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Precuela. Capítulo 11: Los hijos de Lucifer

Transformar a Lilith en diablesa jamás estuvo en los planes de Lucifer, pero luego de considerar que sería lo mejor para ella, optó por estudiar más de sus libros. Quería encontrar un plan B en caso de que ella muriera en medio de la transformación. Pensó en volverla inmortal también, pero en un mundo de demonios lo mejor sería (para ella siendo la reina) que lo fuera también. Así, teniendo en cuenta su temperamento, nadie se atrevería jamás a burlarse de ella.

Luego de cuatro meses, encontró una alternativa para revivirla en caso de que la transformación fuera demasiado para Lilith. 

Durante la cena se lo hizo saber, contándole a detalle todo. Lilith, quien dudaba por Lucifer ya que en un principio no quería transformarla, aceptó la propuesta. Así que esa misma noche, luego de ponerse su mejor vestido, bajó a la sala donde Lucifer había terminado de preparar todo. Ella se sentó en el sillón y esperó.

-¿Estás lista?-preguntó Lucifer, Lilith asintió sin temor-Bien, solo…no te asustes por lo que haré.

-Sé que no harías nada para hacerme daño, sé que es por mi bien-dijo ella.

La confianza de Lilith era dolorosamente reconfortante. Lucifer a veces sentía que no le daba lo suficiente. Ella se merecía el universo.

Con su garra acarició su cuello, el veneno ya comenzaba a impregnar la piel así que decidió actuar rápido. Con un corte preciso abrió la yugular y luego guio sus garras a la nuca, donde las insertó hasta la médula, impregnando de veneno de demonio esa zona.

Lilith gritó por el agónico dolor. Él sabía que lo sentiría, lo había visto en los Ángeles caídos que transformó, de los cuales tres murieron. Habían sido perdidas dolorosas para quienes los conocían, pero consideraban que todo tenía un precio y si ellos no soportaron la transformación entonces era porque no eran lo suficientemente fuertes para vivir en ese nuevo mundo. 

Lucifer sostuvo su mano durante los gritos de Lilith y cuando cesaron la limpió. Si todo salía bien, ella despertaría en unas horas ya como diablesa. Sino él tendría que emplear su segunda opción. 

Esperaba no tener que hacerlo, esperaba que todo saliera bien o Lilith pasaría por un doble dolor.

Ángel&Demonio

Tres horas después, Lucifer comenzaba a creer que la transformación había fracasado y él tenía que recurrir al plan B. Su corazón martilleaba con fuerza ante su error. No debió transformarla, simplemente debió dejarla como una humana inmortal. Así ella seguiría con vida a su lado, ayudándolo a gobernar el Infierno. Pero no, fue un idiota que quiso hacerla una diablesa. 

¿Por qué todas las estupideces se le ocurrían a él?

Había tomado el grueso libro donde se detallaba su plan B, cuando sintió una mano tomar su muñeca. Lilith había abierto los ojos y ahora miraba el techo como si estuviera perdida.

-Lilith-dijo tomando la mano que sostenía su muñeca y al acercarse lo vio, los ojos de ellas eran mitad amarillo y mitad púrpura-, cariño, ¿estás bien?

Lilith se sentó en el sillón y miró sus manos. En ellas se veían pequeñas garras que ella luego debería aprender a ocultar. Su forma demoniaca saldría a relucir cuando ella lograra controlarla, Lucifer ansiaba conocerla. 

Ella se mantuvo en silencio unos segundos más antes de mirarlo. Lucifer vio esos hermosos ojos observarlo con sorpresa.

-¿Estoy muerta?-preguntó.

Lucifer sonrió y tomó sus manos para besarlas.

-Para mi suerte, no-dijo haciendo que se levantara del sillón-¿Cómo te sientes?

-Yo…me siento…extrañamente viva-dijo Lilith mirándose a sí misma y luego mirando a Lucifer-Y con ganas de ir a la cama…ahora.

Lucifer sonrió y la besó antes de cargarla hasta la habitación.

Ángel&Demonio

Caín sabía que lo mejor era permanecer escondido. Dios no sabía que el único que pasaba a visitarlo era Abel, quien se encargaba de hablar con él y distraerlo. Estar en medio de cuatro paredes podía ser aburrido, pero ese tiempo ya acababa.

Llevaba nueve meses ya, mientras acariciaba su vientre pensaba en que el parto se acercaba. Dios se encargaría de sacar a su hijo y llevárselo. Su pequeño…al que ni siquiera tenía derecho a cargar en sus brazos. 

Ahora que lo pensaba, había sido un idiota por no irse con Lucifer. Quizás no estaría con él y él estaría con Lilith, pero al menos tendría a su hijo a su lado. Lucifer se enteraría, irremediablemente, pero al menos…al menos estaría ahí para ayudarlo. Lucifer no era una mierda, él era un buen hombre. Caín solo no pudo pensar correctamente en ese momento y ahora se había condenado. 

Había marcado su destino al elegir el Cielo sin saberlo. Había marcado a su hijo por su decisión precipitada a raíz de un corazón roto. 

Abel estaba de nuevo con él, hablándole sobre algo a lo que no prestaba atención cuando sintió un dolor en su vientre. Se sostuvo pensando que pronto pasaría, pero cuando comenzó a agravarse miró a Abel.

-Vete, tengo que ir con Dios ahora-dijo Caín sin mirarlo.

Sin decir una sola palabra, Abel se fue de la habitación. Caín tomó la bola de cristal y la sacudió tres veces. Esa era la señal para que Dios supiera que estaba por tener al bebé.

No tardó en llegar y asistirlo. Caín intentó respirar y no pensar en el hecho de que pronto se llevarían a su bebé al cual vería crecer de lejos. Esperaba que el pequeño, si algún día se enteraba de la verdad, pudiera perdonarlo por haber sido un imbécil y no haber elegido irse con Lucifer, con quien hubiera podido criar a su bebé.

Mientras era cortado para sacar a su hijo de su vientre, Caín dejó escapar unas lágrimas. No por el dolor físico, sino porque sabía que no tendría nunca a su hijo en brazos. No podría calmar su llanto, llenarlo de mimos, alimentarlo, consolarlo cuando jugando se raspara una rodilla, jugar con él, darle su beso de buenas noches, ni decirle que lo amaba. Ni siquiera tendría tiempo ahora para pedirle disculpas. Ya no tenía forma de reparar su error. Lo único que podría hacer sería desear que  tuviera una buena vida, que pudiera ser amado y jamás cometiera el error que él cometió. Y si algún día tenía un hijo, pudiera amarlo como él jamás podría hacerlo. Que lo amara y cuidara como él no tendría permitido hacerlo. 

Cuando todo terminó, vio a Dios sosteniendo en una manta un pequeño bebé que lloraba. No podía ver más que el pequeño bultito y unas manitos que se movían. Miró a Dios, quien se había negado a darle el bebé para que no faltara a su promesa, y le pidió silenciosamente que al menos le dijera cómo era su bebé.

Dios lo entendió y siendo benevolente, se lo dijo.

-Se parece más a ti que a él. Estoy seguro que cuando crezca será un calco tuyo-dijo acunando mejor al bebé.

Con lágrimas todavía cayendo de su rostro, Caín sonrió.

-JungKook…-susurró cansado, Dios lo miró-Por favor…llámalo JungKook.

Antes de quedarse dormido, escuchó:

-JungKook será.

Ángel&Demonio

Meses después Lucifer corría con Lilith en brazos, seguido de Mefistófeles y Kasdave. Ella gritaba y le arañaba los brazos mientras con una mano sostenía su enorme vientre de nueve meses. Sus hermanos, que iban más atrás, jamás pensaron escuchar tantos insultos como los que Lilith daba a su esposo.

-La próxima vez…recuerda cuidarte-dijo Lilith mirando a Lucifer.

-Tranquila, lo haré-dijo él llegando al cuarto donde la depositó en la cama.

-Hablo en serio…esto duele mucho…

-Bien, si el libro que me diste no me ha mentido, podré traer a tu primogénito al mundo-dijo Kasdave acercándose a Lilith.

-El libro que te di habla de abortos.

-Traje otros conmigo que hablan de esto también-dijo él sonriendo-Bien, es momento, cariño trae agua tibia y unas toallas. Los demás si no serán útiles pueden retirarse.

Sus hermanos no dijeron nada y se fueron de ahí para dejar que Lilith pudiera parir a su hijo en paz…o lo más en paz que se pudiera. 

Lucifer no podía creerlo, luego de meses tendría a su primer hijo. Se sentía feliz, sobre todo porque lo tendría con Lilith y empezarían una familia. Aunque no sabía cómo ser padre pero estaba seguro de que aprendería…esperaba no cometer demasiados errores. 

Tuvo que dejar de pensar cuando el dolor en su mano le indicó que le habían quebrado un dedo. Maldito dolores de parto. Bueno, después le pediría a Belial que se lo curara, por el momento aguantaría. 

Ya llevaba tres dedos rotos cuando escuchó el llanto de su bebé. El dolor pasó a segundo plano cuando vio a su hijo, su pequeño bebé en brazos de Kasdave quien se encargó de limpiarlo y envolverlo en una manta antes de dárselo a Lilith. Ella sonrió y el bebé poco a poco comenzó a calmarse al sentirla. Lucifer dejó caer una lágrima ante la llegada de su primer hijo a quien acarició una mejilla.

-Luc…-lo llamó Lilith viendo su mano-Lo siento por eso.

Lucifer no sabía de qué hablaba hasta que vio su mano. El dedo con el que acariciaba al bebé era uno de los rotos.

-Ya se curará.

Lucifer pensaba que su familia sería de uno a cuatro niños como mucho. Pero luego de su hijo número cien, sabía que no tendría fin su familia y seguiría agrandándose al igual que su castillo. Y con todos los partos, la emoción de ver a su hijo, hijas o hijos nacer, no tenía límite. Todos eran tan emocionantes como el primero y a todos los cuidaba y amaba por igual. De todos siempre recordaba sus primeros pasos y palabras. Una vez su hermano Semyazza, quien ya iba por su quinto hijo, le dijo que era imposible recordar todo de sus más de trescientos hijos. Lucifer le contestó que podría recitarle el día en que cada uno nació y la hora exacta. Creyendo que no podría, Semyazza lo desafió con los certificados de nacimiento en mano. Y perdió, porque Lucifer los dijo todos sin equivocarse. Nunca más pusieron en duda su memoria.

Ese día volvió a correr con Lilith en brazos, quien seguía queriendo arrancarle la cabeza con los dolores de parto. Ya a este punto, Lucifer tenía los huesos de la mano tan acostumbrados que sus dedos eran irrompibles. Aunque fue luego de su hijo número cincuenta y siete.

Este era el seiscientos sesenta y seis. 

Los gritos de Lilith ya no eran tan altos, pero sus apretones eran iguales de fuertes que siempre. Kasdave, ya con la experiencia suficiente, trajo a su hijo al mundo. Un hermoso bebé que tenía más rasgos de su esposa que suyos propios.

-¿Has pensado en un nombre para él?-preguntó Lilith cuando lo tuvo en brazos y le sonrió dándole la bienvenida-Quedamos en que esta vez te toca a ti.

Lucifer sonrió y miró a su hijo, acariciando su mejillita con cariño. Había pensado en un nombre, en realidad lo tenía en mente desde hacía unos tres meses, pero decidió darlo a conocer ahora.

-Seok Jin…él se llamará Seok Jin-dijo tomando al pequeño bebé en sus brazos-Mi pequeño demonio. 

El nacimiento de Jk con el del primer hijo de Lucifer y Lilith ocurre con meses de diferencia. Por lo que verán que la diferencia de edad de Jk y Jin es amplia. En esas escenas, de infancia de ambos, habrá años de diferencia (+900 años de diferencia más o menos)

Caín no es realmente malo, pero el enojo de Lucifer con él se debe porque estaba en el grupo que quería matar a Luzbel, solo eso, porque realmente no era malo. Solo cometió errores...

Nos vemos en el próximo! Besos♥

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