte a tu casa ya que el chófer está de vacaciones.

-No hay necesidad. Puedo ir caminando.

Sonreí algo forzada pues la simple idea de tomar un taxi me causaba inquietud. Tengo tanta mala suerte con cada taxi que he tomado a lo largo de mi vida que he preferido caminar antes de entrar al vehículo de un completo extraño pues siempre intentan estafarme, coquetearme o incluso secuestrarme. Menos mal me he sabido defender en todas esas situaciones, muy pocas fueron las veces que me han tocado taxistas honestos y amigables.

-Oh no, no. No puedo dejar que vayas tan lejos a estas horas que se está haciendo tarde. Hay mucho riesgo...

-No debe de preocuparse, sé defenderme.

Ella solo me mira antes de suspirar profundo y aceptarlo derrotada, pues no puede obligarme a agarrar un taxi.

-Entonces, nos vemos mañana.

-Claro, nos vemos -me despedí.

Me alejé de ella y salí a la calle. Me puse mis audífonos para escuchar música mientras caminaba hasta mi casa en la cual, las luces ya estaban apagadas y supe que mis padres estarían dormidos. Me ha costado mucho tiempo llegar que incluso se ha puesto de noche.
Entré en silencio y fui a dejar mis cosas a mi habitación, pero en lugar de tirarme a mi cama y dormir, salí por la ventana y subí al techo trepando por un árbol.

Sonreí al ver todas mis cosas puestas en esta zona de la casa, lo había hecho casi después de habernos mudado aquí y dejado el clan. Era tan lindo aquí arriba que no pude resistirme a hacerlo mi lugar. Me senté sobre unas mantas y almohadones bajo un techo de tela. Sonreí abrazando mis piernas.

El viento golpea mi rostro haciéndome sentir tan bien con esta sensación refrescante. Cerré los ojos y de inmediato me imaginé sintiendo esto desde el aire, volando con mis propias alas. Me levanté y fui hasta el borde del techo, miré al cielo y pensé en cómo se sentiría tener alas.

Me gustaba ser humana, de verdad... pero... ¿entonces por qué no puedo aceptarlo y dejar de pensar en querer mis propias alas?

Mi cabello vuela con el viento y yo quería dar un paso más hasta dejar de sentir que pisaba el suelo y que mis alas aparecieran, pero al elevar un pie repentinamente escuché una rama romperse. Abrí los ojos y miré a todos lados, pero la oscuridad no me dejaba ver nada, miré al bosque, entrecerrando los ojos y tratando de acercarme más usando la chimenea como soporte para no caer. Nada.

Decidí que era mejor volver dentro de mi habitación y como no tenía sueño aún empecé a reordenar el horario que Cristal me había pasado, además de imprimir el contrato para leerlo en la mañana.

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