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- Hola niños, bienvenidos al taller de repostería de Jimin. Hoy vamos a preparar: ¡Galletas! - Jimin ensayaba frente a su único espectador con una sonrisa tan forzada que parecía un psicópata. Jungkook no podía aguantarse la risa.
- ¿En serio vas a presentarte así en las clases? - preguntó Jungkook sumamente divertido, Jimin fingió ofenderse y rió.
- No lo sé, solo estoy dando un ejemplo - contestó un poco abochornado.
Ambos hombres habían caminado por mucho tiempo sin dejar de hablar y al final terminaron en casa de Jimin. No saben como pasaron de hablar como dos adultos a reír como dos chiquillos. Puede ser ya las copas de vino que han bebido o simplemente la comodidad que siente Jungkook por la presencia de Jimin.
Jungkook siente sus mejillas arder y un pequeño cosquilleo en su cuerpo, sus ojos se han achicado y su sonrisa se ha ensanchado aún más. No hay por ningún lado el rastro del hombre introvertido y tímido. Jimin ríe de todo lo que sale de la boca del mayor.
- No sé nada de pastelería pero se mucho sobre niños. Básicamente para llamar su atención debes ser tú - comentaba entre risas. - A los niños les encanta cuando eres tú mismo. Con los pequeños no puedes fingir - decía el hombre arrastrando las palabras y sonriendo sin parar.
Jimin escribía notas mentales y recordaba atentamente todo con una amplia sonrisa.
- Solo sé tú. A los niños les vas a gustar mucho. Si yo fuera niño, me gustarías.
Jungkook ya no sabe lo que está diciendo o lo que puede causar en el otro chico parado frente a él, pues suelta las palabras sin poderse detener, sonríe como loco y realiza expresiones graciosas con su rostro. Es cierto entonces lo que dicen sobre el alcohol, saca lo más recóndito de tu ser, lo que no puedes decir con facilidad y en estado de sobriedad.
Definitivamente, Jungkook ya está borracho.
Jimin se sonroja más de la cuenta, un rápido pensamiento pasó por su mente, como estrella fugaz. ¿Puede gustarle a alguien solo porque sí? Prefiere no indagar y mejor bebe del contenido de la copa hasta dejarla vacía.
Jungkook pasó de reír a sollozar despacio, causando asombro y a la vez preocupación a Jimin, quien se acercó y acarició su espalda con suavidad.
- Jungkook, ¿qué tienes? Puedes contarme. Puedes confiar en mí.
- ¿Por qué me siento tan solo? No entiendo qué fue lo que hice mal.
- ¿Tiene que ver con la madre de Yumi?
Jungkook se quedó en silencio. Tomó un poco de aire y lo soltó en un suspiro pesado. Parece que Jimin dio en el clavo y al parecer para Jungkook es un tema difícil de abordar. Pero el hombre necesita hablarlo de una vez por todas para poder continuar con su vida y dejar aquel pasado atrás.
- Lo siento, si no puedes decirme, lo entiendo. Perdón por ser grosero y entrometido.
- No, no pasa nada. Creo que ya es tiempo de cerrar este libro. No he hablado con nadie más aparte de mis padres y es algo que me quema, ¿sabes?
- Puedes confiar en mí.
- Pastelero y psicólogo. ¡Una ganga!
Ambos rieron.
- Tenía 17 años cuando la conocí. En realidad no me gustaba. La invité al baile de graduación porque me sentí presionado. Ni siquiera por mis amigos, fue por mi mente y el pensamiento de que si invitaba a un chico al baile, iba a ser señalado. Me sentía un bicho raro. ¿Es raro que te guste un chico?
- No lo es, claro que no. Pero continúa.
- La invité al baile y fingí que me gustaba. Hasta la besé y creo que fue el peor error que cometí. Ella se ilusionó y la verdad, yo no supe decir que no, no quería lastimarla. Un mes después me pidió que fuera su novio y acepté. Con el tiempo empecé a quererla. A los pocos años, nos casamos. Aún no comprendo cómo sucedió. Pero ella estaba muy aferrada a la idea de que seríamos felices. Cuando nos casamos y comenzamos a convivir, toda esa pantalla de amor real que ella mostraba a los demás, se había ido. Habíamos hablado de no tener hijos en un tiempo pero ella creyó que iba a dejarla y se embarazó. De todo lo que viví con ella, lo único que me mantuvo con los pies sobre la tierra, fue haber tenido a Yumi. Cuando ella nació, su madre se había arrepentido de tenerla y empezaron las discusiones. Fue como si tener a la niña haya sido solo un capricho y ya. Si no hubiera sido por mis padres, yo no hubiera sabido que hacer.
- ¿Pensaste en separarte alguna vez?
- Nunca. A pesar de todo, soy un hombre de palabra y le di mi palabra y siempre soñé con tener una familia. Nunca imaginé que me convertiría en un padre soltero. Cuando Yumi tuvo casi 3 años, todo colapsó. Encontré pruebas de embarazo positivas y al confrontarla, no tuvo más remedio que decirme que estaba embarazada de otro hombre. Sería madre de un niño. Ese día algo se rompió en mí. Y a su vez, abrí los ojos - una pequeña lágrima rodó por su mejilla - esa noche lloré tanto y eran las 2 de la madrugada cuando llamé a mi madre y le conté todo. Llegaron enseguida. Hubo una fuerte discusión entre mi madre y ella. Y ella se fue. Y Yumi era tan diminuta, tan frágil y pequeñita y en el momento que sentí que todo se había derrumbado, ella me sonrió y me dijo: Papi, te amo. Esa noche supe que tenía que seguir por ella. Después de un par de meses, llegó la carta de divorcio y la firmé. Ella también me cedió la patria potestad completa de Yumi y lo último que supe fue que salió del país. Y bueno, ahora somos Yumi y yo y han pasado 4 años desde entonces.
Jungkook terminó de hablar y ya le era imposible contener las lágrimas que salían de sus ojos. Jimin lo abrazó.
- Lo siento, lo siento tanto. Has sufrido mucho y te admiro por lo fuerte que eres. Has sabido sobrellevar el dolor y has hecho de Yumi una niña encantadora. Dios, te admiro tanto - susurraba el chico y Jungkook no supo más que hacer que aferrarse al chico como si su vida dependiera de ello y se permitió llorar.
Jungkook esa noche lloró como un niño en los brazos de Jimin.
Y con cada lágrima, el dolor iba menguando, trayendo con ello, una indescriptible paz.
Pasaron varios minutos y solo se podía escuchar los pequeños sollozos del hombre en el pecho de Jimin, tenía los ojos cerrados y respiraba ya con calma. Al chico no le molestó nunca el haber sido invadido en su espacio y al parecer Jungkook necesitaba eso.
- ¿Deseas beber algo de té? - ofreció Jimin y Jungkook se talló los ojos y asintió.
Había un torbellino de emociones en su interior. El hombre quiere organizar sus ideas pero solo siente sus ojos pesados e hinchados de tanto llorar y el corazón que latía dentro de su pecho. Alzó la mirada y Jimin había desaparecido de su vista y se mantuvo quieto mirando un punto fijo en la pared.
Cuando el chico volvió, llevaba consigo una taza de té humeante y una porción de pastel de chocolate. Jungkook se convirtió en un niño otra vez.
- El pastel de chocolate sana corazones rotos - recitó Jimin convencido extendiéndole el plato. A Jungkook le brillaron los ojos.
Tomó una porción de pastel y sin más se la llevó a la boca y fuegos artificiales se encendieron en su interior. Parecía que con cada mordida, el dolor se hacía más y más pequeño hasta desaparecer por completo. No dijo nada hasta terminarlo todo.
Jimin pacientemente esperó a que Jungkook terminara de saborear lo que tenía en su boca y llegó a pasar el dedo por el plato para tomar un poco de crema y se la comió.
- Jimin, ¿cómo pudiste hacer esto tan delicioso?
- Es la receta de mamá. Siempre se la preparaba a papá cuando tenía un mal día - habló con nostalgia. - Era mágico, mi papá comía y enseguida se ponía feliz.
- ¿Los extrañas?
- Cada segundo del día.
- ¿Ya te dije que tienes manos mágicas?
- Cada segundo del día - Jimin repitió y ambos rieron.
Jungkook pidió una segunda porción de pastel y aquella noche culminó entre dulces sonrisas, parecía que con cada bocado, el dolor se convertía en solo un recuerdo y a su vez llegaba solo paz y tranquilidad a su vida.
Aquella noche, por fin, Jungkook cerró el gran libro del pasado y ahora solo piensa en el presente.
Y Jimin... Solo quiere ver feliz a Jungkook. Y ya sabe como lograrlo.
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