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Cuarta temporada. Capítulo 19: El final del anticristo + Epílogo.


Domingo 20 de febrero de 2056. En algún lugar.

Había muchos lugares a los que Luzbel podía ir. Muchos de los cuales podrían salvarlo de la persecución de su familia ahora que había asesinado a tres miembros de la misma. Su familia, por más que lo amaran, no perdonaría la traición y el asesinato. No luego de la forma en que Luzbel mató a sangre fría a su primo y su tío. O su especie de tío-abuelo. La verdad sea dicha, el árbol genealógico de su familia nunca le quedó del todo claro. Era tan raro y tenía tantos entresijos que a Luzbel le hacía doler la cabeza.

Pensó en ir con alguno de sus contactos, pero recordó que Kumiko tenía su celular y con eso sus contactos, por lo que encontrarlo en alguno de ellos sería sencillo. Tenía que irse a algún lugar que nadie de su familia pudiera conocer. Tenía varios lugares en mente, sitios en los que había estado y donde su familia probablemente no buscaría, principalmente porque eran lugares muy precisos y también porque estaban ocupados con Dyker como para preocuparse por dónde estaba él. Tenían demasiadas preocupaciones como para agregar una más.

Quizás cuando todo terminara, irían por él. Pero para ese momento, Luzbel estaría tan perdido en la Tierra, que difícilmente podrían dar con él.

Un castillo que servía como atracción turística tenía muchas habitaciones donde el personal apenas iba. Y si iba, Luzbel siempre podía teletransportarse hasta que se marcharan. Tener este tipo de poderes siempre resultó muy útil para huir de los humanos o mantenerse escondido de ellos. Lo había ayudado a sobrevivir cuando tuvo que irse la primera vez, abandonado por su familia luego de un pequeño error.

En esos veinte años, Luzbel no podía dejar de pensar que lo habían dejado de lado solo por un descontrol. Su familia entera, los miles de demonios que la conformaban, lo habían hecho a un lado y dejado a su suerte para que sobreviviera en el mundo humano. A pesar de que en sus charlas con GaHyeon solía decirle que no odiaba a sus padres o no culpaba a nadie, la verdad era que Luzbel sí los culpaba. El resentimiento se había asentado con los años mientras pensaba en el hecho de que mientras él estaba rondando la Tierra sin oportunidad de ver ninguna cara conocida, su padre estaba por ahí, todavía pudiendo tener contacto con JiHoon.

Y eso lo enfermaba.

Seok Jin lo había criado y cuidado durante muchos años, incluso había perdonado muchas de sus faltas, haciendo la vista gorda un sinfín de veces sin esperar a que Luzbel se disculpara. Pero la vez que lo hizo, simplemente lo ignoró y lo mandó a la Tierra a vivir. Lejos de todo, lejos de su familia.

Luzbel no se mantuvo lejos de su hermana porque era como burlarse de la autoridad de su padre. Era demostrarle que por más que le ordenara lo que fuera, Luzbel no obedecería del todo como cuando era un niño bien entrenado. No era un perro, era un híbrido, y tenía el poder suficiente para irse en contra de Seok Jin. Era más fuerte que su padre, más fuerte que muchos de sus tíos, de sus primos. Era hábil, había aprendido a pelear durante todos estos años, sabía cómo defenderse y cómo aguantar el dolor.

Ya no era un niño que necesitaba la protección de su padre. Era libre, completamente libre.

Ángel&Demonio

La habitación del castillo se oscureció cuando la noche llegó. Luzbel miró a través de la enorme ventana el paisaje afuera. Sin luz desde la parte de adentro, apenas podía ser visible él. Cualquier humano que lo viera solo creería que se trataba de un fantasma del castillo o alguna estupidez de ese tipo. Los humanos solían tener demasiada imaginación.

En medio de la noche, Luzbel sacó la daga que Dyker le dio y la observó en silencio. Un arma con tal poder, ¿por qué se la confiaba? ¿No temía que fuera a usarla en su contra?

Una marca brilló en su palma. Luzbel guardó la daga y observó la marca blanca en su mano, la marca que Dyker le dejó. No entendía cómo funcionaba, pero estaba seguro de que la marca no sería precisamente una simple marca de juramento. Debía haber algo más detrás, algo que le asegurara a Dyker que Luzbel cumpliría. Un ser como Dyker, que había gobernado el Cielo y que tenía el control para poder todo patas arriba, no pondría una simple marquita en su mano solo como muestra de un juramento.

Luzbel sabía que detrás de esa marca, había una amenaza. Era algo que había visto mucho en las personas con las que trabajó. Ninguno de ellos era bueno, todos escondían una mierda diferente tras otra, a pesar de que se mostraran de otra manera. Pero si tenías dinero, esconder el polvo debajo de la alfombra era fácil.

Se sentó en el suelo y cerró los ojos para dormir. El día había sido agotador y quería un momento de paz antes de que tuviera que empezar a correr de su familia. Se preguntó si buscar asilo con Dyker sería lo correcto, al fin de cuentas, su familia lo mataría o lo encerraría por los crímenes que cometió. Esta vez no sería perdonado, así que ¿por qué no cambiar de bando?

Mientras pensaba en esto, Luzbel escuchó pasos fuera de la habitación. Los guardias parecían estar haciendo su ronda, como era lo habitual por la noche. Tenían que cuidar cada rincón del castillo, evitando que alguien se colara a ese inmenso lugar y se forzara a hacerlo su hogar. Era un hecho improbable, teniendo en cuenta que ningún humano podría colarse ahí para vivir en secreto, pero no era algo imposible para alguien como Luzbel. Esos tontos deberían aprender a ampliar su mundo y sus horizontes o jamás llegarían lejos.

Cuando los pasos se alejaron, Luzbel volvió a relajarse gradualmente y se sumergió en sus pensamientos de nuevo. Ideas tras ideas pasando por su cabeza. Lo que debería hacer, lo que no podía hacer. Luzbel realmente se estaba volviendo loco internamente por todas las cosas en las que pensaba casi a diario.

Suspiró, sería una noche larga.

Ángel&Demonio

Miércoles 1 de marzo de 2056. En algún lugar.

Diez días después, la luz del sol que entraba por la enorme ventana, lo despertó. Luzbel entrecerró los ojos, viendo el cielo nublado a través del vidrió. Por una rendija de nubes, se colaba un rayo de sol que había dado directamente en sus ojos. Maldita cosa molesta, Luzbel ya tenía suficientes cosas con las cuales lidiar como para tener que ser molestado por esa cosa.

Llevaba viviendo en el mismo lugar durante estos días. No se había ido del castillo y solamente salió para ir por comida y asearse. Paquetes de todo tipo estaban esparcidos por la olvidada habitación del castillo que seguramente, hasta su llegada, no había conocido lo que era un paquete de plástico de galletas dulces o un envoltorio de chocolate.

Sin embargo, cuando creía que viviría ahí prácticamente por siempre, Marsyl apareció repentinamente, mirando el cuarto antiguo donde se había estado alojando en secreto.

—¿Cómo sabías dónde estaba?—preguntó en cuanto la vio.

Ella se acercó, silenciosa y misteriosa como parecía gustarle a la familia Divina ser.

—Tienes una marca de juramento en tu mano, mi abuelo sabe en todo momento dónde estás.

Ah, bien, al menos ahora sabía un poco más sobre la marca en su mano y su funcionamiento.

—Tiene sentido. ¿Qué quieres? ¿Te mandó por mí?

—Quiere hablar contigo, se enteró de lo que hiciste.

Marsyl extendió su mano hacia él. Luzbel, quien no creía tener mejores cosas para hacer, tomó su mano y se marchó con ella al escondite de Dyker. Ahí estaba Dyker, en compañía de su hijo y unos cuantos cazadores a su alrededor que, creía, funcionaban como guardias reales.

En cuanto lo vio le sonrió y se acercó a ellos. Marsyl inclinó la cabeza y se fue de nuevo al lado de su padre.

—Ven, sígueme, me gustaría hablar de algo contigo—Dyker le pasó un brazo por los hombros y comenzó a alejarlo de los demás.

Luzbel lo siguió porque prácticamente no le dejó opción. Así que caminó tan tranquilamente como Dyker estaba haciendo, coordinando sus pasos mientras pensaba en lo molesto que estaba siendo toda esta situación.

—¿Qué es lo que desea hablar conmigo?—preguntó cuando se alejaron lo suficiente de los demás.

—Supe lo que hiciste, mataste a tres personas con la daga—comentó Dyker mientras seguía caminando—. Creo que eso fue increíble. Por eso me preguntaba si deseabas unirte a nosotros, más allá del trato que hicimos. Estoy dispuesto a darte lo que desees.

Luzbel no entendía el motivo por el cual Dyker podía ofrecerle estas cosas tan repentinamente, pero sabía que no aceptar era una opción arriesgada, de cierta manera. No tenía ya un lugar con su numerosa familia en el Infierno, estaría solo deambulando a la deriva. Si se unía a Dyker, al menos había un lugar de cierta forma seguro, un lugar donde, si hacía bien su trabajo, sería recompensado.

Si lo tenía que pensar detenidamente, unirse a Dyker significaba no tener que permanecer escondido y solo por el resto de su vida. Estando con él tenía una manera de recuperar su libertad. Una que había arruinado completamente al atacar a su familia con la daga. En su defensa, ellos planeaban llevarlo de nuevo al infierno y, ahí, Luzbel tenía un destino incierto. Sobre todo luego de secuestrar a Humbak.

—¿Y si no es un que sino un quien lo que quiero?

—Luzbel, que o quien, todo es posible para mí. Lo que sea que desees, cómo lo desees, se te será concedido. Solo sé bueno conmigo y tendrás todo lo que quieras.

—Hay alguien a quien deseo, alguien que se niega a estar conmigo—dijo Luzbel, mientras seguía caminando siguiendo la marcha de Dyker—. Si me juras que lo tendré y que se entregará a mí, ten por seguro que te ayudaré.

Dyker sonrió, palmeando su cabeza como si fuera un niño pequeño.

—Lo juro, a quien sea que desees, lo tendrás.

Ángel&Demonio

Dyker pensó que Luzbel sería su carta de triunfo, así que por el tiempo en que se armaba la guerra, dejaron que se quedara en un cuarto hasta que todo estuviera listo y fuera requerido. Luzbel no tenía ningún problema con eso, aunque los primeros dos días lo consideró extraño porque tenía que compartir su espacio con Marsyl, a quien también ordenaron quedarse en ese lugar. Él sabía que Dyker la mandó a que se quedara con él porque tenía que terminar de convencer a Marsyl de estar plenamente con ellos. A pesar de todo, parecía todavía haber dudas en su corazón y eso solo podría llegar a dificultar las cosas.

Marsyl, como una estúpida obediente, se quedó con él en los mismos aposentos. Al menos Dyker tuvo la decencia de hacerlo más grande, así no estarían respirándose en las caras. Eso hubiera sido demasiado molesto.

Uno de esos días, más por la misión que le encomendaron que por otra cosa, Luzbel le habló.

—¿Algún motivo por el cual optaste traicionar a tu esposo?

Marsyl no le respondió de inmediato, se quedó en el sillón donde estaba, viendo ausente las páginas del libro que tenía entre sus manos. Cuando Luzbel creyó que no recibiría respuesta, ella le habló.

—Siempre creí que le debía más a mi padre que a él—la voz de Marsyl era suave y tranquila, pero sus ojos parecían mostrar el conflicto interno que vivía día a día.

—Tiene sentido, es tu padre, dio todo por ti y, al final, solo lo mataste—Luzbel sonrió con burla—. No fue muy filial de tu parte.

Marsyl apretó los labios, su cuerpo tensándose por sus palabras. Luzbel sabía, luego de años de hablar con GaHyeon y por lo que todavía recordaba, que Marsyl tenía demasiados traumas con su padre y que cualquier cosa relacionada a aquel lejano día era como una puñalada para ella.

—Lo sé—dijo, pero parecía conflictuada.

Luzbel, quien sabía que debía ir lento con ella, se acercó y se sentó a su lado. Ella se giró a mirarlo, pero Luzbel no le devolvió la mirada.

—Cometiste un error, como todos lo hacemos siempre. Pero tu padre te ama y es sabio, él te ha perdonado porque entendió lo que pasó. Sabe que te cegaste por la ira, sabe que no querías matarlo. Solo que tú no logras perdonarte todavía—Luzbel la miró, los azules y claros ojos de Marsyl lo observaban con lágrimas estancadas en sus ojos—. Eso es algo que desea tu padre, que te perdones, porque te ama y no quiere ver a su hija torturarse de esta manera.

La cantidad de mierda que largó, como si se la creyera, impresionó hasta a Luzbel. Manipular a una estúpida como Marsyl no era difícil, lo complicado sería mantener esa creencia en ella para que pudiera luchar del lado de Dyker y Dios. Ambos sabían perfectamente que su lealtad era débil y que solo la culpa la mantenía con ellos. Tenían que fortalecer esa lealtad para que, llegado el momento, no cambiara de bando repentinamente.

Marsyl bajó la mirada, unas fijas lágrimas cayendo por sus mejillas.

—¿Por qué estás de nuestro lado?—preguntó repentinamente, secando sus lágrimas.

—Tu abuelo y tu padre no están errados con respecto a sus metas, solo que mi familia está demasiado cegada para verlo. Solo puedo desear que abran los ojos a tiempo.

Ese día no hablaron de nada más. Pero con los días que siguieron, Marsyl pareció más interesada en mantener una conversación con Luzbel, hablando de cualquier cosa que se les ocurriera. Luzbel le seguía la corriente, mostrándose interesado en las cosas que más le gustaba a Marsyl y estando de acuerdo con sus ideas. Intentaba no ser muy adulador ni interesado, principalmente porque Marsyl era estúpida pero no tanto, se daría cuenta de que había algo extraño en el interés de Luzbel. Así que tuvo que hacerlo bien, tal y como solía hacerlo cuando tenía que sacarles información a algunas mujeres para alguno de sus contactos.

Fue por eso que durante dos semanas mantuvo la distancia, pero gradualmente se fue acercando a ella, manteniéndose cerca o pasando un brazo por sus hombros. Solía elogiarla cuando ella menos lo esperaba, diciendo que era una mujer inteligente y con un gran corazón, que entendía por qué su padre la había perdonado y por qué su abuelo la consideraba su favorita. Marsyl solía quedarse callada ante eso, pero veía cierto brillo en sus ojos cuando lo mencionaba. A ella le gustaba ser elogiada.

Endulzó sus oídos de tal manera que, a los dos meses conviviendo y esperando a que la guerra estallara, Luzbel había conseguido afianzar la confianza de ella con su abuelo y su padre.

—Luzbel—llamó un día, mientras Luzbel estaba leyendo un libro cerca de la ventana del cuarto donde estaban.

Una ventana cubierta por cortinas gruesas para que nadie pudiera ver dentro.

—¿Sí?—sonrió gentilmente, dejando el libro a un lado para prestarle atención.

Realmente quería que se fuera de ahí y lo dejara solo con sus pensamientos.

Marsyl se sentó cerca de él, como solía hacer en este último tiempo. Luzbel tomó su mano y acarició el dorso con el pulgar.

—Yo...quería decirte algo.

Luzbel pensaba que se le caería la cara si seguía manteniendo esa estúpida sonrisa en su cara.

—Adelante, sabes que puedes decirme lo que quieras.

Ella asintió, mirando hacia abajo con timidez. Su mano de repente atrapó la de Luzbel y la apretó con cariño.

—He estado pensando...y...creo que es la primera vez que logró conocerte de verdad. Yo...creo que eres un gran hombre y no puedo...entender por qué JiHoon no lo ve—se acercó a su hombro para apoyarse en él—. Siento envidia de que él tenga tu corazón.

Ah, genial. Bueno, Luzbel había calculado que algo así podría pasar. Marsyl era fácil de manipular, en especial cuando sabía con qué. Y estando los dos encerrados en ese lugar, no sería difícil llevarla donde él quería para que, al menos en la guerra, fuera de utilidad.

Abrazándola contra su pecho, murmuró cerca de su oído.

—¿Quién dice que es así?

Ella alzó la mirada, sorprendida como esperaba que estuviera. Luzbel le sonrió, acariciando el contorno de su suave rostro.

—¿Quién dice que mi corazón no se dio cuenta de quién de verdad es para mí?

Hubo un brillo en los ojos de Marsyl, un sonrojo suave en sus mejillas.

Increíble que esta estúpida gobernara el Cielo por años. Luzbel a veces se preguntaba cómo fue que nadie logró tenerla en su poder antes. Quizás por la falta de información de su pasado, tener información sobre su pasado era conocer sus debilidades, y si Luzbel las conocía, entonces conocía a esta estúpida.

Acercándose lentamente a ella, besó suavemente sus labios, pensando cómo carajos Satanás, un hombre sensato y mucho más inteligente que Marsyl, había terminado con una mujer como ella. No tenía sentido. No tenía sentido que a alguien le gustara Marsyl más allá de su físico. Si era por apariencia, era una mujer hermosa, una de las más hermosas que alguna vez conoció. Pero más allá de eso, no había más para admirar o para amar.

Ella se dejó llevar por el beso y, posteriormente, se dejó llevar a la cama.

La mente de Luzbel se mantuvo lejos de la realidad mientras tenía sexo con Marsyl.

Ángel&Demonio

Viernes 14 de julio de 2056. En algún lugar.

Ganarse a Marsyl fue más sencillo de lo que Luzbel pensó y cuando Dyker vio los resultados, se sintió complacido.

Durante todo ese tiempo, Luzbel no supo mucho respecto a lo que estaba pasando afuera. No sabía qué fue de Humbak ni de Yanij ni nada de eso. Tampoco sabía nada de su familia. Lo único seguro era que JiHoon estaba a salvo porque fue el trato que tenía con Dyker. Sabía que JiHoon no se metería en la guerra, no teniendo tan poco poder a comparación de otros demonios o seres celestiales. Se mantendría al margen, aunque Luzbel no podía estar siempre seguro de eso. Menos cuando no podía salir demasiado de donde estaba.

Pero un día, mientras fingía disfrutar de pasar el tiempo con Marsyl, Dyker ingresó. La mirada seria en sus ojos solo decía una cosa: algo malo había pasado. Marsyl se levantó, preocupada de ver esa expresión en la cara de su abuelo.

—Ellos están aquí—dijo Dyker.

Marsyl se tensó, Luzbel tomó su mano en apoyo. Más que nada porque no podía arriesgarse que todo el trabajo que puso en ella se fuera a la mierda solo por esto.

—¿Qué necesitas que hagamos?—preguntó Luzbel.

Dyker lo miró, el enorme hombre parecía de repente el líder del Cielo que Luzbel no había visto nunca.

—Pelea.

Claro, sencillo. Tenía la ventaja de al menos conocer a su familia.

—Abuelo, yo...

—Ve con tu padre, querida, él te informará mejor.

Marsyl asintió y se marchó. En cuanto Luzbel quiso hacer lo mismo, Dyker lo detuvo del brazo.

—¿Algo que deba tener en cuenta?

—Si ves un mínimo de duda en ella—Dyker sacó la daga que le había ofrecido y la colocó en su mano—, mátala.

Luzbel asintió, saliendo con la daga oculta en su ropa. No supo nada de afuera, ni siquiera de lo que pasó todo este tiempo. Qué fue de Humbak o de Yanij, eso Luzbel no tenía idea. Dyker apenas y se había acercado a él en esos meses, pero creía que si pasaron meses escondidos eso se debía al hecho de que todavía no sabían dónde estaban. ¿Cómo habían logrado dar con ellos? ¿Qué había pasado durante ese tiempo en el que estuvo jugando con la tonta de Marsyl?

Los pasillos del lugar donde se quedaban eran largos, como laberintos que se abrían en varios partes. Si no conocías un poco el lugar, era demasiado fácil perderse. Luzbel lo conocía, había estado caminando por los pasillos de un lado a otro desde que llegó, por lo que llegar hasta donde se estaba armando la gran batalla, no sería difícil. Además, el ruido que se podía escuchar cada vez más fuerte era una señal de que estaba yendo por buen camino.

Caos. Esa era la palabra que describía muy bien ese lugar. Cazadores, seres celestiales, demonios, híbridos, todos peleando entre sí. Era difícil decir en ese estado quien estaba con uno y quien no. Luzbel tenía dificultades para distinguir a los que estaban de su lado, lo bueno era que conocía a muchos miembros de su familia por lo que sabía contra quienes luchar.

Dyker tendría que haberles comprado trajes especiales para poder distinguirlos.

A pesar de saber que tenía que pelear, Luzbel realmente no sabía qué hacer. No seguía los ideales de Dyker y realmente solo estaba con él porque sabía que su familia no lo perdonaría por lo que hizo. Pero realmente, ahora mismo, no quería pelear con nadie.

—¡Luzbel!

Dio un respingo al escuchar la voz de su padre llamándolo. Seok Jin estaba ahí, saliendo del medio de una multitud que solo peleaba. Lo miró, con sus ojos rojos reflejando... Luzbel no podía decir exactamente qué, solo sabía que felicidad no era lo que su padre sentía.

—Seré sincero, no quiero pelear, así que no me obligues a hacerlo—le advirtió a su padre, sacando la daga para mostrarla y que supiera que iba en serio.

Seok Jin se detuvo y lo observó, había algo de tristeza en su mirada.

—Luzbel, escúchame...

—Saben lo que hice, saben a quiénes maté—interrumpió resoplando molesto—. ¿Estás intentando de convencerme pacíficamente de regresar para que puedan castigarme por eso? No soy un niño, papá—dijo lo último con burla—. Sé que no me perdonarán por eso.

—No, no lo harán—afirmó Seok Jin extendiendo su mano—. Pero yo sí puedo perdonarte esto. Solo vuelve conmigo, Luzbel, todavía puedo mantenerte a salvo.

—Maté a Semyazza, a Alex. ¿En serio me perdonarás eso?—se burló Luzbel, mirando la mano que le extendían con desprecio.

—¿Acaso sería la primera vez?

Luzbel entonces recordó su niñez. A los vecinos que llegó a matar en sus pequeños arranques, a los niños que cegó con un lápiz por molestarlo. Tanta sangre, tanta gente lastimada. Y su padre siempre lo defendió de quienes querían castigarlo.

—No es lo mismo. Ellos forman parte de la familia. ¿En serio perdonarás a alguien que es capaz de asesinar a los miembros de su familia?—tan pronto como sonrió dejó de hacerlo.

¿No había intentado JungKook asesinarlo cuando era niño? ¿No había sido perdonado por su padre?

—Luzbel...sé que te abandonamos por veinte años—Seok Jin comenzó a acercarse lentamente, pasos pequeños hacia su hijo—. Sé que quedaste a tu suerte durante ese tiempo y que seguro creíste que no me importabas. Pero lo haces, me importas, porque eres mi hijo, porque eres el niño al cual llevé al mundo humano para una mejor vida. Te crie, te cuidé y te amé. Y todavía quiero hacerlo. Eres mi hijo y no importa si los demás te odian, eres mi hijo y estaré aquí para cuidarte siempre. Solo...ven conmigo, podemos ir a cualquier lugar. Tú, tu padre, Hyeonie y yo. Los cuatro juntos, apartados de todo esto.

Luzbel vio la mano extendida de Seok Jin, escuchó sus suaves palabras, pero no dijo ni hizo nada. Solo lo observó, las emociones en sus ojos, el temblor en su mano demoniaca, el cuidado de sus movimientos al acercarse. Su padre debía creer que era sencillo, que unas simples palabras lo convencerían de regresar. No era simple, Luzbel ya no era un niño que creía en el amor de su familia. No creía que su padre lo amara realmente, solo lo quería porque era su hijo, pero ¿si no lo fuera? Si Luzbel no fuera su hijo, ¿todavía lo querría? Si fuera un niño al que encontró, como JiSoo a Alex, ¿lo amaría todavía? ¿Diría estas mismas palabras?

Nadie ama en realidad a alguien que no es parte de su descendencia. Lo había visto a lo largo de esos años. Niños adoptados que terminaban teniendo menos privilegios que antes cuando alguien de la misma sangre y genes de su padre llegaba a la familia. Olvidados o con menos amor que antes.

Ningún padre amaba a sus hijos, solo amaban saber que su recuerdo prevalecería en el tiempo gracias a esa pequeña semilla que dejaron.

No era amor, era supervivencia.

La gente era demasiado egoísta.

—Patético—rio Luzbel—. Eres tan patético—Seok Jin se detuvo—. Te perdonaré y evitaré la lucha contigo, solo vete por donde viniste. Finge que jamás me has visto.

Seok Jin bajó su mano, sus ojos reflejando dolor. Hubo una pequeña parte dentro de Luzbel que también sintió dolor al ver esa mirada.

—¿Sabes qué significa Luzbel?—preguntó de repente Seok Jin.

—¿Portador de la luz? O algo así—respondió.

El significado de su nombre había sido algo que alguna vez buscó cuando era niño y fue difícil olvidarlo. En aquel momento había pensado que el significado era especial para su padre, pero ese pensamiento se fue perdiendo gradualmente con el correr de los años.

—Sí, es eso. ¿Sabes por qué lo elegí?

—¿Porque era el único disponible?

—Porque eso eres para mí—dijo Seok Jin, volviendo a caminar hacia él—. Aunque nadie más lo vea de esa manera, no me importa. Tú eres mi luz, Luzbel. Y por eso siempre voy a estar contigo.

Luzbel vio a Seok Jin avanzar hacia él, sin miedo, sin pensar en el hecho de que Luzbel tenía en su mano una daga con la que podía matarlo. Se preguntó qué tan estúpido podía ser su padre.

¿Por qué insistía en estar con él? ¿Por qué insistía en llevarlo a casa cuando Luzbel ya no quería volver? ¿Qué ganaba con eso? Luzbel solo le dio problemas, ¿acaso era lo que le gustaba a su padre?

Seok Jin lo veía y, por un momento, Luzbel deseó saber qué era lo que veía cada vez que sus ojos estaban puestos en él.

La mano de Seok Jin tomó su hombro. Su padre estaba en su forma demoniaca, así que era más alto que él y tenía que alzar la mirada para verlo.

—Luzbel—murmuró, su mano viajando a su rostro y tomándolo como cuando era pequeño—, vamos a casa.

Luzbel quiere sonreír, fingir que estaba de acuerdo. Pero no puede. No vale la pena. Simplemente mueve la daga para apuñalar al hombre que lo abandonó veinte años atrás y lo dejó a su suerte, haciendo que se diera cuenta de que, en realidad, la familia no lo era todo.

La familia no siempre estaría ahí cuando lo necesitabas.

Pero entonces, un dolor agudo invadió su muñeca. Luzbel tardó unos segundos en quejarse por el dolor y tomar esa zona, sintiendo a su padre alejarse de él. Y entonces, se dio cuenta de que le dolía porque ya no tenía la mano con él. Su mano estaba en el suelo, en un charco de su propia sangre, todavía aferrada a la daga que Dyker le dio.

Se arrodilló por el agudo dolor que le atravesaba el brazo. Había pasado por muchas cosas en esos veinte años, pero jamás había terminado con alguna parte del cuerpo amputada. El dolor era muy diferente a lo que ya había experimentado y lo único que podía hacer, era usar un trozo de su ropa para detener la hemorragia.

—Apuñalar al único ser que todavía te ama lo suficiente como para darte una segunda oportunidad—dijo JungKook, la katana en su mano manchada con la sangre de su propio hijo—. Estás cometiendo los mismos errores que yo, Luzbel. ¿No aprendiste nada de mí o de tu abuelo? ¿Tienes la cabeza llena de aire?

—Cállate—siseó Luzbel, intentando levantarse—. Ni siquiera sé por qué te metes.

—¿Hablas en serio? Querías matar a tu padre.

Luzbel siseó por el dolor, mirando a JungKook como si quisiera rebanarle la cabeza con la katana que tenía. Seok Jin se mantuvo detrás, su mirada perdida en Luzbel, como si nunca antes lo hubiera visto.

—Él se metió en mi camino, no iba a hacerle daño, pero él no tiene respeto por sí mismo—gruñó, con el dolor recorriéndole todo el brazo.

—Él no iba a hacerte daño—dijo JungKook—. Luzbel, todavía estás a tiempo de no cometer los mismos errores que yo cometí. No hagas algo de lo cual te arrepentirás.

—¿Tú qué sabes de mí?—gruñó levantándose—Quisiste dejarme en manos de alguien solo porque me estaba interponiendo en tus planes de vida y luego quisiste matarme. Mataste a tu propio padre también. No eres nadie para decirme nada.

—Yo creo que soy el indicado para decirte todo—dijo JungKook, su voz tan tranquila, como si no le hubiera cortado la mano hace poco a tu propio hijo—. Hice muchas cosas cuestionables y de muchas me arrepiento. Es por eso que estoy intentando detenerte, Luzbel, porque sé lo que se siente arrepentirte de algo y sé muy bien que no es un sentimiento agradable.

¿Y qué sabía él de Luzbel? ¿Y si Luzbel jamás se arrepentía de asesinar a su propio padre? Él no era como JungKook, él era mejor que ellos, él tenía sus sentimientos claros y sabía lo que quería. En su corazón estaban claros a quienes odiaba y a quienes amaba. Si JungKook no lo tuvo claro antes, no quiere decir que Luzbel tampoco.

Ellos creían conocerlo, pero, la verdad, nadie lo hacía realmente.

Actuando de repente, se acercó a JungKook y tomó la muñeca donde tenía la katana para alejar ese brazo de él. Tan pronto lo consiguió, le propinó un cabezazo que lo desestabilizó, haciendo que brevemente aflojara su mano del arma que empuñaba. Luzbel tomó la empuñadura de la katana, pero JungKook reaccionó y se aferró a ella. Teniendo ya el brazo en su poder, Luzbel lo mordió con fuerza, incrustando sus dientes en la suave carne y abriendo heridas sangrantes. Moviendo su cabeza hacia arriba, arrancó ese pedazo de carne, haciendo que su padre perdiera un poco de fuerza en el agarre y él consiguiera arrebatarle la espada.

Con la katana en su poder, Luzbel podía luchar mejor contra su padre, quien ya no estaba armado. También estaba Seok Jin, pero él no parecía dispuesto a hacerle daño, así que lo único que le quedaba era luchar con JungKook.

Sin darle tiempo, se abalanzó sobre él con la espada empuñada y comenzó a dar un ataque tras otro. JungKook se defendió de los mismos, pero Luzbel era rápido a pesar de la herida en su brazo y daba un ataque tras otro sin descanso. No le daría tiempo a su padre de reaccionar, si lo hacía solamente perdería. Y él no podía perder. 

Pronto, en uno de sus ataques, la katana fue incrustada en el hombro de JungKook y lo desgarró, haciendo que el brazo cayera inerte a un costado. Era su oportunidad, Luzbel lo sabía. Lanzándose al frente, pensó en cortarle la cabeza a su padre.

 —¡Luzbel, no!—Gritó Seok Jin, pero a Luzbel su gritó no le importaba. 

Vio de reojo que se lanzaría a detenerlo, pero no llegaría a tiempo. Para cuando llegara, la cabeza de JungKook ya estaría rodando por el suelo. 

La katana se detuvo, a dos palmos del cuello de su padre. No por decisión de Luzbel, no porque se arrepintiera, sino por el dolor agudo atravesándole la espalda. Un objeto lo atravesó, cortando parte de su columna y deteniendo por completo sus movimientos. La espada se le escapó de la mano y pronto se encontró cayendo al suelo.

La sangre pronto le llenó la boca y comenzó a perder la sensibilidad del cuerpo. No sintió a su padre sostenerlo entre sus brazos, horrorizado mientras lo llamaba. Pero sí lo vio, asustado y triste. Vio a JiHoon, también, a unos metros de ellos, sorprendido, molesto y temeroso. Luzbel no podía entender de qué. Solo sabía que quería levantarse e ir por él, tomarlo en sus brazos y llevarlo lejos. Si todavía tenía algo de fuerza, podía ir por la daga y llevarla con ellos. Pero cuando vio su mano amputada, descubrió que la daga en ella ya no estaba.

—Luzbel, Luzbel, por favor, mantente despierto—dijo desesperado Seok Jin.

Pero Luzbel estaba cansado y lo único en lo que podía pensar, era en el lugar al que se llevaría a JiHoon. 

—Jin—escuchó a JungKook hablarle, acercándose a ellos con su hombro todavía sangrando—, ya no se puede hacer nada. 

—No, no, no, él no puede morir, Luzbel no...

—Jin—JungKook le acarició el rostro, había dolor en sus ojos—, déjalo ir. 

—Pero...

Luzbel desvió la mirada, donde JiHoon estaba mirándolo. Había tristeza en su mirada, dolor y alivio. Luzbel también estaba aliviado de verlo. Solo debía esperar a que se recuperara y entonces estarían juntos de nuevo.

—H-Hoonie...—lo llamó, pero estaba débil y su voz apenas se escuchó.

Su padre le decía algo, pero Luzbel solo podía mirar a JiHoon quien no se acercó a ellos. Luzbel quería que lo hiciera, quería tocar su mano, ver su bonito rostro más de cerca. Pero JiHoon no lo hizo, no se acercó.

Y mientras el mundo se oscurecía a su alrededor, lo único ante los ojos de Luzbel hasta último momento, fue la bonita cara llorosa de JiHoon. 


Epilogo

Encontrar el lugar donde Dyker tenía a Yanij, no fue un trabajo sencillo. Menos cuando Luzbel se llevó a Humbak y los dejó en una posición complicada. Kalrax estaba furioso por eso y había discutido demasiado con Satanás y Lucifer, estando al borde de romper la tregua que tenía con ellos porque, al final de cuentas, uno de los suyos se llevó a una de sus hijas.

Fue el momento más tenso que se pasó en el castillo de Lucifer. Todos estaban de malhumor por esto y muchos se quejaron con Seok Jin por no haber podido prever o bien detener a su hijo a tiempo. Otros se quejaron de que Luzbel no dejaba de ser un niño mimado que hacía lo que quería, pero todo tuvo que quedar en una discusión vacía porque pronto descubrieron dónde estaba Luzbel y tenían que ir por él para que los llevara con Dyker.

La conmoción llegó cuando, al llegar al departamento de Luzbel luego que Semyazza, Alex y NamJoon, se encontraron a los tres muertos en el suelo. Semyazza todavía tenía un ligero brillo en los ojos cuando Lucifer lo tomó en brazos. Pero pronto se apagó sin que pudiera decir nada.

El único todavía consciente era NamJoon, quien les advirtió sobre Luzbel y que ya no parecía estar con ellos. Y antes de que pudiera revelar cualquier otra cosa más, murió en los brazos de YoonGi. La situación era lamentable.

Pero todo empeoró cuando Satanás intentó sacarlos de la Esfera y no pudo hacerlo. La conmoción alcanzó un nuevo nivel y las tres mujeres de Semyazza comenzaron a gritarle, diciendo que tenía que haber una forma de traerlo de nuevo con ellas. Satanás lo intentó una y otra vez, pero al final no encontró el alma de ninguno de ellos tres. Y entonces, la desolación cayó pesada y fría sobre ellos.

Sea con lo que sea que hubieran sido asesinados, no permitía que sus almas llegaran a la Esfera Espiritual.

Tras este evento, Kalrax decidió seguir trabajando en conjunto. Luzbel no solo había dañado a la familia de Kalrax, sino también a la propia. Y ahora tenían que hacer algo para detenerlo. A él y al loco al que se había unido.

Kumiko tuvo que agarrar un equipo más grande para trabajar y encontrar el paradero actual de Dyker, donde Luzbel podría llegar a estar. Y si no lo estaba, no importaba por el momento. Sería más fácil lidiar con Luzbel solo que con todo el maldito equipo de Dyker detrás.

A medida que las semanas pasaban y no tenían forma de encontrar el paradero de Dyker, Exael propuso infiltrarse como cazador. Era arriesgado, principalmente porque no podía ir cualquiera. Tenía que ser alguien fuerte, pero que no fuera conocido por ninguno de esos dos. Cualquiera de los hijos de Satanás podrían ir, Dios no había visto nunca sus caras, pero sospechaban que ya los conocían de alguna manera y enviarlos solo sería muy arriesgado. Se pensó en los nietos de Lucifer, pero tras lo acontecido con Alex nadie quería enviar a ninguno de sus hijos a ese lugar a sufrir un destino igual o similar.

Al final, fue Ruby, una de las viudas de Semyazza, quien tomó la iniciativa para infiltrarse tras asesinar a uno de los cazadores y tomar sus cosas. Ella afirmó que, para este trabajo, tenían que esperar a que fuera ella quien los contactara. Cuando lo hiciera, sería el día que tendrían la ubicación de Dyker y pudiera brindárselas.

A Ruby le tomó unos meses lograrlo. Natasha y Marya habían estado preocupadas por ella, temiendo perder a otra de sus parejas. Pero para fortuna de su familia, que temía que su desgracia empeorara, recibieron noticias de Ruby y la ubicación que tanto tiempo les tomó encontrar.

No tardaron en ir tras ese desgraciado y luchar contra él. Según la nota de Ruby, Yanij y Humbak estaban con ella, a salvo y ocultos. Marya y Natasha fueron por ellos, acompañadas de otros demonios, mientras los demás se encargaban de deshacerse de la principal fuente de problemas. No fue sencillo, pero, al final, lograron destruir a Dyker y Dios con la daga que uno de ellos estaba usando. Kalrax reconoció la energía de la daga, residuos similares se encontraron en los cuerpos de NamJoon, Alex y Semyazza. Si esta arma era capaz de destruir o de negarle la llegada a la Esfera Espiritual al alma, entonces podrían usarla para destruir a esas molestias. No fue fácil, pero al final lograron apuñalarlos con la daga. Marsyl, quien intentó intervenir, fue asesinada por su padre cuando la vio dudar en el momento que vio a Satanás. La daga le atravesó el corazón y se retorció en su pecho, sangre abundante manchando el piso y destruyendo cada parte de su alma hasta que no quedara nada.

Al final, todo terminó con sus muertes y los pocos cazadores que todavía quedaban, fueron asesinados con la daga para que sus almas no pudieran volver a utilizarse de ninguna manera ni tampoco tuvieran el privilegio del sueño de felicidad eterno.

Ángel&Demonio

Viernes 15 de noviembre de 2058.

La vida siguió luego de que el problema se solucionara. Kalrax se llevó a su familia y sus soldados al Averno, sin volver a pisar el Infierno, el Cielo o la Tierra. Seguía siendo el gobernante de su mundo y no parecía tener ningún otro interés en ningún otro lugar. De vez en vez se comunicaba con Satanás, quien ahora se encargaba del Cielo, o con Lucifer, pero no mantenía contacto con nadie más y todo lo que mandaba era un ligero resumen de lo que pasaba en el Averno y que si necesitaban ayuda, entonces podrían contactarlo.

Como gobernante del Cielo, Satanás tenía mucho trabajo del cual ocuparse y, aunque sus hijos estaban ahí para ayudarlo, de todas formas, seguía siendo tedioso. Se cambiaron muchas cosas desde su llegada y se impusieron normas nuevas, derrocando las antiguas que Marsyl había conservado por algún motivo que nadie entendía. Abel, el único de los tres hermanos que se quedó en el Cielo, se convirtió en su secretario. El Tronos era hábil e inteligente, solucionando los problemas de Satanás en un suspiro. Tener a alguien así, hacía la vida de Satanás mucho más sencilla.

Sus hijos continuaron con su vida, repartiéndose entre el Cielo y el Infierno aquellos que tuvieran a sus parejas ahí. Asmodeo, por ejemplo, pasaba mucho más tiempo en el Infierno por ese motivo, ya planeando la boda con una de las hijas de Lucifer. Belcebú, por otra parte, solo iba algunas veces al Cielo, cuando su presencia ahí era necesaria. La mayor parte del tiempo la pasaba con Gadreel, ayudándolo con su propio reino tanto como podía, en especial ahora que estaban a la espera de su primer hijo. Mammón era otro que se la pasaba la mitad de tiempo en el Infierno y la otra mitad en el Cielo, aunque últimamente estaba pasando más tiempo en el Infierno. Muchos estaban felices con Kumiko, no por haberle dado una oportunidad a Mammón, sino porque les había hecho ganar la apuesta que tenían al respecto.

Los hermanos de Lucifer también continuaron su vida tan normal como les era posible. Luego de la muerte de Semyazza, hubo unos meses de luto por su hermano perdido. El reino de Semyazza terminó a manos de sus tres esposas, quienes habían pasado un año encerradas en el castillo, como señal de luto por su esposo fallecido. De las tres, fue Marya el mayor apoyo para Natasha y Ruby, consolándolas y atendiendo los asuntos gubernamentales del reino de Semyazza. Lilith y el grupo de parejas de los reyes del Infierno, iban dos o tres veces al mes para ayudarlas en todo lo que les pudieran ayudar.

El resto, solo continuaron con la vida que venían teniendo. Con los problemas resueltos, ahora solo quedaban los problemas cotidianos a los que acostumbraban.

Seok Jin miró el cielo de la Tierra, desde la azotea de un edificio de Canadá. La noche se estaba levantando y en el cielo las estrellas comenzaban a hacerse un espacio. Sus ojos se perdieron en el paisaje y por un momento, su mente se perdió en los recuerdos.

Por un instante, no estaba solo en el techo de un edificio. Estaba en un cuarto con luces cálidas, una melodía suave sonando de fondo y en sus brazos acunaba a un pequeño bebé que se retorcía negándose a dormir. Le sonrió a la pequeña criatura, acariciando su mejilla con uno de sus dedos, y le pidió que durmiera porque ya era demasiado tarde. Le decía que no tuviera miedo, porque siempre estaría ahí para él, que lo protegería y lo amaría toda su vida.

Sentía el calor en sus brazos, olía el aroma del perfume de bebé, de la leche materna. Escuchaba los gemiditos mientras se retorcía, sentía esos movimientos, veía a ese pequeño bebé hacer muecas porque se negaba a descansar. Y él sonreía, enternecido y encantado con la pequeña criatura que acunaba en sus brazos.

—No pudiste buscar un lugar más sencillo, ¿verdad?

Seok Jin salió de sus recuerdos y se giró, sonriendo amable.

—Tiene buena vista, creí que era un buen lugar—Seok Jin se acercó a JiHoon—. ¿Está contigo o...?

—Está llegando, ya recibí su mensaje—JiHoon suspiró nervioso—. No estoy tan seguro de esto.

—Pero él sí, ¿no es eso lo importante?

—Sí, pero... si se arrepiente, no hay forma de volver atrás.

—Claro que sí, todavía puede morir—Seok Jin se encogió de hombros, cuando JiHoon se removió nervioso, tomó su mano—. Va a estar bien, ese chico te ama, no se arrepentirá de volverse inmortal para estar toda la vida a tu lado.

JiHoon apretó su mano, acercándose a él para apoyarse contra su pecho. Jin lo abrazó y acarició su cabello. Todos en el Infierno estaban esperando para conocer a la pareja de JiHoon, muchos preparados para cuando Lucifer lo volviera inmortal. Solía haber efectos secundarios cuando eso ocurría y necesitaban gente preparada para atenderlo en caso de que se presentaran.

Escucharon el sonido de la puerta chirriando al abrirse. JiHoon se giró y vio a su novio, sus ojos volviéndose cálidos y alegres. Jin lo observó, su postura y su mirada. Se alejó de él tan pronto Edward dio un paso afuera y se acercó a él. Tranquilo, feliz y enamorado.

Sonrió sabiendo que todo había terminado bien para JiHoon.

—Edward, un placer conocerte, ¿listo para tu nueva vida? 


Luego de tanto tiempo, aqui dejo el capítulo final y el epilogo que es corto. Sé que muchas lo odiarán pero, la verdad, ya quería terminar esta historia. Lo planeado para el final cambió MUCHO a lo largo del tiempo, incluso ahora cambié y adelanté muchas cosas para no perder tiempo y traerles el final de esta historia. La idea de la muerte de Luzbel era algo que había pensado. En un inicio, antes del hiatus, Luzbel no iba a morir y todo terminaría relativamente bien entre él y JiHoon. Ahora, viendo la actitud de Luzbel que cree, matarlo me resultó mucho mejor uwu 

En lo planeado cuando retome la historia, muchos personajes más iban a morir, pero lo dejé en estos pocos que han visto. También tendría que haber puesto más escenas de las demás parejas, pero eso era alargar más la historia y, la verdad, ya quería terminarla. Ya con este último proyecto de BTS terminado, me doy la libertad de continuar con otras historias que estaba queriendo subir y que requerirán de mi tiempo.

Gracias por acompañarme a lo largo de todo este ff!

Besos :D

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