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Cuarta temporada. Capítulo 16: Uno menos, uno más


Sábado 19 de febrero de 2056. El Cielo.

Satanás sabía sobre las técnicas de Dios, después de todo vivió por muchos años bajo el techo de la familia Divina. Ver entrenar a Dios o a sus hijos no había sido nada inusual para él. Incluso verlo batallar en guerras había sido normal. Sabía cómo peleaba y las técnicas que mayormente usaba. Llevarle el ritmo no era complicado.

Ganarle era tema aparte.

Para empezar, nunca había luchado directamente con Dios. Solo lo vio pelear, pero todas las peleas de Dios que vio, este las había ganado. Nunca vio que alguien más pudiera contra él. Como si fuera incapaz de ser vencido en cualquier batalla que tuviera. Si tan solo hubiera perdido una sola vez, Satanás tendría la oportunidad de descubrir una debilidad, algo que podría usar a su favor para someterlo y exigirle información del paradero de Yanij y Elkanyja.

No quería que Kalrax interviniera por el momento, si iba a hacerlo tendría que ser en un momento donde tuvieran la oportunidad de ganar. No podía desperdiciar una carta de triunfo de esa manera, solo por ser impulsivo.

Atrapó el puño de Dios, su palma estaba siendo lentamente quemada por la luz de este enfermo mental que había sido su suegro en algún momento. Dios lo miraba con burla, pero estaba tenso. Seguramente porque la batalla no estaba inclinándose a su favor como acostumbraba a que fuera.

—Siempre fuiste tan molesto, Satanás. Si no fuera por tus habilidades en batalla no te habría elegido nunca para ser el guardián de Marsyl.

—Demasiado tarde para arrepentirte—sin soltar su mano, Satanás le dio un cabezazo en la nariz, manteniéndolo cerca para brindarle otro fuerte cabezazo que hizo sangrar la nariz de Dios.

Gruñendo de rabia, Dios materializó una espada con su energía para apuñalarlo. Pero Satanás conocía la mayor parte de sus trucos, así que lo soltó a tiempo para sacar su propia espada y hacerla chocar contra la de Dios. Chispas volaron por el choque de las dos armas y en el siguiente ataque una gran luz cegó a todos los que estaban viendo la pelea. Pero Satanás estaba entrenado y podía aguantar la potencia de esa luz para mantener los ojos abiertos y ver el siguiente movimiento de Dios. Su ex-suegro claramente no fue afectado por la luz, al igual que su hija, estaba entrenado para soportarla. Y Satanás había entrenado por años al lado de Marsyl como para ya ser afectado. Esa luz no era nada para sus ojos.

Los choques de espadas creaban un rugido que hacía retumbar cada pared del Cielo. La fuerza de Satanás y Dios estaba igualada, algo que no hubiera pasado antes, cuando Satanás era todavía un Serafín. Pero teniendo el poder que tenía hoy, podía fácilmente enfrentarse a ese bastardo que estuvo en sus pesadillas por muchos años. Incluso hasta el sol de hoy, Satanás seguía teniendo pesadillas con su cara.

La espada de energía espiritual que Dios usaba brillaba con demasiada intensidad y su poder era tal que las estructuras cercanas se veían afectadas por eso mismo, quemándose y quedando con un gran manchón negro. Incluso algunos pobres animales que desafortunadamente no escaparon a tiempo fueron rostizados por la espada. Las plantas y los árboles cercanos sufrieron un destino similar, quemándose lentamente hasta que no quedara nada de verde.

Satanás podía soportarlo, su cuerpo era lo suficientemente resistente como para que el calor de esa espada no le hiciera daño. Había entrenado para eso, durante años entrenó para ser inmune a ese poder. El mismo poder que Marsyl tenía.

Tantos años al lado de una mujer como ella...Satanás agradecía el haber entrenado con ella para fortalecerse. Al final sí dio frutos ese entrenamiento. Una lástima que esa misma mujer que conoció, de la cual se enamoró, hubiera desaparecido hace mucho tiempo. En su lugar solo había una mujer que lo miraba con arrepentimiento, como si fuera el mayor error de su vida.

No era lo que había deseado nunca. Él no era culpable de nada. Si Marsyl enloqueció y mató a todos, no fue su culpa. Ella lo hizo así porque ella no se controló, pero Satanás no fue culpable. Si ella hubiera dejado que lo mataran, entonces hubiera continuado su vida normalmente, pero ella quiso rebelarse, ella quiso desafiar a su padre.

La culpa no caía en Satanás.

Lo único bueno que podía sacar de todo eso, fueron sus hijos.

La espada de Dios mandó a volar la que él tenía y viendo su oportunidad, buscó cortarlo a la mitad. No contaba con que Satanás era más fuerte y podía frenar esa espada con sus manos desnudas. Ni tampoco contó con que pudiera romper la espada. Aunque para eso tenía que usar demasiada fuerza.

Dios retrocedió unos cuantos pasos, viendo su espada partida a la mitad. Pronto la espada se iluminó y se regeneró. Dios sonrió, con falsa amabilidad.

—Si eso es lo mejor que...

Satanás no iba a esperar a que Dios terminara su frase. Antes de que dijera más, ya le había dado una patada en la cara, más precisamente en la boca, y lo arrojó hacia atrás. Sintió en su pierna el estallido de sus dientes y vio el momento preciso en que su sangre salió disparada. Tal vez con eso lo ayudaría a callarse un poco. Nunca antes dijo nada útil, no iba a decirlo ahora.

Sin darle tiempo a alejarse o salvarse mucho, alzó su puño y lo estampó de nuevo contra su cara. La fuerza la rompió la nariz a Dios y la sangre cayó a borbotones por sus dos orificios. Si lograba tomarlo del cabello largo, si lograba conseguirlo, con su fuerza todavía podía arrancarle la cabeza. Podía ganarle y liberarse de su inmundo ser, dejándolo encerrado en la Esfera Espiritual. Aunque luego tendría que hacerse con ella para evitar que Marsyl tuviera la brillante idea de sacarlo.

Tomó el cabello de Dios y se apoyó en su hombro para empezar a ejercer la fuerza necesaria para decapitarlo. Sin embargo, pronto dejó de sentir la fuerza en su mano y Dios dejó de gemir de dolor cuando empezó a tirar de su cabeza hacia arriba. Un hilo rojo rodeó su muñeca y pronto su mano se desprendió de su cuerpo, un corte limpio y sorpresivo.

Satanás se hizo hacia atrás, recuperando su mano para colocarla en su lugar y girarla, uniéndola de nuevo a su cuerpo.

—¿Quién...?

Abrió los ojos cuando vio a Marsyl frente a Dios, su cuerpo cubriendo a su padre mientras un sable de energía brillaba en su mano. Kalrax dio un paso al frente, acercándose a Satanás.

—Marsyl, ese hombre al que cubres casi mata a tus hijos—dijo Kalrax queriendo dar otro paso más, pero una flecha de energía cayó a un palmo de sus pies.

—No te acerques a mi padre.

—Ese hombre quiso matar a Aamón y Belcebú, Marsyl—dijo Satanás avanzando.

—¡No te acerques, Satanás!—dijo Marsyl, tensándose y preparándose para atacar.

—Marsyl—dijo dulce y suave Satanás—, ¿por qué lo proteges?

Marsyl apretó los labios, la mano con la que sostenía el sable temblaba. Su mirada parecía dudar, como si no estuviera segura de sus acciones, pero todavía quería seguir adelante.

—Es mi padre y le fallé. Todos estos años solo he vivido con culpa por eso. Quiero enmendar mis errores—dijo Marsyl, algo que Satanás ya se había esperado.

—Amor—llamó más dulce que antes—, está bien, no tienes que estar a la defensiva. Soy yo, me conoces, sabes que no te haré daño.

Ella lo miró, la desconfianza en sus ojos azules.

—Querías matar a mi padre.

—No lo haré si tú no quieres—Satanás dio un paso tímido hacia ella, que seguía demasiado tensa—. Tú eres la princesa del reino y yo un simple guardián, ¿cómo podría ir en contra de tus deseos?

—¿Satanás?—Kalrax estaba confundido, Satanás no necesitaba mirarlo para saberlo.

Marsyl pareció calmarse un poco, pero solo un poco. Su cuerpo seguía demasiado tenso y a la defensiva.

—Alteza, por favor, no tienes que dudar de este humilde sirviente—susurró lo suficientemente alto como para que ella lo escuchara, pero lo suficientemente bajo como para que fuera íntimo—. Mi hermosa princesa sabe que siempre estaré a su servicio. Cualquiera que sea su deseo, será mi orden.

Kalrax tuvo que haberse dado cuenta de cuál era su estrategia, no era muy difícil de adivinar. Satanás solo decía todo lo que decía para que Marsyl bajara la guardia. Ella todavía tenía delirios sobre su vida antes de que Satanás y ella se convirtieran en los únicos dos miembros del Cielo. La conocía desde hacía muchos años, sabía cómo tratarla para llevarla a donde quería. Y comportarse como el noble guardián que fue alguna vez, parecía generar algo en Marsyl. ¿Tal vez nostalgia? No lo sabía, pero sabía que era útil.

Pronto, Dios tomó de la muñeca a Marsyl. Ella dio un respingo y se giró a mirarlo.

—Mi niña, no le creas ni una palabra de lo que dice. Ese bastardo solo te está usando, como te usó antes.

—Princesa, no le creas—dijo Satanás, a un paso de ella—. Este sirviente jamás haría nada en su contra.

—Satanás...—Marsyl frunció el ceño, el agarre de Dios continuaba en su muñeca con firmeza—Padre...yo...

—Alteza, créeme, por favor—dijo Satanás, posando suavemente una mano en su hombro.

—Mi hija, no lo escuches, solo vámonos lejos de aquí. Salva a tu pobre padre.

Marsyl pareció entrar en una lucha interna que no duró mucho tiempo. La misma cantidad de tiempo que duró Satanás en quitarle la Esfera Espiritual que ella había tenido entre sus ropas.

—Kalrax, vete de aquí—exclamó arrojándole la Esfera Espiritual.

Kalrax no lo pensó antes de teletransportarse, dejando a Satanás solo con Marsyl y Dios.

—Me mentiste—dijo entre dientes Marsyl.

Satanás la miró, retrocediendo cuando ella lo apuntó con su sable.

—¿Por qué no lo haría? Después de todo, tú y yo ya no somos nada, Marsyl—dijo Satanás corriendo su cabello hacia atrás—. Sabes que luego de hoy no podrás regresar al Infierno.

—No lo necesita—dijo Dios, poniéndose de pie—. Mi hija tiene un lugar con su padre y su abuelo. No te necesita a ti ni a ninguno de tus bastardos.

Marsyl no dijo nada, desapareciendo el sable en su mano. Satanás sabía lo que diría incluso antes de que ella abriera la boca.

—Padre, vamos.

Dios sonrió y, mientras miraba a Satanás, se llevó a Marsyl con él.

Ángel&Demonio

Sábado 19 de febrero de 2056. En algún lugar de la Tierra.

Luzbel sabía hacia dónde se fue Dyker porque en el momento en que se metió en la misión sin que lo notaran, llevó consigo mecanismos de rastreo. No luchó con casi nadie, solo buscando meterse en los pasillos sin ser detectado. Solo llegando más a fondo fue que tuvo que enfrentarse a más cazadores, pero fue gracias a eso a que logró incluir en sus cuerpos los dispositivos de rastreo.

Todos ellos se deterioraron al poco tiempo, luego de que se teletransportaran. Pero antes de arruinarse por completo, Luzbel pudo deducir dónde se encontraban. Así que sin decirle a nadie, se dirigió a ese lugar.

Los cazadores lo rodearon y alzó las manos para mostrar su rendición. Uno de ellos se acercó, apuntando el arma en su cabeza.

—Vengo a negociar con Dyker, realmente no me importa hacerle nada—dijo Luzbel rodando los ojos.

El cazador lo analizó un momento antes de llevarlo donde Dyker estaba, rodeado de más cazadores que no dejaban de apuntarle con sus armas. Luzbel no esperaba menos de ellos.

Por un instante pensó en lo idiota que eran, llevándolo con el revolucionario aun teniendo Luzbel la capacidad de ganar. Pero entonces se dio cuenta que quizás ellos no temían que le hiciera algo a Dyker porque Dyker no era un debilucho. Si era tan fuerte como para que sus hombres confiaran en su poder de esta manera, entonces Dyker no era alguien para tomar a la ligera.

Cuando estuvo frente a él, no se sorprendió por su apariencia, incluso se sintió un poco decepcionado al respecto. Esperaba un ser celestial imponente, con una mirada dura y un aura fría. Pero este hombre, si bien era muy grande y ancho, no era nada impresionante. Podía pasar como cualquier ciudadano del Cielo normal y no como, el alguna vez, rey del lugar.

Hasta su abuelo tenía más apariencia de rey que este hombre.

—¿Y a qué debo esto?—preguntó Dyker, acomodando sin motivo alguno las mangas de su ropa.

—Señor, este híbrido dijo que tiene negocios con usted.

Dyker alzó una ceja y miró a Luzbel. Luzbel se mantuvo en su posición, tan tranquilo como estuvo desde el inicio.

—Quiero hacer un intercambio.

Dyker sonrió, dando unos pasos hacia Luzbel. Ni su caminar tenía un mínimo de gracia.

—¿Puedo saber qué es lo que quieres intercambiar?

—Empezaste todo esto por problemas con Kalrax e imagino que algo contra Marsyl o Satanás. Sinceramente, no me importan ellos en absoluto, pero estás metiendo a mi numerosa familia en esto y, eso a su vez, me involucra a mí y a alguien que me importa mucho. La verdad, por mí podrías hacer lo que quieras con ellos siempre y cuando esta persona y yo estuviéramos a salvo, pero no hay manera de hacerlo si sigues metiéndote con toda mi familia. Así que te propongo lo siguiente: deja en paz a la gente del Infierno y, a cambio, te daré a Kalrax y a alguien más que tú desees.

Dyker seguía sonriendo, como si frente a él tuviera a un niño pequeño ingenuo que no tenía idea de lo que decía. Luzbel odiaba esa mirada, porque era la misma que su familia le dedicó por años. Odiaba que lo trataran como un niño cuando ya no lo era.

—Son palabras muy audaces para un joven híbrido como tú.

—¿Qué quieres a cambio para que sepas que estoy siendo serio?

Dyker lo analizó, su mente maquinando algún pedido que consideraba imposible para Luzbel.

—Kalrax tiene más hijos. Yo solo pude traer a la más pequeña. Pero me gustaría hacerme con una de las más grandes.

—No será un problema—Luzbel se encogió de hombros.

Dyker lo miró, su sonrisa desapareciendo lentamente.

—Dime un motivo por el cual deba confiar en ti y no matarte ahora mismo. Dime algo que me convenza de que estás siendo serio.

—Fui el único que descubrió dónde estás y aun así estoy solo. ¿No crees que de no ser serio ya tendrías a Kalrax y todo su ejército sobre ti? Solo piensa, Dyker. De no estar hablando en serio, tú ya estarías envuelto en el caos.

El silencio se formó, Dyker no dejaba de mirar a Luzbel de manera fija y seria. ¿Cuánto tiempo necesitaba un anciano de su edad para procesar una respuesta o analizar unas simples palabras? Solo podía esperar y rogar porque nadie notara su ausencia en el Infierno. Si alguien lo notaba, entonces tendría que pensar en alguna mentira rápida para que nadie sospechara sobre sus tratos ilegales.

—Tráeme a una hija de Kalrax y te tomaré en serio.

—¿Y aceptarás el trato?

—Si la traes, sí. Haré que dejen en paz a tu familia si me traes a Kalrax. Realmente no tengo interés en el Infierno ni en ellos. Solamente quiero a Kalrax y mi hijo a Satanás—Dyker extendió su mano—. Aunque está claro que no te dejaré ir así como así. Necesito un seguro por si te atreves a pensar siquiera en traicionarme.

Luzbel extendió su mano sin miramientos y estrechó la de Dyker. Un dolor agudo, como un aguijón hirviendo, se instaló en su palma. Dyker la sostuvo por mucho tiempo antes de soltarlo. Para ese momento, Luzbel estaba arrodillado en el suelo por el dolor, pensando en que lo mejor era cortarse la mano. Pero en cuanto Dyker lo soltó, el dolor desapareció repentinamente y en la palma de su mano estaba plasmada una marca blanca.

La marca de Dyker estaba en su cuerpo.

Ángel&Demonio

Sábado 19 de febrero de 2056. El Cielo.

Belcebú y Lucifer habían terminado en un raro equipo de búsqueda. Desde que estaba en esa rara familia, Belcebú había tenido más contacto con Lucifer de lo que se hubiera imaginado. Su esposo era de los que se reunía con sus hermanos, fácilmente, dos veces al mes. O más si había algún cumpleaños de por medio. Y siempre había cumpleaños de por medio.

Lucifer era de los hermanos más molestos de Gadreel, siempre preguntando cuando vendría el pequeño engendro. Lilith, para su suerte, siempre estaba cerca para regañarlo y alejarlo de ellos. Ella le caía mucho mejor de lo que le caía su marido. Era una mujer sensata y mucho más divertida. Ella y el pequeño grupo de "esposas" que solían reunirse también cada tanto en el Infierno. Belcebú comenzó a formar parte de ellos hacía más de quince años y descubrió que era un grupo diverso, pero entretenido. Aunque sonara triste, podría decirse que eran los primeros amigos que tenía de verdad.

Ya saliendo del tema, ambos estaban buscando alguna pista de Elkanyja. No estaban buscando solos, pero de igual forma debían buscar tan a fondo como fuera posible.

—¿Hay algún rincón de este sitio que solo tu madre conozca y ustedes también a espaldas de ella?—preguntó Lucifer mirándolo, deteniendo sus pasos—Algo que ella no sepa que ustedes saben.

—Hay muchas cosas que mi madre cree que no sabemos—Belcebú rodó los ojos, cruzándose de brazos—. Todos los lugares que estamos recorriendo forman parte de eso.

—Bien, entonces un lugar que solo ella conozca y que ustedes sepan de su existencia, pero no dónde queda—¿Lucifer hablaba en serio?

¡¿Cómo se suponía que conocieran un lugar así?! Aunque lo conocieran solo de nombre, sin saber dónde estaba era imposible empezar a buscarlo.

—¿Me estás jodiendo?—dijo Belcebú frunciendo el ceño.

—No, eso ya lo hace mi hermano.

Belcebú lo pateó, porque realmente no sabía qué otra cosa hacer para lidiar con este idiota que, de alguna manera, se volvió el amo y señor del Infierno.

Se adelantó unos cuantos pasos, intentando encontrar alguna pista de algo. Lo que sea. Incluso si no había nada era mejor a seguir al lado de Lucifer. Ese imbécil era...

Belcebú se detuvo, un suave gemido lastimero se escuchaba en algún rincón. Si se concentraba, podría encontrar el origen del ruido.

Cerró los ojos y agudizó su oído. No podía guiarse de la vista en este caso, solamente lo distraería.

Caminó lentamente, escuchando el gemido lastimero crecer en volumen lentamente. Con cada paso que daba, más fuerte se escuchaba, así que debía estar yendo en la dirección correcta. Aceleró su caminar a medida que el sonido crecía más y más. Pronto, se encontró corriendo, escuchando el gemido lastimero cada vez más alto hasta que estuvo seguro de tenerlo frente a él.

En ese momento abrió los ojos y descubrió que, frente a él, había una blanca pared inmaculada, con decoraciones de oro. Belcebú tanteó la pared, apoyando su oreja sobre la plana superficie para sentir el sonido del interior. Quien sea que estuviera, estaba en la parte inferior, si golpeaba arriba no causaría ningún daño.

De un puñetazo destruyó la pared, descubriendo un fondo falso. Cuando comenzó a quitar los trozos de pared, encontró un pequeño bulto lloroso y maniatado que lo miraba con sorpresa.

—¿Elkanyja?—preguntó.

Cuando vio la mirada de la niña brillar, Belcebú supo que, al menos, habían encontrado a Elkanyja. 


Encontraron a Elkanyja uwu pero se fue Marsyl...bue, ni quien fuera a extrañarla jajaja

Casi me olvido de subir el capitulo XD

Nos vemos el 27/10!!! Besos! :D


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