—Reflexión - Análisis

Nada puedes hacer. Te sientes débil, sin ganas de nada, no crees en el aliento que te da la gente y nada puedes hacer para pensar positivo. Y lloras, lloras de la angustia plena que eso te produce. Ya ni te importa lo que la gente piense de ti, te da igual, no te importa caerle bien a nadie o caerle mal al mundo entero, porque ya nada te interesa, más que eso poco que te queda.

Poco, pero mucho para ti, eso poco, pero mucho para ti, mucho para ti.

Nada puedes hacer, eso lo sabes, es frustrante, te hace sentir acorralado, te hace sentir sin opciones, sin nada, como si te impidieran respirar, te impidieran vivir, como si te pusieran contra una pistola y una pared; entre la realidad y la fantasía de lo que quisieras que fuera y no es.

Lloras, porque poco puedes hacer ante tu injusta realidad y dolorosa situación.

Pero es la vida, tú vida, aunque no la eligieras, la hiciste, aunque no la quieras o, te la hicieran: la tienes. Está es tu vida, aunque sea una mierda y por eso lloras.

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