Caminé hacia la cancha donde ensayaban las porristas, el lugar estaba prácticamente desierto y pude divisar a Kiara observando también el panorama. Ella al verme salió a mi encuentro y me abrazó, aprecié esos segundos donde el aroma a chicle inundó mis fosas nasales mientras me dejaba envolver por la suavidad de su cuerpo. Luego otra vez me regañé mentalmente por sentirme así.

—Julie, tengo que contarte algo —susurró.

Casi lloro al notar su alegría, tan inocente de la traición que le esperaba.

—Lo sé, lo sé muy bien —dije seria, ella se separó mirándome asombrada.

—¿Me viste con...?

—Sí y fue incómodo, pero me di cuenta que ella no es lo que parece.

—Si te refieres a que le gustaban los chicos...

—No, Kiara —interrumpí—. Olga pretende dañarte y al parecer le siguen gustando los hombres.

Kiara parpadeó.

—Quiere humillarte públicamente —hablé muy quedo pero bastó para que me escuchara.

Los labios de Kiara temblaron por lo que me arrepentí enseguida haberlo soltado sin nada de sensibilidad. Ella negó con la cabeza cerrando asimismo sus ojos, respiró fuerte y tomó mis manos apretando levemente.

—¿Podemos ir a hablar esto más en privado? —preguntó con nerviosismo.

Apreté los labios antes de asentir. Yo consideraba que uno de mis grandes defectos era el decir algunas cosas "sin anestesia", así sin tanto rodeo, pero no siempre era tan malo, vamos, tenía que buscar el lado bueno a mi forma de ser.

Comencé a seguir a Kiara hasta darme cuenta que no estábamos en la prepa, recordé que aun teníamos clases pero no le tomé importancia, a la maestra de tortura-química de seguro se sentiría tranquila de no ver mi rostro. Me sentí un poco incómoda de saber que a nadie le importaría mi ausencia, ni siquiera a Cassie y su grupo que compartían esa clase conmigo.

—¿Hasta dónde iremos, Kiara?

—Falta poco.

El sonido del mar se comenzó a escuchar, no era el camino que solía tomar así que me asombré cuando Kiara me mostró una peña boscosa, con abundantes flores y si bien habían mosquitos no quitaba lo hermoso que era y la forma en que contrastaba con la desierta playa a algunos metros abajo. Nos sentamos quedando frente a frente sin decir nada en un par de minutos, noté después que ella lloraba quedo.

—Kiara...

—Julie, creo que nunca podré entender que tanto les molesta a las personas mi orientación sexual, ni siquiera pretendo llamar la atención por mis gustos —dijo cerrando fuertemente los ojos— no es algo que debería importar, ni siquiera me defino como lesbiana, ¿sabes? Sólo soy Kiara, una criatura más en este mundo que quiere amar sin ser juzgada, ¡me ven como un demonio! ¿que tanto les hace daño mi vida, Julie?

La abracé al verla tan frágil, o quizás yo era la que estaba a punto de romperse por dañarla de manera inconsciente, a lo mejor estábamos entendiendo que alguna energía mística nos reunía para no sentir el peso de la soledad en un lugar que aborrecía cada respiro que dábamos.

—Perdón, Kiara.

—No tienes que disculparte, pero no siempre es fácil hacerse la idea que una persona a quien quieres pretenda el mal.

—Nunca es fácil, Kiara, nunca es fácil saber que nuestros seres queridos sean las personas más dañinas —.Las palabras fluyeron al recordarte, Ulises.

Al final, Kiara y yo no éramos tan distintas. Saqué tales conclusiones cuando relató con tanto fervor sus sentimientos por Olga. No evitaba comparar mi relación contigo, Ulises, el único familiar al que se había convertido en un extraño pero no importaba, en aquel entonces yo aún estaba dispuesta a dar la vida por ti.

—Kiara, soy tu amiga, puedes contar siempre conmigo.

Decir "amiga" dolió tanto en aquella ocasión, apenas entraba en razón de que no quería solamente una amistad con ella.