—Ya no has llegado a ver nuestros ensayos —me dijo Cassie una semana después del incidente con Kiara.

Nunca tenia la certeza de que si le agradaba o no a la porrista principal, si quería charlar conmigo lo hacia cuando se encontraba con el resto de su grupo o cuando por casualidad lográbamos coincidir en la playa la cual era curiosamente el lugar mas solitario del pueblo. Por lo tanto, en general me ignoraba el resto del tiempo, no me importaba ni le reclamaba porque no la consideraba mi amiga y al menos no me insultaba como los demás.

—No he podido —respondí liberando un suspiro.

Esta era de las ocasiones en que coincidíamos en la playa. Sentada en la arena, trazaba distraídamente unos garabatos sin sentido, Cassie prestaba más atención al vaivén de las aguas.

—No hay problema, sabes que eres bienvenida a ver nuestros ensayos —.Rápidamente añadió:— Escuché unos rumores sobre que has hecho amistad con Kiara.

—Totalmente falso —reí—. La chica accidentalmente escupió chicle en mi cabello y tuvimos una discusión, luego arreglamos y ya.

Cassie jugueteó con su cabello por unos minutos, seguía yo en mi afán de garabatear en la arena, hasta que continuó hablando.

—La tratan tan mal.

—Lo he notado.

—Quisiera ser su amiga, pero me he arriesgado mucho con llevarme contigo.

Esos eran los momentos en que mi percepción hacia la gente que me hablaba me hacia dudar de todo, no era la primera vez que sucedía pero sentía que mi existencia daba un salto al vacío. Entendía yo, que tales frases se referían a lástima.

—Nunca te rogué para que me hablaras —susurré. Mis dedos dejaron de moverse libremente por la arena.

—Lo sé, pero aunque quisiera hablarle a todo el mundo, no puedo... Sería fatal para muchos.

—¿Tan importante eres? —Sonreí para evitar llorar.

—No, para nada, Julie. Tengo muy claro que soy una humana normal y corriente pero verdaderamente en este pueblo no hay tanta libertad para expresarse y según los mayores, hay que cuidar las apariencias por eso me obligan a mantener distancias.

Cassie no se exaltó en ningún momento, su voz fluía tranquila sin embargo estaba en una lucha interna por discutirle, hacerla rabiar y que me dejara sola para nunca más hablarnos como sucedía con la demás gente.

—Oye Cassie, cómo que a ti te encanta ser manipulada por esos imbéciles —dije antes de levantarme y huir sin ver atrás.