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Tercera temporada. Capítulo 5: Atentado en Francia

Martes 15 de enero de 2036. París, Francia.

Alexander acomodó su traje y suspiró viéndose en el espejo. Él hubiera preferido estar con su familia, disfrutando de la reunión, pero debía resolver unos negocios que tenía en la Tierra. Tenía que encontrarse con una firma de abogados muy importante del país para cerrar un caso que le haría ganar unos cuantos de los grandes. Sabía que era un buen trato y que solamente llegaría uno o dos días tarde a casa de su abuelo. No era malo ya que no se perdería de mucho. 

Suspiró pensando en la aburrida reunión. Tendría que soportar a unos cuantos franceses hablando de cosas que solamente le importaban para ganar dinero. No había más que eso. Era solo dinero de por medio. Realmente lo que había pasado, al chico que debía cubrir por asesinato involuntario, le daba lo mismo. Él y su padre consentidor y estúpido. Lo único que le interesaba eran los fajos de billete que ganaría por cubrir a un mocoso irresponsable y evitar que fuera a prisión. 

Tomó su maletín y salió del hotel donde se hospedaba por el momento. Saludó al recepcionista y salió directo a la calle. El hotel quedaba a unas pocas cuadras del sitio de reunión por lo que sabía que llegaría en pocos minutos, hablarían por cerca de un par de horas y luego volvería a casa con una buena cantidad de dinero en su cuenta bancaria. Simple y rápido, tal y como JiSoo le enseñó hace tanto tiempo atrás.

El recuerdo de su difunta madre era un tema que todavía le seguía doliendo. Recordarla todavía ocasionaba un fuerte dolor en su pecho. Ella le había salvado la vida y lo había criado, le había dado la oportunidad de no ser un pobre huérfano que terminara robando en las calles al no ser adoptado. O al ser paseado de casa en casa sin padres que lo quisieran. Ella le había dado amor, le había dado una gran educación y le había dado una numerosa familia. 

Ella no se había merecido el final que tuvo.  

Al llegar al edificio se dirigió directo a la sala de reuniones. Ahí estaban los del bufet esperándolo. Él los saludó con un francés con acento (algún día adoptaría el idioma a la perfección) y se sentó en su lugar esperando que quien lo había contactado diera una breve introducción antes de que él dijera algo. 

La mente de Alex voló lejos mientras escuchaba al viejo hablar y hablar y hablar. Ya comenzaba a cansarlo, pero por suerte se detuvo antes de que lo interrumpiera. Se levantó y dio su opinión al respecto, dijo todo lo que había estudiado sin problemas y, al terminar, se sentó de nuevo en su lugar. Los demás debatieron, estando de acuerdo con su punto de vista (algo que Alexander ya se esperaba) y lo único que faltaba era que la reunión terminara para él irse al hotel, juntar sus cosas y volver a Estados Unidos donde iría al Infierno para ver a su familia.

Sin embargo, antes de siquiera poder terminar con la reunión, un estallido y un sacudón recorrió al edificio. Alexander miró por los ventanales de la sala de reuniones y vio un desastre sin igual. Edificios cayendo y los gritos de la gente amortiguados por los siete pisos de diferencia con el suelo. No quería imaginar cómo se escucharían abajo. 

Sin comprender lo que pasaba, salió de ahí sin esperar a los demás para bajar e irse. Eso no parecía una guerra humana en absoluto. Él notó el ser con alas que cruzaba el cielo y sabía que no era su familia, ellos jamás harían atentados por la tregua con Dios y porque (más importante aún) sabían que él estaba en Francia. Si fuera uno de los demonios del Infierno, aquellos que vivían en los reinos de sus tíos, Lucifer ya le estaría cortando la cabeza. Y nadie quería arriesgarse a que eso pasara. 

Tampoco creía que fueran seres celestiales. Ellos nunca atentarían contra la creación del Todopoderoso sabiendo el castigo que les esperaría por eso. 

Entonces ¿qué eran esas cosas?

Alexander logró salir del edificio antes de que el ascensor se descompusiera y unas cuantas partes se vinieran abajo. Descubrió que afuera el caos era diez mil veces peor. En las calles había unos cuantos cadáveres de hombres, mujeres y niños. Escombros por doquier de edificios que colapsaban o autos que explotaban. El humo tapaba el cielo y Alexander pensó que esa imagen era la que los humanos tenían por Infierno. Aunque el Infierno era mejor que eso. Mucho mejor, en realidad.

Se cubrió parte de la cara con su saco y corrió sin dirección alguna. Solo necesitaba hallar un lugar seguro donde comunicarse con su familia para que lo ayudaran. Aunque estaba entrenado, no le serviría si esas cosas no eran humanas o siquiera tuvieran su fuerza. Saldría perdiendo sin siquiera intentarlo. Lo sabía y por eso no se arriesgaría. Reconocía sus límites. 

Un auto explotó y él salió volando contra una pared. El golpe contra su espalda y el ardor del fuego contra la piel de su rostro hicieron que se perdiera en el dolor por un momento. Tuvo que deshacerse del saco que se había prendido fuego y del maletín que tan poco importaba ahora. Había aprendido que había cosas más importantes en el mundo que el dinero o unos cuantos documentos. Su vida, por ejemplo. 

Cuando logró recuperarse del aturdimiento que el sonido del estallido dejó, se levantó tambaleante y miró alrededor. Solo podía ver la luz del fuego intenso por las calles y muy pocos lugares donde salir corriendo. Era casi como estar en un laberinto donde con cada minuto que pasaba, se cerraba un camino. Alexander se estaba quedando con pocos caminos para salvarse. 

Tosió cuando el humo ya comenzaba a robarle todo el aire. A este paso moriría. Y llamar a su familia ahí no era bueno, debía encontrar un lugar seguro porque en cualquier momento se volvería a quemar, se caería un edificio o explotaría algo más. Tenía que encontrar un lugar fuera del peligro. 

Pero luego de alejarse unos metros del lugar donde explotó el auto, Alexander cayó de rodillas quedándose sin aire. No había aire puro en ningún lado cercano, no había forma de escapar. 

¿Así iba a morir? ¿Sin que nadie supiera de él? ¿Sin despedirse de sus abuelos que le abrieron los brazos cuando lo había perdido todo? ¿Sin despedirse de sus tíos y sus sobrinos? ¿Sin verlos por última vez?

Alexander cerró los ojos dándose por vencido cuando alguien lo cargó en su espalda y comenzó a correr lejos de las llamas. Pronto el aire se sintió puro y pudo respirar. Tosió largando el humo que lo estaba matando y luego de una pequeña lucha pudo respirar normalmente, sintiéndose de vuelta vivo.

Apenas abrió los ojos pudo notar que un hombre era el que lo estaba cargando. No estaba del todo en sus cinco sentidos cuando preguntó:

-¿Quién eres?-la voz le salió rasposa, lastimada por el humo de las llamas. 

-Veo que estás afectado por el fuego todavía-dijo una voz que él ya conocía.

Su mente le gritaba que era alguien conocido pero al mismo tiempo no podía darle una imagen de la persona. Tardó unos minutos en silencio, en lo que vio que se movían a un lugar seguro, cuando pudo reconocerlo.

-Nam-susurró.

-Veo que empiezas a mejorar-dijo él en tono bajo-Ahora mantente en silencio, hay un lugar donde estaremos bien por el momento.

Alexander no preguntó, solo dejó que lo cargara por un largo camino donde se ocultaron en más de una ocasión hasta llegar a un alcantarillado que era amplio y apenas iluminado por unas antorchas. Parecía más un túnel secreto que un alcantarillado. 

NamJoon lo llevó unos cuantos metros de donde bajaron hasta lo que parecía una habitación sin puerta donde vio, en medio de la penumbra, dos siluetas. Una era de un hombre y la otra de una mujer. No podía verlos bien hasta que la antorcha se acercó a ellos. Reconoció solamente a Set con su cabello despeinado y sus brillantes ojos. La mujer era hermosa, con largo cabello oscuro y ojos celestes cristalinos que brillaban con el fuego de la antorcha.

-¿Qué está pasando? ¿Quién eres tú?-preguntó cuando NamJoon lo dejó en el suelo. 

Estaba húmedo pero Alexander no se molestó por eso. Más le dolía la piel por la quemadura. 

-Necesitamos que nos lleves con Lucifer-dijo Set sosteniendo a la mujer que ahora que la veía mejor, estaba lastimada-Necesitamos su ayuda.

Ángel&Demonio

Martes 15 de enero de 2036. El escondite, Infierno.

Seok Jin había ido por JungKook a una de las habitaciones que se le habían asignado. Luego de la reunión y de que Eleazar fuera por Alexander, Lucifer dio la orden de que descansaran. Lucifer lo necesitaba también en caso de que alguien los quisiera atacar. Necesitaba estar listo para enfrentarse a ellos de nuevo. De los gemelos y las trillizas no se sabía nada, salvo que seguían curando a Lilith. 

Al llegar a su cuarto designado no encontró a JungKook, así que fue al cuarto de Luzbel y JiHoon pensando que su pareja estaría ahí. JiHoon le abrió y cuando dijo su nombre, Seok Jin estuvo a punto de reír. Luzbel se había acercado y se había puesto detrás de su novio.

-JungKook no está aquí-dijo JiHoon amablemente, Luzbel tomó su cintura y apoyó su mentón en el hombro de su novio sonriéndole a su papá-Creo que fue a ver a GaHyeon.

-Bien, gracias y tú-Seok Jin rio y apretó la nariz de Luzbel quien se quejó-deja de ser celoso. De tal palo tal la astilla-rio y se marchó de ahí.

GaHyeon iba a dormir con YooBin y TaeHyun, cerca de la habitación de YoonGi y JiMin. Allí ella podría compartir con sus primos y olvidar en parte lo ocurrido ese día. Pero cuando llegó TaeHyun ni YooBin estaban ahí. Solamente estaba GaHyeon con JungKook en la cama, siendo abrazada por su papi quien también le acariciaba el cabello mientras la acunaba como cuando era una bebé.

-Pero…oí a Luzbel…él dijo que esas personas eran malas…y muy fuertes-decía GaHyeon abrazando a Sinca contra su pecho.

-Tu hermano debería aprender a cerrar la boca-dijo JungKook suavemente mientras le seguía acariciando el cabello-Va a estar todo bien, papi va a mantenerte a salvo. A ti, a Luzbel y a Jin.

-Y a JiHoon-dijo GaHyeon mirándolo, Seok Jin quiso reír-Luzbel se pondría muy triste si algo le pasa a JiHoon.

-Sí, también a JiHoon. Olvidé nombrarlo-la pequeña rio cuando JungKook rodó los ojos.

-Papi ¿puedes quedarte conmigo hasta que me duerma?-preguntó GaHyeon mirando a Sinca-YooBin va a dormir con los tíos y TaeHyun no quiere estar lejos de la abuela.

-Puedes dormir con nosotros si quieres…aunque tendríamos que preguntarle a papá antes-fue en ese momento en que Seok Jin abrió la puerta del todo para entrar.

-Papá no tiene problema de que duermas con nosotros, cariño. Puedes ir yendo a nuestro cuarto, es el ciento cincuenta y dos-dijo Jin.

GaHyeon sonrió y bajó de la cama con su pijama puesto antes de salir corriendo hacia el cuarto de sus padres. JungKook salió de la cama y se acercó a Seok Jin.

-¿Para qué me buscabas? Sabía que estabas afuera esperando como todo un acosador.

Seok Jin lo tomó de la cintura y acarició su mejilla. 

-¿Estás seguro de ser uno de los guerreros principales de esto? Es peligroso, JungKook.

-Lo sé, pero también sé que es lo mejor para mantener a mi familia a salvo-dijo JungKook apoyándose en el hombro de su pareja-Soy bueno en combate, tú lo has visto. También soy tan hijo de puta como ellos, así que viviré.

-Mi padre también y aun así viste como casi lo matan-dijo Jin acariciando su espalda.

-No soy tu padre, yo puedo ser más insensible que él-JungKook apretó la camisa que Seok Jin tenía puesto, sabía por qué lo hizo: recordaba el pasado-También podríamos hacer un plan. Con un plan en mente podríamos ganar. Perderíamos parte de nuestro ejército, sí, pero mantendríamos a salvo a los tres mundos.

-¿Tienes algo en mente?-JungKook negó-Bien, podemos pensarlo mañana. Ahora vamos con Hyeonie antes de que venga por nosotros.-besó su frente mientras salían de la habitación.

JungKook se apoyó en él y se fueron al cuarto.

Mañana podrían encargarse del plan para deshacerse de los Siete Serafines Legendarios.

Alex está bien wuuu 🎉

Nos vemos! Besos❤️❤️❤️

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