『Tres』
Capítulo 3
Todos tienen sus motivos
—Esto debe servirte—Hye le entregó la bolsa—Te compré tres camisas y dos pantalones junto a dos pares de zapatos con las tallas que me dijiste—el chico revisó las prendas encontrando colores neutros que solía usar—Supuse que sigues usando los mismos colores.
—Puedo sobrevivir con esto.
—Sube al baño, toma una ducha, hay varias toallas dentro, saldré de nuevo—se dio la vuelta dirigiéndose a la puerta de nuevo, apenas tocó el pomo JungKook jaló de su brazo deteniéndola, las miradas entre ambos se hicieron presentes de nuevo.
—¿A dónde vas?
—A comprar algo de comida ya que un prófugo vino a vaciar mi refrigerador.
Su sarcasmo le hizo sonreír.
—Realmente no has cambiado nada.
—Sí, bueno—Hye se soltó de su agarre—No robes nada, ¿De acuerdo?
—¿Quién crees que soy?
Lo miró de pies a cabeza, inclinó su cabeza de lado y chasqueó la lengua sin saber que decir ante eso.
—No lo sé, hace ocho años que no te veía.
—¿Admitirás que te alegra verme?
—No.
—Tus ojos no dicen eso.
—Mira, ya no somos los adolescentes que jugaban con fuego sin importarles quemarse, esto es serio, la policía te busca...
—Ya te dije que soy inocente—dio un paso en su dirección quedando justo frente a ella. HyeLin le sostuvo la mirada levantando un poco la cabeza, demasiado cerca para sentir el calor de su cuerpo—Si no me has delatado aún significa que crees en mí.
—No dije que confiara en ti—se cruzó de brazos como si de ese modo intentara mantener distancia.
—No te llevaste tu teléfono.
—Pude llamar a la policía desde afuera.
—Si eso es cierto mantén la vista en mis ojos por veinte segundos—imitó su posición levantando una de sus cejas. Hye lo encontró infantil, sus ojos terminaron mirando a otro lado luego de quince segundos.
—Iré a comprar los víveres, ya regreso.
Y antes de salir...
—HyeLin—Volvió a mirarlo—Realmente me alegra verte de nuevo.
Inconscientemente sonrió de lado en una forma pequeña, aunque la situación no era la adecuada para encontrarse de nuevo, no iba a negarlo.
—Lo mismo digo.
Un pastelillo protegido por su envoltura fue colocado sobre la mesa donde la chica pasaba los apuntes de la clase. HyeLin miró aquel dulce y luego encontró al chico de la otra vez tomar asiento frente a ella, el salón estaba vacío ya que todos se encontraban en la cafetería. El muchacho pelinegro sonrió coquetamente.
—Algo me decía que estarías aquí.
—¿También le preguntaste a los demás? —volvió la vista a su cuaderno.
—Eres muy inteligente además de hermosa, Shin HyeLin—siguió con su coqueteo. Apoyó sus brazos en el respaldar de la silla estando sentado del lado opuesto—¿Te sientes mejor?
Hye recordó lo sucedido en la piscina ayer.
—Sí—mintió.
—¿Por qué te llamaba el director?
—Por nada.
—Dudo mucho que sea por nada si estabas llorando—ante eso, dejó de escribir. Mantuvo una expresión seria levantando sus ojos grandes y oscuros casi queriendo asesinarlo, a JungKook le pareció hermoso, más de lo que ya la consideraba—Todos tenemos momentos difíciles—abrió el pastelillo deslizando un poco la envoltura ofreciéndole un mordisco.
—No acepto regalos de extraños.
—No soy un extraño, soy el idiota que fue a buscarte con una toalla—insistió. La castaña se negó a morder el dulce, en su lugar, el pelinegro lo hizo por ella teniendo algunas migajas en sus labios, HyeLin mordió su labio inferior inconscientemente—Anda, luché para traerte este pastelillo, no había muchos en la cafetería—sus ojos se mostraron suplicantes, Hye acabó aceptando mordiendo un pedazo bajo su atenta mirada—¿Te gusta?
—Está rico—asintió—Gracias por considerar traerlo para mí.
Aquella amabilidad fue inesperada.
—Cuando quieras algo, sólo dímelo—le guiñó un ojo.
JungKook secó su cabello con la toalla mirándose al espejo del baño, la ropa que Hye le había comprado quedaba justo a su medida. Aquel uniforme de prisión lo arrojó a la basura, apoyó sus manos del lavabo respirando profundo, ahora que estaba fuera de la cárcel debía pensar lo que haría ahora. Hye se había negado en ayudarlo a descubrir el culpable real, sabía que tenía miedo de meterse en problemas, lo entendía, pero ella era su única solución en ese momento. Aunque no quisiera admitirlo se sentía solo y traicionado, las personas que dijeron ser sus amigos acabaron dándole la espalda, las personas que significaron algo terminaron volviéndose en nada.
¿Por qué mentir sobre algo que no era cierto?, nunca había amenazado a sus trabajadores, mucho menos a sus amigos, por Dios, jamás había tocado esa maldita droga. Cerró sus ojos y su mente viajó a ese instante que encontraron la droga nada más y nada menos que en uno de los cajones del escritorio en recepción. ¿Acaso podía ser más estúpido al haber pasado eso por alto?, sus manos se tensaron en el lavabo, quería golpear algo.
—¿Estás bien? —Hye interrumpió su frustración. El chico se enderezó un poco tenso, al menos ella era alguien con quien podía contar, HyeLin miró aquella camisa negra de mangas largas quedarle perfecto, parecía marcar su espalda ancha y sus brazos musculosos, los pantalones azules también le quedaban a la medida. ¿En qué momento JungKook se había vuelto tan imponente? —Te queda bien la ropa.
—Ah, sí—se miró así mismo—Gracias por comprarla.
—¿Estás preocupado? —se recostó de la puerta sin dejar de verle.
—No dejo de darle vueltas al asunto, creí que estaba rodeado de personas buenas—se miró así mismo en el espejo, mordisqueó el piercing de su labio inferior—Todas esas personas mintieron en la comisaría, mi mejor amigo, mis empleados, mis padres, mi...—no la había nombrado hasta ese momento—Mi novia.
Hye levantó sus cejas.
—¿Tienes novia?
—Tenía.
—Lo siento—se notaba que no quería seguir hablando de eso—El almuerzo está listo, deberíamos bajar.
JungKook la siguió en silencio hasta el piso de abajo, tomó asiento en una de las sillas encontrando varios platos en la mesa con diferentes contenidos para servirse. El chico tomó los palillos comenzando a colocarse un poco de cada cosa, comer era lo suyo y no podía hacerlo libremente en la cárcel.
—Tranquilo, si mueres en este momento seré culpable—comentó con cierta burla la chica. Hye le sirvió algo de jugo mientras el pelinegro llenaba sus mejillas—¿No te dejan comer en prisión?
—La comida no es tan buena como esta—masticó mientras la veía servirse una cucharada de arroz con un trozo de carne asada—¿Cómo has estado tú?, veo que vives sola.
—Si has estado mirándome a escondidas ya debes saber sobre mí.
—Quisiera escucharlo de ti.
—Al parecer no has cambiado eso.
—¿Qué cosa?
—Eso de preguntarme cosas, de mirarme a escondidas, de meterte en problemas...
—No era problemático en la secundaria.
—Me parece que todo lo que hicimos fue problemático—indicó.
—¿No te gustaban esos problemas?
—¿Todavía los recuerdas?
La conversación se estaba desviando por completo, pero era lo que ella quería, evitar hablar de sí misma. JungKook llevó algo de carne a su boca masticándolo despacio.
—Nunca los olvidé, tampoco me olvidé de ti.
—No digas eso.
—Es la verdad.
—Pero yo no quiero escucharla—ese tono frío volvió. JungKook comenzaba a sentir que había algo oculto en su manera de ser, la HyeLin que conoció no era tan distante, sólo testaruda—No quiero hablar de mí, sólo comamos.
—¿Por qué tienes esa actitud?
—Porque maduré, eso pasó.
—No me vengas con esa porquería, ¿Por qué estás siendo tan agresiva?
—No es nada.
—Oh, así que volvemos ocho años atrás cuando no querías decirme nada—bebió un poco de jugo—¿Qué pasó con tu madre?
—No quiero hablar de eso.
—¿Viene a visitarte?
—Dije que no quiero hablar de eso, JungKook—advirtió con la mirada. El chico tuvo que quedarse callado por esa vez, ya encontraría el momento justo para indagar en el tema.
—¿Aceptarás la oferta?
—¿Cuál? —habló con la boca llena.
—Ir a mi negocio.
—No lo sé, debo pensarlo bien. Dices que no quieres causarme problemas, pero estás metiéndome en ellos.
—Eres la única en quien puedo confiar.
—¿Realmente no tienes a nadie más?
—Si lo tuviera no estuviera aquí diciéndote esto—señaló—Serás esencial para demostrar mi inocencia. Odias tu empleo actual...
—¿Qué te hace pensar que me contratarán?
—Ahora mismo están necesitando una recepcionista, cuando escapé pasé para echar un vistazo al negocio, sólo desde afuera, tienen un aviso en la puerta—comentó muy seguro—Serías perfecta para el puesto.
Hye siguió masticando mientras lo escuchaba, aclaró su garganta antes de preguntar.
—¿De qué es tu negocio?
—Una tienda de tatuajes.
Revisé en mis historias y me parece que nunca he colocado a JungKook como tatuador. Me pareció perfecto para esta ocasión.
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