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『Veintiocho』

Capítulo 28
Perdiéndome

La mesa tenía herramientas conocidas y otras no tanto. HyeLin debía escoger una por orden de Agust D, se sintió más "cómoda" con un cuchillo de cocina. Lo sostuvo del mango apretándolo con su mano, JaeWang dejó escuchar una risita amarga de su parte, incluso cuando estaba en desventaja parecía creerse superior. Hye avanzó a él bajo su atenta mirada, al estar atado y colgando del techo por sus muñecas, la castaña le llegaba hasta el abdomen.

—¿Vas a herirme con eso?—sonrió divertido—Ya, Shin HyeLin, ¿Vas a confiar en este tipo?

—¿Por qué no?, ¿Porque es un gánster?, lo sé—se encogió de hombros—Aprendí de ese mundo gracias a ti.

—No, gracias a tu ma...—JaeWang calló en el acto cuando Hye colocó la punta del cuchillo en su cuello presionando ligeramente, JungKook contuvo la respiración, esa chica era desconocida para él, sabía que estaba dejándose llevar por todas esa rabia que viene desde hace tiempo.

—Ni se te ocurra mencionarla—advirtió entre dientes.

—Sabes que es cierto, DaRin te vendió.

—No, tú te aprovechaste de su adicción al alcohol, abusaron de mí esa noche porque sabías que no podías tenerme—corrigió—No intentes mentirme o te cortaré la garganta.

YoonGi sonrió encendió un cigarrillo invitando a JungKook a sentarse a su lado en otra silla. Dio una calada al cigarro expulsando el humo de su boca, en cambio el chico se sentía inquieto.

—Hazlo—retó—¿A tu novio le encantará ver algo que no eres?—los ojos de HyeLin cargaban mucha impotencia—Antes de odiarme por haber asesinado a tu madre, ¿Por qué no te odias a ti misma al haberla dejado sola?—el cuchillo tembló en la mano de Hye—Sabías lo que pasaría, lo intuías, ¿Qué hiciste?, nada. En el fondo, querías que muriera.

—Está intentando manipularte como siempre hace—YoonGi rodó los ojos—Si no haces algo seguirá entrando en tu cabeza.

Lo que decía Jae no era cierto, pero para HyeLin si lo era, pues en parte sentía que había abandonado a su madre y que no debió irse sin ella, la otra parte de sí le recordaba que su madre no tenía esos planes, ella sabía lo que pasaría al dejarse atrapar tan fácilmente. La castaña tenía una lucha interna, una mano masculina se colocó sobre la que sostenía el cuchillo, miró a JungKook quien se encargó de quitarle el arma con lentitud.

—No lo escuches, sabes que no fue así—alejó a Hye de JaeWang.

—Cierto, escucha a tu novio.

YoonGi veía la escena en silencio hasta que tuvo una mejor idea.

—Señorita Shin, tome asiento a mi lado—La pareja se acercó al gánster. JungKook quedó de pie y Hye sentada en la silla—Señor Jeon, entregue el cuchillo a Sean—señaló uno de sus hombres.

—Lo siento...—Hye calló ante la señal de YoonGi.

—¿Dónde quiere el primer corte?, Sean lo hará por ti.

HyeLin miró al nombrado, era un hombre corpulento sin cabello. Tenía tatuajes en sus nudillos, un golpe de ese tipo dejaría noqueado a cualquiera. Miró a JaeWang de nuevo quien tenía esa estúpida sonrisa burlona en el rostro, siempre odió esa sonrisa.

—Ambas mejillas—respondió.

YoonGi indicó a Sean que hiciera lo suyo. Los tres fueron testigos de como JaeWang se quejó intentando soltarse, el corte en sus mejillas era casi profundo, la sangre comenzó a derramarse, JungKook tenía un nudo en el estómago, sabía que ese idiota causó muchas desgracias, lo quería muerto también, pero a diferencia de HyeLin, no se sentía para nada bien viendo aquello.

Escuchar los gritos de JaeWang no fue placentero para HyeLin, recordó a su madre y todo lo ocurrido. Recordó todo lo que había pasado, todo lo que perdió como JungKook, como tuvieron que huir literalmente, mucha carga le hizo sentir sofocada. Su respiración se había vuelto un poco irregular, la imagen de JaeWang con diversos cortes en su cuerpo, la sangre cayendo al suelo en gotas constantes formaban un charco.

YoonGi escogió esta vez una de las herramientas de la mesa decidiéndose por un martillo, Sean, uno de sus hombres, le rompió ambas rodillas al hombre que colgaba ocasionando sus gritos. Hye sonrió de lado sin notar que JungKook la veía con preocupación. No le importaba el idiota que sangraba, le importaba su novia.

YoonGi entregó su arma a Sean, una pistola con silenciador.

—Hye. Tú decides.

La castaña miró desde la silla al hombre que agonizaba de dolor, en cualquier momento caería inconsciente y eso no lo quería. Quería que muriera mientras lo veía, quería que estuviera consciente, todo vino a su mente como en una película.

—Creo que torturarlo más sería alargar esto—JaeWang la miró agonizando por el dolor. Intentaba mantenerse consciente—Y ya estoy aburrida. Puedes dispararle, Sean.

—¿Y tú?—Jae habló con dificultad—Ahora eres...el perro de esta niña—no pudo sonreír como siempre. Todo el cuerpo le dolía y no paraba de sangrar—Te hablo a ti...Jeon JungKook—el chico tensó sus manos—YoungOk...murió...por ti.

—No—JungKook no tuvo que dudar siquiera—Tú la asesinaste, asesinaste a su hijo, asesinaste a la madre de Hye. Todo a tu alrededor se muere, JaeWang.

—Tus padres...no murieron—y añadió—Estuvieron...cerca de ello—forzó una sonrisita.

—Salúdame a Taemin en el infierno—ante esas palabras Jae borró su sonrisa.

Sean levantó la pistola hacia JaeWang y sin pensarlo la bala salió dándole en toda la frente. El cuerpo colgando se balanceó aumentando el charco de sangre bajo sus pies.

La brisa golpeaba desde el puente del río Han. Inhaló, exhaló y colocó sus manos del barandal presionándolo con fuerza, su corazón latía como loco, su mente pensó en todo y en nada al mismo tiempo. Inhaló y exhaló por la boca tragando con dificultad, las lágrimas silenciosas cayeron por sus mejillas, tenía náuseas con las emociones. No se sentía bien.

—Respira profundo—dijo una voz en su oído. Unas manos más grandes se colocaron sobre las suyas en el barandal del puente—Hazlo despacio, inhala por la nariz y exhala por la boca.

Así lo hizo, se obligó a hacerlo. YoonGi había pedido a dos de sus hombres que llevaran a la pareja a casa, Hye pidió que se detuvieran al no sentirse bien. JungKook podía imaginar la razón, era demasiado para ella.

De repente, JungKook la atajó en cuanto sus piernas perdieron fuerza, la chica se había desmayado con tanto en sus hombros. Cuando estuvieran solos hablarían, tenían que hacerlo, sentía que debían hacerlo...y tal vez no le gustaría lo que escucharía.


El próximo es el antepenúltimo.

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