Desgallilas enfrente de mí y solo puedo deglutir, apretar los dientes, y escuchar tus quejas tras quejas.

Desmochilas todas tus molestias sobre mí como si fuera yo el frente de ellos cuando lo eres tú mismo y te mientes con que no.

Vas con tu semblante rigido de aquí para allá lanzándole a todo el mundo en cara tu furor cuando nadie más que tú tiene algo que ver con ello.

Pero vienes adelante de mí a desgalillas siempre a lanzar el furor que te cargas como si fuera a cambiar en algo echar todo sobre un alma inocente.

Agregas en tu oración mi nombre siempre y tus quejas como si fuera hacer yo juicio sobre ellos.

Y, escupes tu molestia sobre mí como si fuera yo la causa de tus penas cuando la realidad es, que solo lo eres tú tu eres el causante al no aceptarlos y enfrentarlos.

Vienes adelante de mí a desgalillas ha echar las aguas sucias, pues es más fácil culpar que aceptar, pero por mucho es más fácil el insultar que pedir perdón.

... Tu furor te acabará consumiendo porque vives más encabreado que contento, normal, porque no aceptas un error: tú propio error.

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