『Tres』
Capítulo 3
No puedo mentirle
—¡Hyung!—saludó cuando la videollamada inició. Se había encerrado en una de las habitaciones. Se podía ver a NamJoon en una oficina. Vestía con ropa cómoda como JungKook, también se veía más cansado—¿Estás bien?, tus ojeras...
—¿Estás solo?
Eso significaba algo malo.
—Sí.
—¿Dónde está HyeLin?—restregó sus ojos inclinándose hacia atrás en su silla.
—HanNa vino para llevarla a su grupo de apoyo.
—¿Sabe que estamos hablando?
—Sí, pero le dije que era una sorpresa para su cumpleaños—apoyó la tablet en la mesa de noche recostándola de la lámpara. Se acomodó en la cama un tanto inquieto—¿Qué está pasando, hyung?
NamJoon suspiró vacilando mucho. Aclaró su garganta sin saber como decirle, a JungKook sólo lo hizo desesperarse más.
—¿Pasó algo con la madre de Hye?
—Algunos contactos que se mantienen en Seúl suelen informarme sobre ciertos pasos que da JaeWang—hizo una pausa—La señora Shin fue enviada al hospital.
—¿Qué?
—Tengo entendido que está en desnutrición, la dejaron sin alimentarse desde hace mucho y se desmayó...
—¿Puedes ir por ella?, ¿Enviar a alguien?
—Hay otra cosa. Parece que JaeWang tiene a alguien nuevo trabajando para él, dicen que es detective. Intentaré encontrar más información al respecto—JungKook llevó sus manos a su cabeza—Si Hye sabe que su madre está delicada de salud no dudará en venir a Seúl, eso es lo que no quiero.
—Debo decirle...
—JungKook, si te cuento esto es porque puedo confiar en ti.
—Es su madre.
—Y es su vida la que está en juego—fue entonces que decidió contarle—Ahjumma...me hizo prometerle que no iría por ella—al pelinegro le cayó como balde de agua fría—Desde un principio tenía en mente entregarse, JaeWang no la ha asesinado porque debe querer usarla para llegar a Hye. Sabe que si ella viene a Corea, tú también lo harás.
—¿Por qué me estás diciendo esto ahora?
—El pasaporte de ella nunca llegará porque sólo emití el de ustedes dos...
—¿Sabes las veces que le he repetido a Hye que su haces todo lo imposible para rescatar a su madre?—NamJoon sabía que se enojaría y tenía todo el derecho—¡Le mentí sin querer!
—Lo sé.
—Maldita sea—pasó su mano por su cabello con angustia—En cuanto ella lo sepa querrá irse, no le importará nada, sólo querrá ir por su madre.
—No puedes dejar que venga.
—Tienes que sacar a la señora Shin de allí.
—No puedo.
—¿Por la promesa?—bufó—Escúchame, intentas salvarla o yo mismo iré a Corea.
—Sabes que en el momento que entres por el aeropuerto te detendrán.
—Entonces preocúpate por ahjumma—fue lo último que le dijo.
El grupo de apoyo solía ser tres veces a la semana por la mañana. Eran ocho personas junto a la guía de dicho grupo, personas como Hye, víctimas de acoso o abuso estaban reunidas allí, conversaban sobe sus desgracias a la vez que buscaban maneras de sanar, hacían actividades que ayudaba a recuperar poco a poco la confianza en ellos. Era como una clase de charlas para motivarse y superarse, así lo veía la castaña. La clase terminó poco antes del mediodía, esperando afuera YouJin se sentó a su lado en el banco de la entrada del pequeño edificio.
—¿Tu esposo grande no ha llegado?
Hye sonrió ladinamente. La primera vez que le presentó a JungKook, ésta se sorprendió por su tamaño, había sido honesta cuando le susurró que era lindo.
—Una amiga vendrá a buscarme.
La pelinegra la notó un poco distraída. Abrazó su brazo mirándola con atención.
—Estuviste algo ida el día de hoy. ¿Estás bien?
—No—los autos que pasaban en la calle era lo que veía—Es uno de esos días donde estoy más pensativa de lo normal.
Cuando ambas estaban solas solían hablar en coreano, como ese caso. El idioma no fue tan complicado para Hye ni para JungKook quien tenía un conocimiento básico del inglés.
—¿Estás teniendo problemas con tu esposo?—la chica volteó a verla—Lo siento, estoy siendo entrometida.
—No, está bien. Y no, las cosas con él están bien—al principio le costaba acostumbrarse a sus nuevas identidades.
—Ah, ya sé. Estás en la etapa de querer algo más en el matrimonio.
—¿Qué?
—He conocido mujeres que cuando se casan llegan a un punto donde empiezan a sentir un vacío en sus vidas y en casa—Hye no entendía por donde iba—Quieres convertirte en mamá, ¿No?
—¡No!—la idea la horrorizó—¿Qué estás diciendo?, ambos somos muy jóvenes, seríamos terribles padres.
—¿Puedo ser la madrina del bebé?—juntó sus manos entre risitas.
—Unnie, estás loca.
—¿No se supone que las parejas desean un bebé en algún momento de sus vidas?
—Nosotros no queremos bebés, él no quiere hijos y yo tampoco.
—¿Adoptarás?
—¡No!—golpeó con suavidad su brazo—No estoy pensativa porque quiero un bebé, estoy pensativa porque extraño a mi madre—aclaró—Me preocupo por ella.
—Cierto, me dijiste que estaba Seúl. ¿Por qué no la invitas aquí?
—No es tan sencillo. Nuestra relación nunca fue...buena.
—¿Entonces por qué no vas a verla?
La historia que YouJin sabía de Hye era que sufrió abuso sexual de un grupo de hombres hace unos años, pero que recién se atrevía a hablar de ello. Le parecía hermoso que su esposo la apoyara y se mantuviera a su lado incluso sabiendo de esto, también sabía que ambos llegaron a Los Ángeles el año pasado queriendo empezar desde cero.
—Tendré amargos recuerdos si voy allí—ella supuso porque lo decía—Jamás pensé que diría esto, pero la extraño.
—No conozco muy bien la relación de ustedes, sé lo que es estar lejos de tu familia y lo que es extrañarlos. ¿Por qué no le escribes carta?, ¿Recuerdas la clase de las cartas?, a veces escribir es la mejor forma de deshaogo.
—La señora Smith dijo que muchas veces el quemarlas es liberador.
—Ya, pero no vas a quemarla. Escribe una carta para ella y envíasela—eso dolió más. Si tan sólo supiera que no podía—No me gusta verte así—la abrazó—¿Aceptarías si salimos mañana?
—¿A dónde?
—Distraeremos nuestra mente—sonrió—Tendremos un día de chicas, dile a tu esposo que dormirás en mi departamento.
—Pero tu hermano...
—Mi hermano estará fuera por esta semana, iría a quedarse con unos amigos. Estaremos sólo nosotras.
—Está bien. Nunca he tenido un día de chicas—YouJin se sorprendió—No solía tener muchas amigas en la secundaria—se disculpó.
—Debemos tener más días de chicas. ¿No le molestará a tu esposo?
—No, tranquila. Le gustará que salga—el claxon del auto de HanNa llamó su atención. Se levantó del banco acomodando su bolso en su hombro—Te veo mañana, unnie.
—Hasta mañana.
Se empieza a complicar ciertas cosas
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