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Capítulo II

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Lunes, 21 de junio de 2021, 21:49

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Taehyung detuvo su andar delante del local, dudando de si realmente debía entrar.

Ya habían pasado un par de días desde que entró por primera vez al lugar y se enamoró a primera vista.

Bueno, tal vez no enamorarse, pero el chico que le pidió la orden ese viernes le había dejado tan fuerte impresión que no pudo dejar de recordarle.

Sin embargo, eso fue lo único que hizo: tomó su orden. Fuera de eso, una chica se encargó de llevarle la comida y atenderle.

Terminó decepcionado al no volver a ver al chico. No iba a intentar nada, sólo quería... apreciarle. Apreciar adecuadamente su cabello azabache, su piercing en la ceja y su brazo lleno de tatuajes.

¿De qué novela juvenil lo sacaron?

Ese día había tenido otra cita con una chica de familia rica (debido a la marca de maquillaje de la que era dueña su madre). Las cosas fueron bien, pero ni siquiera ella se veía interesada en tener una relación.

La mayoría de las mujeres (por no decir todas) con las que ha tenido citas, le aclaraban que realmente no buscaban un novio y mucho menos un marido.

Eran mujeres de negocios, ¿qué esperaban? Era obvio que tenían esa mentalidad, igual que él.

Todas tenían alrededor de veinte a veinticinco años, ¿por qué rayos pensaban sus familias que querrían casarse a esa edad teniendo toda una carrera profesional por delante?

Suspiró. Agotador.

Por fin se decidió a entrar, esperando ver al azabache sirviendo en alguna mesa. Pero no había rastro del chico, y tampoco había clientes.

-Bienvenido -le dijo una chica, a la que reconoció luego de voltear a verle-. Oh, viniste hace un par de días también, ¿verdad? -Taehyung asintió-. ¿Te preparo la mesa que usaste? -el peligris asintió, y antes de decir cualquier cosa, la chica comenzó a caminar.

Ella preparó la misma mesa del viernes anterior y tomó su orden. Decir que no estaba decepcionado era una mentira, pues en serio quería ver al azabache luego de una aburrida cita.

Su comida llegó, así que compartió una velada tranquila consigo mismo. Un buen punto a favor del lugar era precisamente eso, la comida. Era deliciosa y sin duda alguna merecía más clientes de los que tenía. Pero por desgracia, la mayoría de los clientes se los llevaba el bar de su padre.

Tal vez era estúpido desear tan siquiera un poquito que los clientes se fijaran también en otros bares y no sólo en el de su papá, sin embargo no podían culparlo.

La diversidad hacía lo interesante del asunto. El que hayan varios bares y puestos de comida y bebida en esa misma calle, lograba que más gente fuera y conociera otros locales muy buenos.

La calle tenía vida, no sólo porque había uno de los mejores bares del país, sino también porque había gran cantidad de ellos. Y a Taehyung se le encogía un poco el corazón al ver que él junto a otros dos chicos recién llegados, eran los únicos disfrutando del lugar.

Taehyung miró a los ajenos en una mesa lejos de la suya. Su comida había llegado y estaban dando el primer bocado. Las caras de ellos se iluminaron luego de eso.

Sí... Coman y aprecien una buena comida.

Y vengan más.

Se quedó un poco confundido pues los chicos comenzaron a darse comida entre sí. Era algo normal, pero había algo... diferente.

Su gaymometro estaba funcionando.

Entonces estuvo a punto de comer un poco de arroz ignorando lo que fuera que pasara con esos chicos, sin embargo sus palillos se quedaron olvidados cuando cierto azabache salió de una puerta, lo más probable es que fuera la cocina.

Dios santo, ¿era ese chico el cocinero?

La comida estaba tan buena como el creador.

Se atragantó un poco debido a sus pensamientos. Él no solía decir o siquiera pensar en ese tipo de frases baratas, ¿de dónde carajos sacó tal tontería?

Aunque mentira no era.

-¿Necesita algo? -preguntó la muchacha al ver cómo Taehyung tomaba de golpe un poco de soju para pasar la comida que casi escupe.

El nombre y número de ese chico, por favor.

-N-No, gracias. Sólo me ahogué -explicó apenado.

Ella asintió con una pequeña sonrisa y se retiró para atender a clientes que recién llegaban. Ya las horas estaban pasando, por lo que la gente salía de sus casas para pasar una buena noche, aunque por ser lunes no estaba del todo lleno de gente.

Bueno, volviendo al tema importante: El chico de cabello negro se había sentado detrás de la caja, mirando un cuaderno y al lado su celular.

Se veía realmente atractivo mientras fruncía el ceño, totalmente concentrado en lo que sea que estaba haciendo.

Taehyung suspiró. Llegó a la conclusión que ese sería su último día en ese lugar. La única razón por la que estaba en ese bar era para ver al azabache, pero, ¿qué planeaba hacer? ¿Mirarle como un acosador?

Observó su plato de comida ya casi terminado. Volvió a comer para poder irse pronto, de la nada fue incapaz de estar en ese lugar.

Creo que le recordó de una forma abrumadora la difícil posición en la que estaba y lo imposible que era entablar algo con el cocinero.

-Disculpa -le dijo a la chica mientras ésta pasaba por su lado-, ¿me podrías pasar la cuenta?

La contraria respondió con un asentimiento para después irse. El castaño esperó con paciencia.

Iría a su casa y se desmayaría en su cama. Mañana sería un día ajetreado pues tenía que hacer una investigación sobre el terreno y zona de la nueva sucursal, además de hacer un plan sobre cómo harían para que el bar se vea llamativo en una zona que, ya se sabe, está llena de competencia.

Taehyung había querido especializarse en todos los campos, aprendiendo todo lo que pudiera y así ser un jefe digno en el futuro. Conoce a la mayoría de sus compañeros y ellos confían en su trabajo duro, incluso si eso no es suficiente para él.

No tiene talento, no aprende las cosas rápido y tampoco es un sabelotodo, así que se parte el cuello para obtener todo lo que necesita y hacer su trabajo de forma prolija.

No iba a ser un perezoso incluso si su cuerpo le exigía descanso.

-Su cuenta.

Era prácticamente imposible que en ese lapso de minutos la voz de la chica se hubiera profundizado.

Subió la mirada y chocó con el par de iris negros que le veían con amabilidad, seguramente por ser un cliente.

-Gracias -respondió tomando lo que se le extendía.

El azabache se quedó a su lado, esperando a que Taehyung pagara. Por otro lado, el castaño sentía que sus dedos temblaban un poquito de los nervios, pues se le estaba dificultando la tarea de sacar su cartera.

-¿Sabe por qué nuestro local se llama Zero O'clock?

Taehyung se detuvo, a punto de sacar su tarjeta. Entonces le miró un poco confundido.

-No...

-Es porque lo interesante empieza cuando el reloj muestra los cuatro ceros -responde con una sonrisa, apuntando al reloj digital que estaba en la pared-. ¿No tiene curiosidad por vivir la experiencia?

Taehyung tragó. No quería, ni un poquito, negar la oferta del azabache. El contrario le sonreía con un gesto tan... cómodo.

-Y-Yo tengo... trabajo a las siete de la mañana -el chico hizo una mueca apenada que prendió mil focos dentro de la cabeza de Taehyung, alarmándolo-. Pero igual puedo venir mañana en la noche, no es para tanto -y mostró una sonrisa. Una de las que se había prohibido exhibir, y no se dio cuenta.

El azabache levantó una ceja, extrañado por la curiosa sonrisa rectangular del cliente.

-Es un hecho, entonces.

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;;;;

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