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Todo comenzó desde que se creó el planeta.

¿Qué?

Todo comenzó el día en que Kiara me pegó chicle en el cabello.

Sí, lo creas o no, eso fue lo que hizo que nos habláramos. O más bien, insultarnos.

No tenía idea de quién era hasta ese día lunes en el almuerzo, en la cafetería de la prepa. Cómo ya sabes, los días lunes son un día de mala suerte para mí, y en aquel entonces no había sido la excepción. Amanecí con gripe, olvidé una tarea, la directora me dijo "negra mocosa", Isaac se creyó muy machito y me tocó el trasero, me caí en un intento por seguir a mi compañero para darle su merecido y para colmo, no había carne asada en la cafetería. Un día lunes de mala suerte muy normal.

Así que cuando cierta chica pegó chicle en mi pelo, la paciencia se me había agotado y mi frustración estaba rozando el límite.

Yo estaba haciendo fila resignada en comer ese filete horroroso de pescado mientras me arrepentía por no haber traído almuerzo desde casa, cuando sentí un leve golpecito en mi cabello, instintivamente lleve mi mano hacia la zona y sentí algo mojado y pegajoso, me di la vuelta ya con una expresión de furia y atrás, una chica con corte de honguito y piel pálida me miraba asustada.

—¿Cual es tu problema conmigo? —solté amargada.

Apenas presté atención a un par de chicos mas atrás que se burlaban y le decían "marimacho" a alguien.

—Te juro que no fue mi intención —se disculpó en un susurro.

—¡De seguro eres otra tipa que se cree superior ante las personas de color!

—Ellos me...

—¡Este lunes ha sido una completa basura y vienes tú con tus malditos aires de superioridad creyendo que pegar un chicle en mi cabeza va a darte importancia! —gritaba sin darle oportunidad a hablar. En ese preciso momento un ataque estornudo me tomó desprevenida y cómo tenia las manos ocupadas por la bandeja, no pude cubrirme.

Me di cuenta que algunas gotitas de saliva salpicaron la cara de esa chica, quien respiraba con dificultad y parecía irritada. Ahora yo era la sorprendida, habíamos llamado la atención y la cafetería se había quedado en completo silencio.

—Este ya fue con intención, ¿no?
—Te juro que...

—Mira, no dejas disculparme y vienes a lanzar tus gérmenes en mi cara...

"¡Pelea, pelea!" comenzaban a alentar algunos estudiantes.

Y no, Ulises, no es gracioso ser el centro de atención en esa clase de situaciones. Así que mantén el juicio y presta atención.

Dejé caer la bandeja con mi comida, dispuesta a seguir aquella sugerencia, no iba a dejar que una chica con cabello de honguito, piel pálida y maquillaje caro se sintiera la reina de este lugar. Al ver que la desafiaba, ella no se quedó atrás y arrojó su bandeja, y alzó sus puños. No fue hasta que alguien se atrevió a decir lo que nos hizo reaccionar:

—Una lesbiana y una negra peleando, la batalla más épica de la prepa.

Me dirigí al que exclamó aquello, eso era algo que odiaba, que lo dijeran con una intención de insulto, cómo si fuera algo terrible y digno de nada. De reojo vi a mi contrincante con las mejillas rojas y expresión llorosa, como de vergüenza. Sentí comprenderla porque muchas veces me dolía que me discriminaran por mi color de piel a pesar de estar en el pleno siglo XXI, así que decirle lesbiana a modo de insulto no era nada lindo.

No dije más nada y salí de la cafetería, ante la mirada escudriñadora de todos, desde ese momento supe que toda la semana a lo mejor me llamarían cobarde por no "defenderme" por esa chica.

Y no me equivoqué, pero en lo que si fallé fue pensar en que el incidente con esa chica pálida sería algo que olvidaría dentro de algunos días.

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