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Las niñas disfrutaban del agua fresca de la piscina, mientras que los adultos las observaban atentos.

- Jimin, ¿deseas algo de tomar? Tengo agua, soda, jugo de manzana, whisky, cerveza, ron... Aunque beber alcohol no sería buena idea, ¿verdad? - mencionó un tanto avergonzado. No recuerda la última vez que alguien que no sea su familia haya sido invitado a su casa. Se siente un poco idiota al no saber cómo actuar.

Jungkook es un mar de nervios. Pero sabe ocultarlo detrás de aquella sutil sonrisa.

- Agua estaría bien.

El hombre asintió y tomó de la pequeña nevera un par de botellas y le extendió al chico y éste le agradeció.

- Me imagino que de tantos postres que realizas, estás cansado, ¿cierto?

- Algo así. Realizo pan y postres todos los días y no puedo evitar probar y tengo un poco de temor de hacerme diabético. Y la verdad disfruto más de saber que a los demás les gusta.

Jungkook sonrió.

- Créeme, si yo tuviera una pastelería, seguramente quebraría y me enfermaría. Realmente amo comer postres.

- Debe cuidarse, ¿A Yumi también le gustan los postres?

- Su postre favorito es el helado. Así que yo me como todos los pasteles cuando compramos.

- ¡Papi, papi, ven a nadar con nosotras! - gritaba eufórica la pequeña, interrumpiendo la conversación. A Jungkook se le ensanchó la sonrisa y asintió haciéndole un ademán con las manos para que esperase un momento.

- Bueno, el deber llama - mencionó con una sonrisa y Jimin imitó la acción.

El chico observa como el hombre juega con ambas niñas con tanto cuidado y atención. Lo ve reír y dejarse mojar por su hija y no puede evitar sentir tanta ternura en su interior. Es como si ese padre quisiera forjar hermosos recuerdos. Recuerdos inolvidables.

Pasaron un par de horas cuando ya se hizo momento de salir de la piscina, los dedos de las manos y pies de las pequeñas estaban tan arrugadas que parecían pequeñas uvas pasas. Jungkook les dio indicaciones para que se asearan correctamente mientras los adultos cocinaban.

- Comeremos pollo con verduras. ¿Quieres ayudarme? - preguntó a Jimin y él con gusto aceptó.

Jungkook sacó los ingredientes de la nevera y los colocó sobre el mesón. Pareciera que no sabía lo que estaba haciendo.

El chico dio un pequeño vistazo y confirmó sus sospechas. Habían un montón de ingredientes que no tenían nada que ver con la preparación y se nota que no ha entrado a la cocina hace tiempo, pues se quedó mirando los anaqueles con duda. Aquel hombre no tiene ni idea de donde están los utensilios de cocina.

- ¿Dónde está la sartén? - Jungkook preguntaba para si mismo de brazos cruzados ante la mirada de Jimin. - Lo siento, mi madre me ayuda todos los días y la verdad, no sé mucho sobre cocina.

Jimin rió. Jungkook sonrió avergonzado una vez más.

- No se preocupe, yo lo ayudaré.

Jungkook esta vez tomó el lugar junto al mesón y vio como Jimin se movía por la cocina con tanta naturalidad que parecía que vivía ahí, pues sabía exactamente en dónde estaban todas las cosas.

Hace ya tanto tiempo no había tenido esa sensación en su interior, esa sensación de sentirse acompañado. Y aunque siempre está junto a su niña y sus padres, el sentimiento de tener a alguien con quien compartir su espacio, le hizo recordar rápidamente al pasado. Cuando la madre de Yumi cocinaba para todos y se movía de un lado a otro con ese vestido de flores que tanto le gustaba usar.

Vio lo mismo en Jimin.

El chico se dirigía de un lado a otro y aunque estaba concentrado en la cocción de los alimentos, su rostro estaba lleno de paz y de sus labios salía una hermosa melodía.

Jungkook quedó hipnotizado y sonrió por enésima ocasión.

- ¿Quiere ayudarme? - preguntó Jimin al ver que el hombre no hacía nada más que verlo en silencio. - Puede pelar las patatas.

- Oh si, claro.

Jungkook tomó el pelador y comenzó su labor. Lo hacía con un poco de torpeza y Jimin no podía dejar de observarlo y reírse. El hombre quería aparentar que sabía lo que hacía pero una mala maniobra con la cuchilla del artefacto, hizo que su dedo fuera cortado.

- ¡Ay! - Jungkook soltó un grito y se llevó el dedo a la boca.

- No se chupe la sangre, lávese las manos.

El hombre hizo caso y al contacto con el agua le ardió y se retorció del dolor.

- Voy a tomar un huevo - dijo Jimin y lo rompió y tomó una pequeña parte de la capa interna y se la colocó sobre la herida. - Mamá me enseñó que si alguien se corta en la cocina, la tela del huevo funciona como cicatrizante.

Y efectivamente, como por arte de magia, el dedo de Jungkook dejó de sangrar.

- No lo puedo creer - repetía una y otra vez incrédulo y sorprendido mirándose el dedo del que ya no había rastro alguno de sangre. - Tienes manos mágicas, Jimin.

- Nada de eso - respondió avergonzado. - Son solo primeros auxilios de cocina. Mejor quédese sentado, ya casi está listo todo.

Jungkook se sintió como un niño regañado y volvió a su lugar. Jimin terminó de cocinar y las niñas también había bajado ya listas para comer.

Todos se lavaron las manos y pusieron juntos la mesa y se sentaron a disfrutar de la comida.

- Papi, esto está muy delicioso - decía Yumi.

- Mi amor, no se habla con la boca llena, te puedes atorar. Y si, realmente está muy rico todo. Gracias a Jimin.

- El tío Jimin cocina mejor que la abuela. ¡Pero no se lo digas, papi!

Jungkook soltó una carcajada y se llevó los dedos a la boca y formó un candado invisible. Jimin se sintió agradecido.

Terminaron de comer y Jimin lavó los platos junto a las niñas que reían intensamente mientras jugaban con el jabón. Jungkook recogía las cosas de la mesa y terminó de guardar todo.

El plan siguiente era mirar una película de Disney princesas y a los dos hombres no les pareció nada fuera de lo normal.

- ¡La princesa y el sapo! - gritaban al unísono ambas pequeñas y Jungkook se las puso.

Durante la película, a las niñas les pareció más divertido comer las palomitas, pero el más atento era Jimin.

- Es mi película favorita - susurró al ver que Jungkook no dejaba de mirarlo, al verlo tan concentrado.

- La mía es Enredados.

- ¿En serio? La parte donde Rapunzel baja por primera vez de la torre, fue genial.

- Y cuando cura la mano de Eugene y casi se muere del susto.

- Creo que el caballo se llevó el protagonismo.

- Creo que fue Pascal. Ese camaleón es lo máximo. Pero, Jimin, ¿qué hacemos hablando de princesas?

- No lo sé, se lo veía muy emocionado.

- Realmente no tengo mucho que decir, mi vida está rodeada de arcoíris y princesas.

- Es parte de ser papá. No se sienta mal. Eso es muy tierno.

- Tu no te quedas atrás y no eres papá, tienes mucha paciencia con las niñas.

- Amo a MinJi. Es como la hermana que nunca pude tener.

- ¡Shhhhh! Queremos ver la película, si quieren pueden hablar después - las niñas gritaron y ambos adultos se echaron a reír.

Los dos adultos y las dos niñas prestaron atención a la película y como si hubiera sido la primera vez que la veía, a Jimin le brillaban los ojos. Jungkook pudo entender que se veía reflejado en aquella caricatura, podía notar su expresión y los sueños que el chico tenía en lo más profundo de su ser.

Cuando terminó la película, ambas niñas se habían quedado dormidas, así que los adultos las tomaron en brazos y las acostaron sobre el gran sofá, Jungkook preparó café y compartieron los deliciosos panes de chocolate que Jimin había llevado.

- ¿Sabe? No estaría mal que salga a distraerse de vez en cuando - comentaba el chico mientras remojaba la punta del pan en el café.

- Si, lo sé, mi madre también me lo dice. Pero siento como si se me hubiera olvidado como se siente vivir. No lo malentiendas, Yumi me cambió la vida, la amo demasiado y ya no sé hacer otra cosa que ser padre.

- Le entiendo, debe ser un poco complicado a veces no tener con quien dejarla, o hacer cosas sin pensar en ella. Pero el ser humano no debe olvidarse de sí mismo. Eso no lo hace egoísta.

- Lo sé.

- ¿Sabe? Un día de estos, saldremos a divertirnos.

- Claro. Podemos llevar a las niñas al parque de diversiones y a comer hamburguesas.

- No, me refería sin las niñas, sería una salida de adultos.

Jungkook miró a Jimin y notó que hablaba en serio. Asintió en respuesta a lo dicho y terminaron su café.

Al caer la noche, después de comer pizza, Jimin y MinJi se despidieron y nuevamente eran solo Jungkook y Yumi.

Ya habían terminado de lavarse los dientes y ponerse la pijama y papá acostó a la pequeña en la cama.

- ¿Te divertiste mi amor? - preguntó con ternura.

- ¡Papi fue el mejor día de mi vida! El tío Jimin es muy bueno y divertido. ¿Podemos invitarlos otro día?

- Por supuesto que sí, a mi también me gustó tenerlos aquí.

- Papi, el tío Jimin cocina muy rico y el rollo de chocolate estuvo delicioso.

- Oh si, mi pequeña, Jimin tiene manos mágicas. Y tú serás una hermosa y talentosa pastelera también.

- Papi, ¿y si le decimos al tío Jimin que viva aquí? Así me enseñaría a hacer pasteles.

- Mi amor, él tiene su propia casa y tiene su trabajo. Además, ¿dónde iría a dormir?

- En tu cama, papi, así de sencillo. Tu cama es muy grande.

- ¿Así de sencillo?

- Si papi, no sé por qué los adultos se complican tanto.

- No es eso, corazón, es solo que realmente no es fácil de explicar.

- Papi solo debes preguntarle: Tío Jimin, ¿quieres vivir conmigo y Yumi? Y él dirá: Si quiero y ya.
Asi ya no estarás tan solito. Porque yo voy a crecer y ya después cuando vaya a la universidad, no podré estar contigo todo el tiempo.

Jungkook se quedó sin habla, no puede creer que su pequeña sea tan madura y a la vez tan inocente. Así mismo, el golpe seco de la realidad le revolvió el estómago. Dieron gracias a Dios por el día y Yumi se quedó dormida.

Aquella noche Jungkook pensó más de la cuenta. Y se sintió más solo que nunca.

Y lloró hasta quedarse dormido.

Me acabo de dar cuenta (yo, la menos despistada), que MinJi es el nombre de Jimin pero al revés JAJAJAJA

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