#3. Luz En La Oscuridad
28 de marzo, 2020, 5:27 p.m, Canadá.
-Mierda, mierda, mierda. Jodida mierda. ¿Qué diablos está pasando?
Hacía un buen que la oscuridad había envuelto en su manto oscuro el cielo de Canadá, sin embargo, todo estaba iluminado por el fuego ocasionado de los incendios que se esparcían al menos a un kilómetro a la redonda. La gente corría desesperada mientras gritaba, temiendo por sus vidas. Ciertos individuos se abalanzaban contra los que corrían con terror y les arrancaban pedazos enteros de carne, dejando un charco de sangre a su alrededor. En resumen, un caos total.
Jake no había salido de la casa de los Mitchell aun, lo que volvía, para Ellie, mucho más estresante la situación. ¿Qué podía hacer? Evaluar la situación era en vano, pues siempre llegaba a la misma conclusión. Ella tenía buen estado físico, correr hasta la casa de su hermano no se le haría difícil, solamente debía bloquear la puerta o cualquier entrada posible. Pero la muerte de Hunter había alterado demasiado a Tess, al punto en que no podía si quiera responder cuando le hablaba. Y abandonar a la azabache no era si quiera una opción.
Pero como si de un milagro se tratase, una camioneta roja apareció en la carretera, atropellando a más de una persona en el proceso. Frenó abruptamente delante de ambas mujeres, y del asiento del conductor descendió un hombre de cabello tan rojizo como el fuego.
-¡Troy! -Exclama Ellie, con un nudo en su garganta.
-¡Ellie! ¿¡Estás bien!? -responde de la misma manera el pecoso, quien se ve, está alterado. Su ropa está manchada de sangre y tiene una cortada pequeña que atraviesa su ceja izquierda.
-¡Y-yo sí! Pero Jake, él...
-¿¡Dónde está!?
-¡Sigue adentro de la casa, la señora Mitchell enloqueció y se lanzó contra nosotros!
-¡Sube a la camioneta con Tess, yo iré con él!
Ellie no pudo siquiera negarse a la orden y tono autoritario de su hermano mayor, así que se resignó a subir al vehículo con rapidez, tras ayudar a su amiga, mientras Troy se adentraba en la lúgubre casa.
Troy irrumpió en la habitación justo a tiempo para ver a la anciana a punto de atacar a Jake. Sin dudarlo ni un segundo, agarró la lámpara de mesa más cercana y la levantó con fuerza, golpeando con precisión la cabeza de la anciana.
Un sonido sordo resonó en la habitación cuando la lámpara conectó con el cráneo de la anciana, y esta cayó al suelo con un gemido ahogado. Jake se apartó de ella y se lanzó instintivamente a los brazos de su esposo, respirando agitadamente y temblando como una hoja.
-¡Troy! ¡Gracias a Dios, estás bien! -exclamó Jake, aun recuperándose del shock.
Troy suspiró con alivio, correspondiendo al abrazo, mirando a su alrededor para asegurarse de que no hubiera más peligros acechando en la oscuridad de la casa. La habitación estaba en silencio, solo interrumpido por los gritos de horror que provenían desde el caos del exterior
-Vamos, tenemos que salir de aquí. -dijo Troy, ayudando a Jake a levantarse del suelo. Juntos, salieron de la casa, dejando atrás el peligro y la oscuridad que la habían invadido.
Con el peliazul en el asiento de copiloto y el pelirrojo al volante, Troy no dudó ni un segundo en pisar el acelerador para poder abandonar la zona.
-¿Qué está sucediendo, Troy? -pregunta entonces Ellie, impaciente.
El hombre de pecas suspiró, sin quitar los ojos del frente. -Lo cierto es que no lo sé con certeza. Si bien, estoy al tanto de que hoy en la mañana se reportaron casos de individuos con actitudes agresivas hacia otros civiles sin aparente razón. Pero mi conocimiento sobre la situación actual es nulo. -admitió el pelirrojo.
-Ya sé. D-déjame encender la radio. -pidió Jake, y sin esperar respuesta lo hizo. La voz de una alterada mujer se escuchó, y Jake se aseguró de que tuviera el volumen lo suficientemente alto para escuchar los cuatro.
-"Esta mañana, se reportaron civiles de conductas agresivas en distintos sitios de Canadá. Y por desgracia, parece haberse dado la misma situación en otras partes del mundo. Actualmente, la única información que se dio a conocer es que una extraña enfermedad que afecta principalmente el cerebro del huésped después de unas 24 horas, matando al individuo en el proceso. Esta enfermedad, o mejor dicho "virus", tuvo como origen el país de Tailandia durante una serie de experimentos en ciertos labortarios que, obviamente, salieron mal y han desencadenado una crisis a nivel mundial. Según se sabe, además, el virus se ha transmitido mediante los alimentos que fueron contaminados por este mismo virus, principalmente en arroz y granos importados. En este caso, en Canadá, es muy probable que quienes estuvieran el día de ayer e incluso hoy en la ciudad capital de Ottawa y hayan consumido los alimentos importados previamente mencionados, estén infectados. No hay zonas de evacuación por el momento ni tampoco existe forma de frenar la infección. Se les recomienda a los ciudadanos alejarse de las ciudades grandes antes de que el bombardeo tenga lugar. Damas y caballeros quienes estén escuchando esto, espero que puedan ponerse a salvo del peligro inminente. Hoy es el día más oscuro para la humanidad." -y con esto, la transmición se cortó.
-¡¿Cómo que un puto bombardeo?! -Exclama Ellie, sin poder evitarlo. Troy suelta una maldición por lo bajo y el llanto de Tess aumenta. Jake simplemente no sabe ni como sentirse en esos momentos.
-¡Van a reventar la ciudad para evitar que el virus se expanda más! Esto es malo, debemos salir de aquí.
-¡Troy, ¿qué estás haciendo?! -grita Jake, al sentir el brusco cambio de dirección de la camioneta.
-Evitando que nos maten a todos. -responde el pelirrojo, girando con fuerza el volante.
Troy conducía con determinación, tratando desesperadamente de alejarse lo más posible de la ciudad antes de que el bombardeo comenzara. El ambiente dentro de la camioneta era tenso, lleno de ansiedad y miedo, con los gritos desgarradores de fondo y el sonido de las explosiones acercándose cada vez más.
De repente, el sonido de una sirena cortó el aire, alertando a todos los civiles del inminente bombardeo. El corazón de Troy latía con fuerza en su pecho mientras intentaba mantener la compostura y seguir adelante a toda velocidad.
Mientras Troy conducía con determinación, un sonido ensordecedor de pitido llenó sus oídos justo antes de que la explosión golpeara la camioneta. El vehículo se sacudió violentamente y el sonido del metal retorciéndose llenó el aire. Troy luchó por mantener el control del volante mientras la camioneta giraba fuera de control, finalmente volcándose en la carretera.
El impacto fue brutal. Troy sintió cómo su cuerpo era lanzado contra el volante con fuerza, provocando cortes y contusiones en su rostro y brazos. El sonido de cristales rompiéndose y metal retorciéndose llenaba la cabina mientras la camioneta se estrellaba contra el suelo.
Una vez que la camioneta quedó inmóvil, Troy se tomó un momento para recuperar el aliento y evaluar sus heridas. Su cabeza zumbaba con dolor por el golpe, y podía sentir la sangre goteando por su frente donde se había cortado con los cristales rotos. Sus brazos y piernas estaban magullados y doloridos, pero sabía que no podía permitirse detenerse ahora.
El escenario que los rodeaba era desolador. La carretera estaba cubierta de escombros y restos de vehículos, con llamas ardiendo en el horizonte y el humo oscureciendo el cielo. En la distancia, podía ver a los infectados vagando entre los escombros, emitiendo gruñidos guturales y buscando a su próxima víctima.
-Troy... -oyó el nombrado murmurar a su hermana. A como pudo, se quitó, adolorido, el cinturón de seguridad y volteó la cabeza a los asientos traseros. Ellie estaba empapada de sangre, pero no era suya. -Está muerta.
Estaba tan adormecido por el dolor que le tomó 5 segundos entender que su hermana se refería a Tess, cuyo cuello de había quebrado y tenía el rostro completamente desfigurado y ensangrentado debido al golpe y los vidrios que se le clavaron.
-¿Qué hacemos ahora? -volvió a susurrar ella, con un hilo de voz, temerosa de ser escuchada por aquellos monstruos que acechaban.
-No lo sé. -admitió el pecoso, sintiéndose presa de la desesperación. Volvió a dirigir su vista hacia su esposo, quien yacía inconsciente y con una cortada superficial en su frente que le empapó todo el rostro de sangre. -Jake está inconsciente. no tenemos vehículo y nos acechan estas cosas... con suerte podemos pasar la noche aquí fingiendo ser cadáveres del montón sin ser avistados por los infectados, pero difícilmente sobreviviremos si nos quedamos en donde estamos.
-Las explosiones levantaron una nube de polvo, podemos aprovecharlo y alejarnos con cuidado. Con suerte, seremos capaces de cruzar el río y llegar al bosque que lo sigue.
-Vale la pena intentarlo...
Tuvo que hacer un esfuerzo masivo por mantenerse en silencio, sacar a Jake y cargarlo en sus brazos no fue tarea sencilla debido a sus heridas y el dolor de su cuerpo que lo abatía. Los disparos de los oficiales de policía que quedaba resonaban en el ambiente, volviendo aún más estresante la situación. Pero finalmente y luego de un rato, fueron capaces de alejarse del destruido vehículo. Ellie cojeaba mientras cubría su ojo izquierdo, que sospechaba, no podría salvarlo, mientras que su hermano cargaba en brazos al inconsciente Jake, dejando atrás a la difunta Tess y la caótica ciudad que antaño fue su hogar.
-Mierda, no sé si mi ojo pueda salvarse. -bufó en voz baja la pelirroja, su voz se notaba quebradiza y dejaba ver su dolor.
-Trataré tus heridas después, cuando estemos lo suficientemente lejos de aquí y a salvo.
-Troy, tu no sabes si esto le pasó a las demás ciudades. -replica su hermana. -Podría ya ni siquiera existir un lugar "seguro"...
-Hay que intentarlo, de todas formas.
Pasó mucho antes de que pudieran llegar hasta el río que debían cruzar. Las heridas que tenían ambos hermanos les dificultaba moverse, pero no planeaban rendirse ahora que habían llegado tan lejos. Fue difícil, pero gracias a que no era época lluviosa, la altura del río era considerablemente baja, permitiéndoles pasar sin demasiada dificultad. El bosque era lúgubre y oscuro, no se oían más que los sonidos de la madre naturaleza en su hábitat, el único tipo de iluminación que tenían a su disposición era la de la luna llena que había esa noche. Fue difícil, pero los hermanos encontraron un lugar medianamente decente para pasar la noche, un pequeño espacio llano rodeado de altos árboles y un tronco tumbado que funcionaba como una almohada.
Troy dejó sobre el césped a su esposo, dejándolo reposar y poniéndose la nota mental de comprobar qué tan fuerte fue el golpe en su cabeza. Cuando vio su cuerpo malherido estremecerse ante una leve ráfaga de viento helado, se desprendió de su chaqueta de cuero café y lo cubrió con ella, a modo de manta.
-¿Cómo supiste que necesitaríamos estas cosas? -pregunta Ellie, arqueando la ceja, al ver a su hermano mayor revisar su mochila negra y sacar ciertos objetos como comida enlatada, un botiquín de primeros auxilios, botellas de agua, una radio y una pistola.
-Una corazonada. -Respondió el mayor con sencillez, levantando los hombros. -Estaba haciendo una patrulla como suelo hacerla cada día, cuando un camión arrolló a un policía que iba pasando en su motocicleta y siguió avanzando hasta chocar contra la pared. Las cosas se pusieron feas y corrí a por mí mochila en mi oficina de trabajo. Cuando salí, me detuve en una tienda para tomar estas cosas y tuve la suerte de encontrar esa camioneta roja en media calle; algún civil la habrá dejado con las llaves puestas y corrido lejos al iniciar el caos.
-Dios... -la mujer se sentó sobre el tronco y suspiró, alterada. -Esto es horrible. Primero fue la señora Mitchell, luego Hunter y ahora Tess... no nos queda nada.
-Seamos pesimistas después, déjame tratar tus heridas. -interrumpe el mayor.
-Tú estás herido también.
-Mi prioridad en estos momentos son tú y Jake. No necesito más. Si ustedes están bien, yo estoy bien.
Ellie asintió en silencio, agradecida por la preocupación de su hermano. Se dejó examinar mientras Troy limpiaba y vendaba sus heridas lo mejor que pudo con los suministros del botiquín. No pudo hacer mucho por su ojo más que limpiarle la sangre al rededor y vendárselo con cuidado, el también sospechaba que, por la fuerza del impacto, su ojo se habría aplastado y no podría salvarse, sin contar lo mal que tenía su pierna también. A pesar del dolor y la angustia que los rodeaba, se sentía reconfortada por la presencia de Troy a su lado, sabiendo que estaban juntos en esta lucha por sobrevivir.
Una vez que terminaron de curar las heridas de Ellie lo mejor posible, Troy se acercó a Jake para evaluar su estado. Aunque aún estaba inconsciente, parecía estar respirando de manera estable, lo cual era un buen signo. Pero sospechaba que habría sufrido una contusión cerebral y temía las consecuencias que eso pudiera traer a la mañana siguiente. Limpió cuidadosamente la herida en la frente de Jake y la vendó con cuidado, asegurándose de no causarle más dolor.
Con Ellie y Jake atendidos lo mejor que pudo en las circunstancias, Troy se sentó junto a ellos, manteniendo una vigilancia constante sobre su entorno mientras esperaban a que amaneciera. El bosque estaba lleno de sonidos extraños y sombras inquietantes, pero Troy se mantuvo firme, decidido a proteger a su familia a toda costa.
A medida que la noche daba paso al día, el cansancio finalmente comenzó a pasarle factura. Su cabeza le dolía como si tuviera un cuchillo atravesándole el cráneo, y pese a todo el cansancio que tenía, no dejaba de mantenerse alerta. Algo positivo era que Jake ya había podido despertar de su inconsciencia. Lo malo, es que la herida en la pierna de Ellie empeoró de la noche a la mañana, y no podría caminar.
-Me duele la cabeza...
-Es normal, Jay. Te golpeaste con fuerza la cabeza, estoy seguro de que sufriste una contusión cerebral.
-Supongo que eso explica por qué siento que me da vueltas la cabeza y ganas terribles de vomitar.
-Pues claro.
-Bueno y ¿ahora qué hacemos? ¿qué nos queda? Troy contempló en silencio al peliazul, cuya mirada todavía parecía algo perdida. -¿Realmente tenemos a dónde ir?
El pecoso estaba a punto de responder, pero el sonido seco de una bala cortando el aire encendió nuevamente sus alarmas, no dudó si quiera un segundo ante de acercarse a Jake y a su hermana, cubriendo a ambos con su cuerpo de manera protectora.
-¡Las manos donde las vea, los tres! -gritó un hombre que había salido de la nada, junto a unas cinco personas más detrás de él. Todos tenían armas como bates, palos con clavos, pistolas o incluso cuchillas. Troy ni se inmutó, sacó su pistola de su mochila y apuntó al encapuchado de la misma forma que lo apuntaba él.
-Si usted nos dispara, yo dispararé también. -advirtió con severidad el pelirrojo.
-Que buen día para irse a la mierda. -soltó Ellie, con una venda ensangrentada cubriendo su ojo.
___
10 de abril, 2030, 6:10 a.m . Actualidad.
Para Jake, resultaba agotador el solo recordar toda la mierda que había sucedido ayer. En resumen, el campamento de Las Luciérnagas fue atacado por esos horribles infectados y hubo más de una baja, se peleó (como cada día) con el capitán de escuadrón Rogers, y su jefa le asignó una misión de vital importancia con ese mismo idiota. Misión qué, para rematar, es de la que depende el destino de la humanidad.
Bueno, realmente dependía del sistema inmunológico de una niña de 8 años. Porque su único propósito era llevarla con vida a los laboratorios, incluso si eso le costaba su propia vida.
Así que a las 5 en punto de aquella helada madrugada, escribió un poco en su diario para desahogarse y evitar el nudo en la garganta que constantemente se le formaba. Unos diez minutos después acabó por levantarse de su sólida e incómoda cama, tomó una ducha fría para espabilarse y luego de secarse, se cambió con su ropa distintiva como asesino y se dedicó a tomar su desayuno. Una triste barra de cereal sin sabor. Suspiró, frustrado.
Aunque era consciente de que su jefa le daría a él y a su horrible compañero de misión los suministros necesarios para el viaje, decidió preparar él su propia mochila. Una garrafa de agua, una manta, armas (por si acaso), algunas medicinas cigarros...
-Ah... -de tanto rebuscar entre sus cosas, el peliazul terminó encontrándose con una vieja foto. La sostuvo entre sus manos cicatrizadas con gesto melancólico: era del día de su boda, su yo del pasado (radicalmente distinto a su yo actual, siendo alegre y sonriente y sin cicatrices en su pálido rostro) era abrazado por su hermano mayor Shawn, quien se mostraba riéndose al momento de tomar la fotografía. A su lado, rodeaba el cuello de Troy con su brazo, y este se veía nervioso (probablemente porque en ese momento Shawn lo estaba asfixiando como advertencia, era muy posesivo con su hermano). Mientras que su hermana mayor, Rachel, sonreía mientras abrazaba a Ellie y saludaban a la cámara. Y, tan solo por un momento, deseó regresar a esos días donde todo estaba bien.
Donde su esposo seguía con vida. Donde sabía dónde encontrar a sus hermanos si los necesitaba. Donde todo en su mundo estaba bien.
Decidió llevar la foto consigo más que nada como una motivación para sí mismo, así que la guardó cuidadosamente junto al resto de sus cosas en su mochila, contempló el reloj que marcaba las 5:30 a.m, se llevó su bolso hacia su espalda y se dirigió hacia la puerta de su cabaña. Mientras caminaba entre la soledad y silencio del bosque, pisando hojas bajo sus pies, lo carcomían los recuerdos que invadían su mente. El pecho le dolía por el dolor que lo llenaba, lo sabía; pero él continuaba negando su malestar mientras pretendía estar bien.
Fue cuando finalmente la luz cegadora del sol que atravesaba el follaje le hizo saber a Jake que se encontraba en el campamento principal. Pensó qué, como ya se había tomado la molestia de madrugar tanto, al menos podría ayudar a sus compañeros con los quehaceres mañaneros. Por increíble que pareciera, había movimiento desde las 3 de la mañana, pues con tantas personas viviendo en la sede de Las Luciérnagas, el gasto de recursos era mayor, y constantemente necesitaban expandir un poco el terreno para la construcción de casas y reparación de barricadas.
No fue sino hasta que el peliazul recordó el rostro pecoso y alegre del recluta que conoció el día anterior, que decidió llevarle un poco de comida. Concretamente, carne de res y un poco de arroz (alimento que era todo un lujo en tiempos de caos como aquellos), y como él conocía el horario de entrenamiento de los reclutas, no dudó en dirigirse hacia el patio con la esperanza de verlo.
Sin embargo, de los 200 reclutas que habían empezado su entrenamiento militar 3 años atrás, Jake solo divisó a 30 de ellos. Y el joven recluta a quien esperaba ver tan iluso, no estaba entre ellos.
-¿Busca a alguien, Allen? -El muchacho miró de reojo al veterano de guerra, Connor. A quien le asignaron el entrenamiento de los nuevos miembros. Era un hombre anciano y bastante estricto, pero cuando lo agarrabas de buen humor era realmente agradable pasar el rato con él. Esta, por desgracia, no parecía ser esa ocasión.
-¿Qué pasó con todos los reclutas? -decidió preguntar, omitiendo la pregunta del viejo. Este suspiró, notándose aires de tristeza en él.
-Murieron. -Jake tragó duro, tratando de deshacerse del nudo en su garganta. -Durante el ataque de ayer, muchos fueron mordidos y perdieron la cabeza. Hubo que sacrificarlos para evitar más pérdidas. -Connor agachó la cabeza con pesar.
-...Entonces, ¿no sabe nada de Drew Phillips? -volvió a preguntar, temiendo la respuesta.
-Ven conmigo, Allen.
El hombre mayor guió al peliazul a través de un pasillo frío y de blancas paredes, caminaron un rato hasta que se encontraron frente a una puerta de metal. Antes de entrar al interior, Connor le hizo ponerse una mascarilla y él mismo se colocó una. Una vez dentro, se toparon con un frío desolador en el interior del cuarto, cuyas paredes eran también blancas.
-Por dios...
La habitación estaba llena de cuerpos inertes cubiertos por sábanas blancas, siendo un escenario perturbador para el muchacho de pelo azul. Connor, consciente de la reacción de Jake, agachó la cabeza.
-Perdimos alrededor de 100 reclutas el día de ayer. Entre esos... Drew Phillips, de 15 años. Lo siento mucho.
El peliazul permaneció en silencio, contemplando la mano fría del cuerpo que sobresalía de la manta blanca. Pálida e inerte. Se arrodilló para poder sostenerla con debilidad entre sus callosas manos, sintiendo la impotencia invadir su ser y lágrimas correr por sus mejillas.
Otra vez había perdido a alguien que apreciaba. Y otra vez no pudo hacer nada al respecto.
___
Tom Rogers era un soldado ejemplar para muchos: era fuerte, rápido, estratega y, además; con mucho atractivo físico. Sin embargo, tratar con las personas no era su especialidad. Sobre todo, si se trataba de Jake Allen.
Ah, ese hombre. Cómo lo enloquecía a veces, y no precisamente de amor. Para él, resultaba fastidiosa la actitud que solía tomar para llevarle la contraria. Por lo menos así lo percibía él. Era un solado firme, serio y que no dudaba a la hora de asesinar. Pero él lo sabía. Sabía que debajo de ese disfraz de expresión estoica había un muchacho sensible y llorón que anhelaba con ansiad el día de su muerte. Lo que, para Tom, resultaba indignante. "¡¿Cómo te atreves a usar la muerte de tus amigos y compañeros como una excusa para suicidarte?! Debes estar listo para entregar tu corazón, ellos también lo estaban ¡no sufras y sigue con tu vida, no te estanques ahí donde estás! ¡Sé un soldado, maldición! ¡Ellos no dieron su vida para darte una excusa para acabar con tu miserable vida!" Le había gritado una vez, después de escucharlo murmurar a su compañera pelirroja lo mucho que esperaba morir y tener una muerte recordable, y habló y reclamó sin poder contener la ira y coraje que sus palabras le provocaban.
Jake Allen era una persona despreciable ¿por qué solo él parecía darse cuenta de ello?
Sin embargo, ese día fue diferente. Esperó por varios minutos un insulto o un comentario sarcástico del peliazul a su persona, en lo que iniciaba la reunión que tendría lugar esa mañana. Pero nunca llegó. Su expresión estaba mucho más vacía y seca que de costumbre, y vaya que conocía esa cara.
-Eres bastante sentimental ¿sabías? -Jake se limitó a levantar levemente la cabeza en su dirección. Tom sentía la matadora mirada del asiático sobre él, pero este mantenía su vista al frente, observando el pequeño espacio en el centro del patio donde estaría Rosa para dar un discurso a sus tropas. -No sabes si quiera disimular cuando estás pasando un mal momento.
-No entiendo tu punto. -Se limitó a responder el otro. Tom bufó, sin gracia.
-Esquivas mis preguntas, no me insultas... es obvio que viste morir a alguien a quien querías. Otra vez. ¿O me equivoco?
Jake apretó la quijada, esta vez Tom lo miró de reojo para ver su reacción, pero se abstuvo de hacer algún comentario fuera de lugar: de vez en cuando, su cerebro hacía sinapsis de neuronas y funcionaba.
-Tú no lo entiendes.
-Pruébame. -responde, con voz retadora. Jake resopló, claramente frustrado.
-Era un recluta, tenía 15 años. Tanto por lo que vivir...
-La vida sigue, creo habértelo dicho ya. -El pelinegro cruzó sus brazos tras su espalda y volvió a apartar su vista de su ahora, compañero de misión. -No puedes quedarte estancado en el pasado ni en esos sentimientos. Eres un soldado. Actúa como tal.
-No todos carecemos de sentimientos humanos, como tú. -replicó Jake. Mierda, ¿eso que sintió en su estómago, ese vuelco, fue su ego herido? No, no fue su ego. Fue algo más....
-¿Perdóname?
-Asi como lo escuchas. Tu no eres más que una bolsa de carne hueca por dentro que solo sabe asesinar a infectados. No podrías entender como me siento.
-Oh, claro. Vamos a pretender que no tuve que matar a mis propios padres cuando inicio la puta infección.
-¿Te crees especial por haber perdido a tu familia? ¡Todos aquí lo hicieron, y al menos demuestran que les duele! ¿Tu qué? ¡Lo único que parece interesarte es tu posición en este jodido mundo!
Tom se quedó momentáneamente en silencio, su expresión endurecida por la acusación de Jake. Se pasó la mano por el cabello, mostrando un gesto de frustración antes de responder.
-No tienes idea de lo que has dicho, Allen. -Su tono era más bajo, más serio que antes. -No sabes nada sobre mí o mi pasado. Y te aseguro que no estoy aquí por mi "posición en este jodido mundo", como dices. Estoy aquí porque es lo que se necesita hacer para sobrevivir.
Jake se mantuvo firme, sus ojos negros chispeaban con una mezcla de rabia y tristeza. Pero antes de que pudiera replicar, la voz de Rosa cortó el aire, llamando la atención de todos los presentes para comenzar la reunión.
Tom y Jake intercambiaron una última mirada cargada de tensión antes de separarse y dirigirse hacia el grupo. Aunque las palabras no dichas resonaban entre ellos, sabían que tenían una misión que cumplir, una responsabilidad que superaba sus diferencias personales.
-¡Atención! -exigio Rosa, quien estaba de pie en el centro del patio con un micrófono frente a ella. A su lado, Alec, con los brazos cruzados tras la espalda, contemplaba a todos con seriedad y atención. Todos hicieron el saludo militar en cuanto la pelimorada habló. -Descansen, soldados. -los presentes cambiaron su postura y se limitaron a quedarse de pie en posición firme. -El día de hoy, hay algo que merecen saber.
Y es que la esperanza ha vuelto a nosotros.
El patio se lleno de murmuros y cuchicheos, Pero Rosa se mantuvo con la expresión estoica que tanto la caracterizaba.
-Hace al rededor de un mes, una niña fue encontrada cerca de nuestras instalaciones. Resulta y acontece que esta mocosa es la clave para vencer está terrible infección que tantos años nos ha robado, pues es inmune a las mordidas de los infectados. -un sonido de exclamación resonó por todo el patio. -Asi es, tal y como escuchan. Es por eso que el día de hoy, un escuadrón de élite escogido minuciosamente por mi persona, partirán junto a la niña y se asegurarán de llevarla sana y salva hasta los laboratorios en YellowKnife. La humanidad dependerá de si estás personas son capaces de cumplir con su misión, así que denle un fuerte aplauso a las siguientes personas: Ellie Miller, Gabby Nowak, Lake Müller, Dan Williams, y quienes dirigirán la misión; Jake Allen y Tom Rogers. ¡Al frente, soldados!
Los nombrados obedecieron a la orden de la pelimorada y se encaminaron al centro del patio, poniéndose de pie frente a ella con los brazos cruzados tras su espalda.
El sol se alzaba lentamente sobre el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y rosados mientras los primeros rayos de luz iluminaban el patio central de la base. La brisa matutina traía consigo una sensación de renovación y expectativa, mientras los soldados se reunían en formación, listos para escuchar las palabras de su líder.
Rosa Hernández, con su característica determinación en la mirada, se erguía en el centro del patio, flanqueada por Alec, quien observaba con seriedad a los presentes. Con el micrófono en mano, Rosa irradiaba autoridad y confianza, su voz resonando en el aire tranquilo de la mañana.
-Soldados... - comenzó Rosa, su voz firme y clara. -Hoy nos encontramos en un momento crucial en la historia de la humanidad. Hemos enfrentado desafíos inimaginables, hemos perdido a seres queridos en el camino, pero nunca hemos perdido la esperanza.
Mientras hablaba, el ambiente se cargaba de un sentido de urgencia y determinación, cada palabra de Rosa resonando en los corazones de los presentes.
-La llegada de esta niña, Fiore Rossi, representa una luz en la oscuridad; un antes y un después; una esperanza de que quizás, después de tanto sufrimiento, haya una oportunidad para vencer a esta plaga que nos acecha. Pero no podemos permitirnos bajar la guardia. La responsabilidad recae sobre nosotros, los soldados de las luciérnagas de Tipiskaw, de llevar a cabo esta misión con éxito.
El sonido de los pies de los soldados resonaba en el suelo de cemento mientras permanecían en posición firme, escuchando atentamente las palabras de su líder.
-Confío en cada uno de ustedes para cumplir con esta tarea. Sé que no será fácil, pero juntos somos más fuertes. Recordemos que estamos luchando por algo más grande que nosotros mismos. Estamos luchando por el futuro de la humanidad.
Un murmullo de determinación se extendió entre los soldados, sus rostros reflejando una mezcla de seriedad y compromiso.
-Ahora más que nunca, necesitamos demostrar nuestra valentía, nuestra perseverancia y nuestra unidad. No dejemos que el miedo nos paralice. Avancemos con paso firme hacia nuestro objetivo, sabiendo que cada paso nos acerca un poco más a la victoria. ¡Consangren sus vidas y sacrifiquenlas para tener un futuro mejor!
Gritos de euforia y alegría resonaron por todo el patio, con todos los soldados haciendo su saludo militar con el brazo tras la espalda y la mano sobre su frente. Los únicos que no lo hicieron fueron quienes estaban frente a la mujer pelimorada, cuyas manos señalaban sus corazones, en señal de su compromiso.
La misión de recuperación había comenzado.
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Hellouuuu y gracias por leer este capítulo.
La verdad he tenido complicaciones ya que el cargador de mi computadora se perdió entonces no podía cargarla, y mi tiempo era bastante limitado debido a que estoy en temporada de exámenes.
Pero en fin, lo logré, les traje un nuevo capítulo de este fic ¡Espero que les haya gustado!
Y he aquí unos pequeños fanarts que me hicieron jsjs. Por favor apoyen a la artista en tik tok si tienen la oportunidad.





Y también un dibujo de la Lake que hice yo

¡Nos vemos hasta una próxima actualización!
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