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Cuarta temporada. Capítulo 18: La daga de la muerte definitiva

Sábado 19 de febrero de 2056. El Castillo del Infierno.

Luzbel había notado que el ambiente a su alrededor había cambiado. Por más que fingía que no tenía idea de lo que pasaba y que no notaba nada raro, lo hacía. Luego de veinte años viviendo por su cuenta en el mundo humano, había logrado desarrollar una especie de sexto sentido que le alertaba sobre estas cosas.

Fue cuando recibió la mirada de Kalrax que supo que algo sabía. El hombre no lo miraba de ninguna manera especial, pero Luzbel sentía un cosquilleo en el vientre que le decía que algo raro ocurría. Y cuando recibió la mirada del rey del Averno, el cosquilleo aumentó de tal forma que Luzbel lo supo: no podría secuestrar a este hombre.

Fingió un bostezo y dijo de ir a la cocina a por algo para comer, así no se dormiría. Uno de sus tíos se ofreció a acompañarlo, pero Luzbel negó la compañía y se fue solo. En el camino solo iba pensando cómo fue que se enteraron sobre esto, sobre sus planes. Y recordó un beso, una sumisión satisfactoria para él, pero que no hubiera visto nunca de no ser por lo que había dicho anteriormente.

JiHoon dijo algo. Genial, pensó que estaría de su lado, pero resultó ser que JiHoon no estaba de su lado. Tendría que hacer esto solo, como venía haciendo desde hacía veinte años. Quizás así le demostraría a su estúpida familia que se estaban equivocando al no entregar a ese demonio estúpido.

Mientras se preparaba un té, sintió una presencia detrás de él. Fingió no notarla, pero sabía que estaba cerca, como si vigilara sus pasos.

—¿Te gustaría una taza de té?—ofreció sin girarse.

La presencia que había estado acechándolo se acercó. Luzbel se giró para ver a Humbak, una de las hijas de Kalrax, dar unos dudosos pasos hacia la cocina.

—Lo siento, yo...solo venía por algo para comer.

—Pasa y busca, aquí nunca se le negó la comida a nadie desde que tengo uso de razón—Luzbel sonrió amablemente, terminando de prepararse el té—. Han estado buscando por mucho tiempo, creo que es normal que tengan hambre.

Humbak asintió y pasó, yendo hacia la alacena para abrir puerta por puerta, buscando algo para comer. Pero Luzbel sabía que fingía, se notaba en sus movimientos que ella había sido enviada a vigilarlo. Como si ella fuera capaz de ganarle.

—Uhm...—ella se quejó, Luzbel no sabía si porque no alcanzaba algo o porque no sabía cómo seguir fingiendo.

—Te ayudo—dijo acercándose a ella, tan pegado a su cuerpo que podía sentir el suave calor de Humbak—, dime qué no alcanzas.

—Yo...yo...—ella alzó las manos, como si señalara el estante más alto y que estaba fuera de su alcance.

Luzbel sonrió y se apoyó más contra ella, estirando las manos para alcanzar la caja de galletas que ella parecía querer. Sabía que no lo quería, pero fingió no notarlo. Al momento de tomar la caja, se la ofreció y ella la tomó con sus dos manos.

Humbak no era demasiado inteligente. No se dio cuenta de que Luzbel podía tener varios trucos debajo de la manga o pensó que solamente quería secuestrar a su padre. Era normal, él nunca le dijo a JiHoon que incluso podía llevarle una de las hijas de Kalrax a Dyker.

Con una rapidez que había practicado durante esos veinte años, sacó las pulseras que suprimían poder y las colocó en las muñecas de Humbak. La chica dejó caer la caja de galletas por la impresión y Luzbel la rodeó con sus brazos.

—Gracias por hacerme las cosas más fáciles—susurró contra su oreja antes de teletransportarse fuera del Castillo del Infierno.

—¡Luzbel!

Ángel&Demonio

Sábado 19 de febrero de 2056. En algún lugar de la Tierra.

Cuando Dyker lo vio aparecer con Humbak en brazos, vio un brillo de satisfacción en sus ojos. Cerca de él estaban Dios y Marsyl, observándolo. Marsyl se había sorprendido de verlo ahí, pero no dijo nada, tan callada y obediente como un buen perro entrenado.

—Te dije que podías confiar en mí—dijo Luzbel, empujando a Humbak hacia Dyker—. Aunque su padre claramente será más difícil de atrapar.

—Lo será, pero con tener a esta hermosa criatura conmigo, será suficiente—Dyker atrapó a Humbak de un brazo y la arrojó a un montón de cazadores para que se la llevaran de aquí—. Me alegra encontrar a alguien competente y de confianza. Solo por eso, deja que te premie con algo. Un pequeño obsequio como muestra de mi gratitud, al menos hasta que me traigas el premio mayor.

De entre sus ropas, Dyker sacó una daga hermosa de brillante color negro. La daga tenía una suave luz rojiza en los bordes y unas cuantas piedras blancas en la empuñadura. Luzbel la tomó, analizándola sin entender qué era lo especial de esa daga.

—Gracias, pero ¿para qué querría una daga? ¿Serviría contra Kalrax?

—Preferiría que no la usaras con él—advirtió Dyker—. Esta es la Daga Legendaria de la Eterna Muerte. Cualquiera que sea apuñalado por ella, desaparecerá para siempre. La daga rompe el alma y no permite que ingrese a la Esfera Espiritual. Si quieres matar a alguien y evitar que esos idiotas lo traigan de vuelta, esta arma es lo mejor que podrías usar.

—¿Cómo es que no escuché antes sobre esto?

—Quizás porque se terminó de refinar hace poco—sonrió Dyker—. Es un arma dedicada puramente al idiota de Kalrax.

—Y me la das a mí—dijo Luzbel mirando la daga sin comprender por qué se la estaban dando—. ¿Acaso es la única que tienes o...?

—No, claro que no. Tengo otra, niño—Dyker rio, como un abuelo divertido por las travesuras de su nieto—. No te daría la única de ser esta la única. Ahora, vuelve e intenta traerme lo que pactamos. Si lo haces, dejaré en paz a tu familia, tal y como prometí.

Luzbel miró la daga una vez más antes de guardarla y marcharse a la Tierra, un lugar donde su familia no pudiera encontrarlo.

Regresar al Infierno ahora no era lo mejor.

Ángel&Demonio

Sabía que su departamento siempre estaría ahí para recibirlo en caso de que quisiera regresar. Luzbel siempre quiso regresar, pero nunca antes había podido por todos estos problemas que su propia familia le estaba brindando. Ahora que estaba aquí, sentía que podía respirar aliviado. Nadie conocía la ubicación de ese sitio, nadie sabía dónde había estado viviendo durante esos veinte años. Era un momento de paz para él.

Se arrojó a la cama, viendo el techo de su cuarto. Había abierto la ventana apenas ingresó porque el olor a polvo y humedad había invadido todo el cuarto. Había estado cerrado durante mucho tiempo, era normal que se juntara tanto olor. Sacó la daga y la observó, su brillo y su forma. Era hermosa. Si no fuera por su poder, fácilmente podría ser un arma que Luzbel tuviera de colección. Algo que tendría en una repisa para admirar, pero no para usar. Usarla sería sacrilegio y haría que perdiera parte de su magia y valor.

Sin embargo, esta daga no era una daga más de colección. Era una daga única, con una gemela. Una daga capaz de asesinar y no darle segundas oportunidades a nadie. Una daga que destruía el alma. Un arma así era sin dudas maravillosa.

Esperaba poder probarla.

Ángel&Demonio

Se había quedado dormido, estaba seguro de eso. Cuando llegó a su departamento era de tarde y ahora, cuando volvió a abrir los ojos, se encontró con que ya era de noche. Debió estar demasiado cansado como para quedarse dormido sin darse cuenta.

Se sentó en la cama, la daga a un costado de él, todavía brillando con una bruma rojiza que se movía por toda el arma. Brillante y peligrosa, era hipnotizante. Luzbel volvió a atraparla y a admirarla, tan perdido en su belleza que, en el momento que tocaron la puerta de su departamento, dio un respingo del susto. Se guardó la daga en el pantalón y caminó hacia la puerta en silencio, sin decir nada, solamente para ver por la mirilla quien estaba del otro lado.

—Luzbel, por favor, abre—dijo Alex quien estaba del otro lado de la puerta acompañado de NamJoon.

No le sorprendía que lo hubieran encontrado. Si bien nunca le dijo a su familia dónde había estado habitando, a su tía Kumiko no debió tomarle mucho tiempo encontrar alguna de sus viviendas.

Luzbel abrió la puerta, restregando sus ojos como si se hubiera despertado recientemente. Aunque bueno, no era del todo falso.

—¿Ocurrió algo?

—Tu padre está preocupado, ¿por qué te fuiste así?—preguntó Alex ingresando a su departamento como si fuera de su propiedad.

—Necesitaba descansar en un lugar más tranquilo. Y no creo que Dyker conozca este lugar como para atacarlo.

—Pero debiste decirles a tus padres, estaban muy preocupados por ti—insistió Alex.

—Ya soy lo suficientemente mayor como para no tener que decirles sobre estas cosas. Sí, están en guerra y todo lo que quieran, pero solo ellos. No creo que Dyker esté interesado en venir por mí solo porque salí del castillo. Tampoco creo que se entere dónde estoy tan rápidamente.

—Lo sé, Luzbel, pero de todas maneras debiste comunicar algo y no simplemente irte como si nada. Todo allá abajo está revolucionado como para que tú hagas esta estupidez.

—¿Revolucionado?—preguntó Luzbel elevando una ceja—¿Por qué?

Alex desvió la mirada, como si se diera cuenta de que dijo algo que no debió decir. Luzbel ladeó la cabeza, como si no comprendiera el motivo que había puesto a su primo así.

—Lo mismo de siempre—dijo NamJoon encogiéndose de hombros—. Está revolucionado desde que Kalrax llegó, ya sabes porque no encuentran a Yanij y eso.

—Oh, bueno, sí, pero no es algo que me involucre, ¿o sí?—Luzbel sonrió, intentando parecer amable—Ya que veo que se quedarán aquí, ¿les gustaría algo para tomar? Creo que todavía tengo algo de café.

—Sí, creo que no hay problema en quedarnos a tomar algo—dijo NamJoon, encogiéndose de hombros.

Luzbel sonrió y fue a la cocina, a buscar el dichoso café que ni siquiera recordaba si estaba ahí o no. Sus oídos se agudizaron, escuchando atentamente a los dos que habían quedado en otra habitación de su departamento. Podía escuchar los ligeros pasos que se acercaban, la determinación de uno y la duda del otro. Luzbel continuó fingiendo que buscaba el café, como si nunca se hubiera dado cuenta del movimiento a sus espaldas. Como si no hubiera escuchado el suave tintineo de las pulseras. Lo había escuchado, lo había sentido.

Luego de veinte años viviendo por su cuenta y aprendiendo a prestar atención a su entorno, ¿cómo podrían NamJoon y Alex engañarlo? Era imposible. Luzbel ya no era el mismo niño tonto que ellos conocieron.

En el momento en que NamJoon se arrojó a él para colocarle las muñecas, Luzbel giró y le dio una patada. Alex, quien parecía ser el apoyo, se lanzó a él con otro par de pulseras en sus manos, pero Luzbel lo arrojó a otra parte de la casa. Un golpe estruendoso se oyó cuando Alex dio su espalda contra la pared. Pero Luzbel no tuvo tiempo para procesar nada, porque NamJoon volvió a lanzarse a él.

Luzbel sabía que su familia debía saber en este momento dónde estaba él y seguramente podrían ir a buscarlo. Por la manera en que Alex y NamJoon decidieron llevárselo, era obvio que su familia debía saber que se había llevado a Humbak y la había entregado a Dyker.

Teniendo en cuenta eso, no podía simplemente quedarse ahí y seguir distrayéndose con ellos. Tenía que hacer algo.

Mientras se defendía de los golpes de NamJoon, recordó la daga que llevaba guardada en su cuerpo. Si la usaba, podría escapar pronto de ahí. Así que en un descuido de su oponente, sacó la daga y apuñaló en el pecho a NamJoon. Sangre espesa y roja cayó del cuerpo del Arcángel y manchó el suelo de la cocina donde peleaban. Un olor penetrante invadió el lugar y Luzbel arrugó la nariz por el disgusto. Ese olor nunca era demasiado agradable.

Sacó la daga del pecho del Arcángel y le cortó el cuello para acelerar su muerte. A su vez, escuchó el gritó de Alex, horrorizado por la escena frente a él. Luzbel suspiró, si quería irse tenía que hacer esto rápido.

—Luzbel, ¿qué estás haciendo? ¿Qué...?

Antes de que terminara su pregunta, Luzbel simplemente le cortó la garganta profundamente. Alex se ahogó con su sangre, sin poder hacer más que balbucear muchas palabras imposibles de entender. Tanta sangre le impedía ser claro y pronto murió en el suelo de su sala.

Luzbel suspiró, ahora estaba manchado de sangre y no podía simplemente salir así. Llamaría mucho la atención si salía luciendo como Carrie. Por lo que lavó la daga y se limpió las partes del cuerpo visibles con rapidez, sabiendo que ya no tenía demasiado tiempo antes de que dieran con él.

Buscó en su habitación un cambio de ropa y, aunque su ropa olía a humedad por el tiempo que la tuvo guardada, de todas maneras, tuvo que colocársela. Cuando estaba por irse, una mano lo aprisionó del cuello y dio su cabeza contra la pared, rompiéndola como si esta fuera papel. Luzbel gruñó al inicio y chilló al final cuando tomaron su brazo y lo doblaron hacia atrás. El ruido del hombro con un crack fue lo que más resonó en su cuarto.

—Tú, maldito bastardo malagradecido. Dimos nuestras vidas por ti tantas veces y así nos pagas—murmuró Semyazza con odio, apretando su cuello con fuerza.

—No se los pedí—gruñó Luzbel intentando zafarse. Si lo hacía, si lo lograba, podría deshacerse de Semyazza.

El demonio dobló más su brazo, una furia ardiente que parecía indicar que lo único que quería era arrancarle esa extremidad. Luzbel quería reír, por más que le arrancara el brazo, no dejaría de luchar. Era bueno intentando sobrevivir, un brazo menos no cambiaría eso.

Su brazo libre tanteó hacia atrás, buscando la daga que había guardado entre sus ropas. Si lograba tomarla y apuñalar a Semyazza con ella entonces se liberaría y podría irse de ahí antes de que alguien más pudiera llegar.

Pero cuando tocó la empuñadura de la daga, Semyazza lo hizo descender y golpear su cabeza contra el suelo. La madera se rompió, astillas dispersándose por todos lados. Luzbel sintió una especialmente grande clavarse en su rostro, pasando la piel de su mejilla y hundiéndose en su carne. Un ardor profundo haciéndose presente, quemando su cara. Las demás astillas lastimaron sus mejillas, abriendo la piel y dejando líneas rojizas de sangre.

Su cuello fue liberado cuando Semyazza parecía dispuesto a buscar algo. Su brazo seguía retorcido en su espalda, todavía doliendo por el hombro roto. Pero Luzbel no podía pensar demasiado en eso, no cuando todavía tenía que irse de ahí.

Su mano buscó con mayor desesperación, pero esa mano libre que buscaba liberarlo pronto fue apresada con una pulsera de supresión. Luzbel sintió su poder reducirse la mitad y fue como un golpe a su orgullo. No podía perder, no podía dejar que lo atraparan. Su familia no veía que todo lo que hacía era para que los dejaran en paz, ellos no apreciaban su esfuerzo, su buena voluntad de ayudarlos cuando bien pudo regresar a casa y olvidarse de ellos.

Todos eran unos bastardos hipócritas que no valían su tiempo.

Usando la fuerza que le quedaba, se empujó hacia arriba, haciendo que el agarre en su brazo roto se debilitara por la repentina acción. Semyazza trastabilló al ser sorprendido y Luzbel aprovechó esa oportunidad para acertarle una patada y alejarlo de él. Su brazo derecho cayó inerte a un costado, pero el izquierdo se apresuró a buscar la daga y, en el momento en que Semyazza se acercó a él, Luzbel lo apuñaló en el vientre. Semyazza gruñó por el dolor y buscó tomarlo de nuevo para someterlo, pero Luzbel usó la afilada daga para subirla por su torso, abriendo la carne y dejando que la sangre fluyera.

—Solo intentaba ayudarlos, pero son todos unos malagradecidos.

Al sacar la daga, parte de los intestinos de Semyazza cayeron al suelo. Luzbel no buscó quedarse a ver el espectáculo y, maldiciendo porque de nuevo quedó manchado de sangre, se fue de ahí antes de que alguien más llegara.  


Próximo capítulo: 24/11

Nos vemos!!! :D

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