A veces quisiera ser tan fuerte como ellos que se pintan en las películas de acción, que van a altas velocidades en sus automóviles. Ellos le pegan hasta a las paredes, golpean con todas sus fuerzas cuando algo le disgusta y van por ahí en su mundo con la cabeza bien en alto, con un aire de seguridad, de orgullo inquebrantable y... y da inspiración, me da inspiración, me dan ganas de poder ser así de andar con la cabeza bien en alto, con el orgullo bien parado, con la seguridad intacta y las emociones estables.

Pero casi nunca falta esa escena en la que se cae, que se toca el piso, las lágrima viajan, las fuerzas se bajan, entonces ya nada parece ser pintado de un cielo azul, de un sol brillante, de un día bonito, de una seguridad segura. Ya nada parece estar bien, ya no se puede aparentar todo lo contrario como si fuera un show para actuar a alguien, ya no parece que hubiera animos para seguir intentando parecer lo que en realidad no es.

A veces quisiera ser tan fuerte para poder tener el valor de decir lo que pienso, para poder agarrar voluntad y mostrar lo que se crea dentro y aunque sea un torbellino de lamento sacarlo fuera, sacarlo porque bien dicen hay cosas que duelen, que cuando la guardas hacen daño, hacen extragos dentro. Es por eso, que a veces quisiera ser lo suficientemente fuerte para golpear con todas mis fuerzas ese muro que pensé en algún momento era mi escudo pero no ese escudo ahora es el que hace daño, hace daño al no dejar salir el prejuicio, lo que hace daño dentro.

Hasta los personajes lloran, sienten y son muy similares a las personas cuando están en su peor momento... cuando las lágrimas brotan, el dolor carcome..., el dolor no es diferente con ningún persona, las lágrima no son diferentes ni en los personajes, así como es valiente el personaje en su momento de acción, también las personas lo somos en nuestro momento, pero aquel momento en que dolor llega... es ese momento diferente, significa un break, solo que no siempre lo entiendo.

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