Eran amigos, pero había algo más, algo que a Jungkook tenía confundido y le hacía sentir una sensación extraña en el pecho. Sus manos temblaban y estaban completamente frías, temía que fuera a desmayarse en cualquier momento, más cuando Taehyung se acercó a él. Ni siquiera podía mirarle a la cara y un rojo intenso se asomó a sus mejillas cuando Tae tomó sus manos y le preguntó:

—¿Te encuentras bien?

Jungkook sentía el peso de su mirada sobre todo su ser, su preocupación, algo estaba pasándote y no podía ocultarlo, por más que quiera...

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Kim Tae Hyung era su amigo de la infancia, su casa quedaba al lado de la de él, sus padres se llevaban bien. Siempre íban juntos a la escuela, Taehyung era dos años mayor, salían a fiestas, se divertían.

TaeTae, como Jungkook le llamaba, era también su héroe, cada vez que él tenía un problema Tae corría a salvarle, cuando se peleaba con su novio él le consolaba, cuando sus padres no estaban en casa él le hacía compañía. Taehyung lo era todo para Jungkook.

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—Hola, soy Kim Tae Hyung , aunque puedes llamarme Tae, y tú cómo te llamas.

—Hola, me llamo Jeon JungKook. ¿Vives al lado cierto?

—Sí —le respondió Tae—. Espero que seamos buenos amigos.

Esas palabras fueron las que intercambiaron el día que se conocieron y desde ahí se convirtieron en grandes amigos, los mejores. Pero cuando Jungkook terminó sus estudios se mudó para Gangnam, pues vivían en Busan. Lo más extraño es que Taehyung se fue sin despedirse y Jungkook se enojó mucho, por más que trató de encontrarle una justificación nunca pudo entender el porqué.

Se pasó tres meses triste, añorándolo, rezando para que volviera o para que le llamara y jamás lo hizo. Al cuarto mes de depresión Jungkook conoció a otro chico, él acababa de mudarse; su nombre: Jimin, desde que se conocieron se hicieron amigos, eso le hizo recordar a Tae nuevamente, así que trató de olvidarlo, pues él también lo había sacado de su memoria.