CAPÍTULO 05

El sonido de la alarma me sacó de un sueño placentero, el tipo de despertar que te hace desear seguir en la cama. Pero hoy era especial: el primer día en la universidad. Mi corazón estaba lleno de emoción y nervios. 

Después de una rápida ducha, me vestí con ropa casual y me puse un abrigo para el frío matutino. Con la mochila al hombro, bajé las escaleras y encontré a mi abuelita sirviendo el desayuno.

— ¡Ya era hora, mi querida Hannah! — me saludó con una sonrisa cálida. 

 Me senté a la mesa y disfruté del desayuno preparado por ella, siempre con su toque mágico en la cocina. Al mirar el reloj, noté que me estaba haciendo tarde. Me despedí con un abrazo apretado y un susurro de buena suerte.

— Gracias — le respondí antes de salir. 

 El aire frío me despertó del todo. Subí al autobús lleno de estudiantes, sintiendo una mezcla de emoción y nervios. No podía creer que el sueño de obtener una beca en una universidad prestigiosa se estaba haciendo realidad.

Al llegar al campus, me sentí abrumada por la magnitud del lugar. La universidad irradiaba un ambiente vibrante y lleno de vida.

 — ¡Buenos días! — me saludó una voz familiar. Me di vuelta y vi a Amy, mi amiga.

— ¡Buenos días! — le respondí con una sonrisa. — Estoy nerviosa. 

— Yo también, pero — tomó mi mano y dijo — ¡Vamos!

Caminamos juntas por los pasillos del campus, que parecían un laberinto. Finalmente, encontramos nuestras aulas y nos sentimos aliviadas. 

 — Bien, hemos llegado — dijo Amy, soltando mi mano. — ¡Buena suerte! 

Después de la primera clase, el timbre anunció el receso. Fui al cafetín a comprar algo. La profesora había hablado mucho sobre "disciplina", como si la única opción fuera estudiar sin parar. Aunque soy disciplinada, mi abuelita siempre decía que es importante equilibrar el estudio con tiempo para uno mismo. No somos robots.

Mientras pensaba en esto, un golpe repentino me hizo reaccionar. Sentí un dolor agudo en el trasero y abrí los ojos para encontrarme con un chico encima de mí. Nuestras miradas se encontraron; su rostro me parecía familiar, pero no podía ubicarlo.

¿Quién eres tú, chico de cabello castaño?

 Él se levantó rápidamente y se alejó sin decir una palabra. Me quedé en el suelo, esperando al menos una disculpa. Pensé: "Este chico no me agrada". 

— Perdónelo, señorita, va tarde a su clase — dijo una voz más madura. Era un chico mayor que me ayudó a levantarme y a recoger mi libro, que se había caído en el impacto. 

— No se preocupe, estoy bien — mentí. El dolor en mi trasero no era algo que podía ignorar fácilmente, pero no quería hacer un escándalo. — Si no llego pronto a mi aula, también llegaré tarde a clase.

Me despedí y me apresuré a regresar a mi aula. Al llegar, vi al chico de cabello castaño sentado en una de las primeras filas. ¿Era mi compañero de clase? Esto no podía ser una broma pesada. Salí para verificar que no hubiera cometido un error, pero al ver a mi docente llegar, supe que no había confusión.

Regresé al aula y busqué mi asiento, tratando de acomodarme a pesar del dolor persistente.  Miré disimuladamente al chico, que parecía atento a las indicaciones del maestro, ignorándome completamente. La sensación de incomodidad no se iba y el dolor de mi trasero tampoco. 

— Bien, chicos, la clase va a comenzar — anunció el docente, sacándome de mis pensamientos y comenzando la lección.