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CAPITULO 30

CAPÍTULO 30

— Me parece una buena idea — dice mi padre en la cena. 

La emoción de las últimas semanas aún me llena, especialmente después de aquella noche en la fiesta con Hannah. Su calidez y la forma en que su presencia me hizo sentir completo me dejaron en una nube de felicidad. Cada recuerdo de su carita, tranquila e inocente, hace que mi corazón lata con más intensidad. 

— ¿Estás de acuerdo, Taemin? — pregunta mi padre, sacándome de mis pensamientos. 

— Eh, sí, padre — respondo, aunque mi mente aún está recordando esos momentos con Hannah, deseando que se repitan.

La conversación sigue, pero mi atención es capturada por la risa de Emma.

— Entonces solo faltan tres meses para que vayan a estudiar juntos al extranjero — dice la señora Fátima con una sonrisa — Por favor, Taemin, quiero que cuides mucho a Emma. 

Mi corazón se detiene por un segundo. ¿Cómo es posible que Emma también vaya? Este anuncio altera mi mundo y llena mi mente de confusión. Miro a mi padre, incapaz de procesar la información. 

— ¿Qué? — pregunto, sin poder ocultar mi sorpresa.  

— Te pregunté si te agrada la idea y respondiste que sí — dice mi padre, aparentemente sin darse cuenta de mi estado. 

Tres meses. Solo tres meses para estar con Hannah antes de que todo cambie. Siento una ola de ira y frustración creciendo dentro de mí. Este sueño que se había convertido en una realidad tan dulce ahora se ve amenazado. 

— ¿No podemos alargar el tiempo? — pregunto, tratando de encontrar una solución. 

— No hijo, debes terminar lo más pronto posible — responde mi padre con firmeza.

— Estoy de acuerdo con tu padre, hijo, deberías enfocarte — dice la señora Fátima, sin captar la tormenta emocional que está desencadenando en mí. 

— ¡No me llame así! — exclamo, mi voz temblando de furia — No soy su hijo.

La memoria de todo el daño que causó a mi madre arde en mi interior. La promesa de dejar el pasado atrás se tambalea mientras veo su sonrisa fría. No puedo soportarlo.

— Taemin, por favor, compórtate. Fátima solo quiere ... 

— ¡¿Qué quiere?! — grito, mi furia desbordando — ¡¿Acaso también quieres arruinar mi vida?! 

— ¡Taemin, ve a tu habitación ahora mismo! — ordena mi padre, su voz retumbando con autoridad. 

— Estás tan ciego, padre — digo mientras me alejo, sintiendo cada paso como una carga pesada.

En mi habitación, mi mente se vuelve un torbellino. El tiempo con Hannah se está acortando, el corazón en un nudo, me preparo para enfrentar a Hannah. Mi mente está ocupada en cómo decirle que me voy al extranjero, cómo hacerle entender que esto no cambia lo que siento por ella. 

.

 Estoy en el cafetín, tomando un vaso de café mientras la miro acercarse. Cada paso que da se siente como una eternidad y mi miedo crece. Su presencia es un bálsamo, pero el dolor de la noticia pesa sobre mí.

— ¿Es cierto? — pregunta, su voz temblando ligeramente. Puedo ver el dolor reflejado en sus ojos. 

Mi corazón se rompe al escuchar la pregunta. No quería que fuera así, no deseaba que fuera por este camino. La realidad de la situación se hace evidente y mis palabras se enredan en mi garganta. 

— ¿Qué? — pregunto, tratando de entender.  

— ¿Te irás a estudiar al extranjero? — pregunta de nuevo, sus ojos llenos de tristeza. 

— Toma asiento, por favor — le pido con ojos de suplica 

Ella se sienta, sus ojos nunca apartándose de los míos. Me esfuerzo por encontrar las palabras adecuadas, pero la verdad es que me duele más de lo que puedo expresar. 

— ¿Qué pasará, Taemin? ¿Solo fui una diversión para ti todo este tiempo? — su voz tiembla entre el dolor y la ira.

— Sabes que eso no es cierto, tú lo sabes perfectamente — murmuro, mis palabras llenas de dolor — No te lo dije porque sabía que esto te dolería. Pero créeme, esto me duele más a mí. Quiero estar contigo, pero si me pides que no me vaya, no lo haré. Solo pídemelo — le digo, sintiendo las lágrimas deslizarse por mi rostro.

— No, Taemin, entiendo perfectamente — dice con un tono de aceptación dolorosa — No puedo interferir en tus sueños y metas. 

— ¿Sabes por qué lo hago? — pregunto, y ella niega con la cabeza — Soy el heredero de la marca de mi padre, famosa en el país. A mi regreso, la compañía estará en mis manos — explico, mi voz llena de la gravedad de mi realidad.

— Lo sabía, Amy no mentía — dice ella con una mezcla de resignación y humor — Siempre supe que tenías cara de niño millonario.

Su comentario me hace sonreír a pesar del dolor. El amor que siento por ella se refleja en cada palabra, en cada mirada.

— Ella también irá, ¿verdad? — pregunta, su voz temblando con incertidumbre. 

— ¿Cómo sabes? — pregunto, sorprendido. 

— Solo contesta, Taemin — insiste.  

— Sí. Pero, amor, no te preocupes por eso. Sabes que te amo solo a ti. Durante este tiempo, nadie me ha hecho sentir lo que tú provocas en mí — digo con sinceridad.

— Está bien — dice ella, y su respuesta me sorprende — Te estaré esperando — dice sonriendo, mientras las lágrimas siguen su curso por sus mejillas. 

— Amor... — Nunca pensé tener un amor a distancia, pero ahora lo tendré. Será interesante — dice con una mezcla de tristeza y determinación.

— Prometo que te escribiré y llamaré — le aseguro, mi voz llena de promesas.

Ella saca un anillo de su mano y me lo ofrece.

— Ten esto — dice — Llevarás esto contigo, quiero que sirva de recuerdo.

— Amor, no es necesario — intento decir. — Tengo suficientes recuerdos de ti que no me dejarán dormir en la noche, y ¿sabes algo? — tomo su mano y la coloco en mi pecho — Este sentimiento que tengo hacia ti, nadie más lo hará sentir. Porque es amor, Hannah, y como decía mi tía, el amor no se puede compartir. Quiero que lleves ese anillo hasta que volvamos a encontrarnos, porque nosotros nos amamos y nuestro destino es estar juntos. 

— Esto duele mucho — dice ella, su voz quebrada por las lágrimas.

— Me gustas, Hannah. Te amo más que a mi vida, amor, no lo olvides — digo, las lágrimas fluyendo libremente por mi rostro. 

— También te amo, Taemin — responde ella con la misma intensidad. 

— Es muy temprano para llorar, corazón. Aún no me iré, faltan unos cuantos meses, así que — me levanto del asiento con una sonrisa limpiando mis lágrimas — disfrutemos el resto del día — digo, intentando encontrar consuelo en su compañía mientras el dolor y la esperanza se entrelazan en mi corazón.

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