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Cuarta temporada. Capítulo 14: Ataque al Vaticano


Sábado 19 de febrero de 2056. El Castillo del Infierno.

Ignorar los mensajes que le llegaban a Luzbel no fue muy difícil. Sin ánimos de volver a ser atacados por más cazadores, consideraron que lo mejor era buscar lejos de los puntos que le daban a Luzbel y continuar con la búsqueda en cada rincón de los tres mundos. Un trabajo para nada simple. Los mundos no eran pequeños y buscar en todos lados era un tarea complicada, en especial si no podían confiar en todos los seres celestiales ni los demonios de sus mundos. En ese caso, estaban limitados. Demasiado limitados. Y Kalrax, a pesar de todo, no tendría una gran paciencia. Menos cuando su esposo y su hija pequeña podían estar en peligro.

Durante esos tres días, muchas cosas pudieron pasarles y eso era algo que el hombre no podía soportar. Menos cuando Dyker estaba metido en eso.

Kumiko, Mammón y Purnix terminaron por quedarse con el celular de Luzbel luego de que este siguiera recibiendo mensajes. El primero que le llegó fue ignorado, principalmente porque querían saber qué pasaría si lo hacían. El resultado fue poco sorprendente. Dos horas después de ese mensaje, le llegaron otros a Luzbel, todos con direcciones cercanas. Era como si insistieran en que fueran, pero nadie lo hizo.

Con la curiosidad por saber de dónde venían esos mensajes, Kumiko se encargó de llevarse el celular e investigarlo. Pero si le había costado saber que el celular de Luzbel estaba siendo vigilado, ¿no le iba a costar también saber el paradero del mensajero misterioso?

Claramente le iba a tomar más tiempo. El susodicho parecía tener tantos muros alrededor que parecía estar protegiéndose de diez mil titanes. Kumiko lo odiaba demasiado, ¿le costaba un poco hacerle el trabajo más fácil? Malditos dementes.

Mammón estaba a su lado, comiendo unas galletas de paquete. Kumiko le había robado un par, mientras su mirada no abandonaba la pantalla de su computadora. Purnix estaba sentado al lado de ella, viendo lo que hacía como si fuera lo más interesante del mundo.

No lo era.

—Y cuando sepamos dónde está este misterioso mensajero, ¿qué hacemos?—preguntó Mammón mientras comía perezosamente unas cuantas galletas.

—Le mandamos mensajes de humo—Kumiko rodó los ojos—. ¿No es obvio? Tenemos que ir a atraparlo.

—¿Y si sabe que vamos?

—Lo van a saber, no tengo pruebas pero tampoco dudas. Esos bastardos parecen saberlo todo. Solo hay que ir bien preparados para pelear.

—¿No hay que ir armando un plan para eso?—preguntó Purnix.

—Hay algo armado ya, pero no se pueden pulir los detalles si no sabemos a dónde vamos.

—¿No sospechaste que el misterioso mensajero podría estar en el Vaticano?—opinaba Mammón—Parece obvio y estúpido, pero no se puede descartar como posibilidad.

—Lo sospeché, me pareció obvio y estúpido y no lo descarté—respondió Kumiko mientras seguía mirando a la pantalla—. Pero no puedo dar por sentado nada hasta no tenerlo.

—Lo sé. La pregunta es, ¿cómo mierda planean atacar a seres celestiales y cazadores?—Mammón suspiró, arrojando el paquete vacío como una pelota al cesto de basura—Por más fuerte que seamos, si son de la época de Dyker no creo que podamos ganarle como a ustedes.

—¿Cómo a mí? Corazón de melón, lo que recuerdo fue que te di una paliza.

—¿Así se enamoraron?—preguntó Purnix.

Mammón y Kumiko lo miraron, cada uno con una mirada diferente.

—No—dijo ella, haciendo una mueca—, ¿qué tipo de cortejo masoquista es ese? Nadie se enamora porque lo golpean.

—¿Qué hay de Luo Binghe?

—Es un personaje ficticio—Kumiko se volvió a Mammón—. La realidad es diferente.

—¿Nadie puede ser masoquista acaso?

—Mamaguevo, el amor no se basa en la cantidad de golpes que le das a alguien.

—Nadie me dice cómo debo enamorarme—Mammón se cruzó de brazos, frunciendo el ceño—. Si yo me quiero enamorar de una paliza, que así sea.

—Y después a mí me dicen rara—Kumiko rodó los ojos antes de volverse a Purnix—. Nadie está enamorado aquí.

Purnix miró a Mammón y luego volvió a mirar a Kumiko.

—¿Segura?

—Mira, si alguien lo está o no, no importa ahora. Tenemos cosas más importantes en las cuales concentrarnos. Luego podemos ver quién está enamorado de quién, ¿sí?

Purnix se encogió de hombros, pero no dijo más. Mammón resopló y se acercó para ver la pantalla. Una pantalla sin cambios desde hacía diez horas.

A este paso, Kumiko iba a... ¡Esperen! ¡Ya cambió!

Los tres se acercaron a la pantalla, mirando fijamente el cambio repentino. Kumiko hizo una mueca, Mammón sonrió y Purnix los miró a ambos con sorpresa.

—Si hubiera apostado, hubiera ganado—dijo Mammón orgulloso.

—Sí, bueno, vamos a decirle a los demás.

Kumiko se levantó del suelo, quejándose cuando sus piernas se estiraron y sostuvieron su cuerpo luego de más de seis horas sentada en el suelo. A este paso, pediría que le amputaran las piernas. Era mejor que ese sufrimiento.

Mammón rodó los ojos y la cargó para ir a decirle a los demás que el mensajero estaba en el Vaticano.

Ángel&Demonio

El plan que trazaron para llevar a cabo en el Vaticano incluía dos nuevas armas en las que Exael había estado trabajando en esos días. Advirtió que eran experimentales y que debían tener cuidado con ellas, así que además de llevar esas también llevaron las clásicas de su armamento, entre lo que se hallaban las balas especiales que habían usado contra Satanás y sus hijos.

En esta ocasión, la cantidad de personas que irían por el mensajero serían muchas más que las que habían ido en un inicio, cuando siguieron las direcciones de los mensajes que recibía Luzbel. El grupo era numeroso y la idea, además de buscar en cada rincón y matar a todo el que se interpusiera, era volar completamente el Vaticano en pedazos. Ya no importaba nada más que acabar con Dyker y encontrar con vida a Yanij y Elkanyja.

Dentro del plan, Luzbel no estaba incluido. Considerando que a pesar de tener un poco más de experiencia de la que había tenido años anteriores, todavía no estaba lo suficientemente listo como para enfrentar a alguien como Dyker o siquiera a alguien como su gente. Meterlo en el plan era arriesgado y Seok Jin no estaba seguro de querer que su hijo volviera a meterse en peligro otra vez.

Aunque para Luzbel pudo haber quedado en el olvido, para Seok Jin parecía ser como si hubiera sido ayer cuando quisieron asesinar a su hijo. Y lo peor, es que fue en dos ocasiones: una cuando Luzbel apenas tenía seis años, y otra donde apenas tenía doce. El estrés que vivió durante ese tiempo, el miedo de perder a su bebé, lo seguían persiguiendo hasta el día de hoy.

Pero para Luzbel, solo estaba siendo exagerado. Estuvo bien que tuviera miedo cuando tenía solo seis o doce años, a esa edad ni siquiera era capaz de dar correctamente un puñetazo. Pero ahora, con sus más de cuarenta, Luzbel era completamente capaz de defenderse. Había sobrevivido al ataque de los cazadores, protegiendo a JiHoon para que no le hicieran daño, podía pelear con ellos sabiendo ya a lo que se enfrentaría y estando lo suficientemente armado como para hacerlo.

Ya no era un niño. Su familia tenía que dejar de verlo así.

Sin embargo, Luzbel no dijo nada, aceptó la decisión de su familia y dijo que se quedaría en su habitación, esperando que los demás regresaran mientras intentaba distraerse para pasar el rato y no pensar en lo que podría estarle pasando a sus padres. Aunque los demás le creyeron, solo Seok Jin sospechó de la veracidad de sus palabras. Pero sin pruebas que demostraran que Luzbel escaparía, solo podía confiar la seguridad de su niño en manos de su madre.

No era como si pudieran retenerlo demasiado. Luzbel sabía teletransportarse y sabía dónde estarían los demás. Lo único que tenía que hacer era esperar a que se fueran. No era muy difícil.

Mientras los demás se iban uno por uno, se encaminó a su habitación y se encerró en su cuarto. No tardarían demasiado en terminar de irse, así que contó hasta treinta y luego se teletransportó al castillo de Exael, donde una cantidad inimaginable de armas lo esperaban. Tomó dos armas de fuego y un centenar de balas. Se equipó con una cuchilla y con un sable en caso de que las balas fueran insuficientes. Debajo de la ropa llevó también una protección especial que Exael había hecho hacía muchos años, una hecha con materiales resistentes y flexibles del Infierno. Lo mejor era que debajo de la ropa apenas y se podía llegar a notar.

Cuando estuvo listo, se cubrió el rostro con un barbijo negro y su capucha de chaqueta. Se teletransportó lo más cerca posible de ellos y esperó a que se movieran para moverse con ellos.

Su abuela posiblemente lo mataría por escapar, pero no era como si a Luzbel fuera a importarle demasiado.

Ángel&Demonio

Sábado 19 de febrero de 2056. Lugar desconocido.

La luz era escasa, pero incluso todavía podía notar la silueta del bastardo que se lo había llevado. Alto y ancho, como un muro de arrogancia y egolatría. Dyker no era un hombre atractivo, pero su poder había atraído a un centenar de mujeres y hombres a su cama. Yanij nunca entendió el gusto por este hombre. Realmente no podía comprenderlo.

En su juventud, Dyker había intentado seducirlo, prometiéndole grandes regalos y gestos si aceptaba pasar la noche con él. Yanij lo encontró desagradable al instante. ¿Cómo había personas que se sentían atraídas por este idiota? Un ser celestial con tal nivel de ego era repugnante. Yanij lo odiaba.

Lo peor fue que el rechazo empeoró la situación. Dyker pareció volverse más obsesivo con él, más decidido a llevarlo a su cama y hacerlo su esposo. Quería que fuera el progenitor de la siguiente generación Divina, quería volverlo la madre de todos sus hijos. Yanij le escupió en la cara cuando se lo dijo. Fue un acto muy grosero y fuera de lugar, pero Yanij ya estaba harto de ser acosado por Dyker y, además, le estaba pidiendo todo eso mientras lo sostenía de la cintura, sus cinco dedos apretando tan fuerte su piel que dejaron marca.

Ahora, viendo que esa obsesión parecía persistir, se dio cuenta que quizás lo mejor hubiera sido desaparecer el alma de Dyker para que jamás regresara. Ser secuestrado por esta cosa con nombre era una pesadilla. No lo había forzado sexualmente, para su suerte, pero no creía que tuviera la paciencia para no hacerlo en ningún momento. Solo se conformó con dormir a su lado, abrazándolo tan fuerte que le rompió dos costillas las primeras noches. Y estando con sus poderes suprimidos, solo podía esperar a que este desgraciado hiciera algo para curarlo. Lo hizo, por supuesto, pero Yanij hubiera preferido aguantar el dolor a tener que sentir sus asquerosos dedos tocar su piel.

Lo peor de todo fue que Dyker le contó su sueño de felicidad eterno con detalle. Le contó como en él, Yanij aceptaba ser su esposo y como se volvía la madre de todos sus hijos, cumpliendo con sus asquerosas fantasías y haciendo el amor en tantos lugares que Yanij solo podía tener la idea clara de que esa persona no era él en absoluto. Se notaba claramente que era un sueño, porque solo en él aceptaría a un hombre como Dyker como su esposo.

Definitivamente había hecho bien en aceptar a Kalrax como su esposo. Ese era el único demonio que se merecía su amor. No un egoísta, caprichoso y mimado como Dyker.

—Tu ausencia sí que causó un gran revuelo, cariño—dijo Dyker mirando la puerta del cuarto donde estaba encerrado—. Kalrax es un hombre terco.

Mira quién lo dice. Al menos él sí me respeta.

—Sabes que te encontrará y te matará, ¿verdad? Kalrax no te perdonará que te hayas metido con su familia.

—Él no nos separará de nuevo, cariño. Y en todo caso que lo intente, estaré preparado para matarlo, eso no lo dudes—Dyker se acercó a él, sus manos tomando su rostro con demasiada fuerza, más de la necesaria—. Nadie volverá a alejarme de ti. Estaremos juntos para siempre y serás la madre de mis hijos.

La repulsión aumentó en su cuerpo cuando Dyker lo besó, forzando su lengua a entrar en su boca mientras apretaba su mandíbula con fuerza para evitar que la cerrara y le arrancara la lengua.

Maldita sea, esperaba que al menos su esposo pudiera hallar a Elkanyja con vida.

Ángel&Demonio

Sábado 19 de febrero de 2056. El Vaticano.

En esta ocasión, entrar sin ser vistos y no dar problemas ya no era una opción. Mientras menos quisieran mostrarse, menos posibilidades estaban teniendo de ganar. Sabían que mantenerse en las sombras no era una opción, no si querían encontrar a los causantes de tanto alboroto.

Por ese motivo, los tres grupos liderados cada uno por un demonio diferente, comenzaron a generar el caos en plena plaza del Vaticano. Para eso habían usado armas comunes para atacar a los humanos, liberando algunos de los Sabuesos del Infierno de Exael para que el caos fuera mayor. Gritos y súplicas llenaron el lugar. JungKook miró a una mujer en un balcón con su celular en mano. Ella tembló mientras filmaba, pero JungKook simplemente saludó antes de dispararle a un policía que estaba acercándose a ellos.

Seok Jin estaba en otro grupo, lo que lo disgustó enormemente, pero tuvo que aceptarlo. Su esposo era capaz de cuidarse solo.

Avanzó con el grupo que le correspondía, liderado por Satanás. El demonio simplemente movía su mano, enviando ondas que destruían los edificios a su alrededor. Muchos de los cuales se derrumbaban dando el tiempo justo para que los humanos escaparan. Si bien sus vidas no importaban mucho, tampoco estaban interesados en matar indiscriminadamente a esos humanos. Ya verían lo que harían los cazadores cuando se dignaran a salir. Sabían que posiblemente lo harían y los enfrentarían ahí, a plena luz del día y con la mirada de todos los humanos frente a ellos, viendo seres con alas y garras, seres que parecían sacados de un bestiario.

Bueno, casi. Estaban sacados de la Biblia...y tampoco se parecían tanto a los de la Biblia.

Cuando llegaron al obelisco del Vaticano, un grupo de personas armadas estaban esperándolos. Con solo verlos, JungKook sabía que eran humanos. No solo estaban vestidos como la guardia del Vaticano, sino que sus armas eran comunes armas humanas, incapaces de hacerles daño.

Uno de ellos, el que estaba al frente, quiso decir algo. Quizás alguna estupidez como No se acerquen más o Si se acercan disparamos, pero antes de lograr decir una sola palabra, dos demonios de los otros dos grupos los ejecutaron de una sola vez.

—Destruyan esta mierda—pidió Satanás sin mirarlos.

JungKook y otros tres seres siguieron a Satanás, mientras el resto se encargaba de destruir toda la estructura, dejando todo en escombros y tierra. No era ni una décima de lo que debían destruir, pero por algo debían empezar.

La verdadera diversión comenzó cuando estuvieron adentro y encerrados. Cardenales, monaguillos y otros tantos que trabajaban ahí se presentaron con sus atuendos, y todos fueron ejecutados nada más verlos. Inocentes o culpables, ¿realmente importaba? A JungKook solo le importaba que Jin siguiera con vida. Incluiría a sus hijos, pero estos no habían venido a la guerra así que no contaban.

El grupo se agrandó cuando los demás se unieron a ellos, dividiéndose en los diferentes pasillos para no dejar a nadie con vida. Algunos incluso habían comenzado a robar las cosas de oro que encontraban en el camino o cuadros que fueran catalogados como valiosos. JungKook se había hecho de unos anillos que encontró en una habitación, todos de oro macizo y piedras preciosas.

Al seguir avanzando a los pasillos más internos, los cazadores comenzaron a salir. Armados y cubiertos con algo especial para evitar sus golpes más fuertes. Ja, como si JungKook fuera a golpearlos como un Serafín. Para algo fue armado.

La lucha comenzó y pronto las balas comenzaron a viajar por todas direcciones. Sumado a eso estaban las espadas, muchas de las cuales desviaban las balas o las frenaban, sirviendo de escudo. Había una docena de seres que se habían dedicado a proteger usando espadas, mientras los demás se encargaban de atacar. JungKook era de los que atacaba.

Cuando las balas fueron disminuyendo, tomó su katana y corrió hacia los cazadores. El filo de su arma pasaba por las articulaciones, partes que sus cuerpos no tenían cubiertos y que estaban indefensas. Los cortes eran profundos, rasgando la carne hasta llegar al hueso. La sangre salía en cantidades obscenas, manchando el traje de rojo carmesí. No fue el único que cortó a los cazadores o les generó heridas de tal calibre. El piso empapado en sangre espesa y roja demostraba que JungKook no era el único que se estaba divirtiendo.

Llegar a quien enviaba los mensajes posiblemente no sería sencillo. Pero siempre y cuando pudieran llevarse a un par de estos cazadores e interrogarlos, sería suficiente. Al menos tendrían algo con lo cual continuar y no seguirían en ese tortuoso punto muerto.

Una bala se metió en su muslo, quemando la carne de tal forma que JungKook tenía por seguro que no era una bala normal. Metiendo sus dedos en la herida, extrajo la bala de la manera más cruda y salvaje, causando que la sangre cayera por el agujero que había quedado en su muslo. La bala era cobriza y causaba ligeras chispas, lo que la volvía demasiado curiosa. Pensando que era valiosa, la guardó en su bolsillo y continuó con la cacería tras envolver un trozo de tela en la herida para evitar la hemorragia.

El dolor no iba a hacerlo retroceder ni iba a afectar a sus movimientos. JungKook sentía placer con el dolor por lo que esa herida no causaría nada negativo en su persona. Por primera vez pensó que su masoquismo resultó ser útil para algo.

El avance fue feroz y casi ninguno de los cazadores que se encontraron sobrevivieron. Tuvieron solo dos bajas que a JungKook no le importó porque no se trataba de alguien que él conociera. No se trataba de Jin así que no importaba.

Continuaron avanzando. Pero cuando llegaron a los pasillos secretos del Vaticano, esos a los que muy pocos tenían acceso, no vieron ni sintieron a nadie.

Todos se habían ido de ahí.

Ángel&Demonio

Sábado 19 de febrero de 2056. El Cielo.

Al Cielo fueron enviados unos cuantos seres, liderados por Belcebú y Aamón. La idea era que siguieran la búsqueda por ese sector, un territorio amplio que alguna vez perteneció a Dyker y Dios, por lo que ellos conocían muy bien el lugar. En especial porque Marsyl no tuvo mejor idea que reconstruirlo tal cual lo conocía, en lugar de crear rutas y lugares nuevos.

Sí, su madre no había sido la mujer más inteligente del mundo. Belcebú a veces pensaba que si ella era la mujer que heredó todo el poder de la familia, entonces alguno de sus hermanos debió heredar la inteligencia.

Aunque luego de saber lo que su abuelo y su bisabuelo hicieron, no creía que la inteligencia formara parte de sus genes. Belcebú a veces agradecía haber heredado más de su padre que de su madre. Era algo reconfortante.

Gadreel se había ido con el grupo del Vaticano, algo que dejó con cierta ansiedad a Belcebú. No le gustaba saber que su esposo se había ido a una misión peligrosa sin él a su lado para ayudarlo. No desconfiaba de las habilidades de Gadreel, sabía que era un buen guerrero, pero en temas de fuerzas, Belcebú era claramente el más fuerte de los dos. Si él estaba a su lado, en una misión de este tipo, entonces se sentiría más seguro. Pero no, tuvo que ir con los demás idiotas a pelear contra los cazadores, mientras él estaba en una misión de Búsqueda del Tesoro. Si no fuera porque Gadreel lo llenó de besos y mimos a solas antes de irse, Belcebú probablemente hubiera rechazado ir al Cielo y dejar a su esposo trabajando con los demás imbéciles en la Tierra.

—Puedes poner una mejor cara—dijo su hermano pasando un brazo por sus hombros—. Sé que tu corazón de miel no está aquí y tienes miedo de que le pase algo, pero piensa en que nos matarán a todos si no encontramos de una vez al marido y a la hija de ese tipo.

—¿Y por eso tengo que dejar que mi esposo se vaya solo a una misión donde podría morir? Que se joda Kalrax, su esposo e hija no son importantes para mí, solo para él.

—Entonces piensa en el hecho de que si no es Kalrax quien nos mata, va a ser el bisabuelo loco.

Belcebú rodó los ojos, separándose de su hermano para seguir buscando en los lugares que ellos habían conocido cuando eran más jóvenes. Rincones que solo su familia conoció y que ellos, en su niñez, habían usado para jugar al escondite o a cualquier otra cosa que se les hubiera ocurrido.

Arrastró sus pies hacia un cuarto escondido, escuchando a dos de los seres celestiales que lo seguían hacer el mismo silencio que él. Belcebú entonces tomó el picaporte e iba a abrir la puerta, cuando sintió el peligro del otro lado. Con un escudo hizo retroceder a los dos seres celestiales que lo estaban siguiendo y retrocedió él también, justo a tiempo antes de que la puerta le estallara en la cara. El escudo que hizo los cubrió de los escombros que volaron. Aamón se apresuró a llegar con él tras escuchar el caos que se había formado.

Belcebú disipó la tierra que volaba con un movimiento de su mano. La silueta de un hombre lentamente comenzó a tomar forma y nitidez.

Tanto él como Aamón se paralizaron en su lugar. Ellos jamás habían conocido a este hombre, al menos no en persona. Pero sí lo habían visto muchas veces, durante muchos años. Una apariencia que los persiguió en sus pesadillas. Una imagen que generó dolor en sus vidas.

No hacía falta preguntar quién era. Ambos sabían que el hombre frente a ellos era Dios, su abuelo.  


Qué agradable esta familia, la familia Divina es más complicada que lo único que genera son ganas de matarlos ^u^

Se siente raro retomar la escritura de este ff cuando estoy empezando a subir otros, pero bueno, tenía que darle un fin de una vez para que no les quede la historia inconclusa. Lo único que me está gustando de todo esto, es enfocarme en los pensamientos de los demás personajes uwu

El próximo capítulo el 13/10, justo viernes 13 en el mes de Halloween JAJAJA...eso no es bueno :v

Nos vemos!!! besos :D

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