CAPITULO 25
CAPÍTULO 25
— Deben presentar un avance del proyecto de investigación durante esta semana, con las indicaciones que les he mostrado — menciona el docente.
Esa noticia me llena de preocupación, ya que el proyecto aún está en mi lista de cosas por hacer. Hago un puchero con mis labios, pensando que debería comenzar ya, o de lo contrario, no terminaré. Me vendría bien hacerlo en equipo, pero con el grupo de la última vez no podría; terminaría haciéndolo yo solo. Así que...
— ¿Quieres reintegrarte al equipo? — susurra Hannah delante mío, con un brillo en sus ojos que ilumina mi día.
Ese susurro de Hannah es como una chispa que enciende mi corazón. Me llena de esperanza y felicidad, pero también de dudas. Me preocupa que ya hayan avanzado mucho y yo no haya contribuido, así que arrugo ligeramente mis cejas.
— Aún no lo hemos hecho, si eso es tu preocupación — dice con una sonrisa que me hace sentir un cálido alivio.
— ¿En mi casa o en la tuya? — pregunto.
— Lo haremos al terminar las clases de hoy, en la biblioteca. Tenemos muchos recursos ahí e internet gratuito — responde con una sonrisa que me hace sentir como si todo estuviera en su lugar.
Me enamoré de la chica correcta.
Luego escucho el timbre que indica la hora de receso y me levanto con energía para ir con Hannah a la cafetería. Sin embargo, ella entra y mis planes cambian.
— Taemin — dice Emma acercándose a mí — ¿Ya nos vamos? — pregunta.
Desvío mi mirada hacia Hannah, quien está a unos metros con su amiga, y le dedico una sonrisa llena de cariño.
— Iré con alguien más, Emma. Puedes ir con tus amigas — digo con determinación.
— Pero Tae...
Voy caminando hacia la mesa de Hannah, tomando su mano con suavidad y guiándola para salir juntos. No puedo permitir que me quiten momentos especiales con una persona tan especial para mí.
— ¿La conoces? — pregunta Hannah con curiosidad.
— Sí, es una conocida de mi papá, para ser exacto, la sobrina de la comprometida de mi padre — le indico mientras acaricio su mano tan suave, disfrutando la calidez de su toque.
Nos sentamos en una mesa disponible en la biblioteca. Mientras hago un resumen de unas páginas de un libro interesante para nuestro trabajo, observo a Hannah, tan concentrada redactando en la laptop, y a la otra chica, compañera nuestra, también trabajando en un resumen. Es un placer encontrarme en un equipo que realmente apoya, porque me estaba imaginando pasar la noche despierto.
— Estos son los resúmenes que pude rescatar — nos dice la chica, y yo asiento con la cabeza.
— Está perfecto — dice Hannah con una sonrisa encantadora que ilumina su rostro. — Termino la introducción y empiezo a agregar cada detalle — nos indica.
Al terminar, me levanto y me paro detrás de su asiento, observando el documento en Word mientras ella sigue escribiendo. Me acerco y el aroma a menta y flores que emana de ella me envuelve. Me doy cuenta de las características del documento.
— ¿Formato APA? — pregunto.
— El profesor lo aclaró — me responde, y puedo ver un puchero en sus labios.
— Chicos, ¿algo más que les pueda ayudar? — pregunta la otra chica.
— Ya puedes irte, no te preocupes, que solo falta redacción — indica Hannah, sonriendo con amabilidad. — Muchas gracias por tu tiempo y los resúmenes — añade.
La amabilidad de Hannah me hace admirarla aún más. Sus gestos y su sonrisa son como una luz en mi día.
Me separo de Hannah para regresar a mi sitio y continuar leyendo un libro para apuntar ideas importantes. Estoy tan concentrado en hacer entendible mi letra que no puedo evitar recordar cómo Liam siempre decía que mi letra parecía un garabato. Solo Tom tenía una letra bonita.
— ¿Ya terminaste? — me pregunta Hannah, provocando un cosquilleo en mi estómago con su mirada.
— Así es, jefa — digo riendo mientras le paso las hojas.
— Dame unos minutos para terminar — me dice, y me dedico a mirarla con admiración.
Sus ojos se enfocan en la pantalla y sus manos escriben con destreza. He perdido la cuenta de los minutos, y poco a poco mis ojos se van cerrando. Finalmente, me levanto con actitud al notar que ya está oscureciendo.
— ¿Quieres que te ayude? — le ofrezco, con una sonrisa esperanzada.
— Ya terminé — me responde y apaga la laptop.
Tomamos los libros y nos dirigimos al estante donde estaban antes. Ella me pasa cada libro para que los coloque uno tras otro. Con el último libro en la mano, me doy la vuelta y veo que ella está parada, observándome. Nos miramos por un momento, y decido acortar la distancia en un paso, pero ella retrocede uno más. Sonrío y avanzo un paso más. Ella retrocede hasta chocar con el estante de libros, y yo coloco mi mano detrás de su cabeza para protegerla de cualquier daño. La distancia entre nosotros se ha reducido tanto que siento su respiración en mi cara.
La miro a los ojos, y su mirada profunda y especial me hipnotiza. Su mirada cae en mis labios, y me doy cuenta de que estoy tan cerca de ella que no puedo resistirlo más.
— Escucha los latidos de mi corazón — digo en un susurro, tocando sus labios con mis dedos. — Esto es el efecto que tú causas en mí.
Nos quedamos así unos segundos más, y me acerco lentamente a sus labios. Cierro mis ojos para sentir el cálido beso que estoy a punto de recibir. Sin embargo, quiero respetar sus sentimientos y no quiero que piense que soy posesivo, así que me alejo y la miro preocupado.
— Si no lo quieres, está bien — digo, tomando el último libro que tenía en la mano y dándome la vuelta para dejarlo en el estante.
Siento una mano en mi brazo, y ella me gira hacia ella. Nos miramos intensamente, y ella se acerca a mí, empujándome con un dedo hasta que mi espalda hace contacto con el estante de libros. Me pierdo en su mirada, que está tan concentrada en mis labios.
— Si quiero — susurra, acercándose a mi oído.
Va acortando la distancia entre nosotros, y siento que me voy a desmayar por la intensidad del momento. Por inercia cierro mis ojos hasta sentir sus labios tocar los míos. Es una chispa que explota en mi corazón. Continúo el beso, rodeando su cintura con mis manos mientras ella rodea mi cuello.
Solo tú haces que este momento parezca mágico, chica de mejillas rojas.
Nos separamos con un chasquido en los labios, y ella me sonríe, su mirada aún llena de emoción.
— No puedo creer que esto esté pasando — digo, hipnotizado por su presencia.
— Pues está pasando — responde con una sonrisa que me hace sentir en las nubes.
Tomo sus manos y deposito un cálido beso en ellas. Recojo nuestras cosas y nos dirigimos hacia la salida de la biblioteca, notando que el cielo ya está oscuro.
Caminamos unas cuadras a paso lento con nuestros vasos de capuchino que ordenamos hace unos momentos, tomados de la mano. Ella rompe el silencio.
— La próxima semana es la competencia de baloncesto — me recuerda.
— Así es, esperemos ganar. Últimamente, los chicos se han estado esforzando mucho y nuestro entrenador también. Solo falta que mi vitamina esté allí viéndome — digo, sonriendo mientras tomo un sorbo de mi capuchino.
— ¿Vitamina? — me pregunta para sentarse también a mi lado.
— Tu eres mi vitamina— digo — Si tu estas allí, me luciré y daré todo mi esfuerzo — digo sonriendo y tomando mi capuchino.
Ella me mira atentamente, y una sonrisa se escapa de sus labios.
— Tienes — se acerca a mi rostro y siento sus dedos limpiar una parte de mis labios — un poco de capuchino.
¿Por qué esta chica me pone tan nervioso que mi cerebro aún no procesa lo que debería hacer? Por un momento, pensé que quería darme otro beso, otro beso suyo que muero por sentir.
Me acerco nuevamente a ella.
— También tienes capuchino justo aquí — beso cerca de sus labios — y aquí — beso en su cachete — aquí también — beso en el otro cachete — y justo aquí — robo un beso de sus dulces labios.
Ella está a punto de decirme algo, pero un auto se estaciona justo en frente de nosotros.
— Ya llegó — digo, levantándome para tomarla de la mano.
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