『Veintitres』
Canción del capítulo: Dove Cameron ft. Khalid - We Go Down Together.
●●●
Capítulo 23
Pocos podrán entenderlo
—¿No estás cansada de seguir haciéndolo?, ¿De seguir soportando?—preguntó manteniéndose tranquilo.
—Si no lo hago nadie protegería a mi madre.
—La quieres.
—A veces la quiero y otras veces la detesto—confesó regresando la vista al suelo—Al mismo tiempo...siempre me ha dolido verla así. Una vez cuando tenía cinco años fue a buscarme a la escuela—sonrió un poco—Ella apareció a recogerme vistiendo como madre normal, tenía un perfume a lavanda que me encantó, era la primera vez que la veía sobria—NamJoon notó cierta emoción en su voz—Su cabello caía largo por su espalda, me llevó a comer helado, comimos pizza y compró dos pastelillos, uno de fresa y otro de limón. Fue la última vez que la vi sobria, poco después supe que le había robado a la familia que solía limpiarle la casa.
—Robó el dinero para hacerte pasar un buen día.
—Hubiera preferido que no lo hiciera, perdió su trabajo y su alcoholismo se volvió más grave esas dos semanas—inhaló profundo—Con cinco años aprendí a cocinar o moriría de hambre, cuidaba de mi madre cuando llegaba de la escuela y la encontraba casi inconsciente en el sofá.
—Siempre han sido ustedes dos, ¿No?
—Sí. ¿Puedo preguntarte sobre tu familia?
—Sólo soy yo—se encogió de hombros—Vengo de la calle, tuve la oportunidad de estudiar, destacaba en mis estudios y así fui escalando.
—Hasta convertirte en CEO.
—No es tan sencillo, muchos me pisotearon y se burlaban creyendo que no llegaría a nada—indicó—Aquí estoy. Intento no morir en el intento—ella sonrió apenas.
—Creo que posible muera en el próximo intento.
—No digas eso, JungKook moriría si eso pasara.
Su nombre le trajo cierto dolor de tener que verlo después de lo sucedido, se sentía sucia, sentía que había una mancha en lo más profunda de su ser que jamás se iría. La castaña se levantó con cuidado bajo la atenta mirada de NamJoon.
—Volveré a mi habitación.
—¿Quieres que te ayude?
—No, encuentra a mi madre.
—Dame los nombres de quienes la tienen—ella hizo ademán de irse y la detuvo tomando su muñeca. Se colocó de pie siendo mucho más alto que Hye—No te asesinarán...
—JungKook dijo que no me lastimarían y esto pasó. Te sugiero que no prometas nada—al liberarse comenzó a alejarse con lentitud sin poder moverse con la rápidez que quería.
Volvió al interior del hospital encontrando algunos doctores o enfermeras de turno esa noche, presionó el botón del ascensor volviendo a perderse en sus pensamientos, sus sollozos mientras JaeWang abusaba de ella se repetía en su cabeza, se decía así misma que había sido una estúpida al no defenderse más de lo que intentó, debió sacar a su madre de allí, debió ser más astuta y no provocar al gánster que se negaba a dejarla ir tan fácil.
JaeWang tenía muchos contactos en diferentes áreas, todo era corrupción, luchar con él sería una pérdida de tiempo, la primera vez que abusaron de ella hace ocho años él no la había tocado, fue Taemin con los otros dos hombres, JaeWang lo que había hecho era hacerle esa herida en el abdomen cuando Hye en un arranque de rabia e impotencia intentó herirlo con un cuchillo de cocina. El tipo con una sonrisita burlona le había quitado el arma con un simple golpe en la muñeca, HyeLin recordó sentir algo ardiendo en su abdomen, cuando miró allí tenía el cuchillo incrustado hasta la mitad, fue peor cuando lo sacó de su carne provocando la pérdida rápida de sangre.
Una vez despertó en el hospital su madre estaba allí más aliviada de verla consciente, era extraño, pues nunca la había visto preocuparse tanto como esa mañana. JaeWang siguió molestándolas a los pocos días enviando a Taemin para recordarles que debía pagarles el dinero que DaRin les debía.
El sonido del ascensor abriendo sus puertas trajo de regreso a la realidad a Hye, salió del ascensor caminando despacio sosteniéndose de la pared, una de las enfermeras de turno en recepción decidió ayudarla, era tan joven como la castaña aunque mucho más radiante. Una vez en la habitación se extrañó de no ver a JungKook allí.
—¿Necesita algo más, señorita Shin?
—El chico que estaba conmigo...
—Ah, ¿El de cubrebocas negro?, fue a buscarla al jardín.
HyeLin supuso que mientras subía en el ascensor, él bajaba.
—Oh, gracias, estoy bien.
La enfermera sonrió un poco retirándose de la habitación. Una vez más sola, se apoyó de la camilla tomando asiento en ella, de nuevo sintió dolor en los golpes de su rostro, hizo una mueca de malestar recordando a su madre intentando ayudarla en ese último encuentro, definitivamente ambas mujeres tenían una extraña relación que pocos podrían entender, aunque ni la misma chica podía comprenderlo. Sí, es cierto, muchas veces odiaba a su madre, pero otras veces...la quería y agradecía tener al menos un vínculo sanguíneo con alguien en ese miserable mundo.
Sus ojos picaron por culpa de las lágrimas que querían salir, cerró sus ojos intentando calmar sus emociones y esta vez no lo consiguió. A su mente vino las súplicas que hizo a JaeWang mientras la penetraba una y otra vez, sollozó con el nudo en la garganta inclinándose hacia adelante, se sentía tan asquerosa, se sentía sucia, se sentía sola. Negó con la cabeza diciéndose así misma que lo ocurrido no era su culpa, JaeWang era el enfermo junto a su pandilla, las personas como ella sólo eran víctimas de las perversidades de esos hombres.
La puerta de la habitación fue deslizada en silencio, Hye intentó secar sus lágrimas sin mucho éxito, quería llorar, necesitaba hacerlo o terminaría explotando de tantas cargas emocionales. Una mano masculina con tatuajes se posó en su rodilla agachándose frente a ella, la castaña miró al chico de piercing arrodillarse mientras veía al suelo, Hye no era la única que quería llorar.
—Lo siento—su voz dejó relucir el dolor que ella también sentía—No estuve allí, debí estar allí—sus hombros temblaron por sus sollozos. HyeLin le quitó aquel cubrebocas negros cuando las lágrimas comenzaron a humedecerlo—Te fallé de nuevo, Hye, lo siento.
La castaña colocó el cubrebocas a un lado abrazando con fuerza aquel cuerpo. JungKook la rodeó con sus brazos recostando su cabeza de su pecho, sólo por ese instante la soledad fue desvaneciéndose.
Pero el dolor seguía allí presente y lo estaría por más tiempo, era un dolor que cargaba desde hace ocho años.
Okey, esto es muy corto, pensé que había quedado más largo, en el transcurso del día subiré otro para recompensarlo n.n
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro